Israel Galván y Akram Khan: Toro salvaje. Vaca sagrada

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En el Festival de Otoño a Primavera de Madrid se estrenó la esperada Torobaka, coreografía que supone el encuentro entre el flamenco de Israel Galván y el kathak de Akram Khan. Fueron solo tres días pero aquí desmenuzamos esta nueva apuesta de fusión.

Finalmente se han desvelado las incógnitas. El pasado viernes se ha estrenado en los madrileños Teatros del Canal el último y más esperado espectáculo del Festival de Otoño a Primavera. Torobaka es irrepetible. No podrá representarse nunca con éxito en otros cuerpos que no sean los de Israel Galván, feroz bailaor de extraordinarios registros, y Akram Khan, intérprete de espiritualidad profunda. Sus personalísimos modos de abordar y cruzar sus danzas son el sustento de esta propuesta extraña y curiosa levantada a partir de la fuerza escénica que emanan ambos intérpretes. La coreografía, que supone el encuentro de dos danzas, dos culturas y dos creadores en apariencia antagónicos, tiene aires de duelo pero también aromas de alianza. En abstracto, sugiere el enfrentamiento entre el toro ibérico y la vaca sagrada hindú, la comparecencia en un mismo escenario del flamenco y el kathak reinventados en dos de los más trasgresores creadores del momento. Es un juego de contaminación en el que Khan parece más dispuesto a embriagarse del flamenco que Galván del kathak. No obstante, más allá de la contundencia escénica de sus intérpretes, Torobaka es la verificación de las coincidencias sorprendentes y extraordinarias entre las danzas tradicionales de dos países culturalmente ajenos.

Con una estructura quizá demasiado rígida, la obra presenta el combate en directo de estos dos titanes en el prólogo y el epílogo, momentos únicos en los que se escenifica la promesa del espectáculo: el choque de esas dos energías juntas combatiendo en un redondel que recuerda a las plazas de toros y las lidias que en él se suceden. Entre medias, dos largos solos y una intervención estelar de los músicos, un equipo ecléctico que desde las sonoridades, fundamentales en la propuesta, supieron inteligentemente sumar y fusionar voces flamencas y ritmos indios.

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El soliloquio de Galván es de gran impacto. Frente a un micrófono, el bailaor sevillano disparando energía como misiles en todas las direcciones ofrece ese desdoblamiento insólito de su cuerpo que le es ya característico, ese flamenco deconstruido y adaptado a su expresividad de alta tensión, que consigue siempre deslumbrar al observador. A diferencia de muchos de sus trabajos precedentes, aquí el bailaor echa mano con inteligencia de su sentido del humor. La intervención en solitario de Akram Khan, con cascabeles en los tobillos, es pura emoción. A velocidad impensable su cuerpo se desliza con precisión por la escena, emanando serenidad y destacando su insólito momento en una silla. En su intervención, el creador británico de origen bengalí, acusa un marcado interés por aproximarse a los giros del flamenco, una curiosidad auténtica por hacer convivir en sus movimientos la asimilada estética kathak en alianza con la ajena fiereza flamenca. Triunfa en el intento.

Los dos momentos en los que ambos comparten escenario son, qué duda cabe, los más deslumbrantes e innovadores de la velada. Sin abandonar sus recias personalidades escénicas, Khan y Galván se fusionan, se enfrentan y se aman, al unísono se repelen y se atraen en un duelo escénico emocionante.

Torobaka tiene el éxito asegurado. El tirón mediático de sus dos titanes es garantía de larga vida a este espectáculo singular de la modernidad, que tiene aires experimentales y que supone un encuentro del todo sorprendente pese a que los dos momentos en que bailan juntos sean probablemente demasiado breves para las expectativas de una audiencia verdaderamente ansiosa por ser testigo de esta simbiosis de estilos y personalidades.

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Comentarios

  • maria jimenez luque

    Por maria jimenez luque, el 02 julio 2014

    ya sabíamos lo bien que baila israel galvan, tambien esperaba que lo hiciera igual su compañero pero lo que no esperaba era la música y la voz tremenda de esa mujer que los acompaña y que se llevó junto a los otros músicos un enorme aplauso, a rabiar del buen saber hacer de estas personas.echo en falta en la informacion del espéctaculo la puesta a punto y la música que hace vibrar, eso pasó el viernes que fue el día en que asistí.

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