El Columpio Asesino: “Vivimos en una sociedad muy drogadicta. No seamos hipócritas”

La banda de Pamplona El Columpio Asesino vuelve a Madrid después de colgar el cartel de no hay billetes hace apenas un par de semanas. Antes, hablamos con su cantante, Albaro Arizaleta, de música, el concepto de su último disco y de una de las «grandes hipocresías de la sociedad».

Sí. Tienen un nombre algo más que llamativo y puede que muchos hayan oído hablar de ellos, pero nunca se hayan detenido realmente a escuchar su propuesta musical. Si es así, podemos asegurar que la primera aproximación a esta banda generará en el neófito multitud de sentimientos y experiencias: cualquiera menos la indiferencia.

El Columpio Asesino se formó en Pamplona en 1999 y desde entonces han grabado cinco discos. Trabajos llenos de canciones potentes y enérgicas, de letras afiladas, intensas, surrealistas, provocadoras, a veces incómodas, otras evocadoras; a veces infantiles y otras cargadas de una lucidez que desarma… Para muestra, un ejemplo. Su último trabajo editado en abril se titula Ballenas muertas en San Sebastián. La letra del corte que da título al álbum comienza así: “Tus labios brillan bajo el gas / tus ojos gritan sin llorar / arde la calle una vez más/ es la carcoma occidental. / Confeti negro bajo el adoquín / comienza un nuevo carnaval / aquella noche estuve allí / sólo por ti”.

Pero una de las cosas que mejor define a la banda es el ímpetu y la factura de sus directos, muy apreciados por un público fiel. Tras haberse recorrido un buen número de festivales este verano y colgar el cartel de no hay localidades en la madrileña sala But el pasado viernes 14, vuelven a este mismo escenario este viernes 28. Antes de su segunda fecha en la capital hablamos con Albaro Arizaleta, voz y batería del grupo.

Ballenas muertas en San Sebastián. Quinto disco y casi una declaración de intenciones cuando se presta atención a las letras. “Es la carcoma occidental / Ballenas muertas en San Sebastián”. ¿Qué metáfora se esconde detrás de esa imagen?

Cuando vi la fotografía de aquella ballena de esas dimensiones varada en la arena de una playa tan icono de la alta burguesía como es la Concha de San Sebastián, me pareció una imagen de una potencia alucinante. Me recordó también a la imagen del Costa Concordia encallado. Uniendo esas dos imágenes me pareció que era una metáfora perfecta del encallamiento que vivimos ahora mismo. Nos encontramos a la deriva como individuos y como país. Creo que esa ballena simboliza el cataclismo que estamos presenciando. Ese naufragio en el que estamos todos metidos y que vemos día a día agrandarse por la televisión.

¿Como individuos también? Parece que si algo empieza a caminar es precisamente por la unión de individuos, de ciudadanos, preocupados por ese naufragio y esa deriva. 

El disco habla en dos niveles. Por una parte, de la crisis del sistema y por otra, de la crisis individual. Creo que durante muchos años nos hemos abandonado muchísimo. Nos hemos vuelto muy individualistas y ha habido una falta de valores y una dejadez total. Es cierto que la crisis está haciendo que esto empiece a cambiar, fundamentalmente con todas esas iniciativas ciudadanas… Si hay un cambio, parece que será gracias a esto, a que hay gente que está reaccionando.

¿Qué papel ha jugado la política en todo esto?

Desde luego comprobamos que los políticos no están siendo capaces de hacer nada para solucionar las cosas. No es ya que sean capaces de hacer algo, es que finalmente se ha descubierto que ellos han sido en gran medida los generadores del problema. Pero por otra parte creo también que como ciudadanos hay que hacer un poco de autocrítica. Teníamos que haber estado mucho más alerta. Entiendo que ser ciudadano exige un compromiso con tu país y tu sociedad y eso pasa por estar más alerta. La democracia es un jardín muy delicado en el que hay que estar continuamente quitando las malas hierbas para que no crezcan. Ahora hemos dejado que las malas hierbas crezcan y se hayan apoderado del jardín.

Vamos, que es el momento de arrancar esas hierbas…

La sociedad está tomando de nuevo una conciencia política y de compromiso. Y lo que es una pena es que haya que llegar a esto por lo mal que se ha hecho todo. Esperemos que por lo menos esta crisis sirva para que reaccionemos y nos concienciemos de que la lucha de clases continúa -pese a que nos dijeron que había desaparecido-. Esperemos que estos malos tiempos sirvan para comprender que hay que luchar mucho si queremos mantener lo que teníamos, que tanto tiempo y esfuerzo llevó conquistar y tan poco tiempo les ha bastado para romper. Me refiero al Estado del bienestar que ahora mismo, como dice la canción, está carcomido, parece que todo se derrumba.

Esta entrevista se realiza el día en que los periódicos publican encuestas que dan como ganadores virtuales de unas hipotéticas elecciones a Podemos. ¿Qué te parece el fenómeno?

Lo más importante que ha aportado Podemos en este momento es esperanza. En España la gente estaba y está muy desesperanzada porque parece que no hay organismo ni estamento que no esté podrido: desde la monarquía al ejército, la SGAE, los equipos de fútbol, los partidos políticos… Es una pasada… Hacía falta algo así. Una esperanza y unas ganas de cambio, y espero que lo consigan.

¿Así que Ballenas muertas en San Sebastián –que llega tres años después de Diamantes, el anterior- es un disco protesta? 

Protesta no. Pero teníamos muy claro que este trabajo iba a estar condicionado por la situación que estamos pasando. Como grupo, como artistas, tenemos una responsabilidad con nuestro tiempo. No es un disco que moralice, no nos sentimos con la capacidad moral de marcar un camino o decir a la gente lo que tiene que hacer, pero tampoco nos parecía bien darle la espalda a la realidad que estamos atravesando. Por eso hemos querido hacer retratos, surrealistas por momentos, de lo que estamos viendo. Ballenas muertas en San Sebastián es un intento de transmitir esa tensión que se respira ahora mismo en la calle. Por eso el sonido es muy denso, crudo… Hemos querido hacerlo oscuro por eso. No es un disco conceptual, pero sí se acerca un poco a esa idea.

Supongo que esta entrevista la leerá gente que no os conozca. ¿Cómo definirías el tipo de música o de propuesta que hacéis? 

El denominador común de nuestro trabajo es el eclecticismo. Siempre hemos mezclado todos los estilos que nos han gustado sin ningún tipo de prejuicio. Con el tiempo hemos ido acorralando y concretando más nuestra propuesta, pero creo que por sintetizar diría que hacemos un rock / punk minimalista electrónico. Lo dejaría en algo así.

En vuestro anterior disco hay un tema, Toro, que se ha convertido casi en un fenómeno. Se hicieron decenas de remezclas y de pronto corrió de boca en boca como la pólvora. Hay muchos aficionados que os acusan de ser un grupo de un solo tema, que si pasáis a la historia del rock español será solo por esa canción.

Mira, si conseguimos pasar a la historia del rock español por un solo tema ya a mí me parece todo un éxito. Muy pocos grupos podrían decir algo así. No te sale un hit todos los días, así que no me preocupa nada que nos digan eso. Y sí, estamos muy sorprendidos con el fenómeno de Toro. Es una canción que a este paso va a terminar perteneciendo al cancionero popular y sigue creciendo. Sigue muy viva.

También se os ha acusado de hacer cierta apología del consumo de drogas en esa canción…

Toro retrata un estilo de vida de unos jóvenes de nuestro entorno. Es una gente que da la sensación de que está en una continua huida hacia delante. Pero en ningún momento hago apología de las drogas. Simplemente retrato algo que está ahí. Me hace mucha gracia que todo esto sea tema tabú cuando vivimos en una sociedad muy drogadicta. No seamos hipócritas. Lo quieran ver o no, se toma mucha droga. Me parece que es necesario romper ese tabú y hablar con normalidad de esto. Es algo que forma parte de nuestra sociedad. Es algo que está ahí. No digo que las drogas sean buenas ni malas, simplemente digo que están ahí y lo retrato en una canción.

Es cierto que el de las drogas es un tema que en muchos medios de comunicación se trata de una forma muy superficial.

Es que parece que en la televisión, en los medios, no se puede hablar de drogas… ¡Pero si todo el mundo se pone hasta el culo!… ¿Por qué no hablamos con madurez de este tema? Creo que para conseguir una sociedad madura hay que hablar de las cosas con honestidad y siendo realistas. Y mira, respecto a las drogas yo tengo una frase: ‘La vida es muy corta para no hacer nunca el imbécil, pero muy larga como para estar haciéndolo todo el día’.

Volvéis a Madrid tras un exitoso concierto en el Ocho y Medio con todo vendido hace apenas un par de semanas. ¿Es el directo lo que os mantiene como grupo?

Las bandas de mi generación, los que empezamos ya metidos en plena crisis de las discográficas, sabemos que lo que se vende en discos es anecdótico. Los ingresos por ventas te diría que nos dan para una cena… A nosotros lo que nos da de comer es la carretera y eso es lo que tenemos que hacer, tocar, tocar y tocar. Y para salir airoso hay que currarse mucho el directo. Un grupo donde realmente se la juega, donde se ve su valía y autenticidad es en el directo. Nosotros siempre hemos intentado hacer conciertos muy contundentes, con mucha energía, con un setlist de nuestras canciones más potentes, y hasta ahora, la verdad, es que estamos muy contentos con lo que hemos conseguido. Notamos que la gente viene más a nuestros conciertos y sale muy contenta.

Parece que cada año que pasa hay más demanda de música independiente en directo. Se multiplican los festivales de verano llenos de bandas indies. Las citas salen de debajo de las piedras y se llenan de gente…

Sí, pero el fenómeno de los festivales me desconcierta un poco. Creo que hay un poco de burbuja. Ahora mismo es una moda. Es verdad que mucha gente va de festivales, pero me da la sensación de que es como cuando la gente va a misa: nadie se entera de lo que dice el cura y van por ir.

Me parece que es un fenómeno en el que la gente va más a pasárselo bien que a escuchar música. Y que me parece genial, que para eso están los festivales, pero realmente donde se mide la salud de la música es cuando un grupo se enfrenta al resto del año, cuando llega el invierno y tienes que pelearte las ciudades y las salas. Ahí te das cuenta de que la gente responde mucho menos. Sin los festivales muchas bandas no podríamos vivir, desde luego, pero tampoco me parece que los festivales sean un buen reflejo del estado de la salud de la música.

Thom Yorke ha vendido su último disco saltándose a las distribuidoras y a través de un BitTorrent. ¿Cómo lo valoras?

Hombre, hay artistas que se pueden permitir hacer eso porque tienen el tirón mediático y popular suficiente. Thom Yorke lleva en este negocio muchos años y es conocido internacionalmente. Pero te garantizo que si nosotros hacemos algo parecido no se entera nadie. Está muy bien que se investiguen nuevas vías, pero no tengo ni idea de qué va a ocurrir en el futuro. Por ejemplo, por mucho que te puedan decir, lo que te llega de ingresos por Spotify es una mierda. A nosotros nos cuesta hacer un disco casi un año y medio. La verdad es que me importa bastante poco por dónde vaya a ir el futuro de la industria musical, es algo de lo que no tengo ni idea. Nosotros hacemos música, canciones, y con eso tenemos bastante.

La BBC ha sacado un vídeo alucinante para promocionar su sección musical como televisión pública. ¿Qué pasa en España para que el apoyo institucional haya desaparecido casi completamente?

Aquí hubo un momento en que la música tuvo mucho apoyo. Hablo de los famosos ochenta, pero eso acabó. Ahora no sé qué es lo que pasa en España. Ahora no sé si esto forma parte de un plan macabro por parte de la derecha… Da la sensación de que no se apoya a la música ni a la cultura en general como si todo fuera un plan para deprimirnos y lanzarnos el mensaje de que este no es un país para creadores, sólo un país para camareros (con todo el respeto para los camareros, faltaría más)… Parece que realmente lo que quieren es desmotivarte. Parece que apuestan por un país en el que el ciudadano sólo pueda tener la posibilidad de acceder a un trabajo de mierda por 600 euros al mes.

El Columpio Asesino. Ocho y Medio club. Sala But, Madrid. Viernes 28 de noviembre. Otras fechas.

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