Tres lecturas para el calor de julio: Merino, Cutillas y Aranda

Fotografía: Manuel Cuéllar.

Fotografía: Manuel Cuéllar.

Fotografía: Manuel Cuéllar.

Tres autores, tres nuevos libros, tres recomendaciones para llevar mejor este sofocante julio, recogidos en la sombra, junto al mar o la piscina: ‘La trama oculta’, el último volumen de relatos del maestro José María Merino; los 11 cuentos metafísicos de ‘Los sempiternos’, de Ginés Cutillas, y ‘El protegido’, la nueva excelente novela de Pablo Aranda.

A veces basta abrir un libro por alguna de sus páginas, al azar, para darnos cuenta de que estamos a punto de zambullirnos en una estupenda aventura literaria. Me ha ocurrido estos días con La trama oculta (Páginas de Espuma), el último volumen de relatos de José María Merino (A Coruña, 1941). Referencia indiscutible del cuento en este país, a estas alturas de su carrera, con numerosos premios y reconocimientos, el escritor gallego no necesita demostrar nada, pero en La trama oculta lo encontramos todo. Dividido en tres partes, en la primera, De este lado, las historias tienen un tono realista. En la segunda, De aquel lado, Merino transita por lo fantástico. Mientras que en la tercera, Silva mínima, se pasea por el microrrelato. Podrían ser tres libros independientes, pero no ha sido esa la intención del autor. Reunidos, confieren al volumen una entidad aparte, más compleja, una reflexión de las posibilidades que ofrece el cuento ejecutada por uno de sus maestros. Con el aliciente de que el autor abre cada uno de los relatos con una explicación sobre su escritura, su trama oculta.

El despertar al amor y al sexo, la pesadumbre de los oficinistas, el submarinismo, el doble, la identidad, el otro, el mundo rural frente a la batalla de lo urbano, el dilema entre la realidad y la ficción, el sueño, son algunos temas que toca Merino, alumbrados con un estilo envidiable, que a veces adopta un tono austero y otras un lirismo contenido, en función de la historia. Encontramos de nuevo al profesor Souto, personaje conocido de quienes seguimos a Merino. Si me obligaran a elegir los mejores cuentos del volumen, de la primera parte destacaría La trama oculta, el relato que da título al libro. Y de la segunda, Una tarde de buceo. Me encanta además su incondicional defensa de la bicicleta que desliza, entre otros, en el micro El bicicielo. Si aún no ha leído a Merino, La trama oculta le abre una puerta privilegiada para adentrarse en su obra, con llave incluida.

Continuamos con el género breve, Los sempiternos (Editorial Base), de Ginés Cutillas (Valencia, 1973), donde encontraremos once cuentos con aire metafísico. Los relatos pueden leerse al azar, aunque es aconsejable abordarlos a la manera clásica, esto es, desde el primero hasta el último. No sólo porque algunos personajes se repitan y algunas tramas y episodios aparezcan en unos y resuenen en otros, sino porque el orden que ha elegido Cutillas no es nada casual, como a priori podría pensarse en un libro donde el azar tiene un papel fundamental. Así lo aconseja el autor en la hoja de ruta inicial. Curioso que abra el libro un cuento-prólogo, Muerte, el final de todo, mientras que lo cierra Sexo, el principio de todo, de la vida y de la creación literaria. Entre medias, Cutillas se adentra, con nombre propio, en algunos de los temas centrales de la literatura: el sueño, la ambición, el tiempo, el amor.

Ambientados en Barcelona, los relatos de Los sempiternos rezuman humor y por eso a veces nos dejan un poso de tristeza. Nos advierten de que no debemos dejarnos llevar por las apariencias de las cosas, de lo que ocurre a nuestro alrededor, pues nada es lo que parece. Y es que las historias de Cutillas, a veces esperpénticas, ponen patas arriba nuestra visión de lo cotidiano.

Nada es lo que parece. Nos dice también la excelente novela de Pablo Aranda (Málaga, 1968), El protegido (Editorial Malpaso). En esta narración inquietante, próxima al género negro, Aranda nos sitúa frente a la vida cotidiana y sus aristas. Desde las primeras líneas, el escritor malagueño consigue que nos metamos en la vida de Jaime, un gris y acomodaticio oficinista. Un malentendido, como salido de una parábola kafkiana, trastocará su vida de la noche a la mañana y le pondrá en contacto con los márgenes más turbios de una sociedad a la que no nos gusta mirar de frente.

La difícil adaptación a la edad adulta, el dolor de crecer, la pérdida de la identidad, el desarraigo de la inmigración, el sentido de la responsabilidad, la insatisfacción de las relaciones, la paternidad, cómo distinguir lo verdadero de lo falso son algunos de los temas que aborda Aranda en El protegido. El autor disecciona nuestra vida actual y la fragilidad de nuestras creencias. Y nos alerta de las consecuencias de los actos más cotidianos. Al fin y al cabo, dicen que el infierno está lleno de buenas intenciones.

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