Al Gore vuelve a la carga contra los negacionistas del cambio climático

Al Gore en un fotograma de 'Una verdad muy incómoda: ahora o nunca'.

Al Gore en un fotograma de ‘Una verdad muy incómoda: ahora o nunca’.

Al Gore en un fotograma de 'Una verdad muy incómoda: ahora o nunca'.

Al Gore en un fotograma de ‘Una verdad muy incómoda: ahora o nunca’.

El documental ‘Una verdad muy incómoda: Ahora o nunca’, la secuela del famoso alegato contra el cambio climático que encumbró a Al Gore como uno de los grandes evangelizadores de la causa medioambiental, ya está aquí para seguir removiendo conciencias. Una década más tarde, el eterno ‘vicepresidente’ hace balance de lo que han supuesto estos años de divulgación sobre el calentamiento global, sus enfrentamientos con los negacionistas y los retos que el planeta tiene por delante.

POR DIEGO HERNÁN

Tras haber sido galardonada recientemente por Greenpeace en el Festival de Cine de San Sebastián -“el mérito sería que la hubiese premiado Repsol”, bromeaba Juan Luis Cano, presentador del evento-, la película llega ahora a la cartelera para recordarnos, aunque solo sea durante un rato, que quizá esta sea la última oportunidad que tenemos para hacer algo por salvar el planeta. El Asombrario asistió a la presentación organizada por Ecoembes en Madrid la semana pasada.

Su primera película sirvió para advertir a la comunidad internacional de que el mundo se enfrentaba a un desconocido enemigo en una lucha contrarreloj. Su potente mensaje caló hondo en la sociedad, amplificado por decenas de galardones -dos oscars, Nobel de la Paz, Príncipe de Asturias-, y tuvo una trascendencia global. Pero ¿qué ha pasado once años más tarde? La segunda parte se centra esta vez en la labor de Al Gore y su fundación, The Climate Reality Project, en su periplo por mostrar el impacto de la crisis medioambiental en las vidas de ciudadanos de todo el mundo. La cinta repite una de las fórmulas de la primera parte, mostrar un testimonio aterrador valiéndose de rigurosos datos aunque, en esta ocasión, los realizadores han optado por contar en primera persona la cruzada personal del ex político norteamericano, acercando la acción al espectador. Lejos de regodearse en todas las predicciones de Una verdad incómoda que resultaron ciertas, el relato sacude conciencias, es relevante, estremecedor… y esperanzador a pesar de todo.

A través de casos concretos, Al Gore intenta poner rostro a los estragos que el desequilibrio medioambiental está desencadenando en todo el mundo. Desde las heridas de los glaciares de Groenlandia y sus consecuencias directas en la subida del nivel del mar en ciudades especialmente vulnerables como Miami, a retratos de los supervivientes de desastres climáticos en la India o en otras partes de Asia, deja claro por qué esta verdad es tan incómoda. El documental también relaciona la gran sequía que vivió Siria a partir de 2007 y sus posteriores consecuencias -como el éxodo masivo a las ciudades o la pérdida de hasta el 80% de las cosechas y el ganado- con el conflicto sociopolítico que ha sufrido el país, un fenómeno que ya se había apuntado anteriormente. Subida del nivel del mar, incremento del tamaño y capacidad destructiva de los fenómenos atmosféricos, aumento global de las temperaturas… Una década después de presentar en sociedad el cambio climático, Gore enseña ahora sus peores consecuencias. En palabras de la co-directora, Bonni Cohen: “Este es el siguiente capítulo en la historia de la crisis climática, en el que somos testigos de cómo se aceleran los cambios y de la aparición de nuevas batallas. La pregunta ya no es si tenemos que cambiar o no, sino ¿estamos cambiando lo suficientemente deprisa?”.

Uno de los momentos clave de la película es su crónica de la Cumbre del Clima de París celebrada en 2015. La cámara es testigo de la “diplomacia de pasillo” de los líderes mundiales, siguiendo constantemente a Al Gore en su papel de intermediario entre las voces disonantes y críticas con el Acuerdo, encabezadas por la India. Nos da la oportunidad de comprobar de cerca el poder de las influencias y el ritmo frenético de las negociaciones que durante diez días tuvieron lugar en la capital francesa. La Cumbre se clausuró entonces con la aprobación del llamado Acuerdo de París, ratificado al año siguiente por la ONU, firmado por 195 países y que estableció el compromiso de éstos para tomar medidas concretas contra el calentamiento global a través de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Un hito histórico contra la “neutralidad climática” y una oportunidad real de apostar por la sostenibilidad por parte de casi todas las potencias mundiales.

Hasta ahí todo bien, pero ¿cuál es el problema? Que, como toda historia, necesitaba a su villano. En el montaje final de la película, los realizadores tuvieron que incluir una triste actualización: la llegada de Trump a la Casa Blanca. El mismo que en su libro América lisiada se burla del cambio climático, el mismo que ha colocado al frente de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente (EPA) a un escéptico del efecto invernadero y defensor de las energías fósiles. Sí, el mismo que ha sido capaz de poner en su contra a toda la comunidad científica norteamericana, también ha sido el único capaz de lo impensable: sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París tan solo un año después de su ratificación. De nada han servido las advertencias internacionales, la presión de los lobbies o las graves consecuencias que los desastres naturales está teniendo delante de sus narices. El líder del segundo país más contaminante del mundo se niega a aceptar una realidad evidente para el resto y está abocando a EE UU a un suicidio climático.

Mientras el ex vicepresidente de Clinton establece una relación directa entre el calentamiento de las aguas y una mayor virulencia de las tormentas y huracanes, como las que están arrasando el Caribe, Trump lanza papel higiénico a los damnificados por Irma en su visita a Puerto Rico. Si Una verdad incómoda nos abrió los ojos ante la extrema gravedad del cambio climático, su secuela es una más que nunca necesaria llamada a la acción. Viendo el panorama, su lema, “Lucha como si tu mundo dependiera de ello”, no parece exagerado.

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Comentarios

  • Daniel L.

    Por Daniel L., el 11 octubre 2017

    yo le daba otro nobel.
    y a DiCaprio otro oscar.
    se lo merecen por este «trabajo».

  • ElaX

    Por ElaX, el 11 octubre 2017

    Al Gore, ese chico que dice una cosa y hace otra. Solo su casita palacete despilfarra más que un pueblo entero.

    Dicho eso, es cierto que estamos destruyendo el planeta Tierra.

  • José Manuel H.H.

    Por José Manuel H.H., el 14 octubre 2017

    Deberían existir más personas tan comprometidas como Al Gore y pararles los pies a descrebrados como Trump y a ese que dice que… «Es el alcalde el que elige a los vecinos».

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