Canciones para acabar con todo…

Nick Cave.

…O CUALQUIER OTRO APOCALIPSIS. QUEDA UNA HORA PARA LA PROFECÍA MAYA (HORA ESPAÑOLA) Y ELEGIMOS CINCO CANCIONES PARA UN FINAL O PARA UN PRINCIPIO. EN ÚLTIMA INSTANCIA AMBAS COSAS SON LO MISMO. PUEDEN UTILIZARSE A GUSTO DEL CONSUMIDOR PARA TODO TIPO DE CATACLISMOS PERSONALES O SÍMPLEMENTE, PARA ENTRAR EN LA NUEVA ERA DE LA TIRANÍA DE LOS MALVADOS.

Por ANTONIO BARAHONA

Supongo que cada uno tendrá su fin del mundo particular. Y sus correspondientes bandas sonoras que lo acompañen. He seleccionado los fines del mundo que me marcaron a mí. Tras ellos, la vida en la Tierra continuó, pero puedo asegurar que durante esos momentos todo cambió para mí. 

(I’ll love you) till the end of the world. Nick Cave & The bad seeds.

Nick Cave. No hay más que decir. Bueno, sí. Que si quieres a alguien como lo hacía el señor Cave al parir esta canción ya se puede ir todo al carajo.

Un amor sin límites enmarcado dentro de un panorama desolador: una letra desgarradora y una orquestación depresiva que no hacen más que llevarnos hasta el fondo. Hasta el fondo del amor, hasta el fondo de la obsesión. Hasta el fin del mundo. Del de todos y del de cada uno, representado en el fin del amor.

Cave y sus malas semillas retrataron fielmente su fijación por el erotismo y la violencia, por lo siniestro y la oscuridad, por la provocación y el desgarro emocional en esta canción que formó parte de la película de culto de Wim Wenders Until the end of the world.

Es mi perfecta banda sonora para las caídas emocionales que quizá no tengan origen sentimental, sino en la decepción por el género humano. Por el fin del mundo que vivimos en sesión continua.

Thank you girl, thank you girl

I’ll love you till the end of the world.

With your eyes black as coal

and your long dark curls.

Dancing with tears in my eyes. Ultravox.

Como con algunos vinos, a Ultravox no se le ha reconocido su valor hasta pasados unos años. Tecno, electrónica, pop, experimentación… la puerta de los setenta a los ochenta fue intensa y prolífica en pruebas, errores y, por qué no, éxitos.

En plena hemorragia de esta última estancia, en 1984, lanzan este single, que pronto se convertiría en rival en su particular palmarés a su cumbre productiva, ‘Vienna’. Y, a partir de ahí, comme il faut, la decadencia.

La canción habla de una pareja que espera resignada el fin. El fin del amor y –como vimos en un impresionante ejercicio narrativo para la historia de los videoclips-, el fin de todo. El contexto histórico nos explica muchas cosas: en plena crisis de los euromisiles en Europa, culmen de la guerra fría –aunque era demasiado joven, nunca vi el fin de todo más cerca, creedme- se narra visualmente una carrera desesperada a la búsqueda del amor cuando todo está perdido. Tengo grabada a fuego esta canción, como un mantra que me recuerda que todo puede acabar incluso antes de empezar.

Demasiado joven para ser amedrentado por la muerte. O peor, por el fin de todo. Pesadillas que tienen su banda sonora. Aunque sea almibarada por una nostalgia que recuerda el mundo que fue y que sigue siendo. De momento.

It’s the End of the World as We Know It. REM

La explosión comercial de REM llegó en 1987. Con el álbum que albergaba esta canción, Document. Y, claro, como no podía ser de otra manera, esta canción, una de las más celebradas en directo, supone el acceso al mainstream a través del carácter festivo y la catarsis –la traición para los puristas, como siempre pasa-.

Este fin del mundo de los de Stipe, el TEOTWAWKI -famoso acrónimo lingüístico anglosajón, tan ávidos ellos de ponerle nombre a todas las sensaciones y momentos- no es un páramo de destrucción, ni un valle de lágrimas o de dolor. Todo lo contrario. Como lo decía es una fiesta redentora que parece buscar la paz del espíritu y el hedonismo más militante.

En lo puramente musical, pianos, esos saxos tan ochenteros y, cómo no, la mandolina que les acompañará para los restos se abren paso sin tapujos. La construcción de una marca comercial, diríamos en publicidad.

Sin embargo, tras este maquillaje pop, todas las canciones de este álbum, y esta en especial, esconden denuncias poco amables contra la manipulación social y el abuso de los poderosos. Suena actual, ¿verdad?

Until the end of the world. U2.

Donde la creatividad no tiene campo abonado con este tema es en los títulos de las canciones. Quizá porque la rotundidad del asunto deja poco espacio para el lirismo.

Bono y el resto. El resto y Bono. 1991. Según muchos, entra dentro del rollo mesiánico de la banda pues narra la traición de Judas a Cristo interpretada desde el punto de vista del primero. Y de Bono, claro. Fue otra de las canciones para la maravillosa bso de la película homónima de Wim Wenders –tantos recuerdos, tanto storytelling…- y, aparte de su visión cinemática como parte de una película de culto, me produjo ciertas sensaciones que aún no puedo explicar de la manera que más me gustaría.

Una canción ‘enredadera’, que te envuelve suavemente pero te pincha con las púas del rosal. Y que te marca profundamente con frases como esta:

 I took the money, I spiked you drink, You miss too much these days if you stop to think.

‘Echas demasiado de menos esos días si te paras a pensar’. Lo malo es que yo ya los echaba de menos hace veinte años. Nostalgia de historias inexistentes. Ese es el arma definitiva de una canción.

Y para rematar, el pesimismo que sólo puede guiar a tu fin del mundo personal, a través de la traición, de la decepción, del desamor. O del amor.

In my dream I was drowning my sorrows

But my sorrows, they learned to swim.

En fin. El discreto encanto de la tristeza y la autoflagelación.

Canción del fin del mundo. Los Planetas.

Jota, Fernando Alfaro y Nacho Vegas. Por lo visto estaban juntos cuando el primero la compuso. Eso explica muchas cosas. La más importante, que esta gente se ha convertido en el fondo musical de muchas historias de toda una generación: desamor, excesos hedonistas, vacío en compañía y el nihilismo explicado como nadie lo ha hecho.

Además esta canción especialmente lleva a su máximo exponente el espíritu técnico original que marcó el sonido indie en este país desde principios de los noventa: sonido agresivo, guitarras afiladas, batería ametralladora…

Y no sólo música. La letra es más poderosa que una píldora de efectos lisérgicos. Canción del fin del mundo profetiza lo que por 2004 ya se adivinaba: la caída de caretas en la estafa política:

Van a hacer un aeropuerto donde habíamos quedado,

vamos a tener que irnos a otro lado.

Van a hacerme presidente de los estados del ánimo,

vamos a manipular los resultados.

Aunque cueste descifrar a Jota –sin ese hándicap no serían ellos-, conviene escudriñar cada una de las palabras de esta canción. Nuestro particular wild bunch patrio nos enseña el camino y nos da una solución después de plantear algo que se parece mucho a lo que estamos padeciendo.

Una situación que no puede llevar a otro sitio más que al fin de este mundo. Un fin que, como estamos escuchando estos días, debería ser el principio de una nueva sensibilidad.

Así que si hoy no se ha ido todo al carajo y puedes leer esto, recuerda:

Y cuando esto pase puede que te salves

si reaccionas antes de que sea tarde.

Cuando esto pase haz algo importante

y no te olvides de nosotros que estaremos en el fondo,

no te olvides que te lo dijimos antes.

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