Nacho Mastretta: “Hay que apasionarse, el aburrimiento es un drama”

Foto ©Roco

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Clarinete en mano, se ha rodeado de músicos para emocionar (y hacer bailar) al público con la música instrumental de su orquesta. Nacho Mastretta nació en Barcelona, se crió en Cantabria y vive en Madrid. Con su banda presenta segundo disco (El reino de Veriveri), financiado a través del micromecenazgo, tras el primer trabajo, ¡Vivan los músicos!

Mastretta ha compuesto, además, para las bandas sonoras de películas como El gran Vázquez, Asfalto, Días azules y Va a ser que nadie es perfecto. Y hace unos años unió 12 voces de mujeres (entre ellas, Ana Belén, Julieta Venegas y Alaska) en el disco Luna de miel. Pero ahora no hay voces en Mastretta: la orquesta apuesta por el sonido instrumental haciendo de la música popular algo contemporáneo. 

Más que un disco o un concierto, ¿lo de Mastretta son experiencias musicales?

Sí, importa la experiencia, que esté presente, que sea un momento irrepetible. Eso es lo que te da impulso en la vida. A mí me pasa eso, leo un libro y me motiva a escribir, o lo mismo si das un paseo y te encuentras con alguien, o una obra de teatro, cualquier experiencia que te despierte sorpresa, emoción y te cambie los esquemas. A veces se nos olvida que la música es una experiencia física y sensual. Es la única manera que tenemos de conectar con el público, a través de los sentidos. Los cambios instrumentales cambian también sensaciones, ambientes, y se acaba contagiando la emoción.

¿Se lo pasan tan bien encima del escenario como parece?

Es básico. No creo que puedas emocionar a nadie si tú mismo no te emocionas. Si estamos fríos y no se dan las condiciones adecuadas, los conciertos no son iguales.

¿Es complejo definir la propuesta musical de Mastretta?

No es difícil, somos un grupo de música instrumental que tiene un espectro de timbres muy amplio (contrabajo, violonchelo, violín, tuba, trompeta, clarinete, saxo, guitarra piano, órgano y batería). Todos los timbres de la orquesta. Una de nuestras características es que todos los instrumentistas son solistas, cada cual tiene una canción en la que lleva la voz cantante y los demás acompañan, hay diálogo, damos importancia a la interpretación, se abre a la improvisación en muchos momentos y hay libertad para los músicos. A nivel estilístico la personalidad de cada músico aporta el toque de esencia necesario para formar un conjunto con estilos tan variados como los propios músicos, que tiene diferentes edades, proceden de distintos países y diversos ámbitos musicales, con lo cual tenemos todos los estilos desde clásica a rock pasando por jazz, folclore o flamenco. Lo que es distintivo claramente es cómo todos esos estilos se complementan y se llega a un punto de personalidad diferente.

Sin embargo, si decimos que es una orquesta de música popular la gente que no les haya escuchado se imaginará otra cosa.

Sería esa música popular pero contemporánea, que tiene en cuenta la historia de la música y que no es en absoluto nostálgica ni intenta recuperar nada pero sí es muy respetuosa con esa tradición, cuestionándola a través del interés que despierta. Innovadores como Duke Ellington, Piazzolla, que son clásicos del siglo XX, o Cole Porter, Edith Piaf, Cartola y esos estilos musicales que han formado parte de la música popular tienen algo que ver con lo que hacemos nosotros y la suma de esos estilos nos da la personalidad.

Ese diálogo interno entre los músicos requiere mucha conexión, no ha de ser fácil…

Es un trabajo, el proceso es lo que cuenta. En el camino encuentras todas las perlas, las emociones y las alegrías que te va dando la música. Poco a poco lo vamos consiguiendo, aún seguimos caminando hacia un ensamble mejor. Utilizamos muchos cambios de compás, de velocidad e intensidad, cuesta conseguir que esas transiciones salgan de forma natural y no cerebral o pactada. Así trabajaban siempre las orquestas, buscando su propio sonido distintivo y trabajando mucho los matices de expresión, que es lo que conecta con el público.

Se nutren de otras experiencias artísticas (danza, teatro, magia). ¿Mastretta es una fusión de muchas artes?

Nos pasa a todos, hemos trabajado con diversas artes, poesía, teatro, cine… Hay un contagio. Es necesario abrirse a los demás, escuchar, no sólo en la música. Los momentos de mayor esplendor en la humanidad han coincidido con mucho contagio entre artistas, científicos, políticos, pensadores, gente que cultivaba varias disciplinas (ciencia y arte). Ahora, en un mundo en el que se tiende a la especialización y el ensimismamiento es mucho más necesario que estemos atentos a los demás.

Un mundo que necesita también la música para contagiar alegría…

Estoy de acuerdo en que se necesita escuchar música pero es paradójico. Hay demasiada música en todas partes, en las tiendas, los locales, incluso a unos niveles bastante molestos que te impiden hablar. Y la música está cortada por unos patrones muy estrictos, en general, con muy poca libertad, muy machacona. Son exigencias que han pervertido lo que era un invento maravilloso como la radio. A principios de los años 20 llevó la música reservada a la aristocracia a todo el pueblo. Eras jornalero y podías escuchar a Beethoven, eso no había pasado antes, era patrimonio exclusivo de los ricos. Se democratizó, se extendió, se hicieron melómanos de toda condición social. Eso fue maravilloso. Ahora la radio, al adquirir poder, decide cómo hay que escuchar la música imponiendo sota, caballo y rey. Un empobrecimiento que merece una reflexión. La necesidad de música es sentarse tranquilamente a escucharla, no oírla de fondo mientras se hace otra cosa. No sólo con la música, con cualquier otra disciplina, es necesario sentarse a leer poesía o lo que te conecta con lo espiritual, cada cual como lo quiera entender.

¿Y el papel del silencio en lo musical?

El silencio es la base de la música, es imposible entenderla si no hay silencio. La música es algo que viene del silencio y vuelve al silencio. Se aprovecha del silencio para subsistir realmente, se va llenando de vacíos, de respiraciones, que necesitan ser cubiertos para cobrar el impulso. Así está hecha la música. No podemos hacer música sin silencios. Cuanto más reduzcas los matices y los recursos más difícil es expresarse, no puedes olvidar que tienes que hacer un silencio de vez en cuando porque puede ser incluso más expresivo. Y el silencio, en general, es también básico en la vida.

El reino de Veriveri ha salido adelante a través del micromecenazgo. ¿Es un soplo de aire fresco para la viabilidad de los proyectos?

Es un tema complicado, no he reflexionado suficiente. Tengo contradicciones. Es raro pedirle al público que financie los proyectos pero, por otro lado, es recuperar una idea bonita de la Ilustración que era vender los libros por suscripción. Pero enseguida hay empresas que se aprovechan y hacen beneficios a costa del contribuyente y se convierte en un negocio. La parte bonita es que la gente que está interesada en tu música lo financie y lo compren por anticipado, eso es precioso. En realidad, deberíamos estar tocando y no haciendo todo lo que hacemos para financiar los discos, pero es cierto que hay que luchar por sacarlos adelante y eso implica no sólo hacer música. Lo que pasa es que nos convertimos en burócratas. No está en nuestra naturaleza ser empresarios, lo hacemos mal a veces, nos enfadamos, no entendemos… Tengo mis dudas.

En el disco cada canción está inspirada en un músico…

En ¡Vivan los músicos! intenté que cada músico estuviera representado pero ahora creo que está más conseguido, los conozco mejor. La ventaja de conocer sus límites es que descubres que donde sí les puedes pedir dan mucho más de lo que esperas.

¿Mejor tocar en sitios pequeños que grandes?

Sí, intentamos acoplar la complejidad de sonido a la acústica del local y amplificar lo menos posible para que el público tenga el timbre real del instrumento. No es una música hecha para espacios de tanta gente, no es el sentido de lo que hacemos.

Amor y baile es una propuesta en la que ustedes incitan a bailar. ¿Ya no bailamos?

Es que el baile hoy es muy ensimismado, tiene poco en cuenta a la pareja y al grupo. Si vas a una milonga de tango, no sólo te fijas en tus movimientos sino que tienes en cuenta los movimientos de todas las parejas para ocupar el espacio sin molestar a nadie ni tropezarte. Es un arte maravilloso de convivencia y tranquilidad.

¿Cómo se crea la banda sonora para una película?

En el cine tocamos en directo mientras vemos las escenas, la música sale de la película, nos da las directrices. Cuando compones para cine ya te dan unos límites claros: la propia historia, los personajes, los colores, el ritmo, las emociones que quiere comunicar el director. Esos condicionantes te dan claves. La música de películas tiene un entronque con la música teatral desde los griegos. No hay mucho por inventar, sigue pareciendo mágico, pero las claves que tenemos ya están desde hace siglos, aunque puedes poner tu granito de arena en matices.

¿Y lo de componer para desfiles de moda de Jesús del Pozo?

En el caso de la moda fue una experiencia que hice un par de temporadas, por casualidad. Era en los años 90, trabajaba de técnico de sonido en la sala El Sol, iba con mi maqueta a todos lados. Jesús del Pozo me dio la posibilidad de trabajar profesionalmente, le estoy muy agradecido. Era música original en el desfile, lo cual le honra, aprendí mucho, basándome en lo que quería expresar. Él tenía una filosofía de la moda que sorprende, no tiene nada que ver con la idea de frivolidad que se tiene de ese mundo.

¿Cómo está siendo la experiencia en los conciertos infantiles del Teatro del Barrio en Lavapiés?

Estamos también en la orquesta del barrio, van rotando los músicos y se está creando una inercia para que la gente pueda ir a bailar con música en directo en vez de ir a una discoteca a escuchar música grabada. Es muy divertido. Y estamos haciendo conciertos infantiles, nos encanta. Es un espectáculo en el que los niños improvisan con nosotros, dirigen a los músicos y al público. Creo que les descubre la música de una forma totalmente diferente a lo que suelen explicarles, alejada de la educación tradicional. En nuestro caso se basa en la experiencia. No tienen prejuicios, son una esponja abierta a esa vivencia.

¿Por qué hay prejuicios con la música instrumental?

Es un problema desde el principio de los tiempos. La voz tiene lo atávico, te identificas enseguida, se mete en los genes. El instrumento tiene una tecnología que es espectacular. Es mágico combinar ángulos de inclinación, una tripa de cabra y una crin de caballo para que suene un violín, pero sigue siendo difícil aún superar a la voz humana. Los compositores tradicionalmente se han reservado la música instrumental para expresiones más íntimas y metamusicales.

Y se ha asociado a lo distante, lo elitista…

Claro, desvinculada del texto parece que tiene que ver más con lo etéreo y se aleja del público.

Dice que “las pasiones hay que favorecerlas para que la vida no pase desapercibida”.

Siempre que las pasiones no tengan que ver con lo destructivo o los asesinatos (risas). Sí, es básico ser apasionado con las cosas, sobre todo para no aburrirte. El aburrimiento es un drama, te lleva a la tristeza. La pasión hace que te interesen cada vez más cosas, que se te abra el mundo.

Mastretta (Nacho Mastretta, Miguel Malla, Diego Galaz, Pablo Novoa, Marina Sorín, David Herrington, Coke Santos, Luca Frasca, Pablo Navarro) presenta ‘El reino de Veriveri’ en el Café Berlín, Madrid, el jueves 6 de marzo.

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Comentarios

  • diego

    Por diego, el 03 marzo 2014

    ole

  • ruben

    Por ruben, el 04 marzo 2014

    Mastretta es un tío genial al igual que toda su orquesta. Les he visto en el concierto infantil en el Teatro del Barrio y niños y mayores disfrutamos un montón. Gracias!

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