Mortal y rosa, el genital

El escritor Francisco Umbral.

El escritor Francisco Umbral. Foto: Pedro Carrillo.

Las librerías de antiguo pueden esconder grandes tesoros. Así nos lo cuenta el autor, Sergio C. Fanjul, haciéndonos partícipes de una de sus últimos descubrimientos: un ejemplar, con una extraña dedicatoria, de Mortal y rosa de Francisco Umbral.

Lo cierto es que eso de Mortal y rosa puede sonar a carne, a sudor, a sexo chungo. ¿Qué es mortal y rosa? Pues el genital, está claro. O al menos eso debió pensar el perverso polimorfo que le dedicó el libro más famoso de Francisco Umbral a su compañero de juegos. El ejemplar lo encontré en una librería de viejo, más bien un rastrillo de libros, en la madrileña Plaza de Cascorro, donde se celebra el Rastro. La dedicatoria decía así:

«A Gonzalo, señor y dueño de mis fantasías más perversas, de su compañero y amigo del sado. Un fuerte azote en el trasero con mi látigo de tres púas. Fdo.: Barragán. PD1: cuida esa caries. PD2: hazte revisiones dentales cada 6 meses. PD3: no dejes que ningún chino te fotografíe la boca confundiéndola con la Muralla China».

La verdad es que se trata de un documento inquietante este que le dedica Barragán a Gonzalo, su compañero y amigo del sado, sobre todo ese rollo final sobre caries, revisiones dentales y chinos fotógrafos. ¿Qué significa todo eso, qué extraño lenguaje privado manejan estos dos letraheridos? ¿Sería Barragán, además de lo otro, el dentista Gonzalo? ¿Por qué Gonzalo se deshizo de un libro tan bueno con una dedicatoria tan entrañable? Quién sabe. Pero, especulaciones aparte, estoy seguro de que al propio Paco Umbral, con su voz de caverna y su rostro de piedra, le hubieran divertido estas líneas, aún escritas en el sentido libro en el que trataba la muerte de su hijo. Un lector que use con frecuencia el látigo de tres púas es algo a lo que todo escritor serio debe aspirar. Además, escribir también tiene algo de sadomaso, sobre todo si se practica al ritmo que lo hacía Umbral.

Traigo a colación esta dedicatoria calentita para arrojar algo de luz sobre las maravillas que uno se puede encontrar en las librerías de viejo, sobre todo si tiene mucho tiempo y poco dinero. Yo cada vez frecuento más librerías de viejo y, además, tengo especial gusto por las más cutres, las más perroneras: esas que no tienen ningún tipo de filtro o selección y ponen a la venta las miles de noveluchas que les donan cuando algún anciano muere en el barrio y deja tras de sí todo el marrón. Y aún me gustan más esas que no son ni siquiera librerías sino almacenes de trastos y chatarra en los que, junto a los muebles viejos, los maniquíes, los espejos rotos y las figuras de flamencas, se amotinan esos libros huérfanos que nadie quiere y que hasta el trapero mira con desconfianza. Ahí, entre novelas históricas y románticas, debajo de los manuales sobre perros y jardinerías, aún más allá de la nutrida literatura ensayística en torno al Rey don Juan Carlos y la Transición, ahí se encuentran los tesoros ocultos.

Uno le pregunta al extoxicómano que regenta el local cuánto cuesta un libro y el “nota” se queda escudriñando el volumen unos segundos… ¿Qué se le pasa por la cabeza? ¿Qué profundas valoraciones está haciendo? ¿Sopesa la calidad literaria, la edición, la ilustración de la portada? ¿Sopesa el propio peso del ejemplar? El caso es que levanta la cabeza, ya humeante, y dice: tres euros. Y tú dices: no, mejor dos euros. Y el tío dice: vale. Y tú añades: por favor, ponme también aquella vieja figura de porcelana del pierrot triste. Ya has hecho el día.

Una cosa que me fascina de estos lugares, los rastrillos de libros hardcore, es que uno tiene ahí a su disposición de lo mejorcito de la Historia de la Literatura a precio de risa. Da la impresión de que este arte es más barato cuanto mayor es su calidad: uno puede ir a la Fnac o a El Corte Inglés a comprarse la última mierda de novela que ha escrito (o que le han escrito a) un presentador de Telecinco y le sablan 20 o 25 euros. Aquí, en la catacumbas librescas, por un euro o dos puede leer a Umbral, a Balzac, a Joyce, a Cervantes, a Kafka, a Flaubert o a don Ramón María del Valle-Inclán, casi regalado. Veinte clásicos de la literatura universal cuestan lo que un Jorge Javier Vázquez. Por eso, como dijo el poeta (también disponible a un euro), es de necios confundir valor y precio.

A está profusión de buenas letras que se da en algunos de estos establecimientos colaboran en gran medida algunas colecciones que se encuentran en todas todas todas las librerías de viejo de España: una colección de las mejores novelas en español que sacó El Mundo (una edición en la que cada libro llevaba un colorín, seguro que saben cuál es) y otra de las mejores obras de la literatura universal (unos austeros libros rojos y blancos) que sacó El País. Estos libros están por doquier y por pocos ecus: da la impresión de que España fue en masa a los quioscos a comprarlos y luego de que España fue en masa a donarlos a librerías de viejo. Da la impresión, en definitiva, de que a España le importa un pepino lo mejor de la literatura española y universal, y no me extraña porque ahora hay series muy buenas y para los cortes publicitarios ya está el Facebook. Luego hay otras colecciones longevas, como la de RTVE, una serie de libros setenteros que lo mismo te hablan del teatro actual (en los setenta) que de los jóvenes contraculturales, del marxismo hoy (en los setenta) que de las centrales nucleares. Y es muy interesante. Si un alienígena viniera del planeta Zordon y aterrizase en una librería de viejo, sobre todo en la sección de no-ficción, pensaría que vivimos en los setenta, que Don Juan Carlos es un joven superhéroe y que Ramón Tamames todavía es comunista. Vayan a las librerías de viejo, viajen en el tiempo, busquen sus pequeños tesoros y miren siempre las dedicatorias de Mortal y rosa. Yo no me compré aquel libro, así que debe seguir girando por ahí.

Sergio C. Fanjul a.k.a. Txe Peligro (Oviedo, 1980) es periodista y poeta. Actualmente trabaja como periodista, escribiendo sobre cultura y ciencia en el diario El País, además de publicar en PlayGround, Vice o Buensalvaje. Es autor de los poemarios Otros Demonios, Inventario de Invertebrados (Premio Pablo García Baena) y La Crisis. Econopoemas. También del libro de relatos Genio de Extrarradio. En El Asombrario mantiene la columna Solo ante el peligro.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

  • Pedro Carrillo

    Por Pedro Carrillo, el 12 julio 2016

    Hola Sergio, como detalle habría estado bien que en el pie de foto hubieras citado la fuente de la misma, sea el libro o el autor.
    Saludos cordiales

    Pedro Carrillo

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.