Ideas para crear un huerto en casa con materiales reciclados

Un huerto casero.

Un huerto casero.

Un huerto casero.

Un huerto casero.

Hoy vamos a llevar un pedazo de naturaleza hasta tu casa en la ciudad. Y vamos a dar nueva vida a muchos objetos en desuso. La idea: crear un huerto en nuestra propia casa a partir del reciclaje de diversos materiales, desde para construir las macetas hasta para elaborar abono orgánico casero. Te damos una serie de consejos prácticos y una guía práctica de libros y páginas en Internet para que aproveches estos días de vacaciones para ponerte manos a la obra. Abril es un momento ideal para preparar nuestro pequeño huerto. Sí, vale cualquier rincón al aire, siempre que esté soleado.

Durante casi toda su vida, breve por lo demás, el gran autor ruso Antón Chéjov (1860-1904) cultivó un huerto. La medicina era su esposa y la literatura su amante, dijo; una frase célebre que figura en el panteón de las grandes citas. El huerto era su terapia. Allí se alejaba del mundo, de los éxitos y fracasos de sus obras de teatro, de la fama, de las penurias en las que vivían los rusos y que le hacían sufrir tanto, y de su propia enfermedad, la tuberculosis, que le llevó pronto a la tumba, con poco más de 40 años.

Han pasado más de dos siglos de su muerte y el mundo ha dado un giro copernicano. Su obra, sin embargo, ha crecido con el tiempo y, paradójicamente (o no) su afición a la horticultura casera parece haber regresado después de un siglo, el XX, en el que creímos que podíamos vivir al margen de la naturaleza, de la tierra y del campo.

Cada vez somos más quienes vivimos en ciudades, 4.000 millones de personas en 2016, según el último informe del prestigioso WorldWatch Institute, una cifra que lejos de disminuir va en aumento. Y si no logramos reintroducir la naturaleza en las urbes, hacerlas más sostenibles, nuestras posibilidades de sentirnos bien se alejan. La felicidad, como los huertos, también se cultiva y alejarnos cada vez más de los árboles, del contacto con la tierra, desconocer los ciclos de la naturaleza, nos aleja de nosotros mismos, de nuestra condición. De ahí que desde hace ya algunos años hay un movimiento creciente para traer algo del campo a casa, aunque sea a nivel simbólico. Huertos comunales, cedidos por los ayuntamientos, pequeños huertos montados en la terraza o en la ventana de casa. Tomates que nosotros mismos cultivamos.

Al margen de los mencionados huertos comunales, gestionados por varias personas (una manera estupenda de intercambiar y de recuperar la comunicación vecinal), montar un huerto en casa es de lo más sencillo. Incluso yo, que soy bastante negado para el bricolaje, soy capaz. En Internet existen decenas de recursos, tanto audiovisuales como artículos, que nos detallan los pasos a seguir. También hay varios libros, mucho más ambiciosos, que no solo nos hablan de la parte digamos práctica e inmediata, sino que van más allá, con recomendaciones sobre qué plantar y cómo plantar y cuándo. Uno de los más completos y sencillos es Huerto-Jardín ecológico, publicado por Integral, de Jesús Arnau y Mariano Bueno, dos de los grandes especialistas y divulgadores del tema en nuestro país.

Ya que nos lanzamos a tener nuestro pequeño terrenito, hagámoslo a lo grande y vayamos desde el inicio a la producción ecológica, lo que redundará en beneficio de nuestra salud y, por supuesto, del planeta, aunque sea a una mínima escala. Recordemos la frase de Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

Y lo más importante, podemos montar nuestro pequeño y simbólico huerto sin salir corriendo al híper de turno a comprar. Todo lo que necesitamos seguramente lo tendremos en casa o lo podemos conseguir sin necesidad de gastar un euro, o muy poco. Bastará reciclar algunos objetos aparentemente inservibles, una maleta abandonada, una caja de fruta, una botella de agua, la pala de nuestro hijo con la que jugaba cuando era pequeño…

“El tiempo del huerto-jardín está hecho de cosas sencillas, y puede ser vivido con el placer, la entrega y la dedicación con que creamos una obra de arte. Nos permite llevar a nuestra mesa alimentos de consumo cotidiano, recuperando ese sabor a fresco de las hortalizas recién cosechadas, y puede equilibrar con su tiempo pausado el exceso de prisas y estrés de la vida urbana”, escriben Bueno y Arnau. Y, dado que cada uno tiene que adaptarse a sus necesidades, lo fundamental es cultivar, por pequeño que sea el espacio que podemos dedicar, tener nuestro pequeño rinconcito al que dedicarle unas horas al cabo de la semana.

“En primer lugar, es muy importante la orientación y la exposición al sol, que condicionarán la elección y distribución de las plantas. La limitación del espacio requerirá el uso de espalderas, estanterías, celosías y tutores. Cuando se cultiva en recipientes, el sustrato es limitado y puede almacenar pocas reservas de agua y nutrientes. Esto convierte al riego en el elemento más trascendente y también habrá que estar muy pendiente de la fertilización. No todos los sustratos son iguales y hemos de saber qué características tiene un buen compost y qué posibilidades tenemos de fabricarlo nosotros mismos”. Estas son las desventajas respecto a una parcela grande, explican los autores.

Pero cultivar en una terraza o balcón tiene también sus ventajas, y muchas: “En un espacio reducido todo está más controlado y es más inaccesible a las plagas y a las hierbas adventicias. Está mucho más integrado en la vivienda y en la vida cotidiana y, debido a su cercanía, puede dedicarse mucho más tiempo y disfrutarse mucho más”.

Lo primero que hay que tener en cuenta, aconsejan estos expertos, es no empezar nuestra aventura con el cultivo plantando todo lo que se nos ocurre. Es mejor saber antes de cuánto tiempo disponemos e ir aumentando nuestra dedicación poco a poco.

En este sentido práctico, Intermón-Oxfam ha editado una guía gratuita que puede conseguirse en Internet, donde te explican el proceso paso a paso. Lo primero que debemos hacer antes de empezar a montar nuestro huerto en casa, explican desde esta ONG, es decidir qué espacio le asignaremos. Esto es sumamente importante, ya que determinará en gran medida el éxito o el fracaso de nuestro proyecto. Para ello debes tener en cuenta algunas consideraciones:

– Debe ser un lugar soleado, que cuente con luz natural el máximo de horas posibles al día. No hace falta que sea luz directa, pero sí que reciba la cantidad suficiente para alimentar las plantas que crezcan en él.

– Tienes que contar con una toma de agua cercana. Aunque esto no es del todo imprescindible, te ahorrará tiempo y esfuerzos a la hora de regar.

– Es importante que el suelo cuente con un buen sistema de drenaje y que canalice el agua sobrante hacia un desagüe o salida de agua. Si instalas tu huerto en una galería o un espacio interior (ojo, recuerda: debe contar con la suficiente luz natural), puedes compensar la ausencia de desagües instalando bandejas que recojan el agua de riego sobrante.

– Ten en cuenta que el espacio que ocupará el huerto se ensuciará con facilidad (trasplantes, podas, riegos…). Toma las medidas que creas oportunas para que esto no represente un problema añadido; puedes delimitar el espacio colindante con tiestos u otros elementos decorativos y así te ahorrarás muchos quebraderos de cabeza en el futuro.

Y en función del espacio del que dispongas, puedes montar dos tipos de huerto: Horizontal: con macetas colocadas una al lado de otra, como si se tratara de plantas ornamentales o flores. Vertical, en distintos pisos: esta modalidad de huerto, además de ahorrar espacio, te permitirá trabajar con mayor comodidad. “Con un poco de creatividad podemos aprovechar los espacios verticales de nuestra terraza a fuerza de estanterías, espalderas, enrejados o simplemente alambres fijados en la pared, para hacer posible el cultivo de plantas de hábitos trepadores que suelen ocupar mucho espacio”, explican Arnau y Moreno.

Y no te preocupes, todo lo que necesitas para ponerte manos a la obra –una mesa elevada, hidrojardineras, macetas o planteles para los semilleros, paletas, rastrillos, etc– puedes obtenerlo de materiales reciclados. Lo que lo convierte el proceso en una diversión más. Para la mesa, por ejemplo, se pueden utilizar palés abandonados o prestados, en el caso de que quieras construirla tú mismo, o reutilizar una vieja mesa. Las hidrojardineras pueden conseguirse a partir de botellas grandes de agua. Los planteles para cultivar las semillas con bandejas de poliespán o un neumático de coche debidamente parcelado. Las estanterías, con cajas de frutas apiladas o con armarios rotos o en desuso. Una maleta debidamente forrada e impermeabilizada puede servirte como macetero. Para las cajoneras te sirve cualquier cajón de uno de esos armarios que dabas por muerto, basta forrarlos con plástico. Un tenedor y una cuchara pueden ser el rastrillo y la pala. Se trata de tomar lo que tengamos más a mano y darle una nueva utilidad, un nuevo uso.

Dos últimos consejos: Es muy importante que cultives siempre plantas de temporada –ahorrarás luz y agua– y que intentes combinarlas –aromáticas, por ejemplo, junto a hortalizas–.

Y, sobre todo, no tengas prisa.

Libros recomendados:

‘Huerto-jardín ecológico’. Jesús Arnau-Mariano Bueno. Integral.

‘Jardinería para dummies’. Silvia Burés. Planeta.

‘El huerto familiar ecológico’. Mariano Bueno. Integral.

‘Tu huerto en casa’. Inés Lara. SIC Idea y Creación editorial.

Recursos en Internet, son inabarcables; aquí algunos de los más interesantes, incluyendo aportaciones desde la BBC y RTVE, de los que se ha tomado parte de las ideas prácticas para elaborar este artículo:

Comienza tu huerto urbano fabricando tus propios recipientes de cultivo reciclados

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Comentarios

  • Diego Martí Hita

    Por Diego Martí Hita, el 16 abril 2017

    Gran idea creativa y práctica, además de ecológica. Interesante.Mi felicitación.

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