Darín recoge su premio Donostia y presenta una decepcionante ‘La cordillera’

Ricardo Darín recoge su premio Donostia. Foto: Montse Castillo.

Ricardo Darín recoge su premio Donostia. Foto: Montse Castillo.

Ricardo Darín recoge su premio Donostia. Foto: Montse Castillo.

Ricardo Darín recoge su premio Donostia. Foto: Montse Castillo.

El Festival Internacional de Cine de San Sebastián entregó ayer el segundo de los tres premios Donostia que ha otorgado en esta 65 edición. El domingo por la tarde lo recogió la realizadora belga Agnès Varda y ayer martes 26 le tocó el turno a Ricardo Darín, que presentó además su nueva película, ‘La cordillera’. Hoy lo hará la actriz Monica Belucci.

Darín presentó ayer en rueda de prensa La cordillera, dirigida por el argentino Santiago Mitre. Un thriller político en el que el actor interpreta al presidente de Argentina. Tan política es la película que en la rueda de prensa sobrevoló la pregunta del monotemático y omnipresente tema del referéndum catalán y el actor se zafó antes incluso de que la cuestión fuera ni siquiera pronunciada: «Te agradezco que no me hagas la pregunta que me vas a hacer». Algo que sí contestó en la entrevista concedida a Begoña Piña que se publicó ayer y donde se despacha bien a gusto.

Darín agradeció a un festival que considera su casa que le haya otorgado su máximo galardón y ha asegurado que para él ha sido una sorpresa, ya que “es como recibir un premio de la familia”. El actor argentino recibe el galardón dos años después de haber conseguido también la Concha de Plata al mejor actor en 2015 por Truman, premio que compartió ex aequo con Javier Cámara, su compañero en la película de Cesc Gay.

Estas son nuestras valoraciones sobre La cordillera y un par de propuestas más -la nueva genial interpretación de Joaquin Phoenix y el extraordinario homenaje a los hermanos Lumière- en este mar de cine que es el festival donostiarra. Propuestas que confiamos puedan guiarles a la hora de escoger en la cartelera.

La cordillera. Santiago Mitre. Argentina / España / Francia. Proyección especial Premio Donostia.

Cuando empieza La cordillera uno tiene la sensación de que las cosas van a ir bien, de que se va a divertir de lo lindo aunque todo parezca, de pronto, un remedo cinematográfico de un capítulo de la magnífica serie El ala oeste de la Casa Blanca de Aaron Sorkin. Están todos los ingredientes: la realista jefa de comunicación y ayudante fiel; el astuto e implacable jefe de gabinete, con poder casi absoluto, capaz de destrozar al adversario con una estratagema en el último segundo y en el centro de todo un presidente del gobierno. En este caso de Argentina, en lugar de estadounidense.

Se abre la película con el gabinete del presidente tratando de parar a alguien que quiere filtrar a la prensa que la campaña del recién llegado a la Casa Rosada fue financiada, en parte, con dinero no muy transparente ni legal. ¿Les suena? Eso para abrir boca. Todo habrá que taparse para la prensa con el asunto de una cumbre de presidentes latinoamericanos en la que se discutirá la creación de una alianza petrolera en la región.

Hasta aquí todo bien. La cosa empieza a hacer aguas en cuanto aparece, además, la hija del presidente Blanco que abre un melón psicológico que termina por no cerrarse muy bien en el metraje de la película. Esa historia paralela está bastante mal resuelta, al igual que el desarrollo de la cumbre y la presunta sorpresa final.

En La cordillera el suspense carece de suspense y lo psicológico, por no resuelto, parece más un pegote que el espectador ha de completar, que algo que haga avanzar la trama o que complete a un personaje del que tenemos casi siempre que ver que no es tan anodino como se le ha pintado desde que comenzara su carrera hacia la presidencia.

Al terminar de verla a uno se le viene a la cabeza, como diría un argentino: “¿Que los políticos son todos una panda de mala gente?, ¡chocolate por la noticia!”. (M. C.)

En realidad, nunca estuviste aquí. Lynne Ramsay. EE UU-Francia. Perlas.

En un festival de cine eres un ahogado, solo que aquí apareces flotando en la orilla hinchado de luz en vez de agua. También eres diferente del ahogado típico porque cuando te recogen para llevarte a la morgue tu piel es de color blanco pantalla en vez de azul. El día en que Arnold Schwarzenegger acudió al 65 Festival Internacional de Cine de San Sebastián para anunciar que quiere volver a salvar el mundo, esta vez de manera real coproduciendo el documental Wonders of the Sea 3D con el hijo del mítico Jacques Cousteau, la sección Perlas exhibió En realidad, nunca estuviste aquí, un retrato descarnado de un sicario brutal interpretado de forma imponente por Joaquin Phoenix que mereció dos premios en el pasado festival de Cannes, a mejor actor y mejor guión.

Cuando la película termina y un disparo en el tramo final deja sin habla al espectador, ocurre que todo lo visto puede volver a reinterpretarse. ¿Quizás lo que cuenta sea el retrato psicológico de un sicario pedófilo?

Desde el arranque, la proliferación de planos detalle con los que la directora Lynne Ramsay describe al personaje abunda en esa idea onírica que la película irá desarrollando. Prácticamente todo el filme está rodado desde el punto de vista del personaje de Joe que interpreta Phoenix. «Hazles daño», le pide el político al sicario cuando logre rescatar a su hija, refiriéndose a sus captores.

Pero la historia basada en la novela de Jonathan Ames da varias vueltas de tuerca y Joe se ve abocado a una huida hacia adelante cuya explicación, tal vez, esté solamente en su cabeza. La película es un vibrante ejercicio de cine de narrativa contemporánea. En medio del naufragio al que parece abocado su protagonista, la música aparece y desaparece de forma constante como si un enorme martillo picador hidráulico acompañara lo que pasa. ¿No hay salvación? Para saberlo, tienes que ver la película. (L. R.)

Lumière! Hermanos Lumière/Thierry Frémaux. Francia. Zabaltegui-Tabakalera.

Lumière! es una yuxtaposición de 108 películas de entre 40 y 50 segundos producidas por los Hermanos Lumière entre 1895 y 1905 divididas en diez capítulos y un epílogo que las agrupa por temas. La selección es de Thierry Frémaux, director del festival de Cannes y uno de los principales defensores del legado de los de Lyon, quienes, como explicó durante la presentación en las magníficas instalaciones de Tabakalera de la ciudad, están considerados los últimos inventores del cine y los primeros cineastas.

Frémaux lo expresó así: Louis y Auguste Lumière, especialmente Louis, el principal de los dos, lograron dar en la diana con un invento que muchos habían tratado de lograr en distintos países a finales del siglo XIX. Así, mandaron al olvido con su invento a todos los demás, el Taumatropo, el Fenaquistiscopio, el Zootropo, el Praxinoscopio, la Cronofotografía, el Kinetógrafo, el Kinetoscopio, el Estereoscopio…. El Cinematógrafo Lumière nació como un invento científico, sí, pero en seguida se hizo cine: industria nada más arrancar, después arte, arrebato, entretenimiento para las masas ávidas. Los Lumière aportaron, además, algo decisivo, nos alumbraron a todos nosotros, al espectador, ya que el invento suyo, a diferencia de los demás, estaba planeado para exhibirse en una sala oscura con público. Sus máquinas rodaban, revelaban y proyectaban.

Como padre del pecado original, Louis Lumière fue, además, el primer cineasta, pues suyos son el primer drama, la primera comedia, el primer movimiento de cámara, el primer efecto especial, el primer remake, el primer llanto, la primera ola, el primer terror aunque fuera involuntario. Todo está contenido en esas peliculillas suyas de menos de un minuto que filmó o produjo. Es falsa, subrayó Frémaux, la leyenda de que pensaran que su invento estaba abocado al fracaso, porque, ¿cómo se explica entonces que produjeran 1.422 películas y que mandaran a operadores a filmar por todo el mundo? Todo nació con ellos. Su legado es el más importante, y el deber de los cineastas por conocerlo el más imprescindible.

Gracias a las posibilidades de la tecnología actual, las 108 películas han sido restauradas en Lumière! con la máxima definición, por lo que, exceptuando los inevitables rayones, permiten descubrir la extraordinaria calidad como fotógrafo de Louis Lumière, quien, una vez abandonada su carrera en el cine, dedicó su genio a inventar la Placa Autocroma, el primer proceso comercial para fotografías en color, considerado por él mismo su obra maestra. En la proyección, ante una sala con aforo para 230 personas abarrotada, Frémaux ofició de presentador y locutor en vivo de los comentarios. Y al final anunció la buena nueva: que Lumière! también se estrenará en salas de cine. Prohibido perderse este viaje a los orígenes del cine que también es una visita al mundo en el cambio del siglo XIX al XX. (L.R.)

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Comentarios

  • víctor feliu

    Por víctor feliu, el 28 septiembre 2017

    en realidad, según mi opinión, la segunda trama, la psicológica sirve para plantear el dilema de verdad/mentira y también el maquiavelismo de la política (o de conseguir el poder a cualquier precio). lo cual da al guión una dosis de ambiguedad y de controversia que deben de tener todas las obras maestras.

  • Álex Mene

    Por Álex Mene, el 28 septiembre 2017

    Un gran actor.

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