Miguel Mora: “La burbuja inmobiliaria financiaba a los partidos, la del fútbol sirve de opio del pueblo”

El periodista Miguel Mora fotografiado en Madrid.

El periodista Miguel Mora fotografiado en Madrid.

El periodista Miguel Mora fotografiado en Madrid.

Esto es mucho más que una entrevista sobre fútbol. Las diferencias sociales se acentúan con unas desigualdades económicas cada vez más lacerantes. También el fútbol de élite. La comparación puede resultar odiosa pero, entre millonarios, también hay clases. El Atlético de Madrid del Cholo Simeone ha combatido el obsceno duopolio Madrid-Barça con una temporada que será recordada por sus seguidores como ‘El año de nuestras vidas’ (Ediciones B). Así titula el periodista Miguel Mora (Madrid, 1964) un libro que es memoria de una temporada inolvidable para los atléticos, pero también de memorias personales y reflexiones que van más allá del fútbol como simple hecho deportivo.

Mora, periodista de ‘El País’ hasta hace unos días, recibió a ‘El Asombrario & Co.’ en su domicilio madrileño. Vuelve a Madrid tras nueve años como corresponsal del periódico en Lisboa, Roma y París. Otra firma de prestigio de la que prescinde el periódico de Prisa.

“Decidí que prefería ser forofo del Atleti a ser plumilla del Atleti y tener que fingir que era objetivo”, confiesas en un momento del libro. En otro momento dejas caer: “Ya sabíamos que iba ser casi imposible que el Atleti ganara la Liga tranquilo antes de la última jornada. La cosa tenía que llegar viva al último partido para que el Atleti llegue muerto a la final de la Champions”. ¿Valoración en calidad de forofo o de plumilla?

En este caso de plumilla forofo, que es lo bueno del libro, que puedo hacer de plumilla y de forofo a la vez. Primero, porque es un libro instantáneo. Había una prisa de la hostia y no te podías quedar quieto ni un momento. Para ser plumilla objetivo hace falta tiempo, sin eso es imposible.

La rapidez, ¿reñida con la objetividad?

Completamente. La inmediatez, totalmente reñida con la objetividad. Además quería ser forofo, porque creo que hay una descompensación total en la información deportiva en España, en el peso que tiene el periodismo madridista y culé frente al periodismo objetivo. Hay dos o tres periodistas que escriben a favor del Atleti y además en contra de los dueños del equipo, lo que es una gran diferencia también respecto a la prensa madridista y culé, que escribe al dictado de los dueños. Esas honrosas excepciones, silenciadas y sistemáticamente ocultadas por los periódicos -porque están en medio de la marea de propaganda de los dos grandes-, necesitaban también un poquito de cariño y compañía. La oportunidad de escribir un libro sobre el Atleti del Cholo tiene que servir para reivindicar que hay otra vía, la tercera vía, que no todo es duopolio y que el sistema es más sano si hay un tercero incómodo. Y que si hubiera un cuarto, un quinto y un sexto incómodos, sería más sano, más bonito todavía, probablemente no sería este submundo de corrupción, de información sometida al poder, de elogio desmedido, de páginas y páginas de chorradas de los dos grandes. Habría más pluralidad, más democracia. Es aplicable a cualquier otro ámbito del periodismo y de la vida nacional. Cuanta más opinión diversa, mejor. Cuanta más crítica al sistema de poder, también.

‘El año de nuestras vidas – La epopeya del Atlético de Madrid’. La definición más sobria de epopeya en la RAE dice que se trata de un “conjunto de hechos gloriosos dignos de ser cantados épicamente”; la más grandilocuente añade que en ellos “interviene lo sobrenatural o maravilloso”. Y yo que pensaba que esto simplemente era un libro de fútbol…

(Risas) Creo que hay mucho de sobrenatural y maravilloso en esta epopeya. Por cierto, el subtítulo es de la editorial, no mío, aunque puedo estar de acuerdo en que es una epopeya. Y sobre todo en que es una epopeya con final trágico. Eso es lo más bonito, porque es una repetición casi patafísica de la tragedia de Heysel cuarenta años después, en el momento más inesperado y con el número 4 vestido de blanco que mete el gol por el mismo sitio en que lo metió el número 4 alemán vestido igualmente de blanco hace 40 años. Creo que eso le da un carácter legendario a la epopeya, la convierte en una cosa mítica, la mete en el curso de la historia y le da otra dimensión. ¡Y es sobrenatural! Porque realmente es muy difícil que un equipo pueda perder las dos Copas de Europa que ha jugado de la misma manera con 40 años de distancia. Es muy complicado y ha pasado. Sólo el Atleti es capaz de hacer eso, nadie más que el Atleti en el mundo.

Tanta atención al fútbol y a los futbolistas, tan poca a sus “numerosas operaciones opacas”. ¿A qué se expone un periodista dispuesto a poner sobre el papel esa “burbuja podrida” que, según dices, está alimentada “por la inmensa mayoría de los medios”?

Al ostracismo, al silencio, a la burla, también a una situación de indefensión. ¡Es que no tienen hueco! Pienso en Rubén Uría, en Petón, en Iñako Díaz-Guerra del As, grandes periodistas todos pero una gota en un océano, una gota de una visión distinta en medio de una corriente mayoritaria que es explosivamente millonaria, prepotente, arrogante, que tiene todos los elementos de un abuso de poder. Los periodistas en esa situación están claramente sometidos al poder de sus medios y de sus compañeros. Puede pasar que, después de que el Atleti haya hecho la mejor campaña de su vida, llegue a Lisboa a jugar con el Madrid y los previos de los periódicos deportivos den doce páginas del Madrid y una o dos del Atleti; esa es un poco la proporción. Admiro mucho que gente como la que te he citado siga luchando por contar la verdad, sobre todo porque tienen esa cosa que les distingue de los otros, que no son forofos ciegos sino forofos y buenos periodistas que además critican la manera de gestionar el club que hay en el Atleti. En los años 70 se hablaba en los toros y en el fútbol de los “sobrecogedores”. Ahora ya no necesitan ni sobres, porque son tan forofos que yo creo que lo hacen gratis. Se ponen físicamente la camiseta para salir en las webs.

Algo que se ha trasladado a las tertulias en las que cada periodista representa a un partido político.

Exacto. Sospecho que esta metáfora de la política nacional en la que se ha convertido el fútbol, o viceversa -no sé qué vino antes, si el huevo o la gallina-, reproduce los mismos esquemas de pensamiento y, sobre todo, de distribución interesada y programada del espacio mediático. Camus decía que todo lo que ha aprendido se lo debe al fútbol y aquí se puede aplicar la máxima de que lo que pasa en el fútbol está pasando en la política. Si ves el caso de Podemos, la histeria en la que han caído los partidos grandes y los medios es exactamente igual que lo que ha pasado con el Atleti.

¿Está preparada la sociedad para ver desaparecer clubes y competiciones en estricto cumplimiento de la legalidad?

Creo que no. Creo que esa burbuja interesa más políticamente casi que la burbuja inmobiliaria. La otra financiaba a los partidos, pero esta sirve de opio del pueblo. Esta supone introducir un elemento de polémica, de competitividad, de rivalidad, que si no fuera útil políticamente no existiría. Es evidente que los derechos [televisivos] se reparten políticamente. Los presupuestos de uno y otro son tan desmesuradamente grandes respecto a los demás que una desigualdad tan brutal no puede ser sino producto de un programa, de un diseño. Y hay un estado de las cosas que es imposible de cambiar. Hace poco France Football informaba de que Florentino Pérez y Sandro Rosell facilitaron a Catar 2022 el apoyo de la Federación Española y de otras federaciones latinoamericanas con las que tenían muy buena relación a cambio de negocios personales, y es una noticia que prácticamente no se ha dado en España. Esa censura indica muy bien hasta qué punto es intocable ese sistema.

Pero a nivel social… Por ejemplo, yo vengo de Pamplona. Osasuna tiene una deuda descomunal con Hacienda. Ha descendido a segunda división, se hablaba incluso de una posible desaparición del equipo. Lo contrario implicaría hacer una enorme vista gorda.

Se hizo ya con el Celta y el Sevilla, si no recuerdo mal. Los bajaron a segunda hace unos años y los recuperaron porque la afición protestó. Esto no es Italia, donde a la Juventus la han bajado a segunda por amañar partidos. Esto no es Italia, nunca lo ha sido y nunca lo será. Tampoco es Francia, donde detienen a Sarkozy. No es Estados Unidos ni es Inglaterra, sigue siendo muy diferente en muchas cosas y creo que la sociedad no está lista para exigir ese tipo de responsabilidades. ¡No las está exigiendo! No sólo los aficionados al fútbol, que puedes entender que hagan la vista gorda, sino los demás. Imagino que más o menos la mitad de la población no será aficionada al fútbol y no veo que protesten porque el Atleti deba 400 millones a Hacienda, que es algo disparatado. Han hecho un calendario de pago opaco, como todo lo demás. Que estemos en esa situación y que nadie controle esas deudas, que nadie las exija y que llegue el verano, en plena crisis y con el país hundido, en recortes, y nos entretengan con que si Bale va a costar 105 o Neymar 110 [millones de euros] es realmente obsceno, y no parece que haya nadie dispuesto a acabar con ese tinglado. Ni la sociedad ni, desde luego, el sistema.

Antes del comienzo del Mundial de Brasil, el escritor Isaac Rosa publicó un artículo en eldiario.es en el que decía: “Me admira vuestra capacidad de disociación cuando del fútbol se trata. Sois capaces de disfrutar, enloquecer, celebrar, aun sabiendo que es un negocio gigantesco en manos de una organización corrupta como la FIFA, turbios magnates propietarios de clubes, patrocinadores a cual más odioso, gobernantes que hacen la vista gorda (desde países que se pliegan a los organizadores, hasta ayuntamientos que recalifican terrenos para el propietario del equipo local). Y jugado por millonarios precoces, convertidos en modelo social”. ¿Por qué crees que se produce esa disociación?

¡Porque el equipo de fútbol de uno es como la familia! Uno no pone el estándar de la pureza en una cosa sentimental, que no tiene nada que ver con lo racional, sino que es algo que uno ha mamado y de lo que se ha enamorado, a lo que le ha dedicado tiempo y afición desde pequeño. Es un hobby, una afición. Por ejemplo, Mujica, el presidente de Uruguay, ha salido diciendo que los de la FIFA son una manga de hijos de puta. Estamos absolutamente de acuerdo, pero el tío estaba absolutamente loco porque Uruguay llegara a la final y ganara, ¿no? Ya sabemos que la competición es corrupta y desde luego había que tener mucha capacidad de disociación para seguir siendo abonado del Atleti cuando Jesús Gil se hizo presidente. Yo aguanté tres o cuatro años y me quité. Con la vuelta del Cholo, al margen de los directivos, tienes la recuperación de una esencia clásica del equipo: la garra, la lucha, la rebeldía en un mundo de más ricos. En esa toma de postura también existe la ideología. Lo que yo no podría ser jamás es del Madrid ni culé. Ahí sí que es difícil disociar. Es un aparato de poder tan inmensamente grande que identificarse con eso es realmente difícil. En la final de Lisboa yo estaba sentado en mitad de los merengues -camuflados muchos de ellos, porque no se hicieron notar hasta que marcaron-, y cuando el Atleti estaba por delante pensaba: “¡Qué maravilla ser del Atleti y no tener que ser del puto Madrid!”. Ganaremos o perderemos, pero el estilo, la manera de sentirlo, la manera de vivirlo, es totalmente distinto.

Mencionas en el libro en un par de ocasiones la famosa fotografía de Florentino Pérez y José María Aznar en Lisboa, durante la final de la Champions. Se buscan y se encuentran en el abrazo. Te permito una extensión mayor que la de un pie de foto. ¿Qué nos explica esa imagen, más allá de dos aficionados madridistas que celebran un gol?

La connivencia entre poder político y poder futbolístico en España. Alguien tendrá que estudiarlo pero probablemente con el movimiento de [Artur] Mas han tenido que ver también los éxitos de Guardiola, que han sido también los de la selección. En gran parte fueron culpa de Luis Aragonés, pero también de los jugadores del Barça. El Madrid ha tenido menos influencia porque el madridismo de esos años era Raúl y cuando se fue Raúl es cuando empezó lo bueno. Eso se lo deberemos siempre a Luis Aragonés. Creo que todo eso ha tenido que ver con la evolución del nacionalismo catalán, con que haya cogido ese peso que no llamaré intelectual pero que sí ha potenciado la reivindicación. Con ese poder futbolístico se han sentido los reyes del mambo. En los años 60 y 70 el centralismo funcionaba también en el fútbol. Cuando ganaron ligas el Athletic y la Real fue un síntoma de que el país se estaba abriendo a las autonomías. La evolución política y futbolística siempre ha sido muy clara. En ese sentido, el Atleti y el Madrid han sido vistos como reflejos del poder de Madrid. En realidad, no sé por qué el Atleti…

Tiene su ironía que en Madrid haya un periódico deportivo dedicado al Atleti hecho por un medio catalán, ‘Mundo Deportivo’.

Ya sabes que la pela es la pela y habrán visto que hay un nicho, es la única razón posible. También es verdad que la ovación del Nou Camp en el último partido al Atleti también fue una demostración de que no todo es política en ese enfrentamiento entre el centro y Cataluña. Los catalanes distinguen muy bien entre lo que es el Atleti y lo que es el Madrid. El enemigo común es el Madrid, no son tan enemigos entre ellos. La rivalidad es mucho más sana que esta cosa indecente en la que nos metieron en los últimos años, absolutamente histérica y sacada de quicio.

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Los años del ‘mourinhismo’ han sido terribles…

En realidad Mourinho, como portavoz de Florentino, porque yo creo que el que instala ese clima de animadversión y belicismo es Florentino.

Conocemos bien la foto de Aznar y Florentino, no conocíamos hasta ahora la de Miguel Mora dirigiéndose a Aznar en el campo: “Me toqué la cara con la palma de la mano tres o cuatro veces, le hice el gesto de 5 minutos, y luego el del dinerito fresco”. Pero, ¡qué mal perder, Miguel Mora!

No, mal perder no. Había que decirle a uno de los factótums del poder de Florentino y del Madrid que ese equipo se ha acostumbrado como casi siempre a ganar con ayuda, era el momento de decírselo. Yo perdí estupendamente. Me fui a mi casa tranquilamente y al día siguiente me puse a escribir.

Esa foto hizo que muchos madridistas de buena voluntad tuvieran que defenderse.

¡Claro! Además eso. Si yo tuviera que ir al palco del Madrid y compartir sitio con todos esos señores, la verdad… Hombre, no digo yo que en el palco del Atleti se sienten Borges y Bioy Casares (Risas), pero hay una diferencia.

“El Atleti es de natural un equipo jondo, sexy y vacilón, pero algunas veces tanta pasión se convierte en un obstáculo para la vida marital”. Dices que los partidos del Atlético del Cholo han hecho que todo lo demás de tu vida quedara supeditado “al seguimiento estricto y férreo del calendario” de partidos. ¿La familia de Miguel Mora era atlética o no le ha quedado más remedio?

Por la cuenta que les trae a las pobres, no creo que tuvieran otra posibilidad. Lo explica también la niña, Elisa, al final del libro. Que yo les empecé a llevar al campo de pequeñas, que a ellas les daba igual, pero que poco a poco han ido entendiendo y que este año con…

O sea, se han apuntado en el año bueno, el fácil.

No es que se hayan apuntado, pero han entendido que… En fin, vino muy bien perder la Copa de Europa –esto es una boutade, pero vino bien- para que no creyeran que esto era ganar y ganar como el Madrid. Lo nuestro es ganar y sufrir y luego perder.

Al respecto, haces una reflexión en el libro. Piensas que a tus hijas les iba a enseñar “muchas más cosas que la victoria, que les iba a hacer más sabias y sensibles (…), que lo normal es que los débiles pierdan ante los poderosos”. ¿Contra qué vacuna la derrota?

Contra la arrogancia, la prepotencia, contra tener que ganar siempre como sea, contra esa sensación que tienes cuando ves un partido del Madrid en la que es ganar o ganar y lo demás… Se vio en el mismo partido de Lisboa. La gente del Madrid despidió a Benzema con una pitada espantosa. ¡A Benzema! Porque consideró que no había metido los cuatro goles que tenía que haber metido contra la mejor defensa de Europa. La afición del Atleti, cuando marcó el gol Bale, empezó a aplaudir y no paró hasta mucho después de que acabó el partido. Si hubiera perdido el Madrid, como debería haber pasado, estoy seguro de que su afición hubiera despedido al equipo con una sonora pitada, con abucheos, y se hubieran ido a su casa sin esperar a que recogieran ni la medalla. Creo que esa es una gran diferencia.

“Un equipo solidario y humilde que juega con la coordinación de una orquesta sinfónica y se mueve con la solidaridad de un ballet comunista”. El Atleti “es el equipo jondo por antonomasia”. “El mensaje del Cholo, que tiene tanto de Bolívar como de Maradona, es también un mensaje postmarxista, y no solo por su visión colectivista del trabajo: si se cree y se trabaja, se puede”. Vaya, y yo que pensaba que fútbol es fútbol.

(Risas) Ya sabes que está Galeano, hay toda una tradición de fútbol marxista. En este caso, como el Madrid y el Barcelona se han hecho representantes del capitalismo más salvaje, del capitalismo pérsico, del capitalismo del ladrillo, del mercado por encima de todas las cosas, que el Atleti les haya mojado la oreja tiene un componente político. ¡Claro que lo tiene! Hombre, esa frase está subida de tono, desde luego, no la repetiría, pero sí tiene un componente evidentemente político, y el propio Simeone lo sabe cuando llega a Neptuno y dice: “Cuando se cree y se trabaja, se puede”.

Cuando escuché ese mensaje, pensé: sí, pero a determinados niveles.

Claro. No siempre, desde luego los que están desahuciados, aunque quieran y trabajen, no podrán. No es aplicable a todo, pero es una buena filosofía para tirar adelante en las malas. En eso el Cholo ha sido una ayuda para mucha gente, no sólo para los aficionados del Atleti. Es verdad que al Atleti no le ha regalado nadie nada, los arbitrajes han seguido siendo tan malos como lo han sido siempre, la prensa lo ha tratado igual o peor que siempre, porque encima ahora metía miedo. Es decir, se lo han currado y además contra una directiva que parece que lleva la camiseta blanca.

Y ahora, ¿qué esperamos del Atlético la próxima temporada?

Lo peor y lo mejor, como siempre.

Volverás a ver los partidos en el campo, ¿no?

He estado pensando en abonarme, pero creo que lo voy a ver por la tele porque estoy mayor para bajar al Manzanares… Y para darle dinero a Gil y a Cerezo, la verdad…

Has compensado con este libro al plumilla deportivo que pudiste ser. Imagino que en cierto modo ha sido un ejercicio de descongestión intelectual de tu trabajo como corresponsal en París. Dices en el libro que tu padre leía cuatro o cinco periódicos al día. ¿Qué está pasando con el periodismo? Yo no leía cuatro o cinco diarios, sí dos, pero me he sentido expulsado del quiosco.

Sí, todo el mundo. Acabo de llegar a Madrid y estos días he estado dando un paseo por varios quioscos, he hablado con los quiosqueros, y es como los años 60, que nadie va ya al quiosco. Creo que básicamente los periódicos se han suicidado y el periodismo se ha convertido en un sector Ryanair muy desagradable con los periodistas y con los lectores. Hay varios motivos para eso. El primero es la deuda económica que tienen todos, generada por los años del pelotazo y la locura. El segundo, que esa deuda implica que los bancos son los dueños de tu destino. El tercero es que los editores de prensa, en general, se han convertido en una parte de la élite, del sistema político y económico, porque han ganado sueldos muy altos y han pasado a formar parte de él. No es como antes, que muchos eran periodistas, no empresarios metidos en el sistema económico y político. La primera consecuencia de todo eso es que los lectores han pensado que los periódicos no están al servicio de los ciudadanos sino al servicio del sistema. Eso ha alejado a muchos lectores. Y también está el mal uso de las tecnologías. No la culpa de las tecnologías, sino el mal uso de las tecnologías. Es decir, utilizar las tecnologías para dar noticias gratis, de forma casi inmediata y con una abundancia en la que es imposible orientarse. Esa desorientación, esa sobreabundancia, esa sobredosis de noticias ha igualado los teletipos con las firmas, la opinión con la información, los reportajes con la crónica de urgencia, ha difuminado los géneros, la autoría del periodismo y ha devaluado por tanto la mercancía, que era la noticia. Sobre todo nos han dicho que eran periódicos cosas que ya no lo son, sino que son rulos continuos de información que no tienen jerarquías, no tienen prioridades, que no tienen más orden que el cronológico de lo que va llegando. Todo eso ha desvirtuado absolutamente el concepto de periódico, ha hecho que el papel llegue el día siguiente ya muerto, porque todo lo hemos leído ya la noche anterior. No se ha sabido separar entre una cosa y otra. Estamos en esa fase. Creo que es todo culpa nuestra, no de las tecnologías ni de nadie más.

Ahora que vienes de Francia. Esta relación con el poder, ¿se evidenciaba también en los medios convencionales, en los grandes medios franceses?

En Francia la connivencia entre poder político y prensa es incluso mayor.

Comentabas recientemente el caso de Manuel Valls y la denuncia por racismo.

Que no se publica. Por ejemplo, el caso Leonarda Dibrani lo vi en Twitter, leí después un blog que había escrito un profesor suyo denunciando lo que había pasado, lo escribí para El País, salió publicado ahí y en Francia no pasó nada. Al día siguiente amplié la información, hablé con el alcalde del sitio, me enteré un poco, El País lo dio ya en primera página y 48 horas más tarde Le Monde se dignó por fin a publicarlo. Pero habían tratado de silenciarlo durante dos días. No hay más que ver cómo están Le Monde y Liberation, absolutamente al servicio del poder y del sistema económico. Algunos dirán que son periódicos institucionales. Sí, son periódicos institucionales, pero antes buenos periódicos y ahora malos periódicos.

Y Leonarda acabó expulsada.

Leonarda fue expulsada y, curiosamente, le dio además tanta popularidad a Valls que acabó promoviéndole a primer ministro.

Lo que dice mucho de la sociedad en este momento.

Una parte muy importante de lo que está pasando en Europa es lo que está pasando en Francia. La deriva de Francia hacia ese miedo irracional a todo lo que no pueda controlar, a lo que se escape un poco de lo institucional, es terrorífica. No hay más que ver lo que ha pasado con Marine Le Pen. El bipartidismo está hundido en la mediocridad. El partido de Sarkozy, hundido hasta las trancas en la corrupción; el Partido Socialista, hundido hasta las trancas en la autocomplacencia y el pensamiento neoliberal más radical, habiendo olvidado quién le dio a Hollande los votos para ganar. Ha pasado otras veces, también con Mitterrand. Pero resulta que Marine Le Pen es la política más valorada en este momento. Uno piensa que es lógico que lo sea, y es que los otros son tan malos que se lo han puesto muy fácil.

Para un periodista, ¿es más fácil escribir en una corresponsalía sobre temas que no dejan de ser externos al país de origen de su medio, que escribir sobre lo que pasa en su propio país?

Ya te lo diré. Cuando me fui yo estaba en Cultura y no escribía de esto. Luego he escrito mucho de política en Lisboa, Roma y París. He escrito siempre con mucha libertad y sin ningún tipo de…

¿Nunca has tenido llamadas al orden?

Sí, ha habido llamadas, quejas y protestas, pero eso nos viene en el sueldo. Ahí lo único que puede hacer el periódico es quitarte y cambiarte, y a veces te cambian y no sabes por qué. Tú puedes hacerte tu propia idea, pero cuando eres crítico con la derecha, con la izquierda y con el Vaticano, como era yo, vete a saber quién me echó. Yo no tengo ni idea. Creo que Berlusconi no fue, pero puede ser que sí. Más bien creo que fue [Massimo] D’Alema, nunca se sabe. O el Opus Dei, también puede ser. En cualquier caso, hay que tener esa tranquilidad de que si te echan te echan, de no preocuparse por no saber quién se ha quejado. Ya te diré si es más difícil, si es que aquí hay algún sitio para escribir. Yo espero escribir con la misma libertad con la que he escrito allí. Bueno, no espero, yo seguiré escribiendo con la misma libertad. Veremos si alguien lo publica y si alguien se queja. Habrá que verlo.

“Adiós a 22 años maravillosos en El País”, escribiste en Twitter para anunciar tu marcha del periódico. ¿Te vas? ¿Te echan? ¿Te inducen a irte?

Es un asunto del que prefiero no hablar mucho, estamos todavía terminando de perfilar la salida. Simplemente no hemos llegado a un acuerdo para seguir y he preferido irme. Podría haber vuelto a Madrid, pero no me ofrecieron nada interesante para seguir creciendo profesionalmente. Han sido 22 años estupendos, espléndidos, y sólo siento agradecimiento. La verdad, ningún rencor. El periódico tiene una empresa detrás, la empresa toma sus decisiones, el periódico las asume y no hay mucho más que decir. Ha sido una relación magnífica durante 22 años, he sido corresponsal en tres países, he aprendido mucho y dado lo que he podido, ahora se ha acabado y a otra cosa. No se acaba la vida ni la carrera. Soy relativamente viejo, tengo 49 años, pero intentaré buscar otro camino y sobre todo espero encontrar uno nuevo en España, porque no parece que esté fácil…

¿Duele? O uno llega ya vacunado.

(Silencio). ¿España?

No, la situación personal.

No, he tenido tres meses para pensarla. Y creo que es lo mejor para las dos partes.

También puedes hablar de España, si quieres.

España duele más que la situación personal. La verdad es que me ha sorprendido. Estos nueve años que he estado fuera he seguido viniendo por vacaciones, pero esta vez que he visto la cola y la oficina del paro, que los quiosqueros me han contado… En fin, me he detenido un poco más a observar y la verdad es que me ha producido un efecto duro porque he visto a la gente asustada, a los jóvenes muy desanimados y por la calle se nota un ambiente triste y de pobreza de hace 40 años. He tenido esa sensación, supongo que a lo mejor es prematura, pero esa tristeza no era habitual aquí. Esa tristeza es lo que más me ha sorprendido, veo a la gente realmente descontenta. Al fin y al cabo, España ha sido siempre un país siempre muy folclórico, o lo que quieras, pero la gente siempre ha sido simpática y echada para adelante, y ahora notas que está apagada y acojonada. Supongo que es lógico porque ha sido muy duro. Lo que ha pasado por aquí ha sido un tsunami, un ciclón…

Que sigue girando, además.

Claro, no ha dejado de girar, a pesar de las chorradas que dicen los políticos sobre la recuperación. Hasta que no llegue la recuperación real a esa gente que está pasando hambre y está jodida, es una broma macabra decir esas cosas.

Fíjate que se habla en algunas comunidades de mantener abiertos los comedores escolares en verano y la respuesta política es que no, porque se estigmatiza a los niños y a sus familias.

Es muy bonito decir eso. Es como decir que no les vamos a llamar gitanos porque se les estigmatiza, ¿no? Así nos olvidamos de ellos. Es mejor olvidarnos de ellos y que pasen hambre que estigmatizarlos. Y son ellos los que deciden si se les estigmatiza o no. Y así es todo. El lema parece que sigue siendo “que se jodan”, y esa filosofía es realmente sórdida y siniestra. Por eso es todavía más chocante lo que se ve. El franquismo era una dictadura, un régimen militar y fusilaba a la gente, y aquí de momento no fusilan a nadie pero, salvando todas las distancias, la sensación de que el poder está en contra de los ciudadanos es muy evidente y eso es muy duro.

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Comentarios

  • grunsins

    Por grunsins, el 10 julio 2014

    una entrevista muy interesante que no he podido terminar por culpa de los colores del texto, especialmente el de las preguntas. Me duele la vista!

    • El Asombrario

      Por El Asombrario, el 10 julio 2014

      Hemos tomado nota. Disculpas. Y tal vez ahora pueda leerlo mejor. Muchas gracias por leernos, aunque a veces,metamos la pata. Un saludo.

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