Eduardo Martínez de Pisón: “Si no salvas tu paisaje, te pierdes.”

Eduardo Martínez de Pisón.

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Eduardo Martínez de Pisón.

Para griegos clásicos como Herodoto, geografía fue la descripción racional de la Tierra. En el siglo XXI es ante todo una investigación del paisaje, un recurso no renovable, muy frágil, resultado de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus complejas interrelaciones. Un recurso en peligro de extinción, como alerta desde las montañas de Ordesa el geógrafo Eduardo Martínez de Pisón, que ha cumplido 80 años de sabiduría natural y es una de las figuras más emblemáticas en nuestro país en defensa de la naturaleza. Le entrevistamos tras concluir su conferencia en torno a las Reservas de la Biosfera españolas.

Uno de los legados que trascenderá tras la celebración en el Pirineo oscense, a finales de septiembre, del II Congreso Nacional de las Reservas de la Biosfera, ha sido la aprobación unánime de la llamada Declaración de Ordesa Viñamala. En ella se reivindica la discriminación positiva, de tipo económico y fiscal, para las empresas y emprendedores que apuesten por el desarrollo sostenible. Porque uno de los principales problemas que padecen estos espacios es el despoblamiento de sus municipios, lo que acarrea la degradación de su paisaje. También se destacó el deseo de convertirlos en paradigma de accesibilidad universal en todos sus ámbitos –infraestructuras, servicios, ofertas, etc. –, facilitando así su uso y disfrute para todas las personas.

Otro punto muy importante de la declaración fue el reconocimiento del papel de la mujer rural como pieza clave en el desarrollo sostenible de los pueblos y de la sociedad en su conjunto. Los asistentes, conscientes de que todavía existen desigualdades de oportunidades entre hombres y mujeres, y de que es preciso alcanzar mayores niveles de paridad, han querido presentar a las Reservas de la Biosfera de toda España como territorios en los que se deben poner en práctica políticas efectivas de igualdad entre todos y todas. De hecho, y como primera aproximación simbólica al objetivo marcado, se ha propuesto que la denominación en castellano del Programa MaB de la UNESCO (Man and Biosfere), traducido como Hombre y Biosfera, pase a denominarse de ahora en adelante Programa MaB, Persona y Biosfera.

La celebración de este congreso en las comarcas pirenaicas de Alto Gállego y Sobrarbe coincidió con el 40 aniversario de la Reserva de la Biosfera Ordesa Viñamala –la única de Aragón–, que fue pionera junto a la de Grazalema (Cádiz) en la puesta en marcha en el año 1977 del Programa MaB de la UNESCO en España. Hoy la forman 11 municipios de la provincia de Huesca y se extiende por 117.000 hectáreas, donde el ser humano es parte activa del ecosistema. Es una de las 669 reservas que hay distribuidas en 120 países, 48 de ellas en 15 de las 17 comunidades autónomas de España.

En este contexto y en este lugar, el corazón de los Pirineos, la presencia de Eduardo Martínez de Pisón (Valladolid, 1937), catedrático emérito de Geografía Física de la Universidad Autónoma de Madrid, fue una oportunidad única para hablar con él de paisaje y mundo rural. Lo entrevistamos en Biescas (Huesca), al concluir la mesa redonda en la que participó, Pasado, presente y futuro del Programa MaB y de la Red Española de Reservas de la Biosfera, junto a Antonio López Lillo, presidente de honor de Europarc España, y Rosa Mary Cárdenas, representante en París del programa (Hombre) Persona y Biosfera de la UNESCO.

Frente a él, grabadora en mano, te das cuenta de que sus 80 años son mentira, que este catedrático, explorador, viajero, escritor y alpinista es ante todo un niño inquieto, de sonrisa franca y mirada traviesa, de esos que desde muy pequeños se sienten fascinados por la naturaleza y todo lo quieren ver, tocar y conocer. Menudo, pero muy grande. Ecologista convencido, su profunda formación humanística lo convierte en un geógrafo con todas las letras. Y precisamente de eso empezamos a hablar. ¿Qué demonios es la geografía y para qué sirve, si es que sirve para algo?

De un geógrafo a otro, y perdone la osadía de quien también ha estudiado su especialidad universitaria: La geografía defiende un análisis íntegro del paisaje, pero la realidad con la que nos enfrentamos es que cada vez estamos más especializados, más ensimismados en el detalle.

Hay una tendencia universal a la superespecialización. Y con ella la geografía, que es una ciencia de integración, se desintegra. Es el poder de las ramas de la ciencia, que a veces son inabarcables y hay que optar por la división del trabajo, pero no es bueno. La psicología, la antropología, la geografía son ciencias integradoras. Si se rompe esta integración, en sí mismas dejan de tener sentido, porque para eso hay un geólogo o un botánico, un demógrafo o un urbanista. Lo que puede ofrecer la geografía, lo que la gente quiere de un geógrafo, es esa capacidad de síntesis, esa capacidad de conocimiento sobre un territorio concreto.

¿Y quizá también aporta una visión más humanística?

Sin duda. La geografía debe abrirse hacia el humanismo, hacia la historia y hacia aquello que contempla el paisaje con otros ojos, como por ejemplo el arte. Sin arte el paisaje está incompleto. Porque una visión está mediatizada por el territorio, pero el paisaje es algo más que el territorio. Es territorio y cultura. Por eso la geografía tiene que ser necesariamente cultural y humanística. Si no pierde una frontera. Es como descuidar una de las vertientes más interesantes y prósperas que ha tenido desde el punto de vista intelectual. Los grandes geógrafos han sido siempre grandes humanistas.

Sin embargo, la geografía quiere ser ahora muy técnica y perder esa visión tan humana.

Hay quienes están en eso, pero hay también otros que no estamos en eso. Como todo en la vida, es un debate y un hacer cosas. La geografía es lo que hacemos los geógrafos.

¿Por qué es tan importante el paisaje para el ser humano?

Porque es su cuadro. Es su cuadro y su referencia. El hombre es circunstancial. Ya lo decía Ortega: “yo soy yo y mis circunstancias”. Y si no les salvo a ellas, no me salvo a mí mismo. Pues yo soy yo y mi paisaje, si no le salvo a él no me salvo yo. Si tú no salvas tu paisaje, te pierdes.

Pero cuando hablamos de paisaje estamos hablando de un todo integrador.

Estamos hablando de un todo, es cierto. De una integración de elementos territoriales y culturales sobre un territorio determinado. Pero el territorio no es más que la infraestructura, es la gramática para la literatura, pero Cervantes es otra cosa. El paisaje es Cervantes, no es la gramática. Hay una base gramatical sin la cual no puedes escribir. El paisaje necesita de un conocimiento. Un conocimiento difícil porque reúne muchas materias pues es la reunión de todas ellas, incluida la cultura. El paisaje tiene contenidos, tiene significados, no es solamente el hecho bruto que tú puedes coger, que también lo es. También la pintura tiene un hecho bruto, que es el lienzo y el óleo, pero el cuadro es otra cosa.

¿Cómo ve nuestro paisaje más cercano? ¿Está mejor o peor que antes?

Se ha ido degradando. Se ha degradado de una manera extraordinaria a pesar de todos los esfuerzos de conservación que ha habido y del aumento de la conciencia ambientalista, que ha crecido también de una manera notable. Pero la acción negativa por parte de la sociedad, por parte de la codicia de la sociedad, ha sido tan tremenda que ha llevado la degradación a todos los sitios. Tú haces hoy un viaje en tren y la degradación que ves por las ventanillas es terrible, eso no existía hace unos años. Las pérdidas del paisaje agrario han sido tremendas, la implantación de los aerogeneradores ha sido extremadamente dañina para lo que es la visualización del paisaje porque lo ha transformado en otra cosa. Evidentemente el paisaje está ahora muy perdido, muy degradado.

¿Y qué ha ocurrido con el paisaje rural, ése que siempre hemos considerado más identitario y original?

El paisaje agrario está en decadencia. A veces incluso se ha convertido en un paisaje de museo. Porque ya no hay campesinos. Porque han cambiado las formas de producción. Las viejas comarcas se han perdido.

¿Todo ha ido a peor?

Hay muchas cosas que se han transformado, es verdad, algunas para bien, también hay que decirlo. Pero la degradación del paisaje es evidente.

¿Y qué podemos hacer?

Hay que decirlo, denunciarlo y dar soluciones. Si queremos que se conserve ese bien. Porque es un patrimonio que se pierde.

Da la impresión de que cuanto más sabemos del paisaje peor lo estamos haciendo.

Pues sí, efectivamente. Pero es que no somos los mismos los que sabemos y los que lo hacen mal.

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Comentarios

  • Campesino

    Por Campesino, el 12 octubre 2017

    Si fuera por gente como este señor aún estaríamos yendo al campo en burra… Que no le toquen los paisajes, que cuando viaja en tren de un congreso a otro quiere que se vean bonitos por la ventanilla… Menuda peña. Teóricos y urbanitas. Poco ha vivido éste en un pueblo.

    • El Menda

      Por El Menda, el 17 octubre 2017

      Evidentemente, no sabes quién es ni te has interesado por saberlo.
      Ignorancia supina la tuya.

  • Talía Moreno Zulueta

    Por Talía Moreno Zulueta, el 26 febrero 2019

    ¡Me encanta la forma de ver las cosas! Me fascina la visión de nosotros los geógrafos ante el Paisaje, viéndolo como un agente vivo y no solamente como un ente inerte dentro del territorio.

    Muchas gracias por esta bella nota; saludos desde México.

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