El Búho: cómo mezclar la electro-cumbia con las aves

El músico inglés Robin Perkins, alias El Buho.

El músico inglés Robin Perkins, alias El Buho.

El músico inglés Robin Perkins, alias El Buho.

El músico inglés Robin Perkins, alias El Buho.

Tenía que ser de madrugada, a partir de las 2.00, cuando apareciera El Búho en el escenario de la sala Caracol. Como cualquier rapaz nocturna que se precie, la noche cerrada es su hábitat. Previamente había ambientado la noche a los platos “un guacamayo”. Sí, esta no es ave nocturna, pero todo estaba predestinado para que búhos, guacamayos, colibríes, mochuelos y tucanes compartieran ecosistema nocturno en torno a la electro-cumbia.

Conocida mi natural condición de ligar mis dos amores (las aves y la música), el pasado sábado 2 de diciembre se dio en Madrid, en la sala Caracol, uno de esos acontecimientos históricos planetarios que podría anunciar Leire Pajín y que no podía perderme por nada del mundo. El Búho, alias del músico inglés Robin Perkins, pisaba por primera vez los escenarios españoles para interpretar parte de su repertorio, alimentado principalmente con electrónica, cumbia y otros ritmos andinos aderezados de infinidad de sonidos de la naturaleza, con las aves como principal aliciente.

Así, de entrada, conviene recordar que uno de sus EP, el primero, se titula A guide to the birds of South America (2011). Cada uno de sus siete temas está dedicado a una especie amenazada de esta región y sirvió para concienciar y recaudar fondos para detener el declive de sus poblaciones. Si a esto añadimos que Robin Perkins trabajó en la oficina de Greenpeace en Ámsterdam y que ahora lo hace en la de Ciudad de México, la conclusión es que: había que estar.

En directo El Búho sube el tempo, los bpm, realza las bases más techno y sacrifica en parte el cromatismo de los temas en estudio: cantos de aves, lluvia, crujir de hojas, sonidos de tormenta… Todo ello sin perder de oído a la madre cumbia, que hizo que el movimiento de las caderas convirtiera la Caracol en una caldera, mientras fuera se rozaban los cero grados. Hubo aforo completo y personas en las redes sociales que se desvivían por encontrar una entrada y otras que las revendían por 25 €. Diez euros nos costaron a las que bailábamos ya adentro con la cumbia más orgánica pero irresistible de la sesión previa de Guacamayo Tropical DJ.

Pasadas las dos de la madrugada El Búho comenzaba con un guiño a un colega de sonoridades electro-cumbieras-selváticas, el ecuatoriano-francés Nicola Cruz. Las aves de los Andes los crían y ellos se juntan, porque el tema en cuestión fue Colibria, algo que además pegaba con las imágenes de colibríes que se proyectaban en la pantalla del fondo. Cruz tuvo su hueco por aquí entre lo mejor de la “música pajarera” de 2016.

La ambientación del concierto era otro elemento que permitía integrarse en el espectáculo. Ya lo anunciaba Guacamayo Tropical, organizadores del evento y promotores apegados a la cumbia con muchas plumas: “Recordad que esta noche abrimos a la 1.00 porque queremos montar un escenario especial y más bello que nunca”. Muchas aves y vegetación de papel y plástico, los vídeos con mochuelos, tucanes o colibríes y una bailarina ataviada con vistosas alas cumplieron con lo prometido.

Tras el guiño a Nicola Cruz, El Búho arremetió a saco con un repertorio que no dejó de menear al personal durante dos horas y con varias paradas (más movidas que en estudio) en su primer larga duración propio tras cinco EP y un disco de remezclas de cumbias. Se llama Balance y no dudéis que estará en lo más alto de la lista que os proponga este año con los mejores discos de 2017 que aúnan música y aves.

No es cuestión de desmenuzar ahora el disco, pero, como en estudio, entraron y salieron sonidos tropicales, dub, afro, salseros y, sobre todo, de cumbia, todo aderezado de electrónica, que fue con lo que Robin Perkins comenzó su aventura musical. Ahora casi reniega del dubstep y el techno minimal que hacía antes de toparse con los Andes, sus aves y la cumbia en un primer viaje por Bolivia y Perú.

Y para que todo quedara en casa o, mejor dicho, en el nido, la madrugada la cerró Yeahman, otro europeo, este de Toulouse (Francia), enamorado de las cadencias andinas y de sus selvas (cantos de aves incluidos), pero manteniendo también su origen electro. Para más coincidencia, graba en el sello Frente Bolivariano, lugar de reunión de muchos de los colaboradores del último disco de El Búho y donde publicó el recopilatorio Cumbias de oro (2015), muy recomendable producción con remezclas de eclécticas cumbias obra de Control Machete, Grupo Yemaya y Yerba Brava, entre otros. Primera vez que me cautivó El Búho con los cantos de las aves insertados cuales instrumentos rítmicos.

Con el cuerpo sudoroso y agitado, tocaba abrigarse a la salida de la Caracol (sí, nombre también de animal) e ir en busca de otro búho, el que nos devolviera sanos y bailados a Carabanchel.

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