Maria de Medeiros: «Demasiada cultura de entretenimiento es un peligro para la democracia»

maria medeiros

“Pedir disculpas por parte de un Estado engrandece la democracia”. Así de clara se muestra la polifacética Maria de Medeiros (Lisboa, 1965) en la presentación en Madrid de su última película como directora, Los Ojos de Bacuri, con motivo de la VII Muestra de Cine Brasileño Novocine. La cinta recorre la historia de tres generaciones de mujeres afectadas por la dictadura militar en Brasil. La iniciativa parte del propio Gobierno. ¿Se imaginan algo similar aquí?

Charlamos con Maria de Medeiros sobre el proyecto, sobre democracia, crisis y pérdida de valores, pero también de las diferencias entre el cine europeo y americano, de directores de cine como Tarantino,  de su experiencia en el cine español, de su gusto por la bossanova o de la siempre compleja relación entre España y Portugal.

Los Ojos de Bacuri es un encargo del Gobierno de Brasil para reparar los daños a las víctimas de la dictadura militar. ¿Cómo se afronta artísticamente un proyecto de esa envergadura?

No quería hacer efectos estilísticos de dirección sobre el dolor ajeno. Me asustaba un poco filmar momentos muy traumáticos, por eso quise hacer una dirección muy minimalista y seca, casi árida…

Hay un instante donde una de las protagonistas dice “en el momento que fui presa ya no tuve más memoria”. ¿Tú has intentado recuperar su memoria? 

Fue su manera de resistir a la presión de la tortura: se le borró todo de la memoria. Nuestro cuerpo, nuestro espíritu nos ayuda de alguna forma en momentos de terror como ese. Y, efectivamente, recuperar eso implica recuperar la memoria, que es todo un proceso.

Hablando del proceso, ¿cómo ha sido trabajar con personas que no son actores y encima con historias tan intensas?

El trabajo fue que se sintieran en confianza conmigo. Yo estoy ahí para escucharlas no para ponerlas en escena o pedirles que hagan esto o aquello; que sepan que no voy a manipularlas, porque hay un riesgo cuando sabes que la gente te está confiando cosas tan íntimas.

¿Cómo ha reaccionado el público que ha visto la película?

Las primeras proyecciones entre amigos y gente que había hecho la película y de la época fueron una sinfonía de sollozos. Fue muy emocionante para todos, para todos los que conocieron a Denis joven, a Bacuri…, revivir todo ese relato

Los Ojos de Bacuri es una especie de continuación de Capitanes de Abril, tu documental sobre la Revolución de los Claveles en Portugal, que además consiguió un Globo de Oro. ¿El cine tiene que ser más comprometido que evasivo?

El arte es libre, no tiene que ser nada. A veces el arte que parece más fuera de todo es el que está hablando de cosas más concretas y comprometidas. Personalmente me gusta que las películas establezcan un diálogo conmigo, que me hagan descubrir algo. No me apasiona la idea del entertainment donde pasas dos horas distraído y luego no te acuerdas de nada. Hay un cierto peligro en la distracción. La democracia es un sistema exigente pero frágil, si pasamos mucho tiempo distraídos se nos puede ir de las manos…

Al trabajar delante y detrás de la cámara, imagino que esas dos facetas se retroalimentan.

Al conocer el otro lado de la cámara soy mucho más paciente con los directores. [Risas] Sé por lo que pasan. He aprendido a ser mucho más dócil y solidaria.

¿Con cuántos directores has podido trabajar a lo largo de tu carrera?

Nunca he sido de contabilizar nada, ni el número de películas, ni de directores…

¿Alguno que te haya dejado una huella especial?

En España, por supuesto Bigas Luna, que era una persona genial y encantadora, pero también me gustó mucho trabajar con Gonzalo Suárez, con Juanma Bajo Ulloa y, luego, con tantas otras personas famosas como Tarantino o Guy Madden, un director canadiense de culto.

En España tu primera película fue Huevos de Oro, de Bigas Luna.

Sí, no hablaba castellano. Me da vergüenza decirlo, pero cuando llegué a España hablaba en inglés, un poco ridículo. Bigas me puso una profesora muy buena y aprendí muy rápido el castellano, es muy parecido al portugués, no fue tan difícil. Toda orgullosa fui al rodaje y todos hablaban en catalán… [Risas] Pero, bueno, el rodaje salió bien.

¿Cómo definirías la experiencia de trabajar en Pulp Fiction con un genio como Tarantino?

Genial, muy divertido para todos los actores trabajar con él, porque él es un espectáculo. No tienes la impresión de tener que asegurar el espectáculo porque es él mismo. Además, es increíble su cultura cinematográfica, su creatividad; es una persona muy precisa trabajando, en sus textos, sus puestas en escena…

Vives entre Europa —Barcelona y París— y América —Sâo Paulo—. ¿Qué diferencias hay entre los tipos de cine que se hacen en cada lugar?

La verdad es que no es muy distinto en el sentido de que el cine en el que yo he participado siempre es un cine de autor, y ese cine de universo artístico del director es, de alguna forma, igual en todas partes… Lo que pasa es que en Europa estamos pasando esta crisis terrible que afecta mucho al cine, y en Brasil es el movimiento contrario: se están haciendo muchas películas en este momento, hay mucha creatividad y muchas más ayudas de empresas públicas y privadas. Así, Los Ojos de Bacuri ha recibido el apoyo de la Comisión de Amnistía y Reparación, que está incentivando todo tipo de trabajos artísticos sobre estas cuestiones.

¿Qué contacto tienes con el cine español actualmente?

Intento estar atenta y creo que es un cine muy bueno y variado. Es muy importante que haya todo tipo de directores y propuestas artísticas muy distintas. Eso construye la riqueza de un país. Ha ido creciendo y  sorprende que ahora sea lo contrario. El tema del IVA, por ejemplo, no ayuda nada…

En Francia es al revés…

Allí es que tienen una ley de apoyo al cine francés y por eso es un cine muy vivo que se exporta por todas partes, tiene mucho éxito en todo el mundo. Luego fomentan la idea, muy cierta, de la excepción cultural, es decir que no se puede equiparar el producto cultural a cualquier otro producto del mercado. Es evidente que saben defender lo cultural.

Me gustaría hablar también de tu vertiente musical. De pequeña, tu padre te ponía música clásica, luego te acercas a otros géneros como la bossanova. ¿Qué importancia das a la mezcla de estilos en tu música?

Es verdad que durante toda mi infancia solo escuché música clásica. Durante la adolescencia viví en Austria. Al regresar a Portugal de nuevo, durante la Revolución de los Claveles, cambió mi vida y descubrí otra realidad y un montón de música: la música brasileña que aún hoy es mi gran referencia y la música que adoro. Los músicos brasileños piensan el mundo a través de la música. Da igual que sean grandes autores como Caetano Veloso o Chico Buarque, o los sambas más populares, hay una sabiduría de vida que es preciosa. Luego me interesé por otras músicas. Aquí en España me encanta el flamenco. En mi último disco, Pájaros Eternoscolabora Raimundo Amador.

En este disco te lanzas definitivamente a componer.

Fue como algo natural. Yo empecé como intérprete, de ahí pasé a colaborar con otros músicos, improvisando, y de repente me encontré componiendo.

Al no ser nativa, ¿cómo te surgen las letras en castellano?

Van saliendo en distintos idiomas, como los sueños: tengo sueños en distintos idiomas también… Hablo castellano a diario, porque mi marido es español y es mi idioma cotidiano.

¿Crees que cada estilo tiene una lengua propia? ¿Sonaría igual una bossanova en castellano?

Se puede intentar como algo divertido, pero es verdad que están íntimamente relacionados idioma y música. Yo adoro hacer todo tipo de mezclas…

¿Y concibes un fado en un idioma que no sea el portugués, o flamenco en inglés?

Cierto, no sale igual, sale otra cosa. Porque por ejemplo, la bossanova, que es una música muy generosa y abierta, ha tenido versiones en inglés de todas las grandes cantantes de jazz. Es linda, pero es otra cosa, no exactamente bossanova, aunque quede precioso también.

Como lisboeta, ¿cómo estás viviendo todo lo que está pasando en tu país con la crisis? ¿Hay un documental ahí? 

Hay muchos documentales, muchas historias por contar, pero creo que nos hemos quedado, y hablo como europea, tan petrificados con lo que está pasando que a veces desde fuera dices: “¿por qué no se están haciendo más cosas?”. Desde dentro te quedas sorprendido en el fondo con los retrocesos que son rapidísimos, valores que parecían adquiridos se ponen en entredicho. De momento yo creo que nos encontramos en un estado de shock.

¿Conoces mucha gente afectada por los recortes?

Todos. Es una tragedia. Todos mis amigos del cine están paralizados. El cine está paralizado en Portugal. Es terrible, porque precisamente en un momento de crisis como este, nos ayudaría el arte. Sería una posibilidad de reflexionar y encontrar soluciones.

¿Dónde están esas soluciones? 

En la reflexión, el diálogo, la comunicación, en las propuestas artísticas y también filosóficas. Hay que ver los errores pasados y repensar soluciones futuras, pero no se puede destruir y que vayamos a peor.

En ocasiones me da la sensación de que en España, aún estando tan cerca, vivimos al margen de todo lo que ocurre en Portugal, a todos los niveles, también cultural. Tú, como portuguesa que ha trabajado mucho aquí, ¿cómo lo percibes? 

Yo tengo esa sensación en Portugal. Los españoles son mucho más abiertos a las cosas portuguesas que al revés. Por ejemplo, es increíble y fantástico el cariño que España ha dado a José Saramago, incluso más que en Portugal. Y también a la música portuguesa: todos los músicos portugueses vienen aquí y son recibidos maravillosamente. Me da pena que Portugal no se abra más a España.

¿Por qué crees que puede ser?

Son cuestiones un poco irracionales que vienen por una transmisión histórica confusa y oscura.

Los Ojos de Bacuri puede verse en la Sala Berlanga de Madrid el lunes 11 de noviembre a las 21.30 y en el Teatro Juan del Enzina de Salamanca el miércoles 20 de noviembre a las 21.30. En ambos casos la entrada es gratuita.

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Comentarios

  • Guillermo Chéspir

    Por Guillermo Chéspir, el 11 noviembre 2013

    Si no se ha nacionalizado, me parece que María de Medeiros es portuguesa. En la entrevista confirma:

    «…Durante la adolescencia viví en Austria. Al regresar a Portugal de nuevo, durante la Revolución de los Claveles…»

    • Isa J Moya

      Por Isa J Moya, el 11 noviembre 2013

      Claro que es portuguesa. No veo donde se pone en duda…

  • Luis

    Por Luis, el 11 noviembre 2013

    Solo manifestar que María de Madeiros, es portuguesa. Nacida en la ciudad de Lisboa

  • Carlos Diego

    Por Carlos Diego, el 11 noviembre 2013

    «Caramelito», que gran actriz .

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