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‘El invitado’, relato ganador del concurso Escuela de Escritores / El Asombrario

Por manuelcuellardelrio, el 29 de abril de 2016, en concurso

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Foto: Pixabay

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La escritora Dominique Vernay Juillet ha ganado el concurso de abril de la Escuela de Escritores / El Asombrario con el relato ‘El invitado’. Nuestra profesora del mes, Mariana Torres, que ha presidido el jurado y que comenta más abajo el texto ganador, destaca que el relato de Vernay Juillet es un buen cuento porque ha logrado escribir un texto emotivo sin caer en lo kitsch, “en ningún momento intenta enternecer o manipular al lector desde la emoción”.

El relato se publica hoy en esta entrada del blog y la autora podrá disfrutar de un mes gratis en cualquiera de los cursos de la Escuela de Escritores. El concurso Escuela de Escritores / El Asombrario se convoca siempre la primera semana de cada mes. Éste es:

El invitado

Nosotros no tenemos salita sino «salón para invitados», así lo llama mamá. Dice que bajo ningún pretexto quiere verme allí; cuando lo hace silabea la palabra «pretexto» y pone la misma cara que si se estuviera comiendo un limón.
Ayer vino Mauricio. Es un amigo de mis padres, pero más de mamá que de papá. Me saludó apretándome los mofletes con sus manos de Pepón. Pepón es un muñeco de cuando era muy pequeña; se le ha salido el relleno de las manos, y ahora no las tiene ni tan gorditas ni tan blanditas como las de Mauricio, pero antes sí.
Mamá le hizo pasar al salón para invitados; «tomaremos una copita de jerez aunque no esté Antonio», le dijo con risa de cascabel. Luego cerró la puerta para que yo no molestase.
Al cabo de un rato Mauricio se marchó, y aproveché que mamá iba a acompañarle hasta el coche para entrar en la habitación prohibida; lo hice casi de puntillas, como cuando ando por los pasillos del hospital en el que está el abuelo.
Con las manos en la espalda me quedé unos segundos inmóvil. No se veía muy bien. Mamá había echado las cortinas —son de terciopelo, suaves como el pelo de Miss, la gata de la vecina—, porque dice que el sol se come los colores; pero a papá no le gusta la manía esa de dejarlo todo a oscuras. Al acercarme a la mesita vi las dos copas, y en la de mamá, que reconocí por las marcas de carmín en los bordes, quedaba algo de jerez.
Me gusta el color de este vino, parece miel. Cogí la copa con cuidado e imité a papá cuando hace bailar el vino antes de probarlo. Luego cerré los ojos para olerlo como también he visto hacer a los mayores, pero lo que sentí fue el aroma a besos de mamá. Puse entonces mis labios en la copa, justo encima de las marcas de carmín, para jugar a que yo también era una señora que se pintaba los labios, recibía a su amigo, bebía vino y, casi sin querer, me bebí lo que quedaba en la copa. Sentí calor en la boca, en la garganta y hasta dentro de la tripa, y me supo ácido y dulce a la vez; fue como un asco rico.
No oí a mamá regresar —en el salón los ruidos también andan de puntillas— y del susto se me cayó la copa. No recuerdo bien todo lo que me gritó mamá con su fea cara de haberse comido un limón, pero sí sé que estaré una semana sin poder salir a jugar a la calle, y que cuando abrió las cortinas para recoger todos los cachitos de cristal escondidos entre los pelos de la alfombra, vi marcas de carmín en los bordes de la otra copa también.
—No me gusta este vino —dije con rabia—, y a Mauricio tampoco.
Luego me limpié los labios con el dorso de la mano.

Comentario de Mariana Torres sobre ‘El invitado’

El reto de la propuesta era claro: se trataba de que un protagonista niño se comiera el mundo. Y que el encuentro con los sentidos quedase registrado en las 500 palabras que exigía el cuento. En las clases siempre digo, o intento recordar sobre todo al inicio, que las propuestas de escritura no son más que propuestas, es decir, puntos de partida. Si el relato crece hay que dejarlo crecer. Pero no es el caso de lo ocurrido ya que el texto ganador ha respetado las pautas de la propuesta. Con una leve variante: el protagonista niño no come, sino que bebe. Y bebe algo prohibido, que mucho más interesante que beber agua.

Y, como todas las propuestas con protagonista niño, que además pretenden emocionar o tratar la emoción, esta también era un arma de doble filo. Es muy difícil construir un texto emotivo que no sea kitsch y esté recargado de azúcar o —como diría Alfonso Fernández Burgos— respire leche condensada desde las entrañas. El cuento El invitado, de Dominique Vernay Juillet, es un buen cuento porque ha vencido ese problema, en ningún momento intenta enternecer o manipular al lector desde la emoción. Se limita a contar desde el niño –en este caso la niña, como bien se da a entender (sin informar, con un dato nada invasivo) en el segundo párrafo– lo que ocurre con su madre y ese tal Mauricio tan amigo de la madre. Lo mejor del cuento es que, muy desde el principio, sabemos qué está ocurriendo. Sospechamos sin lugar a dudas las razones por las que Mauricio es más amigo de mamá que de papá. Pero seguimos leyendo, porque ya hemos empatizado con la protagonista, porque ya nos ha enganchado la voz.

Una voz que si nos engancha es porque está llena de detalles; ya desde las primeras líneas dibuja a la perfección cómo es esa madre, esa madre que silabea la palabra «pretexto» y pone una cara como si se estuviera comiendo un limón. Gracias a la repeticiones, al cuidado en narrar y el detalle de la voz principal la historia de ese personaje nos interesa. No nos interesa la vida de la madre o del tal Mauricio, nos interesa la vida de la niña. Su punto de vista de la situación. Seguimos leyendo no para saber qué va a pasar (que, insisto, lo imaginamos perfectamente desde la primera línea del texto), sino para saber cómo va a interpretar estas señales la niña, para saber cómo se sentirá una vez esté dentro de la salita (tan prohibida como el vino) y cómo se resolverá la situación, en qué estado emocional quedarán los personajes. Seguimos leyendo para saborear todo eso, no para saber qué va a ocurrir.

Y como el juego que plantea el cuento es con el lector, sí sería interesante, en mi opinión, acotar un par de aspectos. Porque el lector no necesita que le subrayen algunos datos demasiado obvios. Sí necesita conocer y escuchar de la voz de esa niña que el vino es un “asco rico”. Pero tal vez no necesita saber que esa cara de comer limón es fea (es siempre mejor imaginar la belleza o la fealdad a que nos la impongan) o que en esa copa está el aroma “a besos de mamá”. El lector cuando llega a esa línea sabe sin duda que hubo besos, lo intuye desde el inicio del cuento. Así que no es necesario remarcarlo, las palabras y la intuición del lector ya están ahí trabajando para completar la historia.

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Comentarios

Hay 8 comentarios

  • 29.04.2016
    Dominique Vernay Juillet dice:

    Gracias por tu comentario, Mariana, y sí, como tú bien dices, «es siempre mejor imaginar la belleza o la fealdad a que nos la impongan». Un abrazo.

    • 17.05.2016
      El Graffo dice:

      No conozco todos los detalles del reto, pero como historia me ha parecido muy buena, particularmente por el lenguaje en primera persona de la niña que, con su obvia falta de palabras/recursos, utiliza metáforas.
      El error más común es mezclar lenguaje adulto/niño en el protagonista, o hacerlo demasiado dulce (como ya te lo comentaron), pero lo has sabido librar muy bien. Felicitaciones!

      • 28.09.2016
        Dominique Vernay Juillet dice:

        Aunque empiece un texto en tercera persona muchas veces lo termino en primera, lo que, claro está, me obliga a rectificar. Pero que me pase eso es una buena señal, el texto tiene entonces muchas probabilidades de funcionar, estoy en la piel del personaje, soy el personaje… y en esos momentos te das cuenta de que escribir es vivir. Gracias, El Graffo.

  • 30.04.2016
    Francisco de Jesus Marte dice:

    Muy bueno, empieza a leerlo y te obliga a terminarlo. El invitado: la nina, ella nota que en esa relacion hay algo raro, pero su inocencia no le deja entender…Excelente, digno de haber ganado.

    • 17.05.2016
      Dominique Vernay Juillet dice:

      Gracias por tu comentario. Siempre me sorprende lo mucho que intuyen los niños, es un tema que me interesa mucho.

  • 10.05.2016
    Purificacion Menaya dice:

    Enhorabuena, Dominique, excelente relato! Muy conseguido el tono de la niña contando la historia y su interpretación ingenua y rebelde. No es almibarado, te lleva de la mano traviesa de la niña a esa habitación, a lo que esconde, desde un punto de vista infantil que no pierde detalle y saca sus propias conclusiones.

    • 17.05.2016
      Dominique Vernay Juillet dice:

      Gracias, Puri, disfruté con esta propuesta de escritura y me encanta saber que otros hayan disfrutado con la lectura.

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