Jugar con la vida todas las noches en la rueda de la muerte

La rueda de la muerte

SON DOS HOMBRES QUE REALIZAN UN NÚMERO QUE DEJA SIN ALIENTO. OCHO MINUTOS EN LOS QUE SE JUEGAN LITERALMENTE LA VIDA. OCURRE EN LA CARPA DEL CIRQUE DU SOLEIL DENTRO DEL ESPECTÁCULO KOOZA. AMBOS LE HAN CONTADO A EL ASOMBRARIO & CO. SU HISTORIA Y SU RELACIÓN CON LA RUEDA DE LA MUERTE.

MANUEL CUÉLLAR (Texto, fotos y vídeo)

Ocurrió en Colombia hace ahora unos ocho años. Jimmy Ibarra volaba a más de seis metros sobre el suelo cuando un cable tensado como una cuerda de piano reventó y la polea que había en el extremo le golpeó fatalmente. Aterrizó con la cabeza sobre el suelo. Sobre el suelo desnudo sin protección, sin colchonetas que amortiguaran el impacto. En un segundo se hizo todo negro. Casi no lo cuenta.

“Estuve más de un año fuera de combate entre el hospital y la recuperación. En aquel momento me di cuenta de que realmente hay un ángel que nos cuida, que vela por nosotros. Una vez recuperado, cuando pude volver a subirme en la rueda de la muerte, la confianza tardó más de seis meses en volver. No me fiaba de ella. Casi me quita la vida. Tardé más de seis meses en volver a recuperarla como amiga”, cuenta el artista sentado en uno de los sofás en la carpa de entrenamiento que el Cirque du Soleil acaba de instalar en la Casa de Campo de Madrid.

Jimmy Ibarra, en primer plano. Detrás, Ronald Solís. Foto: Manuel Cuéllar

Jimmy Ibarra, en primer plano. Detrás, Ronald Solís. Foto: Manuel Cuéllar

El accidente estuvo a punto de romper la vocación de Ibarra. Hubo un momento en que se convenció de que había terminado, de que abandonaba para siempre la rueda de la muerte, ese peligroso artilugio que su padre le llevó a ver por primera vez a Guatemala cuando tenía 8 años y que le sedujo sin remedio desde entonces. “Tuve la mala suerte de que justo ese día el artista sufrió un accidente. Mi padre era trapecista como mi abuelo y me prohibió terminantemente que me entrenara con la rueda. Así que tuve que conformarme con el trapecio hasta los 13 años, cuando mi papá murió”, recuerda Jimmy. Entonces ya no había prohibición. Desde ese momento comenzó una relación con el peligro que dura hasta ahora. Para que entendáis perfectamente de lo que estamos hablando, lo mejor es que veáis primero este vídeo.

Jimmy Ibarra, un ‘paisa’ de 32 años, es el que corre y salta por el exterior de una de las estructuras circulares. Ronald Solís, de 30 años, también nació en Colombia, pero no en Medellín sino en la provincia de Córdoba y su función consiste en proporcionar la velocidad necesaria a la rueda de la muerte evolucionando desde el interior de la otra plataforma.

Ronald y Jimmy se pusieron en contacto por Facebook. Dicen que “en el mundo de la rueda de la muerte todo el mundo se conoce”; pero fue la red social la que los unió hace unos seis meses cuando Ronald vivía en Suiza. “Envié mi vídeo y mi currículo y tuve que pasar unas pruebas para el Circo del Sol. Aprobé y aquí estoy”. La pregunta obvia termina por caerles como en el 90% de las entrevistas que conceden: ¿No hay que estar un poco loco para subirse a esa cosa todas las noches sin ninguna protección? Es entonces cuando ambos te clavan unos ojos que poseen una extraña e inquietante mezcla de vitalidad y tristeza y responden simplemente con una sonrisa de cortesía. “Entrenamos entre dos y tres horas al día. Para relacionarte con la rueda de la muerte has de hacerlo en un estado físico perfecto y con una profesionalidad absoluta. El secreto está en llegar a disfrutar, en ser capaz psicológicamente de no pensar ni un segundo en la posibilidad de un accidente cuando estás ahí arriba. Ese es el misterio. Cuando llegas a ese nivel, se convierte en tu profesión. Pero también es importante el equilibrio. Nunca, nunca jamás has de entregarle tu confianza a la rueda. Mis momentos más peligrosos han ocurrido cuando he alcanzado un estado mental en el que mi confianza ha sido tan grande que he pensado que podría hacer el número con los ojos vendados. Si le entregas tu confianza a la rueda, estás perdido”, reflexiona Jimmy Ibarra.

Desde mañana podréis poner vuestros nervios a prueba si vais a verlos en directo al espectáculo Kooza. Durante los ocho minutos que dura su actuación os aseguro que estos dos hombres que noche tras noche juegan con las leyes de la física y con la muerte en la pista de un circo lograrán dejaros sin aliento en el centro de la gran carpa del Cirque du Soleil. Lo harán subidos a una estructura de más de 15 metros fabricada en la misma factoría de Montreal en la que se producen turbinas de aviones y que fue pintada de un elegante color granate en la sede de Ferrari.

Kooza. Carpa del Circo de Sol. Puerta del Ángel. Del 1 de marzo al 14 de abril. De miércoles a domingos. Entradas de 32 a 100 €.

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