Andrés Calamaro: «Hace 15 años que estoy retirándome»

Imagen promocional de Andrés Calamaro.

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Andrés Calamaro publica nuevo trabajo, ‘Romaphonic Sessions’, un repertorio íntimo y emocionante compuesto por diez canciones interpretadas a voz y piano, que no iba a plasmarse así en una grabación, pero que, por sugerencia del cineasta Fernando Trueba, ha acabado en disco y extensa gira de presentación. Aunque el músico reconoce en esta entrevista que cada vez le da más pereza lanzarse a las giras y que se ve tentado a dejarlo todo. «Hace más de 15 años que, por uno u otro motivo, siempre me estoy yendo. O siempre estoy volviendo. Pero ya no se adónde».

El título del nuevo disco lo da el nombre del estudio de grabación donde se registró esta sesión, en Buenos Aires. En realidad, aquella tarde, el pianista Germán Wiedemer, que ha tocado a lo largo de su carrera, entre otros, con Ratones Paranoicos y David Levony, y el cantante se habían citado para perfilar unas canciones que, una vez grabadas, se enviarían a España tal cual (sin procesos de edición o masterización posteriores) al resto de los músicos, con el fin de cuadrar un repertorio para interpretar en Donosti, abriendo un concierto de Bob Dylan. Esa sesión fue a parar a manos del director, guionista y productor Fernando Trueba, amigo de Andrés Calamaro y objetivo de la compañía discográfica para que produzca un disco del argentino algún día de estos. Tras escucharlo, Trueba emitió un juicio definitivo: “¿Para qué queréis que le haga un disco si esto ya es muy grande?”. No hubo más que hablar, con la bendición del premiado y respetado cineasta fue suficiente, los hilos empezaron a tejer esta edición que en estos días sale a la venta y que tendrá una extensa gira de presentación por la península.

Para estas Ramaphonic Sessions (Gasa/Warner, 2016) el artista argentino aporta tres composiciones propias, ya conocidas por quienes le siguen (Palomas, Los Aviones y Mi Enfermedad), dedicando el resto del disco a versionar clásicos populares de su tierra (y los alrededores).

¿Qué juicio aplicaste para seleccionar cada canción de este repertorio para el disco?

Elegíamos canciones para cantar en el siguiente concierto; en aquella ocasión seleccionamos repertorio de mayor enjundia armónica. Sinceramente, no pensábamos en grabar un disco ni nada parecido, nada más estábamos grabando una guía para que nuestros compañeros -allende los mares- escucharan, antes de reunirnos a ensayar. Si hubiéramos pensado en un disco, me hubiera recreado un poco más en las grabaciones vocales y quizás hubiéramos exprimido el repertorio de otra forma. Cuando pensamos que era posible publicarlo como álbum, apostamos a respetar aquella grabación intacta con algún ajuste en el sonido general. Como toda apuesta, ahora necesita una cierta cuota de suerte.

Te gusta recrearte en clásicos, algo que haces con sobrada solvencia…, un bonito ejercicio para actualizar la cultura popular.

Sinceramente, me da igual que sea un clásico o una canción de menor categoría; honestamente elijo aquello que supongo que voy a cantar con comodidad y cierta solvencia.  Hay cientos de clásicos y estándar que no están al alcance de mi digitación. En algunos casos, tratándose de conciertos, también pensamos en una dinámica de canciones reunidas que puedan gustar al conjunto humano presente. Lo normal, canciones que sirvan para empezar con buen pie y terminar con una porción de gloria o satisfacciones. En tanto y en cuanto a canciones incluidas en este álbum: aquí hay composiciones titánicas, en la medida que sirva para recordar que existen canciones de semejante categoría, es un ejercicio impertinente pero respetuoso de divulgar cantando.

¿Tuvo voz y voto en esa selección de temas el pianista implicado o solo fuiste tu quién proponía el repertorio?

Sí. Los repertorios, tanto este como los que elegimos para ensayar y ejecutar, los elegimos con German (con voz y voto). Normalmente él arma una lista de canciones, una secuencia que yo voy a estudiar unos minutos para implementar algún cambio que -en el papel- considere oportuno.

Dice la hoja promocional que acompaña al disco que es casi un fruto de la casualidad y el buen gusto con el que trabajasteis, que en principio no se tenía pensado editar.

Ciertamente esta no fue ni siquiera una sesión normal de grabaciones. Estábamos en una oficina, una habitación desangelada que se usa normalmente para amontonar amplificadores de guitarra. Las salas de grabación estaban ocupadas, entonces nos prestaron este ambiente cubierto de amplificadores que ni siquiera enchufamos. En ningún momento pensamos que estábamos grabando algo con destino de editarse como disco. A decir verdad, sigo dudando de que hayamos hecho lo correcto. Hay discos espontáneos y luego está este disco; ni siquiera escuché mis tomas vocales para corregirlo. Al principio pensé en una edición de 500 copias en vinilo de colores, una edición para coleccionistas de estas que pasan desapercibidas. La grabación había gustado y… sinceramente no recuerdo cuándo decidimos hacer un disco en condiciones.

¿Cómo encaraste ese día de grabación? ¿Preparativos previos? Danos una foto de ese día.

Caramba. La nada misma. Supongo que llegamos y nos sentamos a conversar y tomar mate (infusión criolla) con la gente del estudio. Después subimos a la última habitación; normalísima, con pequeña cocina y un baño, como pensada para alojar a alguien que acaba de ser echado de su casa o está de viaje. Germán había llegado antes y ya había dejado algunos pianos grabados. Me serví unos mates, que son amargos pero endulzan la garganta, y grabamos de la forma más informal. No había casi ni donde sentarse entre aquellos amplificadores de guitarra, ni siquiera había un piano… Había una mesa de formica con una computadora apoyada, donde grabé lo que cantaba. No se me ocurre una situación menos ambientada ni menos propia de la simbología de las grabaciones cool… Creo que ni siquiera me lié un canuto. Habíamos grabado más cosas en el estudio en los meses anteriores, en la sala grande (llena de máquinas buenas) y en un estudio alterno para cosas de menor importancia, pero esta vez fuimos en plan informal a registrar canciones… Sin nervios ni expectativas. Para cantar lo mejor posible y volver a casa.

¿Desde cuándo y cómo os conocisteis tú y Wiedemer?

Nos conocimos en los primeros meses del año 13. Nos juntamos a ensayar. Lo dejamos y volvimos a ensayar a los pocos meses para preparar una gira; mientras tanto, yo estaba grabando el disco Bohemio. Era una época bastante peculiar de mi vida. No creo que haya sido un momento espléndido para conocerme.

La portada de este disco es un claro guiño a esas colecciones de clásicos grabadas por clásicos.

Una foto virada al azul siempre va a recordar a Blue Note. Es una foto del teléfono de David Bonilla (persona de confianza en Warner) y fue nuestra primera opción. Blue Note es un catálogo imponente, pueden no ser tus discos preferidos de jazz pero las portadas son un clásico del diseño gráfico.

En las actuaciones que ya están anunciando, vais tres músicos y tú; dime quiénes y por qué van a estar ahí, a tu lado.

Todavía no ensayamos, pero tengo confianza en la balanza que inclina la música en la dirección correcta. Son músicos contrastados. Pensé que al piano podíamos agregarle un contrabajo en lugar de un instrumento solista o una guitarra. La mayoría de los discos que escucho tienen piano y contrabajo. Agregamos percusión porque, en mi mente, me estoy imaginando un patrón rítmico para navegar cantando en los conciertos, una máquina humana de bolero evolutivo para cantar inclusive los tangos…  Espero que el sonido que tengo en mente cuadre con el repertorio. Estoy un poco ansioso por ensayar y comprobar que funciona.

¿No será extraño estar sobre un escenario sin una sola guitarra, sin esa electricidad que te ha acompañado en la pasada gira?

Ciertamente nunca hice una gira entera con instrumentos acústicos, quitando ocho conciertos en 1999 y cuatro conciertos especiales presentando Tinta Roja y El Cantante, hace nueve años. Espero encontrar una dinámica distinta a la de los conciertos eléctricos, que cantar sin una “pared de intensidad eléctrica licuada” sea interesante. Que resulte en buen sonido, buenas sensaciones en el escenario y una ejecución vocal precisa o cálida. Normalmente canto entre un enjambre eléctrico de batería, amplificadores, dos o tres guitarras y coros. No creo que sea extraño. Ojalá se instale como costumbre y sea una alternativa a los conciertos eléctricos.

Se agradece (quizá solo lo hacemos los cuarentones) un disco así, puro y limpio…, tan directo que hiere.

Es un repertorio mayormente magistral y está cantado con respeto frente a las obras. De mis propias canciones hay dos que ofrecen variaciones interesantes y otras dos que tampoco ofrecen mucho de diferente. Hay “cincuenta formas de hacer un disco”… En este caso, tengo otras 49 posibilidades en alguna parte. A mí me incomoda un poco escucharme en primeras tomas sin corregir, no es lo normal. Sé que hay una cierta pureza en lo inmediato y en un acompañamiento de un único instrumento.

En la hoja de promo, dice así: «Los Aviones responde a una guía espontánea para los ensayos previos al concierto de julio en Donosti como opening-act de Bob Dylan, como el resto de esta grabación». Entonces, ¿aquí encontraríamos el germen de estas canciones que ahora nos presentan?

¡Esta es la semilla! Grabamos para que dos músicos escuchen los tangos y lo demás… Para que los ensayos en Madrid cundan y haya tiempo de aprenderse las composiciones de más acordes. No hacía falta grabar cosas mías, pero estábamos probando otra forma de cantar canciones como Mi Enfermedad y Paloma. Este es el germen. Germán hizo una mezcla (y pudo reconsiderar los pianos), pero yo no corregí nada porque… estábamos en distintos países. Aunque eso tampoco es una excusa. Confieso que podría haber mejorado el disco pero… siempre pensamos que los discos se pueden mejorar “a toro pasado”. Los Aviones está cantada con cierto descuido porque es la que ya conocíamos todos, no está interpretada con la concentración de los tangos o las canciones grandes. Todo es una guía espontánea, pero algunas… ni había necesidad de grabarlas. Quisimos escuchar cómo quedarían vestidas con el piano, supongo.

Guarda este disco alguna similitud con ‘El Cantante’ (2004), un aire especialmente fresco e inspirador, ¿estás de acuerdo?

El Cantante fue una grabación muy interesante porque nos reuníamos todos los días en el estudio de Javier Limón a hablar de la música criolla, elegíamos repertorio bueno y armábamos un disco pensando que era el heredero de Lágrimas Negras (que había sido grabado inmediatamente antes en circunstancias similares). Tiene similitud en la naturaleza del repertorio, pero aquel es un disco que responde a más arreglos y dirección musical. El Cantante es un disco de rehabilitación, no estaba seguro de estar en condiciones de grabar un disco con las energías intactas, pero fui todos los días por la mañana al estudio y fuimos dándole forma al repertorio y los arreglos.

He leído en unas declaraciones tuyas que decías, más o menos, que si pudieses, te quedabas para los restos devorando libros y escuchando jazz, sin salir a tocar, sin entrar en estudio… ¿Es una estrategia tuya declarar eso?, ¿de verdad lo sientes así? Yo no me lo creo (Risas).

Es verdad. Ya no me gusta quedarme encerrado ocho horas en un estudio, ni 20 horas… por día. Y así por dos meses. En el pasado me involucré en grabaciones francamente tremendas. Ahora me gusta estar en casa para comer y cenar. Prefiero despertarme a la mañana y llevar una vida austera y cultural. No bebo ni consumo sustancias y no es algo sobre lo cual te mentiría. De ninguna manera. Me gusta tener buenas sensaciones en el escenario pero… lo que más me gusta es ensayar, la intimidad con la música y los músicos. Espero los conciertos con demasiada ansiedad. Me arrepiento enseguida de publicar discos; la indiferencia o las críticas que pretenden desmontarme… La opinión ajena me incomoda un poco. Hay muchos resentidos escribiendo boludeces. También respondo a la teoría que hay que alejarse de ciertas cosas para recuperarlas, aunque no recomiendo trasladar esto a todos los ámbitos. No es una estrategia para hacerme querer, realmente me gustaría dejar de editar discos y ofrecer giras, pero puedo cambiar de idea. Me gustaría estar más tiempo ensayando, grabar cosas más experimentales. Vivir sin compromisos es un buen plan para cualquiera. Vengo de estar un año sin cantar y fueron unos meses espléndidos, no eché de menos nada, pero a veces soñaba que tocábamos de vuelta.

Acabas de grabar una canción para la nueva película de Alex de la Iglesia. Cuéntanos un poco más, ¿ha sido un encargo personal e intransferible?

Bueno, estaba cuidando el secreto porque la grabación está en la órbita del próximo estreno de Alex y pienso que él tiene que distribuir la información relativa a su película. Sencillamente me pidió una canción para su próxima cinta y me mandó el guión. Yo me sentí honrado por la oportunidad y por la confianza. Pensé por donde llevar el sonido y le pedí a Julián (Kanevski) que me mostrara algunas ideas. Entonces… fuimos al estudio con tres músicos, tres ideas y tres páginas escritas con texto para meter letra. Fue una cuestión personal y supongo que intransferible también.

Y ya que estamos en el cine, he oído que Don Fernando Trueba fue una de esas personas a las que recurriste para testar las impresiones de lo “grabado”.

Con Don Fernando nos reunimos para pensar en proyectos justo el día que yo escuché estas grabaciones. Aquella mañana bien temprano le reenvié a Trueba la grabación de piano… Después nos juntamos a almorzar. Elogió la química de la grabación y seguimos conversando. En realidad, nos involucramos en otro proyecto ambicioso, internacionalista. Nos encontramos más veces, nos escribimos mientras seguíamos grabando con Germán pequeñas maquetas para ponerme a prueba con el repertorio ambicioso que me proponía Fernando. Finalmente me baje del proyecto temporalmente. Hubiéramos grabado en otoño, pero yo opté por escuchar discos de jazz… y las novelas francesas. Coño, si hubiera hecho caso a Fernando estaríamos hablando de un disco más importante.

Creo que te has mudado al viejo Madrid… ¿Está aburrido Buenos Aires?

No puedo mudarme a Madrid completamente y lo lamento. Sigo siendo un homeless, una Cenicienta en una calabaza a punto de convertirse en caldo de puchero. Viviría en Madrid, pero es imposible y tengo que permanecer residente en Buenos Aires… Todo el tiempo estoy viajando y… ni siquiera tengo espíritu nómada. Vivimos mudando casas y cosas. Cuando encuentro una rutina adorable y buenos amigos, me tengo que pirar…

Por otro lado, leo que dices: “Mi casa es donde pueda permanecer el tiempo suficiente para leer un libro”, dylánica sentencia… Pero no me lo creo, te veo como alguien que guarda muchas cosas materiales y que le gusta regresar a ellas, solo que está en proceso de ubicación. Corrígeme si estoy confundido de cabo a rabo.

Lamentablemente no puedo. Me gustaría vivir rodeado de todos mis discos, los libros, la ropa que no me queda, las guitarras, los cuadros buenos. Pero me resigno a vivir con unas pocas cosas. Nunca pude reunirme con mis guitarras ni tengo un refugio-biblioteca donde rodearme de recuerdos y objetos cool que fui acumulando. Distintos motivos me complicaron el deseo de ser sedentario y rodearme de objetos apreciados. Hace más de 15 años que, por uno u otro motivo, siempre me estoy yendo. O siempre estoy volviendo. Pero ya no se adónde.

Has publicado en estos dos últimos años tres discos en directo (‘Jamón del medio’, ‘Pura sangre’, ‘Hijos del pueblo’), parece significativo… y raro al mismo tiempo. Más para ti, que insistes en que cualquier día de estos lo dejas. ¿Por qué ha sido?

Uno era un registro audiovisual y el otro era un álbum doble en vivo, pero no calculé que con las nuevas costumbres celulares y digitales nadie distingue entre una cosa y la otra. No recuerdo ya por qué decidimos editar un vídeo en directo, pero mientras lo terminábamos giramos por España y quise publicar un disco doble en directo tradicional. Estábamos en México de gira con Enrique mientras terminábamos detalles de las dos entregas en directo. Dos meses después me mando unas copias de las canciones que cantábamos juntos al final de los conciertos dobles. Enrique es enorme en México y las grabaciones me gustaron. Ahora tengo la sensación de que nadie escuchó esos discos, en plena euforia de la observación frenética de los teléfonos, en la expansión de las plataformas de música a la carta parece que no existe diferencia entre un disco y otro. No tengo planes de dejarlo todo, simplemente… me gustaría. Me atormenta un poco pensar en los viajes y los conciertos, no siento una necesidad catártica ni naturalísima de presentarme en vivo, no tengo esa clase de vanidad Bo-Bo: Burgués y bohemio. Así somos.

Andrés Calamaro.

Andrés Calamaro.

Calamaro nos recomienda:

Un libro: La posibilidad de una Isla. Opciones: Sumisión, Las Partículas Elementales. Cualquiera de las novelas buenas de Michel Houllebecq. MH es un intelectual, un interlocutor válido, un ensayista. Sus novelas siempre dejan poso. Es mi héroe.

Un disco: The Heliocentric Worlds of Sun Ra volumen uno. Opciones: Disco 3.000, Lanquidity, Super Sonic Jazz. Sun Ra es inabarcable y lo comparan con Mingus o Mozart; pero como existe mucha discografía elijo uno (dos o tres) para no escuchar “accidentalmente” poemas recitados o las primerísimas grabaciones.

Una película: Når Dryene Drømmer. Opción: Kraftidioten. Cine nórdico. También el capítulo doble de Masters of Horror, de dos filmes dirigidos por John Carpenter y Dario Argento. El que tiene Cigarette Burns y Pelts. El cine nórdico es bueno, tiene sustancia y misterio; uno podría pensar que hay que tenerle especial paciencia pero el cine es así. Aunque soportamos una lluvia permanente de series de televisión, y algunas son francamente buenas como pasatiempo, pero el cine es otra cosa. Como complemento a un cine hipnótico y peculiar como el de Escandinavia elijo dos cosas buenas del genero de terror clásico, dos en una. Cigarette Burns es una obra maestra de Carpenter, y Argento convoca a Meat Loaf para el papel protagónico de un lascivo comerciante de pieles de animales.

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