Eurovisión: las dos Europas

Recreación con Lego de Conchita Wurst, ganadora del último certamen de Eurovisión. ©The__Jetboy

Recreación con Lego de Conchita Wurst, ganadora del último certamen de Eurovisión. ©The__Jetboy

Recreación con Lego de Conchita Wurst, ganadora del último certamen de Eurovisión. © The__Jetboy

Lo que sucedió el sábado durante las votaciones del festival de Eurovisión en que ganó Conchita Wurst podría extrapolarse a lo que va a suceder el próximo día 25 en las elecciones al Parlamento Europeo. En otra de sus geniales columnas jónicas, Paco Tomás ve un paralelismo en ambas convocatorias: la lucha entre la Europa tolerante, la de las libertades, y la Europa homófoba, la de los prejuicios. 

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La campaña para las elecciones europeas ha comenzado. Como sucede en toda campaña electoral desde hace varias décadas, el juego consiste en bajar mucho el listón, en asistir al esperpéntico desfile de unos señores y señoras que ya no se creen ni a sí mismos pero, como los actores que envejecen interpretando la misma obra de teatro, sueltan el texto sin emoción. Acaba de empezar y no se han cortado ni un pelo en insultar nuestra inteligencia, en tratarnos como un voto barato y desmemoriado. Y así llevamos años. Existe la posibilidad de que tengamos la clase política más mediocre y, sin embargo, más privilegiada de las democracias occidentales. Su ineptitud es tal que ni siquiera son capaces de ilusionarnos. Sentimos Europa como si fuese una foca leopardo capaz de devorar a sus crías cuando tiene hambre y no han hecho nada por evitarlo. No han logrado que respetemos Europa, que valoremos la responsabilidad de nuestro voto. De hecho, que el PP envíe a Arias Cañete es la verificación de que no respetan a Europa en absoluto.

Si la inmensa mayoría de los españoles sigue pensando que no acudirá a las urnas en las generales, con la simplista teoría de que “todos son iguales”, imagínense lo que hará el 25 de mayo para elegir parlamento europeo. ¿No hay un solo político capacitado para explicar la importancia del voto en estas elecciones? Pues no, no lo hay. Pero, por suerte, el sábado pasado se celebró el Festival de Eurovisión y en todo lo que sucedió esa noche podemos encontrar argumentos que justifiquen nuestro voto.

Sí, voy a escribir de Conchita Wurst. Partiendo de que a mí Conchita me parece todo menos transgresión -llevo décadas viendo travestis con barba-, sí creo que su presencia en el festival consiguió evidenciar algo: existen dos europas y solo la unión de aquellos que creen en la libertad y la convivencia de todos, por muy diferentes que seamos, nos llevará a la victoria. Parece ridículo que un festival de la canción pueda convertirse en símbolo de un modelo europeo a construir pero en el país de los ciegos, el tuerto es el rey.

Cuando Austria eligió a Conchita Wurst, personaje artístico creado por el cantante abiertamente gay Thomas Neuwirth, para que la representase en el festival, todos pensamos que se trataba simplemente de una propuesta de asombro. Como hicimos nosotros con Chikilicuatre o hicieron las abuelas rusas hace dos años. La cantante, que no hará falta que se la descubra yo ahora, luce un aspecto de sofisticada femineidad y una recortada y oscura barba en su rostro. Repito que eso me dio bastante igual. Tanto que ni siquiera me detuve a escuchar la canción que iba a defender.

Lo que ya no me dio lo mismo fue la reacción de la caverna, que siempre aguarda el menor indicio de visibilidad homosexual para sacar sus puntas de lanza. El primero en morder fue el representante de Armenia, Aram Mp3, que efectuó unas declaraciones claramente homófobas contra la representante austríaca. Aram, que siempre partió como favorito, dijo que la participación de Conchita Wurst no le parecía ni normal ni adecuada. “Ojala en Copenhague le ayudemos a decidir si es un hombre o una mujer”, añadió. Pero, no conforme con eso, en lugar de rectificar apuntó que, en su ciudad, cuando pasaba por un parque frecuentado por gays, aceleraba el paso.

A partir de ese momento, varios países del Este solicitaron que no se retransmitiese su actuación. Rusia y Bielorrusia asumieron el liderazgo de esta lucha contra la cantante austríaca y a él se unieron las facciones más conservadoras de esta vieja Europa. La reacción de la televisión austríaca no se hizo esperar: convirtió a su representante en un símbolo de la lucha por la tolerancia. Incluso creó una campaña –“Unidos por la tolerancia”- que, desde mi punto de vista, fue la que realmente ganó Eurovisión.

Lo que sucedió el sábado durante las votaciones del festival podría extrapolarse a lo que va a suceder el próximo día 25. La lucha entre la Europa tolerante, la de las libertades, y la Europa homófoba, la de los prejuicios, se materializó ante nuestros ojos. La pugna entre los países que votaban a Armenia, como estandarte de una Europa que se burla, que criminaliza, que persigue y castiga todo aquello que no cumpla con su estricta moral, y los países que votaban a Austria, aquellos que defendían la libertad individual por encima de cualquier integrismo. Dos Europas.

“La victoria de Conchita Wurst demuestra que la marica unida jamás será vencida. Tenedlo en cuenta”, bromeé en Twitter, dejándome llevar por una euforia nada eurovisiva y bastante activista. La respuesta a eso fue: “Puto maricón hijo de la gran puta mereces la muerte”. El autor de ese tuit, un tal Valentín, no debía tener más de 20 años. Fue rascar un poco y, como aguas fecales que salen a la superficie, cientos de comentarios homófobos, que no se pueden reproducir aquí, poblaron mi pantalla. Lo escalofriante fue comprobar que la mayor parte de ellos no estaban firmados por contertulios viejunos de Intereconomía. Eran jóvenes, con un nivel cultural muy bajo, casi analfabetos si me fijaba en su torpe manera de redactar, en sus faltas de ortografía y en la ausencia absoluta de signos de puntuación. Esos son el modelo de europeo que vota a Amanecer Dorado en Grecia, a Le Pen en Francia, y que sueña con una derecha fuerte en Europa que nos ponga en nuestro sitio.

La otra Europa, la que a mí me interesa, la representó el presidente de Austria, Heinz Fischer, cuando declaró, en un comunicado, que no era solo un triunfo para Austria sino el triunfo de la diversidad y la tolerancia en Europa. “Una victoria para todos los que creemos en un futuro de paz y libertad”, añadió. ¿Se imagina a Rajoy declarando algo parecido si la representante española hubiese sido una travesti similar a Conchita? Si ha logrado contestarse, entonces ya sabe lo que debe votar en las próximas elecciones europeas.

Puedes escuchar el último programa de Wisteria Lane dirigido por Paco Tomás en RNE.

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Comentarios

  • ekiots

    Por ekiots, el 13 mayo 2014

    Me ha resultado muy duro tener que leer la primera parte de tu artículo. Resulta demasiado fácil y cómodo generalizar, meter en el mismo saco a quien se caga desde la política en la dignidad de las personas junto a quienes llevamos media vida en el activismo político intentando defender precisamente la libertad y los derechos de esa Europa que hablas en la segunda parte del artículo. Esa segunda parte me ha compensado la primera… sobre todo porque me encantó saber que, precisamente Conchita Wurst apoya y colabora con el Partido Verde Austriaco, miembro de el Partido Verde Europeo, al que pertenece EQUO, donde yo milito.
    Pese al artazgo y el cabreo hay opciones y buena gente detrás… como Conchita:
    https://www.youtube.com/watch?v=cOzGQvJszWI

  • PedroMix

    Por PedroMix, el 14 mayo 2014

    El Sr. Tomás da en el clavo con un detalle: cuidado con las generaciones de chavales que vienen, que determinados segmentos de ellas son bastante más retrógrados de lo que podemos pensar. «extrema derecha» hace mucho que ha dejado de ser sinónimo de determinadas edades o determinados niveles de poder adquisitivo. Muchos de estos que se creen más «autntikos» por «eskribir» todo con «k» y abreviado son las canteras de futuros votantes de los Le Pen de turno. El fascismo del futuro a lo mejor no viene del cliché de potentados de chistera y puro del Monopoly, sino de gentes de San Blas criadas de pequeñitos con Leticia Sabater y de mayores con Belén Esteban.

  • Héctor

    Por Héctor, el 14 mayo 2014

    Con todos los respetos, el artículo me parece muy desafortunado por simplista y maniqueo: la europa del oeste vs. la del este, la gente educada vs. el lumpen. Austria es un país donde casi el 30% de la población vota a partidos de extrema derecha. Así que no están para dar lecciones a nadie, creo yo.

  • mig

    Por mig, el 17 mayo 2014

    Está claro que Paco Tomás no anda muy puesto de análisis político; pero está e su derecho de intentarlo. Yo haría una observación sobre lo que cuenta: Bromearen twitter sobre la muerte de una corrupta pepera a manos de otras peperas te puede llevar a la carcel. Amenazar de muerte en twitter a personas vivas, si son gente de mal vivir como gays y/o izquierdosos) sale gratis.
    Mientras los snobs culpan a la gente de San Blas (que presumiblemente solo les suena de leer el Pronto) la Troika nos exprime desde Bruselas y sus lacayos nos acogotan en España. Eso es lo que hay que tener en cuenta para votar en las próximas elecciones y para hacer política al dia siguiente.

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