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Escribir con estilo, pero sin pasarse

Por Javier Morales, el 2 de diciembre de 2015, en concurso

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Pluma estilográfica. Foto: Pixabay.

Pluma estilográfica. Foto: Pixabay.

Tan malo es quedarse corto como pasarse. Un estilo pobre denota pereza, conformismo, falta de ambición y conduce inexorablemente a repeticiones, planicie y aburrimiento. Pero un estilo con demasiado estilo queda pomposo, artificial, falso, distante. De estas cosas nos habla el libro que recomendamos hoy dentro de este blog para avanzar en una escritura creativa e inspiradora: ‘Estilo rico, estilo pobre’, de Luis Magrinyà.

Todo escritor aspira a conseguir un estilo propio, que lo defina y lo identifique cuando leemos alguna de sus obras. De la misma forma que podemos reconocer a un pintor por el uso que hace del color, podemos hacer lo propio con los escritores por la forma que tienen de construir las frases, por su manejo del lenguaje, de las palabras.

Desde la escuela nos enseñan que para escribir de un modo literario hay que seguir ciertas recomendaciones. Con buen criterio, se nos aconseja que evitemos las repeticiones, lo que implica que busquemos sin descanso sinónimos para muchas de nuestras palabras más habituales. O evitar las que consideramos vulgares. En su lugar colocamos otras más o menos equivalentes pero que suenan mejor. Este celo, legítimo y en cierta forma deseable, tiene sus contraindicaciones, como las medicinas, cuando abusamos de ellas. El anhelo de que un texto parezca literario a toda costa, de que sea rico, conlleva a veces falta de precisión y de rigor. En el caso contrario, la indolencia, la búsqueda de lo fácil, el desconocimiento de las posibilidades que ofrece la lengua, nos lleva inevitablemente a escribir con un estilo pobre, sin brillo y monótono.

De todo esto nos advierte el escritor Luis Magrinyà en Estilo rico, estilo pobre (Debate, 2015). No se trata del típico manual que nos explica cuándo hay que poner mayúsculas o usar los guiones. Magrinyà, uno de nuestros mejores cuentistas y autor de varias novelas, ha trabajado también en la Real Academia de la Lengua. Por tanto, ha sido cocinero antes que fraile, como dice en el prólogo el académico Antonio Pascual.

Estilo rico

Uno de los casos sería lo que el autor, con ironía, llama “el del club de los verbos finos”. La obsesión por no repetir el léxico con mayor uso, en concreto los verbos (como decir, ser, tener, entrar…), además de a la inexactitud puede llevarnos a veces a situaciones chistosas e hilarantes. El autor cuenta la siguiente anécdota:

“Recordemos el cartel que colocó la empresa Z Gas en la puerta de una de sus instalaciones para empezar a familiarizarnos con sus peligros:

PROHIBIDO PENETRAR A PERSONAS NO AUTORIZADAS”.

Y todo porque a quien escribió el cartel no le gustaba el verbo entrar, quizás le pareció demasiado vulgar.

La obsesión por no repetir, nos recuerda Magrinyà, no sólo afecta a la “gente indocumentada”, sin estudios, que dirían algunos, sino también a muchos escritores, al menos cuando tratan de evitar a toda costa el uso de verbos tan versátiles como tener y hacer y los sustituyen por poseer o realizar. Ahí va uno de los ejemplos que recoge el autor:

“Y Hernando poseerá puntual información de cuántas veces me miro al espejo”. (Juan Luis Cebrián, La rusa, Círculo de Lectores, Barcelona, 1986).

Estilo pobre

Si el exceso de celo a la hora de buscar sinónimos puede llevarnos a situaciones pintorescas, el conformismo, la molicie léxica y la falta de ambición, por el contrario, nos llevan al aburrimiento. Un ejemplo sería el abuso de los “verbos comodín” provocar y usar, que, como dice el refrán, “lo mismo valen para un roto que para un descosío”.

Escribe Magrinyà: “Hace ya tiempo que nos los encontramos por todas partes; no solo son unos pesados, sino unos auténticos delincuentes. Provocar (en el sentido de causar, no en el original de incitar) y usar (en el sentido de… ¡todo!) parecen decididos a acabar con el nutrido equipo de verbos que, según el contexto, podrían aparecer en su lugar en español. Como ambos tienen, en última instancia, pedigrí latino, y el primero certificación académica desde 1992, andan muy orgullosos por nuestro patrimonio. Un análisis más atento nos revelaría, sin embargo, que, en una gran parte de los sentidos en que hoy se aplican, son un calco del inglés”.

Magrinyà apunta el siguiente ejemplo, entre otros:

“De común acuerdo, para no provocar sospechas en la familia, había reducido drásticamente mis visitas a casa del tío Lucho». (Mario Vargas Llosa, La tía Julia y el escribidor, 1977, Seix Barral, Barcelona, 1996).

Escrito con gran sentido del humor, Estilo rico, estilo pobre (Debate) es un libro ameno, práctico, indispensable para todos aquellos que usan la palabra como herramienta de trabajo y deseen escribir con rigor, para todos vosotros, queridos escritores.

Si crees que el camino literario no solo se recorre con ingenio narrativo, sino también cuidando la forma, te recomendamos el curso de Redacción Eficaz que impartirá Escuela de Escritores a partir del 13 de enero.

Ahora te toca a ti. Concurso de escritura creativa. Te recordamos que la Escuela de Escritores, en colaboración con El Asombrario, convoca todos los meses un concurso de escritura ligado a uno de los temas que se publican en este blog. Para la convocatoria que está abierta, debes escribir en 500 palabras una carta, de las de antes, dirigida a un amigo o amiga en la que le reproches su falta de naturalidad cuando está contigo. El texto debe estar escrito con un estilo sencillo y espontáneo. Envíalo antes del 17 de diciembre. El ganador del premio conseguirá un mes gratis en cualquiera de los cursos que imparte Escuela de Escritores, tanto presenciales como por internet, y su relato se publicará a la semana siguiente en estas mismas páginas.

Envía tus textos aquí.

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Comentarios

Hay 3 comentarios

  • 03.12.2015
    Marcela dice:

    Estoy muy interesada saber si es gratis el curso por online.

    • 03.12.2015
      Marcela dice:

      Ya lei bien. Disculpe.

  • 03.12.2015
    Angela Stol dice:

    Excelente reflexión, además de necesaria en estos tiempos en que la libertad de publicación peligra con convertirse en libertinaje. Recibe un saludo.

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