La decepción de Egoyan, la ultraviolencia china y la puta de lujo (más cuatro canciones)

Devil's Knot

ZINEMALDIA DREAMING

Una decepcionante entrega de Atom Egoyan; el poder y la ultraviolencia de la nueva china en A Touch of Sin y la nueva película de François Ozon, ganador de la Concha de Oro el año pasado, marcan la séptima jornada del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Y de regalo, cuatro canciones que son una mujer.

Puedes seguir a Luis Roca en Twitter y su blog. Las imágenes de la fotogalería son de LUIS ROCA Y JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ

El de ayer fue el día más caluroso, pegasojo y húmedo desde que arrancara hace ya siete días esta 61 edición del Festival de Cine de San Sebastián. La cosa ya va hacia la recta final, pero aún queda, al menos, el numerito de griterío por los huesitos de Hugh Jackman que llegó anoche a la ciudad. Hoy recibirá el premio Donostia, así que para los y las más mitómanos-as anotad los horarios y lugares previstos para que el australiano se aparezca de cuerpazo presente: las 14.35 horas en las terrazas del Kursaal y a las 18.30 horas recorriendo la alfombra roja camino de recoger su farola de plata.

Mientras tanto, vamos a lo más interesante. El cine. Esto es lo que vimos.

Devil’s Knot / Oficial

Preparado al final del cubo grande del Kursaal para ver la nueva de Atom Egoyan. Ya van más de cinco timbres avisando. Alguien que la vio en el pase de ayer me ha chivado que es una castaña. Se apagan las luces. Son las 9 de la mañana. Ahora son las 11. Mi topo tenía razón. Fumata negra. Habemus castaña.

Tres jóvenes de un pueblo del interior son acusados por el asesinato de tres niños en el bosque. Sus abogados, desbordados e incompetentes, poco saben hacer para enfrentarse a toda la documentación que la policía, desbordada e incompetente, les proporciona. Los jóvenes son acusados porque oyen heavy metal y el líder viste ropas negras y lleva el pelo largo. Es 1994. La sociedad atemorizada -hoy es peor- vive en alerta contra estos que considera representantes del demonio. Les llaman seguidores de satán aunque ellos argumenten que solo tienen afición por la brujería. Un detective en proceso de divorcio (Colin Firth, arriba en la foto) es el único que duda. Lo mismo que, en el tramo final del filme, la madre (Reese Witherspoon) de uno de los chicos asesinados.

El argumento es de telefilme, que es precisamente lo que este filme es. Basado en una historia real, se dice ampulosamente desde el inicio. Pasto de sobremesa de sábados y domingos. Alguna razón habrá para que el director de Exótica haya pisado el freno de esta forma con esta historia tan falta de interés contada de forma tan convencional. Ya con su anterior propuesta, Chloe, se daba al thriller erótico. Muchos vieron el inicio de una extraña deriva comercial que con Devil´s Knot sigue confirmando. Claro que aquel era un buen filme con una arrebatadora Amanda Seyfried. Ahora toca thriller satánico, con acusados, detectives y policías interpretados por actores a los que tienes la impresión de haber visto ya en los mismos papeles.

Además, es inevitable que a uno le surja una pregunta inmediata: ¿Qué habrá llevado a Egoyan a intentar superar lo insuperable? Si uno ha visto el integral de los impactantes documentales de Joe Berlinger y Bruce Sinofsky, Paradise Lost: The Child Murders at Robin Hood HillsParadise Lost 2: Revelations y Paradise Lost 3: Purgatory, sobre el que se dio en llamar el caso de Los tres de Memphis comprende que no hay nada más real que la realidad misma y que no hay Colin Firth en este mundo que logre sobrepasar ni una sola de las miradas que se recogen en esa trilogía que tardó más de 10 años en completarse.

A Touch of Sin

A Touch of Sin (Un toque de violencia) / Perlas.

Todo el cine que provenga de China merecería verse. De un golpe de riñón la potencia mundial más poblada del mundo experimenta cruciales cambios, y por ahí vienen los tiros de nuestro futuro. Esta película con goterones de violencia arranca con momentos de ultaviolencia. Es una estrategia perfecta si quieres tener a los espectadores con el corazón en la garganta durante todo el metraje. Encogido en tu butaca de la última fila del teatro Victoria Eugenia piensas que si ha empezado así, madre de dios, cómo será el clímax.

A Touch of Sin, que ganó el mejor guión en el pasado festival de Cannes, dura más de dos horas, pero no se notan. Parecen 90 minutos. Es cine invisible porque efectivamente no llega a las salas, pero no por críptico. El filme de Jia Zhangke es cine de autor con vocación comercial. Presupuesto alto. Factura impecable. Recuerda a las chinas ultraviolentas realizadas en Hong Kong. También a Takeshi Kitano, que coproduce la película.

Es un tópico decir que descubre una China desconocida. Lo hace. Tan grande es el gigante que el cine lo seguirá haciendo muchas veces. Quizás es lo menos acertado del filme: lo que propone no resulta original. Aquí la película se concentra en el nuevo capitalismo, y sus efectos insoportablemente perversos en un país comunista. Sofisticadísimos puticlubs con un ejército de chicas disfrazadas -de soldado, enfermera o maquinista de tren- para cumplir las fantasías del cliente local y foráneo; descomunales puentes donde trenes de alta velocidad sufren graves accidentes; inmensos rascacielos alzándose en las brumas del horizonte generando beneficios y corrupción; minas estatales vendidas al capital extranjero dando beneficios solo al espabilado local. Audis A6, jets privados. Pregúntate si prefieres la dictadura de los mercados o la de un partido único diciéndole al pueblo que no está dominado por los mercados.

El filme es una suma de relatos en cuatro regiones distintas de china, con elementos y personajes que se comunican unos con otros con la pericia de un maestro. Según Jia Zhangke, 43 años, las historias son todas extraídas de casos conocidos que han sido difundidos por redes sociales. El estilo es preciso, la atmósfera impecable. Un indignado armado con escopeta de caza, un inmigrante ladrón, una recepcionista de casa de masajes, un joven obrero. Sus vidas se desarrollan en una superestructura incontrolable. De esa espiral de codicia, lujuria, injusticia y arbitrariedad nace la violencia. Hay bellos momentos poéticos en el filme, pequeñas señales casi imperceptibles, que son como respiraderos en el estercolero que describe. Si ese vertedero existe, que nadie dude que su inmundicia nos arrastrará. El arte prolonga y hace más llevadera la agonía, pero no nos salvará.

Jeune et Jolie (Joven y bonita) / Perlas. Una chica de diecisiete, Isabelle (Marine Vacth), pasa de la virginidad a follar sin pausa cuando después de una primera experiencia sexual en verano decide dedicarse a la prostitución de lujo en otoño, a 300 euros el servicio. El invierno empieza con una muerte imprevista y la primavera… La primavera siempre es renacimiento.

El francés François Ozon ganó el año pasado la Concha de Oro con la magnífica En la casa y Jeune et jolie no la supera. La impresión es que trata un asunto esencialmente femenino a partir de una mirada masculina. La decisión por la que la hermosa joven, gracias a las posibilidades que brindan la telefonía móvil e Internet, se dedica a ofrecer su cuerpo a hombres de todos los colores no está clara. Así que quizás haya que pensar que lo menos importante sea por qué lo hace. Aparentemente el objeto es ella, pero puede ser que en realidad lo sean sus amantes, que encima pagan. El filme participó este año en la sección oficial del festival de Cannes.

La película tiene buena factura. Diálogos, interpretaciones y el guion dividido en cuatro estaciones -cada una como acto independiente- funciona, los personajes tienen complejidad y te los crees. Es indudable que detrás hay buena mano. Lo que más me gustó fue la banda sonora. Pero también hay un permanente vouyerismo en la película que la devalúa, no sé si me explico. Hay que añadir que Ozon no lo disimula, es explícito desde el plano con el que arranca el filme. ¿Abordaría una directora un filme así? Lo dudo. Mi amigo Xavi el vulcanólogo salió de la función impresionado. “¿La viste bien? Sin duda, son los pechos más bonitos vistos en el 61 Zinemaldia.” En realidad lo expresó de otra manera.

La banda sonora. Efectivamente. Tal vez cada una de las cuatro canciones que acompañan a las cuatro estaciones y a las cuatro aristas de la misma mujer que es Isabelle, puedan definir de un modo diferente y quizás más universal lo que el psiquiatra al que termina ‘condenada’ la joven intenta desentrañar. Ozon deja el peso de estas ‘Cuatro Estaciones’ en otros tantos temazos de la maravillosa e inigualable Françoise Hardy. Las compartimos aquí como complemento musical imprescindible a esta crónica cinematográfica. No lo duden. Tómense su tiempo, escúchenlas y se harán una idea de quién estamos hablando. De quién es Isabelle. Esa muchacha que escogió Lea, así se llamaba su abuela materna, como ‘nombre de guerra’.

VERANO. L’amour D’un Garçon

(…) Hiciste de mi
lo veo claro
Otra cosa
Ya no soy más, eso es cierto,Yo no soy, es cierto,
Aquella que yo era
La pequeña niña que conociste niña que sabía
Ya no existe más (…)

OTOÑO. A Quoi Ça Sert

Como tú, tengo un corazón
Que no puede prometer nada
Al que el amor le da miedo
Pero que quizás te ama
¿De qué sirve esconderlo?
¿De qué sirve escaparse?

INVIERNO. Premiere Recontre

PRIMAVERA. Je Souis Moi

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Comentarios

  • Stephanie

    Por Stephanie, el 28 septiembre 2013

    Acabo de descubrir tus crónicas, y me he enamorado. Me gusta mucho mucho mucho cómo escribes. Sigue, por favor!

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