La música como medicina y como dolencia

La música como medicina y dolencia

Tai O'Leary

Un giradiscos ‘vintage’. Foto: Tai O’Leary

La música salva almas y cuerpos, pero también los enferma. Si ya es ampliamente reconocido el valor de la musicoterpa como tratamiento, incluso más efectiva muchas veces que las píldoras calmantes, más desconocidas resultan las dolencias que afectan, algunas veces gravemente, a músicos y cantantes, desde Phil Collins a Louis Armstrong. ¿Quién cura a los músicos? Afortunadamente ya hay en nuestro país institutos que se encargan de prevenir y curar sus males.

Que la música posee un gran valor terapéutico para todos es ya algo indiscutible en el siglo XXI. En numerosas ocasiones hemos oído hablar del poder de la música para sanar el alma y también el cuerpo a través de la musicoterapia, una psicoterapia que utilizando el sonido, la música y elementos corpóreos sirve para abrir canales de comunicación en el ser humano y que, gracias a instrumentos musicales convencionales y no convencionales, logran múltiples efectos y aplicaciones en enfermos de diferentes dolencias. Son múltiples sus beneficios, pero principalmente en lo psicológico, sin olvidar la parte corporal, porque se necesita movimiento para ejecutar los instrumentos y porque la sesión podría incorporar danza o en algunos casos simplemente caminar. Ayuda a que una persona se comprenda mejor a sí misma y al entorno, tanto natural como social. Además de contribuir a la concentración, a la atención auditiva y a captar mejor las emociones.

No hay un estilo mejor de música, ya que cada uno de nosotros poseemos una identidad sonora personal desde la gestación, sonidos particulares de la familia, de la casa, del barrio donde nacimos, del trabajo, del colegio y de la música en sí, que evoca recuerdos únicos y particulares.

Ha estado entre nosotros desde el principio de los tiempos, millones de años, en todas las etnias y pueblos ancestrales que curaban a su gente con cánticos, danzas y rogativas. Fue después de la I Guerra Mundial cuando por casualidad se descubrió que calmaba a pacientes víctimas de la violencia. En la II Guerra Mundial ocurrió lo mismo y desde entonces pasó a ser fenómeno de estudios académicos en Estados Unidos.

En los años 50 del siglo XX, un grupo de estudiantes norteamericanos comprobó que sus resultados en los exámenes mejoraban notablemente si antes escuchaban a Mozart durante algunos minutos. Así empezaron las investigaciones sobre las obras del compositor austriaco y sus efectos en las personas. Y han quedado suficientemente demostrados los beneficios que tienen ciertas obras de Mozart cuando son empleadas en determinadas circunstancias. Al parecer, la estructura de sus frecuencias musicales, en una tesitura que son en promedio más agudas, tienen un efecto sobre la corteza cerebral, y es ahí donde se producen los distintos resultados.

Los beneficios de la música son incontables, sobre todo durante el embarazo, al proporcionar al bebé ciertos efectos que le permitirán después tener mayor facilidad y rapidez en su desarrollo psicomotor y de distintas habilidades.

De hecho, la musicoterapia se empieza a utilizar, además de en el período del embarazo, en las salas de parto, en pabellones quirúrgicos. Se ha empleado con muy buen resultado como sedante para tratar quemaduras, que son muy dolorosas; se ha comprobado incluso que es más efectiva que los calmantes que dan los médicos, que diez minutos de escuchar una obra musical adecuada permite una relajación y un alivio mucho más efectivo que cualquier ansiolítico.

En Turquía, por ejemplo, hay hospitales que trabajan en base, exclusivamente, al efecto de la música. Si un paciente llega enfermo del hígado, lo internan y le aplican un tratamiento haciéndole escuchar ciertos sonidos especiales, ciertas armonías que se ha determinado que provocan un efecto preciso para el hígado. Actualmente existen doctorados de musicoterapia en prestigiosas universidades de Europa y EE UU. En nuestro país contamos entre otros con el Instituto MAP (Música, Arte y Proceso) en Vitoria, que trabaja con esta disciplina desde hace más de 20 años, aunque en los últimos años se ha extendido por todo el país.

Pero, paradojas de la vida, mientras cantantes y músicos nos curan cada día con sus obras, ¿quién se encarga de curar a quienes nos alivian con sus melodías?

¿QUIÉN CURA A LOS MÚSICOS?

Ser músico y vivir de la música, además de difícil en los tiempos que corren, supone distintos riesgos, además de ser una profesión muy sacrificada. Muchos años de estudio, largas horas de ensayos y actuaciones hacen que a menudo el esfuerzo físico y psíquico que requiere esta disciplina artística acabe pasando factura, y los músicos sufran diversas patologías profesionales, estrés o los miedos escénicos que pueden presentarse ante, por ejemplo, una actuación. Cada instrumento tiene una técnica y unos riesgos específicos y, afortunadamente, para eso existe la Medicina del Arte, una especialidad médica que, poco a poco, se va extendiendo y que trata dolencias de artistas -actores, bailarines, lo que normalmente se conoce como artes escénicas-, y a todas aquellas personas que utilizan su cuerpo como medio de expresión, además de cantantes y músicos.

En el caso que nos ocupa, los músicos, son algo así como atletas emocionales, pero la diferencia es que el deportista está cuidado por médicos traumatólogos y fisioterapeutas, y los músicos se entrenan solos y no tienen suficientemente en cuenta la prevención. Cuando acuden al médico, la mayoría recibe el mismo diagnóstico: tendinitis. Sin embargo, frecuentemente se trata de otras patologías, por esfuerzos repetidos, por ensayar sin hacer periodos de descanso, no mejorar la postura, ni volver a la simetría… El jugador de fútbol no está todo el tiempo jugando al fútbol: entrena, corre, hace abdominales, y otro montón de cosas. En cambio, el músico sólo entrena de una única manera, y es… tocando.

Por ejemplo, un músico virtuoso es capaz de tocar entre 20 y 30 notas, y de realizar 72 movimientos con ambas manos por segundo. Pero el despliegue de destreza anatómica que hace posible esas ejecuciones que dejan sin aliento no es gratuito, y las manos y los brazos de estos artistas se cobran -con lesiones dolorosas- las horas de entrenamiento y los esfuerzos excesivos. Adoptar malas posturas o realizar movimientos repetitivos genera en muchos músicos problemas musculo-esqueléticos. Recientes estudios apuntan que alrededor del 50% de los músicos sufrirá a lo largo de su vida lesiones de este tipo. Así que tocar profesionalmente un instrumento musical puede desgastar al músico a lo largo de su vida y hacerle sensible a lesiones físicas relacionadas con su instrumento.

Se calcula que más del 70% de los músicos presenta lesiones en algún momento de su carrera, lesiones auditivas o problemas musculo-esqueléticos por mala postura, dependiendo del instrumento que se ejecute, sea éste de cuerdas, de vientos o de percusión. Pueden ser simétricas, como las que aparecen en quienes tocan el piano o la batería, o asimétricas, como en el caso de los violinistas. Como dato curioso, cabe resaltar que más de un tercio cancelaron actuaciones o interrumpieron su carrera.

En nuestro país contamos desde hace años con un centro de referencia y pionero en el mundo en esta disciplina, dedicado al diagnóstico, prevención y tratamiento de las patologías de los músicos. Se trata del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte con sede en Terrassa (Barcelona), un lugar donde puedes ir con tu instrumento musical y donde te tratan como a un trabajador que acude con un problema específico y que puede ser estudiado y solucionado en la mayoría de los casos. Al frente del instituto, el doctor Jaume Rosset, especialista en Medicina del Deporte, cirujano ortopédico y traumatólogo, quien además de investigar y tratar las dolencias, básicamente de los músicos, es autor de varias publicaciones científicas y divulgativas sobre la Medicina del Arte. Además, mencionar el Instituto Valenciano de Medicina del Arte (IVAMA) y diversos profesionales que se dedican a atender a los músicos de nuestro país de forma individual.

Cuando el paciente acude a una consulta de estos centros, en la mayoría de los casos tiene que tocar allí para que el médico pueda observar cuáles son sus errores posturales; muchas veces basta con retocar el instrumento, porque es él el que debe adaptarse al músico, no al revés. Por ejemplo, es muy frecuente que las rodillas de los pianistas altos tropiecen con la superficie inferior del piano.

El tratamiento que se ofrece en estos centros aborda sus problemas físicos y también los emocionales. El 80% de los músicos padece ansiedad y miedo escénico. Al igual que los deportistas. En esta unidad, el equipo médico se centra en la preparación y la recuperación. La relajación antes y después es un elemento clave; les enseñan ejercicios para esto y para mejorar el control mental y saber cómo provocar estímulos agradables para controlar los pensamientos inútiles. Los propios músicos reconocen la importancia de la mente. «Es muy importante que imaginemos cómo queremos que salga el concierto, tocando perfectamente y disfrutando del momento», asegura Ricardo Roca, profesor de piano y asesor del Instituto Valenciano de Medicina del Arte.

LOS MUSICOS SUFREN SUS LESIONES EN SILENCIO

Las lesiones más comunes que suelen darse en los músicos son las sobrecargas musculares debidas al esfuerzo de la práctica del instrumento y las tendinitis, por la inflamación de un tendón, muy molestas. La guitarra y el bajo son los instrumentos que más problemas causan a los músicos (57%) con la tan temida inflamación de los tendones (comúnmente del bíceps), cuyo origen se encuentra en las digitaciones rápidas o cambios de estilo que realizan, sobre todo, los guitarristas.

Aunque los instrumentos más peligrosos son la batería y el órgano. Al parecer, el 85% de los bateristas y los organistas padecen lesiones, posturales y articulares, disfunciones o dolores que llegan a incapacitar a ese músico para tocar su instrumento. Tocarlos implica movimientos simultáneos de pies y brazos, una gran exigencia postural, inestabilidad esquelética: padecen la espalda, las articulaciones, los tendones. Los violinistas suelen sufrir también dermatitis y dolores en la mano izquierda y el hombro.

Louis Armstrong.

Louis Armstrong.

En el caso de los instrumentos de viento, los trompetistas -único oficio que provoca ruptura de un músculo facial- suelen sufrir lesiones del músculo que rodea la boca, el orbicular, sobre todo porque al reproducir las notas altas, la presión de los labios es mucho mayor. Este trastorno es bastante doloroso y su curación requiere una intervención quirúrgica. Curiosamente, esta enfermedad es la única que tiene nombre de músico. En 1982, un médico español, el doctor Planas, dio el nombre de Síndrome de Satchmo a la ruptura del músculo orbicular de la boca en trompetistas (aunque puede producirse también en los intérpretes de otros instrumentos de viento). Satchmo era el apodo con el que se conocía a Louis Armstrong, y en su honor lo llamó así el médico español. Es posible que nunca hubiéramos disfrutado de canciones como Hello Dolly!, When the Saints Go Marching In o la maravillosa What a Wonderful World en la peculiar voz grave de Louis Armstrong si, a mediados de los años treinta del siglo XX, el trompetista no hubiera sufrido la dolorosa ruptura del músculo de la boca a consecuencia de la fuerza con que apretaba la embocadura de su instrumento. Armstrong tuvo que dejar de tocar la trompeta durante un año; y, aunque luego corrigió su forma de tocarla, desde entonces tuvo que evitar anteriores excesos y fue intercalando la voz con la trompeta en sus actuaciones.

Una de las lesiones considerada irreversible es la denominada Tinnitus, o pérdida del oído externo. El afectado no percibe sonidos del exterior, aunque al interior le queda un zumbido permanente, lo que también podría afectar la psique del individuo, provocándole angustia y desesperación. Esta lesión se debe a que el músico (también el público) está sometido a constantes sesiones de música cuyo volumen supera los 65 decibelios, el nivel máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. De acuerdo con este organismo, la capacidad auditiva se deteriora en la banda comprendida entre los 75 db y 125 db, y alcanza un estado de dolor cuando se rebasa este último rango. Para evitar esta lesión, se sugiere utilizar tapones que protejan los tímpanos en sitios donde se rebasa dicho nivel de volumen, cosa que no hacemos ninguno.

Pero la lesión más frecuente y preocupante para un músico es la distonía focal, una enfermedad que provoca la contracción involuntaria de los músculos del cuerpo, a veces muy dolorosa. La distonía es una enfermedad que impide el uso normal de las articulaciones, haciendo difícil el movimiento. Aunque el origen es desconocido, se sospecha que podría tratarse de un mal funcionamiento del cerebro. Es reversible y se trata de lograr el cerebro reaprenda, engañándolo. Hoy en día se recuperan el 40%.

Phil Collins.

Phil Collins.

CATÁLOGO DE MÚSICOS CON DOLENCIAS GRAVES

Un intérprete muy bueno (piano, guitarra, violín…) súbitamente deja de tocar bien porque uno de sus dedos se encoge. Por ejemplo, Robert Schumann dejó la interpretación para dedicarse únicamente a la composición, debido a una parálisis en los dedos anular y meñique de la mano derecha, producida por el exceso de ensayos. Lo mismo sucedió con el famoso compositor y pianista Gary Graffman o el violinista Gonçal Comellas, en los años 80, que tuvo que abandonar y pasar a dirigir.

La historia de la música registra numerosos casos de artistas que, incluso, abandonaron su carrera tras sufrir los estragos de las enfermedades o lesiones propias de su actividad. Es el caso del músico británico Phil Collins, que en 2010 anunciaba que una lesión le impediría volver a tocar la batería, el instrumento tras el que estuvo durante los últimos 50 años. El origen de la lesión de Collins fue consecuencia de la postura con la que el famoso batería de Genesis tocó durante décadas. En la última gira del grupo (en 2007) se dislocó algunas vértebras de la parte superior del cuello, y eso afectó gravemente a sus manos. Mis vértebras han ido dañando mi médula espinal; ni siquiera puedo sostener las baquetas sin sentir dolor o tocar el piano”, explicó en su momento Collins, que además padece desde el año 2000 una avanzada pérdida de audición.

Pero a Collins se le suman una larga lista de músicos en los últimos años. Hacemos un repaso rápido. Una distonía focal en la mano izquierda ocasionó que el guitarrista John Sepetys dejara la banda Hair of the Dog a principios de 1999. Demonaz, guitarrista del grupo Inmortal, abandonaba a finales de los 90 ese grupo de black metal noruego debido a una “infección crónica del tendón”.

Saúl Hernández, vocalista del grupo mexicano Caifanes, padece una severa enfermedad en la garganta, un papiloma que forma tumores en las cuerdas vocales, que a veces tiene su origen en carecer de una buena técnica de canto, por la cual ha sido intervenido en más 17 ocasiones.

Héctor Buitrago, de Los Aterciopelados, a mediados de 2001 fue operado de una tendinitis en el brazo izquierdo, un caso similar al de Juan Garrido, guitarra de Amaral, quien pasó por las manos y los consejos de Jaume Rosset, del Instituto de Fisiología y Medicina del Arte. .

Hansi Kürsch, bajista-vocalista y cantante en Demons & Wizards, perdió en 1998 el 50% de la capacidad auditiva, debido al alto decibelaje durante los conciertos de su banda de heavy metal. Estuvo hospitalizado bajo una terapia consistente en infusiones de oxígeno, antes de pasar inactivo en casa durante meses.

Está el caso de Jason Newsted, que en su momento dijo haber salido del grupo Metallica, entre otros motivos, por una “grave lesión cervical”, producto de tanto cabeceo mientras toca, lo que le impedía realizar extensas giras. Bad Religion, por su parte, pospuso la gira que tenía programada por Europa en 2001, cuando su loco baterista, Bobby Schayer, se lesionó una vértebra cervical. El médico que lo atendió señaló la posibilidad de que no pudiera volver a tocar con el famoso grupo de punk-hardcore. A su vez, el guitarrista del grupo de metal progresivo alemán Vanden Plass, Strephan Lill, sufría en abril del 2000 el Síndrome del Túnel Carpal. El músico autodidacta se había excedido en la digitación de uno de sus solos durante algún concierto.

En agosto de 1999, Spin Doctors se encontraba en plena gira promocional de su álbum Here comes the Bride, cuando a su vocalista Chris Barron le detectaron una extraña parálisis en las cuerdas vocales. Diversos especialistas lo analizaron y algunos de ellos aseguraron que el cantante no recuperaría la voz en su totalidad. Para fortuna de sus admiradores, a principios de mayo de 2000 reaparecía en solitario como telonero de los conciertos de Luz Casal en nuestro país.

A todos ellos se les sumaría una larga lista de nombres de artistas y músicos conocidos o no de nuestro país, de todos los estilos y disciplinas artísticas, actores, cantantes, sopranos, guitarristas, baterías, violinistas…, pero afortunadamente nos encontramos más cerca de conocer profundamente los problemas que afectan a los músicos para encaminarnos a la prevención, diagnóstico y tratamiento de sus enfermedades profesionales.

Para más información, recomendamos leer los libros ‘El Cuerpo del Músico. Manual de Mantenimiento para Un Máximo Rendimiento’, de Jaume Rosser Llobet y George Odam (Editorial Paidotribo, 2010); y ‘Lo que todo músico tiene que saber sobre el cuerpo: Aplicación práctica del mapa corporal para hacer música’, de Bárbara Conable (Laertes, 2012).

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Comentarios

  • Dani

    Por Dani, el 22 octubre 2014

    Una corrección, Hansi Kürsch es el vocalista de Blind Guardian, ha hecho un par de discos en un proyecto paralelo denominado Demons & Wizards, pero no es su banda principal.

    • Eva Tovar

      Por Eva Tovar, el 23 octubre 2014

      Dani, gracias por la corrección y disculpas . Un saludo

  • temazcal

    Por temazcal, el 23 octubre 2014

    Es absurda esa insistente utilización de las terapias alternativas como substituta de los «pérfidos calmantes que dan los malvados doctores y que fabrica la endiablada industria farmacéutica». Vale ya, que somos mayorcitos. Un dolor que desaparece con una distracción y una técnica de relajación es un dolor muy leve. Los analgésicos son muy útiles para dolores agudos y dolores crónicos severos. La música y las múltiples técnicas de relajación son útiles como complemento para el tratamiento de dolor crónico y para estimular a personas con discapacidad o enfermedad mental. Es una terapia más a añadir, pero no la panacea. Si me rompo una pierna que me den tramadol, no la marcha turca.

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