Tristán Ulloa: «Quitar la tarjeta sanitaria a inmigrantes es terrorismo de Estado»

Tristán Ulloa

RAFA RUIZ / FOTOGRAFÍA: MANUEL CUÉLLAR

En cine ha hecho Mensaka, Lucía y el sexo, El lápiz del carpintero, Salvador (Puig Antich), After… Y con su hermano dirigió en 2007 Pudor, una cinta tan buena como incomprendida. En televisión ha estado en Gran Reserva y El Comisario. Esta semana, coincidiendo con su 43 cumpleaños, ha estrenado en Madrid una emocionante historia de amor, desilusiones y emigración con dos actores argentinos. En Construcción. En Lavapiés, en el Teatro del Arte, hasta el 23 de junio.

«Esta obra se gestó en la milonga que regentaban Carolina Román, que es mi mujer, y Nelson Dante, los dos autores del texto y actores. Se propusieron escribir algo para que yo les dirigiera, para montar algo de teatro entre un número y otro de baile. Se plantearon escribir sobre algo que conociesen bien, ficcionándolo. Y se nos ocurrió que podían contar la llegada a España de una pareja de argentinos, con una niña, huyendo del corralito, y cómo, con el paso del tiempo, no encuentran aquí lo que ellos esperaban sino todo lo contrario, incluso algo parecido a lo que provocó su huida. Y se plantean, al menos ella, volver a su país, a su cultura, con sus seres queridos, a sus raíces. Primero era solo una escena de 20 minutos, pero invité a amigos y compañeros de la profesión a un pase, y nos dimos cuenta de que era una historia que conseguía emocionar. La hicimos en Microteatro, en la cárcel de Segovia, con una ONG, el CEAR, el Comité Español de Ayuda al Refugiado, y vimos que teníamos un material delicado, bonito, importante, que emocionaba, y ya nos planteamos montar una obra larga. Nos juntamos a escribirla y ensayarla. El texto era una especie de arcilla que se iba amoldando a los actores. Mi intención era casi que no se apreciase interpretación, que fuera muy natural. Es un texto que hemos ido adaptando según iba pasando el tiempo. Presenté el proyecto a teatros públicos, lo desestimaron. Y al final hemos venido a esta maravillosa sala en Lavapiés».

Y habéis venido a estrenar en un momento en el que esta historia de amor y emigración cobra mucha actualidad…

Efectivamente, porque cuando comencé a moverlo, era una historia que no interesaba mucho; ahora todo cobra otro matiz. No solo con los inmigrantes, sino porque los españoles nos estamos haciendo de nuevo emigrantes.

Tú naciste en Francia, nieto de exiliados españoles, así que has vivido muy de cerca el desarraigo que puede provocar la emigración. Tu mujer es, además, argentina.

Pese a lo que dicen los políticos, la mayoría no se va de su país por un espíritu aventurero, sino porque se ven obligados a hacerlo. Si, además, ese país no cumple con las expectativas que tú tenías, la experiencia se hace especialmente dura.

Pero para dirigentes del PP como Esperanza Aguirre y Fátima Báñez, es bueno que los jóvenes salgan a otros países, porque eso, dicen, es movilidad, no emigración.

Para empezar, yo les diría a esos políticos que dejen de cambiar las palabras, que dejen de utilizar eufemismos. La emigración es emigración. Hay que usar la palabra por lo que es y significa. Que dejen de decir externalizar en vez de privatizar. El lenguaje se torna muy perverso. Ellos lo saben y lo manejan. Y hay palabras que deciden no utilizar como consigna de partido, palabras como rescate. Me parece perverso que se quiera cambiar de esta forma el lenguaje. Como decir que los inmigrantes venían a quitarnos el trabajo, pero nosotros emigramos a buscarnos la vida. Es muy perverso todo. A las cosas hay que llamarlas por su nombre. El otro día, en el programa de Jordi Évole, escuché que en Alemania ya hay pintadas en las paredes de ¡Fuera españoles! Somos un país con poca memoria, o algunos pretenden que no la tengamos, pero somos un país en el que volvemos a emigrar como hicieron nuestros abuelos.

En el programa de mano de tu obra citas el artículo 44 de la Constitución: «Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura a la que todos tienen derecho».

Con toda la intención. También he puesto una frase de Lorca: «Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo».

¿Cómo ves el panorama cultural español?

Lo que pretenden es convertir la cultura en un reducto, en un lujo para unos pocos. Es que la cultura no es de los que nos dedicamos a esto, la cultura es de todos; sus libros, música, cine, teatro… hablan de la idiosincracia de un pueblo. Si a todo eso le queremos poner una traba pública tan grande como el 21% de IVA… A mí no me salen las cuentas. Yo sé que aquí no voy a amortizar esto. Es un acto de fe, un acto de fe porque creo en esto. Pero esto no tendría que ser así. Yo tendría que poder pagar dignamente a todo mi equipo, no que se tengan que bajar su caché. Yo estoy por que la cultura se mueva al margen de las Administraciones públicas; que no haya tantas subvenciones, vale, pero tampoco trabas tan fuertes, que no nos metan tantos palos en las ruedas. Tenemos el mayor IVA cultural de Europa. Se dice pronto. Con los datos en la mano, desde que se tomó la medida el pasado 1 de septiembre, ha bajado un 30% la asistencia y la recaudación en salas de cine y teatro; y siguen con la medida, y siguen sin rectificarla; con lo cual, eso me lleva a pensar que, si no rectifiques algo que está produciendo la muerte de un sector, es que tú estás buscando eso, matar ese sector. Si argumentabas medidas recaudatorias, y ves que no funcionan, que te has equivocado, cámbialo. Si no rectificas, es que empiezo a pensar mal. Es algo muy evidente: a este Gobierno no le interesa tener un pueblo con cultura.

Dibujo de Tristán Ulloa

Hazme un dibujo, Tristán, para ‘El asombrario’. Es el formato de estas entrevistas,

Uf, deja que me lo piense.

Lo que te salga de dentro.

Déjame pensar un poco. Dibujo muy, muy mal.

Un minuto después, me muestra algo tan sencillo como contundente. La defensa de lo público. En este sentido, el Gobierno del PP ha abierto tantos frentes que no sé por cuál preguntarte… Elige uno, el que más te indigne.

Probablemente el tema de la sanidad; el desmantelamiento de la educación y de la sanidad públicas me saca de quicio. Y vinculándolo con lo nuestro, con lo que cuenta esta obra, la retirada de la tarjeta sanitaria a inmigrantes. Me parece un crimen. Es terrorismo de Estado. Están negando la atención médica a seres humanos; por muy ilegales que quieran llamarlos, son personas. Y, además, tenemos a una absoluta inepta en el Ministerio de Sanidad. Si hay algo que me da más miedo que un cabrón, es un imbécil, y creo que tenemos a una auténtica imbécil en ese ministerio. No sabe lo que está haciendo, aparte de todo lo que le están imputando. No sabe hablar ni expresarse, no sabe de lo que está hablando. Tengo la sensación de que hay muchos ministerios en manos de ineptos.

Tus últimos ‘tuits’ te muestran también muy contrariado con la reforma de la ley del aborto que plantea Gallardón.

¿Qué potestad puede tener el señor Gallardón o la Conferencia Episcopal sobre lo que una mujer tiene que decidir por ella misma? Si yo sé que voy a tener un niño con malformación desde los primeros días de gestación, ¿quién me va a garantizar una vida digna para ese ser humano que llegará, la sanidad pública, una ley de dependencia que están desmantelando? Gallardón está enseñando su verdadera cara; nos estamos dando cuenta de qué pie cojeaba desde el principio.

Aparte de ‘En construcción’, ¿en qué más andas ocupado?

Preparando otra obra de teatro como actor, Julio César, con dirección de Paco Azorín; comparto elenco con Mario Gas, como Julio César, y Sergio Peres- Mencheta como Marco Antonio. Yo soy Marco Bruto, uno de los conspiradores. Es un texto muy vigente. Y al meterme en materia, en la piel de Marco Bruto, he descubierto que es muy distinto a como me lo enseñaron en el colegio. Lo estudié como el gran conspirador que mató a Julio César, pero ahora para mí ha adquirido una dimensión completamente distinta, es el primer republicano de la historia, que reivindicaba el bien común siempre. Es curioso cómo cambia el enfoque. Estrenamos en Murcia el 23 de mayo; luego vamos al Festival Shakespeare de Barcelona y luego a Mérida.

¿Algo de cine?

Hace un par de semanas nos llegó una buena noticia. Mi hermano y yo llevamos dos años con una historia original. La dábamos ya por muerta, pero nos han concedido una ayuda europea para reactivarla. Por lo menos es una puerta que se abre.

 

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