No olvidamos a los 80 activistas medioambientales asesinados en 2015

Amazonía. Foto: Ana Cotta / Flickr Creative Commons.

Hay muchas maneras de callar opiniones. La más brutal es asesinar a quienes, valientes, expresan con libertad la defensa de lo que ellos creen justo. La ‘Ventana Verde’ de hoy va dedicada a los 80 activistas medioambientales -datos de Global Witness- y 110 periodistas -según un informe de Reporteros Sin Fronteras– que perdieron la vida el año pasado por ejercer su derecho a informarnos de lo que pasa en el planeta. Colombia, Brasil y Honduras son los países más peligrosos.

En torno a 80 activistas medioambientales fueron asesinados en 2015, según la ONG internacional Global Witness. Su informe reconoce que la cifra, aunque escabrosa, representa cierta mejoría respecto a 2014, cuando fueron asesinados 116 —casi uno cada tres días—. Aproximadamente tres cuartas partes de estas muertes tuvieron lugar en Centroamérica y Sudamérica; el sureste asiático fue la segunda región más afectada. Una vez más, el país más perjudicado fue Brasil, seguido de Colombia, Filipinas y Honduras. El informe destaca la relación directa entre los crímenes y la esquilmación de recursos con pingües y turbios beneficios: «Entre 2008 y 2012 hubo un ascenso sostenido de este tipo de crímenes, que coincidió con la última parte del ciclo dorado del precio de las materias primas. El cobre, el oro y el petróleo alcanzaron su cotización más alta en ese lapso. Durante esos cinco años, asimismo, los asesinatos anuales pasaron de 40 a 147, la mayor cifra de la última década».

En 2014, Brasil y Colombia lideraron la lista de países más peligrosos para la defensa del medioambiente, con 29 y 25 asesinados respectivamente; lo que representa casi el 50% del total de las muertes. En 2015 siguieron a la cabeza. El informe destaca algún caso, como cuando, el pasado abril, dos hombres encapuchados emboscaron y dispararon por la espalda a Eusébio Ka’apor, líder indígena del Amazonas brasileño que luchaba contra la tala ilegal en la selva. La comunidad a la que pertenecía ha recibido numerosas amenazas por parte de los madereros. “Ahora nos matan para intimidarnos. Dicen que es mejor que entreguemos nuestra madera antes de que muramos más. No sabemos qué hacer, porque no tenemos protección. El Estado no hace nada”, afirmó un representante indígena. «El 40% de las víctimas de 2014 eran indígenas. La mayoría pertenecían a comunidades que se oponían a grandes proyectos mineros, un patrón que parece repetirse en 2015». Otro ejemplo: «El indígena colombiano Fernando Salazar Calvo, presidente de una asociación de mineros artesanales en Caldas, fue asesinado en abril tras recibir amenazas por negarse a dejar la explotación de oro en manos de ilegales. Estos grupos contaminan las fuentes de agua con el uso indiscriminado de cianuro y mercurio para la extracción del mineral. Las autoridades colombianas no consideraron necesario brindarle protección al líder indígena, pese a haber sido alertadas del riesgo que corría, según denunciaron organizaciones políticas de izquierda.» Al menos 90 activistas han sido asesinados en ese país desde 2009. Si atendemos a los datos de población, Honduras (ocho millones de habitantes) es el país más peligroso per cápita para los defensores del medioambiente. Entre 2010 y 2014 se perpetraron 101 asesinatos.

Señala la ONG: «Activistas del mundo entero están muriendo en cantidades nunca vistas por intentar defender su tierra y proteger el medio ambiente frente al aumento de la competencia por los recursos naturales. Entre 2002 y 2013, 908 ciudadanos murieron asesinados cuando protegían los derechos sobre la tierra y el medioambiente. Los grupos indígenas se han visto especialmente afectados». «En 2014 se observó un aumento de los crímenes relacionados con proyectos hidroeléctricos, pero entre las principales causas se encuentran también la minería, la agroindustria y la tala. Las disputas por la propiedad, el control y el uso de la tierra fueron el trasfondo de casi todas estas muertes». Y añade Global Witness: «Hay poca información disponible al público sobre quiénes son los autores de los asesinatos pero, de entre los casos bien documentados de 2014, encontramos diez relacionados con grupos paramilitares, ocho con la policía, cinco con guardas de seguridad privados y tres con el ejército. Los verdaderos artífices de estos crímenes generalmente se libran de las investigaciones, pero la información de la que se dispone indica que, detrás de la violencia, generalmente se esconden grandes propietarios de tierras, intereses comerciales, actores políticos y agentes del crimen organizado».

Y termina el informe: «Muchos de estos defensores viven en comunidades remotas y pobres y cuentan con un acceso reducido tanto a los medios de comunicación como a la justicia, lo que los coloca en una situación de mayor riesgo. Además, pueden verse aún más aislados porque los tildan de opositores al desarrollo y los acusan de actuar en contra de los planes económicos de los Gobiernos. Se ha observado una tendencia alarmante por la que algunos Estados han usado legislación antiterrorista contra activistas que se oponían a proyectos a gran escala, describiéndolos como ‘enemigos nacionales’ para justificar los abusos». «La falta de un control sistemático y de información sobre la amenaza cada vez mayor a la que se enfrentan los activistas de la tierra y el medio ambiente está permitiendo que se cometan estos asesinatos y toda una serie de abusos, mientras los gobiernos y sistemas judiciales nacionales fracasan constantemente en su intento de proteger a sus ciudadanos contra posibles daños. En cualquier caso, incluso el número de asesinatos que se conoce es equiparable al índice de periodistas asesinados en el mismo periodo mientras desempeñaban su labor».

Ahí precisamente quería yo llegar, con los datos de otra organización por la que siento un afecto especial en su sección española, Reporteros Sin Fronteras (RSF), al frente de la cual está una periodista sólida e íntegra, Malén Aznárez. «En 2015, RSF registró que 110 periodistas fueron asesinados debido a su labor o que perdieron la vida en circunstancias sospechosas. En 67 de estos casos, la organización puede afirmar de manera oficial que los periodistas fueron asesinados debido a su profesión o mientras la ejercían –con lo que la cifra total de periodistas asesinados por este motivo asciende a 787 desde 2005–. En los demás casos, se sospecha que su profesión pudo ser la causa. A esta cifra hay que agregar los asesinatos de 27 periodistas ciudadanos y 7 colaboradores de medios de comunicación. Esta preocupante situación puede atribuirse a la violencia ejercida de forma deliberada contra los periodistas y muestra el fracaso de las iniciativas para protegerlos».

Entre los países más mortíferos para los periodistas en 2015, un país europeo, Francia, se encuentra en tercer lugar, tras India e Irak. El ataque perpetrado hace poco más de un año contra el semanario Charlie Hebdo contribuyó a que la tendencia de 2014 se invirtiera. Ese año, dos tercios de los casos de reporteros asesinados en el mundo se registraron en zonas de conflicto. En 2015, por el contrario, dos tercios de los periodistas asesinados perdieron la vida en países que se dice que están “en paz”.

“Es imperativo establecer un mecanismo concreto para que se aplique la legislación internacional en lo relativo a la protección de los periodistas”, ha señalado Christophe Deloire, secretario general de Reporteros Sin Fronteras. «Hoy en día, grupos armados perpetran ataques dirigidos contra ellos, mientras que numerosos Estados incumplen con sus obligaciones. Los asesinatos de estos 110 reporteros deben suscitar reacciones a la altura de la urgencia de la situación: debe nombrarse lo antes posible a un representante especial del Secretario General de las Naciones Unidas para la protección de los periodistas”.

P.D.: Para mostrar su compromiso con RSF España y las amenazas al ejercicio libre del periodismo, El Asombrario ha decidido formar parte de los padrinos de esta ONG, y hacerse cargo de difundir el caso del foto-reportero egipcio Mahmoud Abu Zied, en prisión sin cargos desde agosto de 2013. Estos apadrinamientos buscan dar la mayor difusión posible a estos casos; porque nada peor puede suceder que sus injustos casos no salgan a la luz y ellos se pudran en cualquier celda. Ya sabéis: la información es poder. En todos los sentidos.

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Comentarios

  • maria

    Por maria, el 18 marzo 2016

    !!GRACIAS!!

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