Alejandro Melero, ‘atrapado’ en un ‘clímax’ de ‘placeres ocultos’

Alejandro Melero. Foto: © Roberto Villalón.

Alejandro Melero. Foto: © Roberto Villalón.

La obra ‘Clímax’ cumple un año en la cartelera madrileña. Entrevistamos a su creador, que ha estrenado recientemente en el teatro Alfil ‘Atrapados’, en torno a una situación límite en una sucursal bancaria. Alejandro Melero es también profesor universitario de Narrativa Audiovisual y autor del libro ‘Placeres ocultos. Gays y lesbianas en el cine español de la Transición’. Otro de esos geniecillos que alumbran la escena teatral contemporánea, más pegada que nunca a la vida real, a la actualidad. 

– Tu gran éxito es la obra Clímax y en febrero has estrenado Atrapados. Cuéntanos en dos frases de qué va la una y la otra.

Clímax son cinco historias diferentes, pero unidas, sobre personajes con muchos problemas que, en cuestión de minutos, se arreglan la vida los unos a los otros. En Atrapados, que tiene un tono más dramático, los tres personajes se ven encerrados en una situación límite, exterior, que les ayuda a ver que la solución a su manera de estar atrapados, en su vida, en su interior, parte de ellos mismos.

– ¿De dónde sale Alejandro Melero?

– Me he formado en Londres, donde estuve entre 2001 y 2009. Allí estudié cine, hice el doctorado y luego trabajé en la Universidad, investigando. En 2009 me incorporé a la Universidad Carlos III, al campus de Getafe; soy profe de Narrativa Audiovisual en el Departamento de Comunicación Audiovisual.

Enseño a mis alumnos, entre 30 y 35 por asignatura, cómo leer y escribir cine; les enseño a hacer guiones. Así que compagino la enseñanza con la escritura de teatro. Me considero un afortunado, porque de mis alumnos también aprendo mucho.

– ¿Ves motivados a tus alumnos?, porque con esta situación de bloqueo en España uno puede llegar a entender que a las nuevas generaciones les cueste ilusionarse con su futuro…

-Mis alumnos son una maravilla; muy inquietos. La verdad es que mi departamento está muy valorado, y eso llama a gente muy buena e incentivada.

– Eres el autor del libro Placeres ocultos. Gays y lesbianas en el cine español de la Transición (Notorious, 2010).

– Sí, es una parte de mi tesis en Londres, sobre el cine español de la Transición. Cómo se escribieron los guiones de gays y lesbianas tras terminar la dictadura. Es, además, la parte que más disfruté de mi tesis.

– ¿Y qué se concluye? Que había mucha chanza, mucha broma, mucho tópico…

– Mucho tópico, sí; era la época del humor de Ozores. Pero si llego a una conclusión, es que a veces uno emplea los códigos que existen para, en cuanto llegue el momento, la oportunidad, darles la vuelta; así veo yo a esa generación de gente con un evidente talento…, que se sirvió del lenguaje que triunfaba en la época para luego darle la vuelta.

– Dinos algunas películas que ayudaron a crecer en la educación y el respeto hacia las aproximaciones distintas al sexo.

El diputado, de 1979, y Los placeres ocultos, de 1977, título que usé para mi libro. Las dos de Eloy de la Iglesia. Y luego ya, por supuesto, Almodóvar.

– Sueles hablar muy bien del cine de Eloy de la Iglesia.

– Es lo que te comentaba: un buen ejemplo de quien abrazó tópicos para darles la vuelta. Tuve amistad con su guionista, ya fallecido, que lo considero un maestro, Gonzalo Goicoechea. He sacado un librito con las conversaciones que tuvimos, La noche inmensa, la palabra de Gonzalo Goikoechea (Cuadernos Tecmerin).

– ¿Cómo era?

– Pues… era… Era un dandy español, y un producto de los 80, de la movida y del cambio, que vivió el franquismo pero repudiándolo, y que, cuando le llegó la oportunidad de desmarcarse, la explotó al máximo. Fue un maestro.

– ¿Y qué decir de Almodóvar?

– Lo ha supuesto todo. No entiendo cómo no tiene un reconocimiento aún mayor en España, un legado… Porque somos así, si fuéramos otro país… Es que yo veo que incluso ha dejado más huella en Francia.

– Aparte de Almodóvar, ¿a quién destacarías últimamente en esa contribución a dar naturalidad a la situación de gays y lesbianas en la cultura y la sociedad?

– Mucha gente de teatro desde el año 2000. Sí hay un legado Almodóvar en teatro. La pluralidad, la multiplicidad de voces es tan grande que el teatro es ahora lo que me recuerda a la Transición, cuando se daba lo más extremo de los extremos.

– Estamos llegando a un punto en que conecta más el teatro con la realidad, con la actualidad, que muchos informativos de la tele, que van a su rollo, ¿no?

– Es verdad, es verdad. Son obras muy conectadas con lo que está pasando ahora; por ejemplo, con el tema de los desahucios. Un investigador del futuro que quisiera analizar lo que pasaba en España en 2013 y 2014, más que al cine o la televisión, debería mirar lo que se hizo en teatro.

– ¿Situando Atrapados en un banco buscabas una metáfora de que no puede haber una situación más límite?

– En esta época de desahucios, de tanta tragedia humana, vi una entrevista a un banquero en una televisión sobre cómo se concedían las hipotecas. Y yo pensaba: y esta gente cuando llega a su casa, ¿cómo puede estar tranquila, cómo puede dormir? Me puse a investigar, porque me gusta mucho investigar, será por la Universidad, y vi cómo se concedían, quién inventaba el algoritmo de concesión, y, claro, vi que detrás de todo eso hay personas, personas concretas.

– Así se diseñó la trampa masiva de las preferentes. Leyendo los Cuadernos de Blesa, publicados por eldiario.es, compruebas cómo los responsables de Caja Madrid eran perfectamente conscientes de lo que hacían, del territorio minado que estaban diseñando para quedarse con el dinero de la gente más humilde, todo porque necesitaban captar 3.000 millones de euros en poco tiempo, y lo diseñaron y lanzaron a sus clientes sin ningún escrúpulo. Atrapando gente.

– Miré mucho la biografía del que fue presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, para escribir Atrapados. Es una cabeza muy visible de lo que ha ocurrido, y creo que hay que celebrar que se haya destapado; que haya salido a la luz ese escándalo es un privilegio de la democracia, ahora que dudamos tanto de ella, del sistema, de la prensa…

– Es cierto que algo positivo de esta etapa de absoluto desencanto es que los casos de corrupción están saliendo a la luz; pero por ahora los ciudadanos no  ven muchas consecuencias más allá de la visibilidad. Y a quien se castiga es a Garzón, al juez Silva, a quien tira una tarta al poderoso, a quien difunde unos correos o un vídeo…

– Es horrible, intento ser optimista y positivo. El hecho de que haya esa visibilidad ya me parece mucho.

– Ahí está el poliédrico personaje femenino de Atrapados.

– Ella es una persona a la que su vida le ha llevado a un punto en el que jamás se habría visto; refleja esa sucesión de pequeñas derrotas que vas pasando, vas pasando, diciéndote: no pasa nada, no pasa nada, autoengañándote…, hasta que llegas a un punto en el camino en que ya no te atreves ni a mirar atrás para no ver lo que te has dejado, a todo lo que has ido renunciando. Ella trabaja en Recursos Humanos y su trabajo consiste en echar gente, llamarles a su despacho y decirles: lo sentimos mucho, pero… Y eso la tiene agotada.

– ¿Tú también has crecido sufriendo pequeñas derrotas?

– Miles. Aunque estoy contento en general con la vida. Soy agradecido. Pero vivir es asumir derrotas. He tenido suerte. Irme a Londres desde Almería a los 19 años fue definitivo, un cambio enorme. Aunque lo que tenía claro, incluso estando en Londres, era que yo lo que quería era venirme a Madrid. Y de Londres me vine aquí, y no me arrepiento de nada, porque Madrid es…, Madrid es el centro del Universo.

– Siguiendo con esa conexión con la realidad. Te voy a decir tres palabras, tres nombres propios, y tú me respondes qué te sale a bote pronto. Primera: Putin.

– ¿El presidente ruso?

– Sí. Putin.

– El horror más absoluto, la mafia de la política y la utilización de chivos expiatorios sin ningún escrúpulo, ¿quién nos iba a decir que Rusia se iba a quedar con lo peor del capitalismo?

– Wert.

– (Resoplido y cara de asombro) ¿Van a ser todas así?

– Están elegidos por su actualidad, no porque hayamos ido a buscarlos al tren de la bruja.

– Un error innecesario; por mucha ideología que tengan, no hacía falta que fueran por ahí en educación y cultura.

– Gallardón.

– Lo del aborto no tiene nombre; es el retroceso más grande del PP en su historia; confío en que no vaya a ocurrir, es algo tan horrible y desfasado que a veces pienso que se lo han inventado para que hablemos de eso y no de otras cosas. Pero, mira, voy a decirte algo bueno de Gallardón: la proposición de ley para la custodia compartida de los hijos. Esa es una reivindicación que debería ser de la izquierda, porque acabaría con mucho sufrimiento para muchos hombres divorciados de este país, y el PP ha tenido el valor de plantearlo. Gallardón ha dicho que lo va a hacer, aunque todavía no lo ha hecho, y, no sé, porque es un hombre muy mentiroso… No hay nada que vaya tan a favor de la igualdad de la mujer como admitir que el hijo es tanto del padre como de la madre, y no entiendo por qué la izquierda mira para otro lado en este tema.

-¿Cómo ves el boom de pequeñas obras y pequeñas salas y espacios alternativos de teatro en Madrid en los últimos años?

– Está muy bien celebrar esta explosión de creatividad, pero hasta un punto; basta ya; creo que estamos celebrando la precariedad más absoluta, y no hablo por mí, porque yo me considero un afortunado, sino que esta precariedad total hay que verla como una forma de resistencia contra la opresión del poder, que nos está machacando, y no como un éxito. Finalmente, no es un logro, sino la visibilización del fracaso. Hay que ir con cuidado.

– ¿Qué estás preparando ahora?

– Dos obras más, pero me tengo prohibido hablar de ellas. Además, la Universidad me tiene ahora un poco atrapado. Me voy un par de meses fuera a dar clases. A Seattle y a Nueva York.

– Las salidas te inspiran…

– Siempre que puedo aprovecho la ocasión para ir a Nueva York, para ver qué pasa allí en teatro.

– ¿Cómo ves Madrid?

– Llevo aquí 5 años, tengo 33, y veo que mis amigos se quejan, que dicen que Madrid está fatal. Claro, yo no tengo la percepción de hace siete o diez años. Pero yo la sigo viendo maravillosa, desde mi punto de vista, del chico de Almería; la noche, la vida social, cultural… La comparo con Londres, donde todo era inaccesible, por dinero o por lejanía, y Madrid sale ganando. Igual me la invento yo, pero, no sé, es que aquí no tengo ni que coger el metro para moverme desde donde vivo, en Lavapiés… Solo para ir a la Universidad.

– Elige un personaje gay que ayude ahora mismo a romper tópicos, que sigue habiendo muchos en muchos personajes públicos gays.

– Mi amigo Francisco Polo, fundador de Actuable y después director de change.org para España. Él creó una plataforma para ayudar, para cambiar cosas por petición popular.

– Tienes un buen amigo.

– Un grandísimo ejemplo, en la visibilidad y en la lucha por el respeto.

El Teatro Alfil tiene en su programación las dos obras de Alejandro Melero: ‘Atrapados’, los jueves y viernes de marzo; ‘Clímax’ volverá a partir del 8 de marzo, hasta finales de abril. 

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Comentarios

  • Alberto Monteagudo

    Por Alberto Monteagudo, el 02 marzo 2014

    Hola,

    Me ha encantado la entrevista. Me apunto el título del libro de Alejandro y las películas que ha recomendado. De haberlo sabido de su existencia antes habría usado su libro para un trabajo en la universidad que hice sobre literatura homosexual el año pasado.

    Comparto también su opinión sobre Madrid. Yo que soy de un pueblo muy pequeño de Galicia, para mi pisar Madrid es casi como pisar el cielo. No me puede gustar más. Llevo cinco meses estudiando en la capital y no me canso de ella, aunque apenas la disfruto.

    Un saludo,

    Alberto Monteagudo

  • José Calvo

    Por José Calvo, el 03 marzo 2014

    Las comilla simples se utilizan para señalar significado. Por ejemplo: la palabra pita significa ‘pan indio’.

    Las comillas simples no se usan para remarcar importancia. Un titular no necesita remarcar importancia, ya que el contenido de un titular ya significa que su contenido es importante. Y menos remarcar tres secciones dentro del mismo titular.

    Dentro del texto, se debe señalar el título de una obra, libro o película, mediante cursiva, no mediante comillas de ningún tipo. Si el texto alrededor ya está en cursiva, entonces se vuelve a la redonda.

    Un saludo

    • Rafa Ruiz

      Por Rafa Ruiz, el 04 marzo 2014

      Estimado lector, en el titular están puestas las comillas simples indicando cursivas porque son los títulos de los tres trabajos con más proyección de Alejandro Melero, no porque yo quiera arbitrariamente destacar nada.

  • Ginés

    Por Ginés, el 05 marzo 2014

    Muy buena la entrevista. Yo vi sus microteatros y me gustaron mucho y luego ha sido mi profesor y aprendimos todos mucho con él.

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