Eduardo Casanova: “Se discrimina más al que ama lo diferente que al diferente en sí”

El director de 'Pieles', Eduardo Casanova y la actriz Macarena Gómez. Foto: Manuel Cuéllar.

El director de ‘Pieles’, Eduardo Casanova y la actriz Macarena Gómez. Foto: Manuel Cuéllar.

El director de 'Pieles', Eduardo Casanova y la actriz Macarena Gómez. Foto: Manuel Cuéllar.

El director de ‘Pieles’, Eduardo Casanova, y la actriz Macarena Gómez. Foto: Manuel Cuéllar.

El actor Eduardo Casanova estrena en España ‘Pieles’, su primer largometraje como director, una película personalísima sobre la diferencia, la belleza física e interior y la crueldad humana. Se presentó en el Festival de Berlín con éxito de crítica y público. Charlamos con él y una de las actrices del filme, Macarena Gómez. 

A Eduardo Casanova lo conocimos como Fidel, el niño diferente, listo, culto y sensible de la serie Aída. Pero siempre estuvo en él la llamada de ponerse detrás de la cámara. La necesidad de dirigir. Poseedor de un innegable mundo interior personalísimo, Casanova ya había mostrado su algo más que intuición como director en una exitosa carrera de cortos, videoclips y anuncios comerciales, entre otras cosas.

El pasado fin de semana se estrenó en España Pieles, su primera incursión en el largometraje, que ya se pudo ver con gran éxito de crítica a principios de año en la sección Panorama del pasado Festival Internacional de cine de Berlín.

Producida por Álex de la Iglesia, Pieles supone toda una sacudida en lo que a propuestas arriesgadas se refiere dentro del cine español. Casanova ha creado un grupo de personajes en el límite y fuera de cualquier convención social para hablarnos sobre la belleza, sobre la diferencia y, especialmente, sobre la crueldad humana. Personajes con deformidades físicas, taras psicológicas y hasta con un sistema gástrico invertido -con el ano donde debería estar la boca y la boca donde debería estar el ano- interactúan en unos escenarios en cuidadísimos tonos rosas y lilas para que reflexionemos sobre la relatividad y la subjetividad de la apariencia física, así como de la belleza interior. Una película con un plantel espectacular de actores y actrices, entre los que destacan nombres como Carmen Machi y Ana María Polvorosa -sus compañeras en Aída-, Jon Kortajarena, Candela Peña, Macarena Gómez, Secun de la Rosa, Joaquín Climent, Carolina Bang e Itziar Castro.

El director y su amiga, la actriz Macarena Gómez, que interpreta en Pieles a una tierna muchacha sin ojos condenada a ejercer la prostitución, han hablado con El Asombrario sobre la película, la diferencia, los retos, la belleza, el público, la subversión y, sí, sobre uno de los temas del momento: el manspreading.

Desde su estreno en Berlín hemos leído de todo. Hemos visto titulares que hablan de que ‘Pieles’ es una ‘parada de los monstruos’, de un canto a lo diferente… Explícanos, Eduardo, qué es ‘Pieles’.

Eduardo Casanova: Estoy bastante de acuerdo con la mayoría de los titulares que se han publicado. Sobre todo, porque cada medio hace una interpretación de la película y me parece que han sido todas bastante acertadas. Pieles podría ser, perfectamente, una mezcla de todos esos titulares. Es la parada de los monstruos, pero a la vez, es una casita de muñecas rosa a la que nunca quieres entrar, pero de la que, una vez dentro, no quieres salir nunca. Es un canto a la diferencia, un ejercicio de libertad… Es un poco de todo eso a la vez.

Macarena Gómez: Yo no tengo tendencia a leer la crítica.

E. C.: Yo debería aprender a no hacerlo, pero puffff…

M. G: Lo que puedo decir es que yo estoy absolutamente impactada con el resultado de Pieles porque, pocas veces, una película rodada es mejor que el guión. Eduardo ha tenido esa capacidad. Álex de la Iglesia definió muy bien la película: “Es el gran papelito rosa que envuelve un regalo y el regalo que hay dentro es horrible”. Te presenta una horrible realidad envuelta en color de rosa. Pero uno de las grandes talentos que demuestra Eduardo es que consigue que a los cinco minutos el espectador haya entrado del todo en el código de la película.

Hace que seas capaz de aceptar que una mujer tenga un ano en la boca como algo cotidiano, como algo que ves en tu día a día. Es algo que sobre el guión piensas que será imposible de conseguir, pero que Edu ha sido capaz de hacer.

Creo que hay una frase que dice el personaje que interpreta Candela Peña que resume la película: “No te has preocupado de conocer a las personas”.

E. C.: ¡Sí! Exactamente esa frase, sí. Es cierto que la película reflexiona sobre que la apariencia física no es nada y, a la vez, sobre que la apariencia física lo es todo. Y es verdad que esa frase define muy bien la película. Es cierto que el ejercicio de la película consiste en conocer a las personas. Conocer al humano.

No solo hay una distorsión física de determinados personajes, sino que también es una distorsión interna. La película se abre nada más y nada menos que con un pederasta. Un pederasta que, además, sufre.

M. G.: Para mí, ese es el personaje más horrible de toda la película. Representa el horror del ser humano.

E. C.: Bueno, y también el personaje de Carmen Machi, que es una mujer que ha tenido un hijo y que lo que hace es maltratarlo. Creo que los personajes que están salvados físicamente son los que están peor formados internamente.

Da la impresión de que uno de los mensajes que lanzas es que, por más monstruoso que sea un personaje, hay que intentar conocerlo. Hay que intentar saber lo que le pasa y sus motivos.

E. C.: Cuando escribo un guión hay un ejercicio que hago. Lo hizo también Jonathan Demme cuando hizo El Silencio de los Corderos. ¿Quién puede defender a Hannibal Lecter? Nadie puede defenderlo. Es un monstruo que mata mujeres, que mata hombres y se los come… Nadie quiere a Hannibal Lecter. Sin embargo, hay un trabajo de guión en el que el escritor hace un esfuerzo por intentar definir ese personaje, explicar ese personaje y entenderlo. No moralmente, porque nadie moralmente lo haría, pero sí de un modo artístico.

Ese creo que ha sido mi trabajo en Pieles. Escribir a los personajes más horribles o más bonitos e intentar entenderlos desde todos los puntos de vista posibles. Evidentemente que la lectura moral es ‘este señor es un hijo de puta’, pero también creo que hay un punto donde el espectador se siente mal y es cuando haces esa conexión agridulce que tiene la película: cuando pones sobre la mesa que podrías llegar a comprender el sufrimiento de esa persona. Jamás el acto horrible que realiza, pero sí el sufrimiento que le genera.

M. G.: Claro, hay personajes que terminan redimiéndose. Acabas entendiéndolos. Otra cosa que consigue esta película es que el espectador empatice con estos personajes tan monstruosos. Acabas entendiendo el porqué de su comportamiento. Es que soy muy fan de la película de Eduardo. Cada vez que la veo me impacta más.

E. C.: Para mí hay una degradación. Es cierto que el más normal es el personaje que menos queremos y el más diferente es el que más se quiere. Va como al revés.

¿Te sientes identificado más con alguno que con otro?

E. C.: Cuando me preguntan si me identifico con algún personaje, siempre digo que lo hago con todos a la vez. Pero me siento muy en sintonía con el personaje de Secun de la Rosa, porque es un amante de lo diferente. De lo raro. Siendo normal, es un amante de lo raro. Y muchas veces se discrimina mucho más al que ama lo diferente que al diferente. Es lo que le sucede a él en la película.

Una de las preguntas más inquietantes que uno se hace tras ver la película es: ¿De dónde sale el germen para que Eduardo Casanova haya escrito una cosa así?

E. C.: El germen de las cosas siempre es un misterio. Uno no sabe a ciencia cierta por qué hace lo que hace. Simplemente lo hace porque está dentro de uno mismo. La obsesión por lo diferente puede venir por mil motivos. Pero el germen de Pieles es la simple necesidad de rodar cine. Esa es la verdad. Para mí era más importante rodar una película que rodar esta.

Más a mi favor. Si solo era rodar cine, ¿cómo es posible que una historia tan en el límite, tan apriorísticamente poco comercial, llegue a buen puerto?

E. C. Estoy igual de intrigado que tú. No sé cómo ha sucedido. Creo que tiene que ver con que cuando defiendo las cosas no lo hago desde la anomalía. Llevo un guión a unos productores y no lo llevo como una cosa rara, sino como algo natural. Y creo que así es como se logra que se lo tomen de esa forma.

M. G.: El otro día comí con el músico Amancio Prada y me dijo: ‘qué sumamente inteligente tiene que ser este chico para llegar con esta idea a un productor y saber contarla y que le acepten la propuesta’. Es que lo más normal habría sido que al contar la historia de Pieles te hubieran mandado directamente a la mierda acusándote de loco. Yo creo que es una mezcla de pasión, de lo claras que tiene las ideas y que lo sabe vender muy bien.

E. C.: Cuando comí con Álex de la Iglesia, se lo conté como si le estuviera contando una película comercial. La verdad.

¿Qué mecanismo hay en tu cabeza que te hace saltar de lo presuntamente comercial a lo que, sobre el papel, no sería otra cosa que una locura?

E. C.: Me temo que se trata de una incapacidad absoluta de hacer cosas comerciales. No sé escribir nada que no sea así. Si supiera hacerlo, lo haría. Ganaríamos mucho más dinero. (Ambos se ríen). No sé hacerlo de otra forma. Solo sé hacer esto.

Eduardo Casanova, director de 'Pieles' con Macarena Gómez, una de las actrices de la película. Foto: M. Cuéllar.

Eduardo Casanova, director de ‘Pieles’, con Macarena Gómez, una de las actrices de la película. Foto: M. Cuéllar.

Habiendo hecho una película que se aparta tanto de lo convencional, ¿crees que desde las instituciones o desde nichos de poder existe una voluntad de querer uniformizar a todo el mundo, para que nos guste a todos lo mismo?

E. C.: Es algo muy complicado. Es la pescadilla que se muerde la cola. Es verdad que hay que establecer un axioma y una regla, y es que si todo el mundo, más o menos, se parece y todo el mundo, más o menos, quiere lo mismo, la gente no se rebela y la gente vive tranquila. Si consigues convencer a un pueblo entero de lo que está bien o de lo que está mal, entonces el pueblo entero no se queja. Esa conspiración, esa cosa que está arriba y que nosotros no controlamos muchas veces, genera los mecanismos para que se puedan hacer cosas diferentes.

Pero yo no voy a ser controvertido. Me encanta España. He hecho Pieles en España y no puedo decir que esto suceda en España. Pero sí es verdad que en las grandes dictaduras lo que más se utiliza es la censura. Creo que el arte y la cultura son los mejores mecanismos para lograr que las personas tengan su propio discurso.

¿Eres consciente de que en cierto modo tu película es subversiva?

E. C.: Sí, es subversiva. Sí que lo es.

¿Premeditadamente?

E. C.: No, no. Insisto. Todo nace desde la naturalidad. No hay una intención de ofender, de hacer daño, ni de provocar por provocar. Solo hay una intención de hacer cine desde un punto de vista muy libre. Y es cierto que cuando trabajas desde la libertad eres subversivo y puedes provocar y enfadar, aunque también levantar pasiones y gustar…

¿En qué crees que es subversiva ‘Pieles’?

E. C.: Lo subversivo de la película es que pone en la pantalla delante del espectador cosas que nunca se han visto y creo que esto hace que la gente pueda replantearse cosas y cambiar de opinión. También es una realidad que la gente nunca ha querido ver o que nunca le han querido mostrar.

Una de las cosas que también está en ‘Pieles’ es el drama de los dependientes, ¿no?

E. C.: Es una película de gente totalmente dependiente, desde luego. El personaje de Macarena, por ejemplo, es el colmo de la dependencia. Ella, siendo ciega, depende de un objeto al que identifica como sus ojos, porque la persona más horrible del mundo le dijo que eso eran sus ojos y ella está agarrada a eso como a una tabla de salvación. Y solo se desenganchará de esa dependencia para engancharse a otra cosa, probablemente mucho más sana, que es el amor.

Lo de los colores rosa, lila, morado, ¿qué explicación tiene?

E. C.: Una explicación puede ser esa del papel de regalo que le dijo Álex de la Iglesia a Macarena o por mil cosas más. Lo mejor es que cada uno piense lo que quiera al respecto.

Yo pensé que uno, el rosa, es el color de la piel y el morado el de la piel golpeada.

E. C.: Puede ser.

Tu película en principio no es para todos los públicos. Me refiero a que un país en el que lo que más se escucha es reggaeton tal vez tenga cierta crisis de público y sea mucho más difícil para propuestas como la tuya.

E. C.: El público demanda lo que le han enseñado. Si tú en el supermercado, solo, solo, solo pones pan Bimbo, la gente solo va a querer pan Bimbo cuando no lo tenga. Es decir, la gente consume lo que le ponen delante. Eso funciona así. Yo creo que el público español es un grandísimo público, España es un país lleno de inquietudes y lleno de ambiciones y de ganas de ver cosas diferentes. Y no solo eso, sino que el público español tiene una gran capacidad para ver este tipo de propuestas y lo hace de una forma muy especial: expresándose, gritando me gusta, no me gusta… Así funciona el público español que está completamente preparado para ver Pieles y cualquier otra cosa.

Y también creo que aunque lo que más se haga ahora sea mainstream –que es positivo porque también se genera una industria- yo como autor y director de Pieles no puedo decir que en mi caso haya una crisis de contenidos. He hecho esta película exactamente como la quería hacer, y voy a hacer mi próxima película que será igual de personal y tampoco me han puesto ninguna traba de momento para hacerla.

¿Cómo se va a titular tu próxima película?

E. C.: La piedad.

Ya que os tengo delante y sois un hombre y una mujer o una mujer y un hombre, da igual, quería preguntar por una cuestión muy de actualidad y controvertida. Me refiero al asunto del ‘man-spread’.

E. C.: ¿Qué es eso?

Se ha montado una buena polémica porque el Ayuntamiento de Madrid va a poner unas pegatinas en el transporte público de la ciudad en las que se advertirá a los hombres de que no vayan con las piernas abiertas, porque se considera que hacen eso para ocupar un espacio que no es el suyo y que esa es una actitud machista que tiene su origen en una educación profundamente marcada por el heteropatriarcado.

E. C.: Es la primera vez que lo oigo.

M. G.: Estoy en estado de shock ahora mismo.

E. C.: ¿Pero es exactamente así? Si no viene dado por algo que haya pasado o sucedido, a mí, personalmente, no sé si hago bien en mojarme, pero me parece una locura. Yo no me considero una persona machista en absoluto y vivo despatarrado continuamente. Así que, Macarena, espero no estar ofendiéndote ahora mismo por estar despatarrado.

M. G.: ¿A mí? Pfffffff…

E. C.: Mira, me parece una locura. Yo lo que pediría es que todo el mundo se despatarrase, eso es lo que tengo que decir.

M. G.: Yo lo que pediría es que en lugar de gastarse el dinero en cosas como esta se lo gasten en poner más carteles para que dejemos sentar a las personas que necesitan sentarse de verdad en el transporte público, como las señoras embarazadas, las personas mayores y las que tienen algún impedimento, herida o algo similar que suponga que deban ir sentados. Para mí es una cuestión de respeto y el respeto viene de la educación que recibes en tu núcleo familiar.

E. C.: O que me den el dinero a mí para hacer más cine.

Os advierto que es una cuestión muy polémica. Probablemente cuando ponga vuestra respuesta, sea la que sea, habrá un sector de gente que os criticará. Ha sido una de las polémicas que más virulencia ha despertado últimamente en las redes sociales.

E. C.: Mi respuesta es: ¡Que todo el mundo viva despatarrado! Prohibir a cualquier persona que se despatarre es tener un pelín de esquizofrenia.

M. G.: Es más sencillo. Lo que tiene que tener la gente, toda la gente, es respeto y educación en los lugares públicos y no pensarse que viven solos.

El actor y director, Eduardo Casanova, autor de 'Pieles' y la actriz Macarena Gómez. Foto: M. C.

El actor y director Eduardo Casanova, autor de ‘Pieles’, y la actriz Macarena Gómez. Foto: M. C.

Macarena, ¿cómo es Eduardo Casanova rodando? Eduardo, ¿cómo es Macarena?

M. G.: Es muy exigente. Cuando ruedas con amigos que encima son actores o actrices la cosa se complica bastante. Así que te puedo decir que las dos personas con las que me ha resultado más difícil trabajar han sido Antonia San Juan y Edu Casanova. Porque tienes que saber encontrar el límite entre la amistad y lo profesional. Y además, al ser actores y amigos, te conocen tanto que saben muy bien cómo sacarte de tu zona de confort. Darte cuenta de que tu amigo es ahora tu jefe es complicado.

E. C.: Macarena es una actriz que siempre se entrega del todo, sea cual sea el formato. Le da igual que sea un largo, un corto, el presupuesto, el vídeo de Instagram, la foto que nos hagamos aquí o la que se haga mañana para Vogue. Ella se entrega a la persona que la dirige y te lo pone todo tan fácil que te hace dudar de si tú mismo lo estás haciendo bien o no. Necesitaba a alguien que se abandonara del todo. Si hubiera sido una actriz mínimamente insegura, habría sido un infierno para ella.

¿Qué esperas de ‘Pieles’?

E. C.: Lo que más ilusión me haría es que la gente vaya a verla al cine. Pero de verdad te digo, no para que gane dinero, ni por nada económico, ni por ego, ni para poder hacer la siguiente… Esto lo digo con toda la sinceridad del mundo. Solo quiero que vayan a verla porque creo que deben ir a verla.

M. G.: Es una película necesaria. De verdad.

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Comentarios

  • Herenia Maciel

    Por Herenia Maciel, el 08 noviembre 2020

    Interesante y diferente hay que verla.

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