¿De verdad el IVA cultural es el mayor problema de la cultura?

Teatro Real de Madrid.

Teatro Real de Madrid.

Teatro Real de Madrid.

En ocasiones me sorprende la forma en la que nombres propios de la cultura de este país hablan del IVA cultural. Si bien ese gravamen del 21% nació del revanchismo, del odio irracional hacia un sector crítico y reivindicativo, del cuestionable poder de un Gobierno para castigar a aquellos ciudadanos que, según su limitado análisis de los datos, no les proporcionan votos, me llama la atención que se hable del impuesto como si fuese el principio y fin de todos nuestros males. Pues no… Hay muchos más que dejan raquítico, muy raquítico, nuestro sector cultural.

Como si Wert, cual malvada bruja del Oeste, hubiese traído el blanco y negro a un sector que habitase en una luminosa secuencia de Big Fish. Y no es así. Es algo grave porque irrumpe, como una plaga, en un panorama cultural herido con la única intención de apuntillarlo. Pero el IVA cultural no es el mayor de nuestros problemas. Es solo la punta de un iceberg que debería obligarnos a sumergirnos en el asunto y reconocer que, pese a lo plural y complejo de la materia, muchos de los cambios que se precisan podrían lograrse desde el propio sector cultural.

El gran problema de la cultura en este país radica en que nadie se la ha tomado nunca en serio. Sorprendente que un país que si algo ha exportado al mundo ha sido cultura -desde Cervantes a Lorca, desde Goya a Miró, desde Buñuel a Almodóvar, desde Paco de Lucía a Serrat-, siga mirándola como si fuese esa asignatura maría que daba lo mismo suspender que aprobar con un 5 raspado.

De esa manera, sin apenas darnos cuenta, la cultura se ha ido convirtiendo en un complemento prescindible, en un conjunto de disciplinas que pecan de elitistas o padecen la persecución del entretenimiento más ramplón, para llegar así a nuestros días, convertidos en náufragos esperando que alguien se digne a salvarnos del oleaje. Fueron días en los que el Gobierno generó políticas que evidenciaban su rechazo a todo lo que oliese a cultura; días en los que el resto de líderes políticos omitieron el tema en sus debates, convencidos de que rebajar el IVA cultural es lo único que hay que hacer; días en los que se manipuló a la opinión pública para que eligiese, en la tormenta de los recortes, entre una planta de hospital y un ciclo de música de cámara para acabar no teniendo ni lo uno ni lo otro; días en los que las personas tuvieron claro que si de algo había que prescindir era de la cultura porque lo importante era poder pagar el alquiler, la luz, el gas, el teléfono y el fútbol, eso sí, el fútbol que no falte; días en los que, en lugar de privarse de la cultura, se optó por piratearla; días en los que lo más bonito que nos llamaron fue «subvencionados», como si la fachada de su vivienda, el equipo de fútbol al que anima o el partido político al que vota no lo estuviesen.

Pero sobre eso he leído mucho, he escuchado muchas críticas y he aplaudido muchos discursos. Sin embargo, de los problemas del propio sector, de las conductas que nos empobrecen, de los malos hábitos que deberíamos cambiar, de eso no hablamos. Y tal vez deberíamos hacerlo si queremos empezar a dignificar una profesión.

¿Sabían ustedes que, de los 18 euros que pagan por una novela, el autor solo se lleva 1,80? ¿Sabían que es muy habitual que los dramaturgos escriban sus obras gratis a la espera de poder ingresar algo en derechos de autor cuando se estrene? ¿Saben la cara que se le queda a un autor cuando ve que tiene que repartir sus derechos con directores, actores y demás equipo artístico que una mañana inspirada retocaron un párrafo de su texto? ¿Sabían que de cada euro que Spotify ingresa, 84 céntimos se van directamente a las discográficas? No a los artistas. A las discográficas. ¿Sabían que hay actores que para poder sacarse un minisueldo al mes tienen que trabajar en siete obras de teatro distintas a la semana? ¿Sabían que es muy raro, casi imposible, que los autores reciban beneficios por el éxito de sus creaciones?

Me llama la atención el escaso interés que los exhibidores de cine ponen en las películas españolas. Me indigna la multiprogramación teatral que ha convertido los teatros en pequeños centros comerciales con cuatro representaciones a la vez y en las que se respeta muy poco el trabajo de los actores cuando, en una escena dramática, se filtran los aplausos y las risas de las otras salas a través de las paredes de papel que las separan. Me sorprende que los telediarios huyan de la información cultural como de la peste. En un importante informativo de este país, la presentadora tuvo que enfrentarse al editor para lograr dar la noticia del centenario de Arthur Miller. Y luego, contabilicen el tiempo que se dedica a informar de fútbol. No ya de los resultados del partido sino de ¡cómo se recupera un futbolista de su lesión!

Me preocupa que la consolidación de un off, en salas de teatro, en proyecciones cinematográficas, en pequeñas editoriales, haya pasado de ser un mecanismo de supervivencia ante la crisis a convertirse en la excusa perfecta para que los gestores culturales hagan una dejación de su responsabilidad y conviertan la precaria autogestión en toda la vida cultural de su ciudad. Me jode que prácticamente un 80% de los profesionales de la cultura de este país estén trabajando, en estos momentos, gratis. Me enfada que la manera en la que cotiza el sector cultural al Estado sea la perfecta para que ninguno de estos problemas desaparezca y, por el contrario, nazcan nuevos. Me escandaliza que los ayuntamientos “del cambio” hayan sacado medidas incentivadoras, transformadoras, en todos los ámbitos de su gestión menos en el cultural. Me asusta que una concejala de Cultura piense que traer una exposición del Centre Pompidou de París es “cultura elitista” y la rechace. ¿De verdad pensamos que el IVA cultural es el mayor de nuestros problemas?

Muchas de las cosas que hay que cambiar en la cultura dependen de políticas renovadoras pero también de actitudes, dentro del propio sector cultural, que hagan más justa y honorable la profesión.

Y no me vale eso de que gañanes y sinvergüenzas hay en todas partes. Si defendemos la importancia de la cultura en la sociedad argumentando que nos ayuda a tener pensamiento crítico, a tener opiniones propias, a alimentar puntos de vista sobre la realidad, si gritamos a los cuatro vientos que la cultura nos hace mejores, no podemos luego asumir determinados hábitos y comportamientos como si fuesen inevitables.

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Comentarios

  • Felipe

    Por Felipe, el 04 octubre 2016

    Hay otro problema de fondo. Míralo desde el punto de vista del ciudadano de a pié: el lobby «cultural», los «culturetas» son un ente oscuro, multimillonario y avaricioso que tiene como prioridad cargarse Internet, el mayor avance de la Humanidad; a golpe de demanda tratan de conseguir a costa de lo que sea ilegalizar los enlaces, prohibir el anonimato en la red, convertir el acto de compartir en una actividad ilegal, meter en la cárcel a quien se baje una canción, obligar a las empresas tecnológicas a darles parte de sus beneficios por la cara y a espiar y denunciar a sus propios clientes, gravar con cánones absurdos cualquier dispositivo que simplemente «pueda ser usado para grabar contenido protegido» independientemente del uso que se le vaya a dar, seguir cobrando en concepto de «derechos de autor» hasta 70 años después de la muerte de éste (y presionan para extenderlo más aún), obligar a bares, peluquerías, autobuses, consultas, talleres, etc., etc. a pagarles un canon por tener una radio o una tv en el local, aunque no se encienda, obligar a pagar por uso de música (que el usuario ha comprado) en fiestas privadas como bodas, bautizos y comuniones, demandar a centros sociales, geriátricos y hospitales por tener televisores, han conseguido que los hoteles tengan que pagarles una cantidad por cada habitación que tenga tv o música ambiental, las escuelas deben pagar derechos de autor bajo amenaza de demanda por el privilegio de que sus alumnos puedan cantar el Cumpleaños Feliz, han demandado a clubes de fútbol por un horrible delito: el público cantaba el himno del equipo sin que el club pagase por esa horrenda violación de los sacrosantos «derechos de autor», y un amplííííííísimo etcétera. Han conseguido que España sea el primer país del mundo en el que sus ciudadanos no tienen acceso a Google News… y podría seguir así hasta el infinito y más allá o resumirlo en una frase: su objetivo último es seguir cobrandonos a todos por todo, sacarnos el dinero del bolsillo con argucias, lobbies, sobornos, diseño de leyes a su medida, etc. No es extraño que les tengamos un poco de tirria. Nos preocupan sus problemas exactamente lo mismo que a ellos les preocupan los nuestros.

    • Miguel

      Por Miguel, el 04 octubre 2016

      De acuerdo en muchas cosas de las que dices, pero no en los culpables que señalas. Distingamos entre cultura, culturetas, y gestores. @srpacotomas lo ha explicado muy bien, y tú solo le has dado la razón creyendo llevarle la contraria.

  • pcer

    Por pcer, el 04 octubre 2016

    Y el hecho de que AL PUBLICO NO LE GUSTE EL CINE ESPANOL (en general) ni se menciona.

    Si los cines programan menos cine espanhol es porque cuando lo hacen es un fracaso de taquilla (salvo honrosas excepciones).

    Ya puestos a analizar los «verdaderos» problemas del sector cultural se podria ser un poco mas auntocritico…

    • Marina

      Por Marina, el 05 octubre 2016

      Eso es falso. No hay fin de semana donde haya uno o varios títulos españoles dentro del top 10 de taquilla. Ahora bien, opinar sin saber, es gratis.

  • Marrullero

    Por Marrullero, el 04 octubre 2016

    Hay otro problema añadido. Los autores tienen todo el derecho del mundo a manifestar públicamente sus preferencias políticas, faltaría más -aunque no deben olvidar que no por autodenominarse «gente de la cultura», algunos actores que apenas si saben vocalizar- sus opiniones intelectuales tienen más valor que otras-. Pero por supuesto que tienen todo el derecho, nadie se lo discute. Pero lo que no es de recibo es que quieran evadirse de las consecuencias, y por supuesto también que hay un sector muy importante de la población que en cada gala de los Goya se siente despreciada e insultada por esa gente que hace gala de una sedicente superioridad intelectual, y que como acto reflejo antes se dejarán cortar un brazo que ver cualquier «españolada» del actor contestatario «a la page», o que se cruza de acera al pasar delante de un cine donde estén proyectando la de… pon aquí el nombre que quieras, hay muchos…

    • pcer

      Por pcer, el 04 octubre 2016

      Yo creo que el bajon del cine espanol es anterior a que los culturetas tomasen partido politico publicamente (hecho que yo fecho en la famosa rueda de prensa del «cordon sanitario» de Federico Lupi y sus colegas)

      • Marrullero

        Por Marrullero, el 04 octubre 2016

        Lo del «cordón sanitario» fue unos meses antes de la célebre noche de los Goya que alejó del cine español a medio país.

        El «cordón sanitario» de un tercio de españoles (arengados por un argentino que pasaba por allí) contra los otros dos tercios a los que consideraban algo así como «prescindibles» y desde luego «fascistas» por no pensar como ellos… Anda que…

        Conozco no a uno, sino a muchos que en la vida pisarán un cine donde se eche una de Almodóvar, o de Trueba, el que con toda tranquilidad se cachondeó del país que le daba un premio, o donde salgan los Bardem, o se asome Candela Peña, y etc…

  • Interrobang

    Por Interrobang, el 04 octubre 2016

    El mayor problema de la cultura es la incultura.

    • Yur

      Por Yur, el 04 octubre 2016

      El mayor problema de la cultura, es que no sabemos diferenciar lo que es cultura de lo que es mero entretenimiento..

      Para mi 8 apellidos vascos puede tener mucha taquilla, al igual que torrente pero eso dista mucho se ser cultura, es espectáculo para el pueblo, al igual que lo es el peinado de Cristiano Ronaldo, salvame o gran hermano.

      Tal vez Alejandro Sanz pueda aportar cultura en sus obras, pero ska-p por el contrario no.

      Lo que rechina a la gente normal, es ver a estos directores o actores que acuden a los Goya como si fueran reyes, dictando lo que está bien y mal y reclamando cosas en favor de la cultura críticando al gobierno por su falta de apoyo cuando realmente su trabajo es abominable, y se parece lo mismo a la cultura que rajoy a un gran orador.

      • LPenrose

        Por LPenrose, el 06 octubre 2016

        Yur, quién estipula que Alejandro Sanz es cultura y Ska-p? A mí me puede aportar mucho más el segundo que el primero. Lo importante de la cultura para mí es que sea variada y represente la pluralidad de nuestra sociedad;que no se limite al fútbol pero tampoco que me obliguen a considerar cultura solo lo que unos pocos digan; una cultura libre, variada y respetuosa con los autores, artistas etc debe ser aquella que sepa crear espacios para todo tipo de públicos y no imponer modelos o favorecer a unos espacios sobre otros.

      • LPenrose

        Por LPenrose, el 06 octubre 2016

        Quise decir ‘y Ska-p no?’
        (Escribo desde el móvil, disculpad)

  • Toche

    Por Toche, el 04 octubre 2016

    Un artículo magistral desde mi punto de vista. Autocrítico y de fino análisis. Me aburren soberanamente el resto de los comentarios que rezuman tópicos por todos los lados

  • Susana

    Por Susana, el 05 octubre 2016

    A mi también me jode que ahora como hay crisis en el cine, todos los actores de moda hagan teatro y se crean Nuria espert y que las cadenas de tv hagan series como chorizos que son una mierda y que todas son iguales, ya sean de época o contemporáneas. Y también me jode que todo Dios sea escritor (Maria Teresa Campos, Ana Rosa Quintana, Belén Esteban, Christian Galvez, Jorge Javier Vazquez y un largo etc) ¿a quien coño le importa lo que digan o piensen esas personas? si venden es porque son famosos. También me jode que ahora todo el mundo sea DJ y cobren una pasta por poner cuatro canciones sin criterio, o las blogueras que por tener estilo y gracia a la hora de combinar la ropa y los complementos, se crean las reinas de Saba. Eso también hace daño a la cultura señor Paco Tomás y usted está rodeado día a día de mucha de esa gente. El exceso de frivolidad, el todo vale y la fama a cualquier precio también hacen daño a la cultura. Por cierto no hay un articulo suyo donde no haga una crítica a Podemos, a Pablo Iglesias, o a los ayuntamientos del cambio… Echo de menos críticas al PPSOE, hable por ejemplo de la manipulación y la podredumbre de RTVE, en la que usted trabaja, ¿aporta algo el estado actual del ente público y su pésima gestión a la cultura de éste país? sea valiente y dedique un articulo a ese tema.

  • David

    Por David, el 06 octubre 2016

    Antes que nada, darte las gracias por escribir este artículo. Necesario. Por supuesto que el IVA no es más que la punta del iceberg, el cascabel con el que entretener al gato. Como bien dices, es un tema complejo y precisa de un análisis profundo. Las políticas culturales son infames (en plural porque no existe una línea de acción clara), la gestión de recursos es, en el mejor de los casos, deficiente y la motivación del personal… en fin. Además los modelos de consumo impuestos por el sistema desembocan en una serie de prácticas extenuantes tanto para creadores como para público en general. Se consume rápido, fácil, mucho. Todo lo que no se adapte a estos parámetros queda fuera de ese espectro ambiguo y difuso que determina lo que es o debe ser la cultura. Lo reflexivo, lo profundo está pasado de moda. Lo rugoso, estriado y peludo estorban. Ahora la mirada ya no tiene por qué abarcar significados abruptos. Fast Art.
    Sin duda que lo más costoso no es el IVA…

  • Whit

    Por Whit, el 08 octubre 2016

    Parece que su conspiranoica visión del mundo le impode ver que la irrelevancia del arte español no es puramente comercial. ¿Cuándo ganó una película española en Cannes, Berlin, Venecia… por última vez? ¿Y cuándo estuvo remotamente cerca de ganar?

    Quizá le podemos echar la culpa a las discográficas, a los productores, al ministro, a los acomodadores, a las empresas que fabrican palomitas, a la Iglesia Católica, a las televisiones, a Hollywood, al sentimiento de culpa judeocristiano, al fútbol, a los precios de los alquileres, a la falta de Gobierno, a los periodistas culturales, a los Millenials, al iPhone, al capitalismo, a ISIS, a la LOGSE, a Franco, al doblaje, a la UE, al trío de las Azores, a la despoblación rural, a la desigualdad de género, al precio del barril BRENT, a la crisis económica, a la falta de compromiso cívico, al excesivo consumo de Phoskitos entre niños, a Youtube, a la saturación de bares y oferta de ocio nocturno, al machismo, a la prepotencia de Occidente, a los podcasts americanos, a las empresas de low cost, a la competitividad laboral, a la decadencia de Europa, al multiculturalismo, a las tertulias televisivas, a IKEA.

    Pero por favor, no vayamos a ser tan despiadados y simplistas de responsabilizar a los artistas de los fracasos de sus creaciones. Porque cuando lo hacen bien y tienen éxito, nadie les da ningún premio. Oh, wait!

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