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Los fantasmas de la fotocopiadora

Por manuelcuellardelrio, el 28 de octubre de 2016, en concurso

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Foto: PIxbay.

Foto: PIxbay.

La escritora Sonia Peral es la ganadora del Concurso Escuela de Escritores / El Asombrario en octubre con el relato ‘En blanco y negro’. La profesora del mes de Escuela de Escritores, Inés Arias de Reyna, que imparte un curso de literatura fantástica, ha destacado que se trata de un texto “con potencial, que cuenta una historia con la que todos nos podemos identificar, a partir de un viaje fantástico que transforma a su protagonista”. La autora podrá disfrutar de un mes gratis en cualquier de los cursos que se imparten en la Escuela, tanto presenciales como por internet. Publicamos aquí el relato ganador y el comentario de la profesora, en el que como siempre se analizan las virtudes del texto y sus posibilidades de mejora.

En blanco y negro

Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y un breve espejismo de siestas difusas. Vuelta a empezar. La vida de Alma se diluye en pósits pegados en el trozo de pizarra magnética que delimita su habitáculo laboral.

La puerta del despacho de su jefe permanece cerrada. Mañana habrá comité general y como cada víspera, el ambiente se densifica y el gesto de la oficina se tensa. El trabajo se desarrolla callado, interrumpido sólo por el ruido metálico de los dedos sobre el teclado. Miradas furtivas al reloj que preside la sala. El tiempo se estira y se encoge por el pasillo, va y viene a la máquina del café, sube y baja la escalera hasta el baño y se detiene en la sala de reprografía, DIN-A4 a doble cara, copia por copia.

Hace rato que Alma se plantó frente a la impresora láser de última generación y comenzó a fotocopiar. Aprieta automática el botón observando los destellos de luz verde que asoman por la rendija una y otra vez. Cadencia uniforme que avanza en vaivén hipnótico; el engranaje funciona perfecto, cogiendo el papel desnudo y devolviéndolo en elegante negro sobre blanco. Alma se concentra en el mecanismo y observa cada movimiento con atención, mientras la luz crece a fogonazos cada vez más potentes. La máquina se mueve, se abre, se expande.

La curiosidad inclina a Alma hacia el interior de la fotocopiadora y la asoma hasta que sus pies quedan de puntillas y hasta que se despegan del suelo, y hasta que su cuerpo se zambulle por completo en la linotipia como si fuera una piscina. Entonces comienza a nadar y en tan solo cuatro brazadas cruza el fondo negro, adentrándose en un paisaje monocromo. Consigue posar los pies y se percata de su nueva apariencia bidimensional, todo lo que ve son finas siluetas de formas planas. El otro lado de la fotocopiadora parece un negativo fotográfico. Hay un sendero que conduce a un pueblo dibujado a lápiz. Alma avanza ligera y llega pronto a la aldea esbozada, que está llena de figuras parecidas a la suya. No tarda en reconocer a antiguos compañeros de trabajo, que habían ido abandonando la empresa. Dibujos lisos e incoloros que caminan con portátiles bajo el brazo y ojeras. Ella les habla pero su voz no tiene sonido. Todo es silencio en una atmósfera hueca. Los ex-trabajadores fotocopiados, siguen su camino en blanco y negro, sin mirar atrás.

… Ya es suficiente. Alma retrocede sobre sus pasos y corre sin descanso hasta llegar al mismo lugar en el que el artilugio la escupió. De un salto vertical se adentra en el mar de negro y comienza a nadar. Al poco reconoce los destellos verdes de las reproducciones y sigue nadando. Por fin saca la cabeza y se vuelca entera sobre el suelo enmoquetado.

Con mano firme, abre la puerta del despacho de su jefe y le presenta su renuncia voluntaria e irrevocable.

Alma abandona el edificio decidida a vivir una nueva vida llena de colores intensos.

Comentario del profesor

Esta es la historia de Alma, que vive una realidad que a muchos nos sonará: la de un trabajo monótono, que no nos motiva y que nos convierte en seres grises, como aquellos a los que se enfrentaba Momo. El conflicto de Alma, pues, es su desánimo en el trabajo; algo que ni ella misma comprende hasta que regresa de su viaje. El cambio que experimenta es, justamente, el de darse cuenta de que no es feliz en esa oficina y que prefiere dimitir.

La propuesta consistía en escribir un relato en el que se mostraran dos mundos, uno que recreara la realidad y otro inventado. La ambientación realista está lograda: vemos la oficina, escuchamos los sonidos propios de ese espacio, acompañamos a Alma en su aburrida tarea de hacer copias, en mirar de manera hipnótica la luz verde de la máquina. Me hubiera gustado no solo ver y escuchar, sino también oler o, por qué no, tocar o saborear. Si incluimos los cinco sentidos, conformamos un ambiente mucho más rico para la imaginación de quien nos lee.

El quid de este tipo de historias es el viaje, el paso de un mundo a otro. Alma se adentra en ese lugar desconocido gracias a la fotocopiadora, que aquí se convierte en el elemento fantástico, el portal que une ambos universos. Me parece una buena elección, teniendo en cuenta que representa el tedio y la monotonía de su trabajo, que sea esta máquina la que la lleve a esa otra dimensión. La transportación está bien conseguida y resulta creíble, lo que permite que aceptemos lo que sucede a continuación.

El mundo de dos dimensiones se nutre de antiguos compañeros de trabajo, lo que hace que no sintamos una fractura entre lo que pasaba antes y lo que ocurre ahora; ayuda a hilar el relato y construye el sentido final, el que ella decida abandonar su puesto: no quiere convertirse en uno más de esos fantasmas de fotocopiadora que pululan por ese lugar gris. Me resulta interesante que ese mundo inventado, en vez de propiciar el sentido de la maravilla, genere un desasosiego, un rechazo por no estar ahí. Es coherente con el argumento, por supuesto, pero me llama la atención porque este tipo de historias generalmente despiertan el asombro por esos mundos inventados. Sin duda, lo considero un acierto.

Apuntaría dos posibles mejoras a este relato. En primer lugar, creo que el primer párrafo desmerece el resto de la narración. Hubiera quedado mejor si comenzara directamente la acción, en vez de hacer una descripción estática de la situación de Alma; suele resultar más eficaz que veamos a los personajes en acción desde la primera frase. Quizá ella podría coger uno de esos innumerables pósits de la pizarra magnética y mirar la puerta cerrada del despacho de su jefe. Contamos lo mismo, pero desde la perspectiva del personaje.

Por otro lado, considero que necesita un repaso en el estilo: hay cambios de tiempos verbales que despistan sobre el tiempo narrativo del relato (Alma se plantó frente / Aprieta automática) y algunas frases un tanto rebuscadas que podrían expresarse de una forma más natural (Cadencia uniforme que avanza en vaivén hipnótico). Nuestro estilo debe pasar desapercibido al lector para que se pueda concentrar en lo importante: la historia que le estamos contando. Sin duda, embellecer con lenguaje poético nuestros relatos es algo a lo que aspiramos todos, pero no debemos confundir esto con una expresión artificial, oscura, imprecisa o demasiado retórica. Como decía Azorín, el secreto está en que el lector piense que es fácil escribir con ese estilo cuando, lo cierto, es que es lo más complejo de conseguir.

En definitiva, En blanco y negro es un texto con potencial, que cuenta una historia con la que todos nos podemos identificar, a partir de un viaje fantástico que transforma a su protagonista.

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Comentarios

Hay un comentario

  • 28.10.2016
    SONIA PERAL dice:

    Mil gracias por el premio y por la valoración. Me alegra mucho y me anima a seguir escribiendo.
    Como a Alma, la protagonista de mi relato, hoy me dan ganas de llenarme de colores vivos.

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