RRR, la fórmula literaria de Rodrigo Rey Rosa

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‘Imitación de Guatemala’ es el nuevo libro de Rodrigo Rey Rosa en el que se recogen cuatro de sus novelas cortas. Un volumen perfecto para descubrir a uno de los escritores más certeros y honestos de las letras actuales con una maestría alabada, entre otros, por Roberto Bolaño.

Hay aliteraciones que son imprescindibles. Reduce, reutiliza, recicla. RRR. Vivir mejor con menos. Conservar el planeta tal y como lo conocemos, el hogar que nos cobija desde hace miles de años, repartir sus recursos con justicia. Pero RRR no es solo el mantra de la ecología. También son las iniciales de Rodrigo Rey Rosa (Guatemala, 1958), un escritor imprescindible, adictivo. Basta probar uno de sus cuentos o una de sus novelas para querer devorarlo todo.

A mí me entró el gusanillo después de leer un artículo entusiasta de Roberto Bolaño (quien, como sabemos, también podía ser un lector despiadado). Se titula El estilete de Rodrigo Rey Rosa (recogido en Entre paréntesis, Anagrama): “La prosa de Rey Rosa es metódica y sabia. No desdeña, en algunos momentos, el látigo –o mejor: el chasquido de un látigo que jamás vemos– ni el camuflaje. No es un maestro de la resistencia sino una sombra, una raya que atraviesa veloz el espacio de la normalidad. Su elegancia nunca va en demérito de su precisión. Leerlo es aprender a escribir y también es una invitación al puro placer de dejarse arrastrar por historias siniestras o fantásticas”.

La editorial Alfaguara acaba de publicar Imitación de Guatemala, donde tenemos la suerte de contar en un solo volumen con cuatro novelas cortas de RRR: Que me maten si…, El cojo bueno, Piedras encantadas y Caballeriza. Cuatro piezas maestras, a pesar de las dudas que algunas de ellas le despiertan al autor. “Releerse a sí mismo no es necesariamente una experiencia agradable, aunque puede ser instructiva”, asegura en la introducción. “Se hace lo que se puede y con lo que se tiene a mano”. Autocrítica que nos da idea de la exigencia literaria (y de una humildad poco habitual en este mundillo de vanidades) de un escritor de fuste, dueño de una prosa certera, escueta y sugerente, maestro de la elipsis, que no le hace ascos a narrar la realidad, a dejar la torre de marfil.

Y la realidad de la que nos habla Rodrigo Rey Rosa en estas cuatro novelas no es la de un anuncio de la televisión, sino la de un país, Guatemala, sumido en la violencia y la corrupción, donde se trafica con niños, abundan los secuestros, los ricos se mueven en coches blindados, el poder lo detentan asesinos maquillados y donde la vida de la gente, sobre todo si son indígenas o pobres, no vale nada, menos que un caballo de raza.

“Me complace, sin embargo, ver cómo en estas ficciones redactadas durante un punto de inflexión de la historia política de Guatemala, puede verse el carácter cíclico que tiene todavía la historia social de una excolonia española ya en plena era cibernética. El entramado y los personajes de 1980 o 1990 no funcionan de manera muy distinta de los de hoy. En muchos casos son literalmente los mismos”, asegura Rodrigo Rey Rosa.

Viajero incansable, alumno del taller tangerino de Paul Bowles, traductor, guionista, Rodrigo Rey Rosa consigue hablarnos de nuestro tiempo sin renunciar a la alta literatura, con un estilo hipnótico. Hay escritores que necesitan edificar mansiones barrocas para contarnos su historia. A veces lo consiguen y otras solo nos ofrecen feas construcciones, moles de cemento alicatado en plena línea de playa o en un espacio protegido. Para contar la historia más bella y a la vez más aterradora, a Rodrigo Rey Rosa le basta una austera cabaña, como la que construyó Thoreau junto al lago Walden.

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