El ¿humor? y la #SeñoraJenner antes llamada Bruce

Portada en la que se habla de la vida como mujer del ex atleta

Portada en la que se habla de la vida como mujer del ex atleta

Portada en la que se habla de la vida como mujer del ex atleta Bruce Jenner. Foto: Mike Mozart / Flickr Creative Commons.

El autor reivindica la figura del ex atleta Bruce Jenner, que a los 65 años comenzó un proceso de cambio de sexo. Critica los chistes y mofas que ha generado el caso que, en muchas ocasiones, rayan con la transfobia.

Una vez leí que el sentido del humor era el término medio entre la frivolidad y la seriedad; entre la actitud que no se toma nada en serio y aquella que solo sabe afrontar la vida con una intensidad cansina. Gracias al humor se revela la frivolidad de lo serio y la seriedad de lo frívolo. Para mí es lo más parecido a tener un superpoder. Como regenerar un tejido herido por el zarpazo de un hombre lobo o la capacidad de crear duplicados físicos de uno mismo. Un don. Tener la virtud de percibir y disfrutar de lo cómico de la vida casi más como una terapia reparadora, como un sistema para desmontar al villano, que como un arma en sí misma, aunque realmente pueda serlo. De hecho, el humor sigue siendo una herramienta crítica de primer orden capaz de poner en evidencia las irregulares y contradicciones que los poderosos se empeñan en ocultar. Hoy en día, en España, hacen más por la libertad de información El Intermedio, Mongolia o El Mundo Today que veinte telediarios. Pero yo considero el sentido del humor como un superpoder por lo que produce en uno mismo más que por lo que genera en los demás.

Siempre he defendido que se puede hacer humor de todo. Hay muchas categorías de humor. Desde el chiste a la parodia, el universo humorístico es amplio. Cada uno tenemos una tendencia individual e innata que nos permite disfrutar, en menor o mayor medida, del humor, ya sea consumiéndolo o generándolo. Como quien tiene el don de la prudencia o de la elegancia. Otra cosa es el nivel de desarrollo de ese sentido del humor que tiene un significado más cultural y donde intervienen factores internos (las preferencias y capacidad selectiva de cada uno hacia un tipo de humor) y externos (geográficos, culturales, religiosos). Solo hay una cosa que rompe la cadena química que arranca la carcajada y es el chiste inoportuno, que no confundir con incorrecto. Aún así, el cómico que quiera hacer un chiste mañana sobre terremotos será absolutamente libre de hacerlo, pero su inoportunidad posiblemente convierta en fallido un chiste que, en otro contexto, podría ser un éxito.

Sirva toda esta teoría para enunciar que si de algo adolezco no es de sentido del humor. Ojalá fuese menos apto para percibir y generar humor, pero la naturaleza me hubiese compensado con un físico próximo al de Colin Farrell o Ryan Gosling, porque eso de que los graciosos follan más tal vez sea cierto en las relaciones hetero pero ya les digo que en las homosexuales entra en el apartado de las leyendas urbanas. Por eso, con mi sentido del humor en perfecto estado, les tengo que confesar que las bromitas a costa de la transición que está viviendo el ex atleta Bruce Jenner no me hacen ni puta gracia.

Las sociedades deben estar sometidas a un continuo aprendizaje que las permita evolucionar. Y eso no solo significa no tener que lavar la ropa en un riachuelo porque tenemos lavadora; también supone empezar a informarse de la diversidad en la que habitamos y superar los prejuicios. Porque a veces es eso, puro y radical prejuicio disfrazado de chistecito. Pero lo alarmante es que gran parte de las gracias que se alimentan del conflicto –cuando no debería serlo- de una persona de 65 años que decide reconocerse como transgénero no vienen precisamente de la caverna, sino de aquellos a los que se les llena la boca cuando hay que criticar las meteduras de pata de Ana Botella. Lo que demuestra que todos tenemos mucho que aprender.

Esas bromas a costa de una persona transgénero cruzan la desagradable línea que separa a los que se ríen con y los que se ríen de. Puede que el universo mediático que ha rodeado a Bruce Jenner en los últimos años, vinculado directamente al reality Las Kardashian, les haga creer a algunos que su transición también forma parte del espectáculo. Puede que sea así si tenemos en cuenta que todo su tratamiento hormonal y futuras operaciones formarán parte de un programa de televisión, pero no por eso está justificada la burla.

El filósofo André Comte-Sponville, miembro del Comité Consultivo de Ética Francés, declaró en una ocasión: “Se puede bromear acerca de todo: el fracaso, la muerte, la guerra, el amor, la enfermedad, la tortura. Lo importante es que la risa resultante aporte algo de alegría, algo de dulzura o de ligereza a la miseria del mundo, y no más odio, sufrimiento o desprecio. Se puede bromear con todo, pero no de cualquier manera. Un chiste judío nunca será humorístico en boca de un antisemita”. Esa es la clave. ¿De dónde nace nuestro humor? ¿Qué origina nuestra burla? Porque la burla tiene un matiz agresivo, por su categoría hiriente, frente a otras manifestaciones del humor como la ironía o la parodia. No tanto por el sentido del humor del burlado, sino por la virulencia y mala intención del burlador.

Me atrevería a expresar que en los comentarios graciosos contra Jenner se destila una transfobia –quiero pensar que inconsciente- además de una falta de información asombrosa. Jenner no tiene que ser gay por querer cambiar de sexo. Si este país ha aprendido a pronunciar correctamente Schwarzenegger y a saber qué es un fondo para la reestructuración de los activos financieros, ya va siendo hora de que también aprenda a diferenciar orientación sexual e identidad de género. Al menos usted que se toma la molestia de leer esta columna. La evolución humana se lo agradecerá.

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Comentarios

  • Ana

    Por Ana, el 07 mayo 2015

    Ole, ole y ole. Suscribo todo lo que dices, ojalá hubiera más personas que pensaran así. 🙁

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