Un lector dialoga con Vallcorba y Zweig

Stefan Zweigt de pie junto a su hermano Alfred en Viena sobre el 1900. Foto: DANIEL A. REED, STATE UNIVERSITY OF NEW YORK, FREEDONIA

Stefan Zweig, de pie junto a su hermano Alfred, en Viena sobre el año 1900. Foto: Daniel A. Ree, State University of New York, Freedonia.

El autor vuelve a la lectura de uno de los libros más interesantes de Stefan Zweig consternado por la muerte de Jaume Vallcorba, fundador de la editorial Acantilado, que editó aquel volumen. Una excusa perfecta para dialogar con ambos personajes amantes de la literatura. 

***

Por motivos de trabajo releo El mundo de ayer. Memorias de un europeo, de Stefan Zweig. La estupenda edición de este libro, con las páginas undosas ya por el contacto prolongado con mis dedos, es de Acantilado, el sello que en los últimos años nos ha permitido conocer a lo más granado de la cultura centroeuropea. Su fundador, Jaume Vallcorba, nos dejó el pasado 23 de agosto y, mientras leía consternado la noticia de su muerte (nunca le traté en persona), pensé que la lectura del libro de Zweig era el mejor homenaje que podía rendir a este humanista.

Escritor polifacético, Stefan Zweig (Viena 1881-Petrópolis, Brasil, 1942) tuvo un éxito temprano. De origen judío, creció en el seno de una familia de la alta burguesía vienesa y viajó por medio mundo, lo que le permitió ensanchar su mirada y no dejarse llevar por el fanatismo (salvo el del arte y la cultura), sobre todo el nacionalista, cuyos efectos se extienden hasta el mundo de hoy. El autor de El mundo de ayer o Retrato de una desconocida fue un testigo excepcional de una época, la primera mitad del siglo XX con sus dos guerras mundiales (no llegó a ver el fin del nazismo, se suicidó en 1942 junto a su segunda esposa en Petrópolis), que cambiaron el esqueleto del mundo y de la historia.

Como explica Zweig, el mundo de ayer era el mundo de la certidumbre, el de la seguridad, el que había antes de la I Guerra Mundial. Esta catástrofe humana cambió todos los valores. No sólo se desmoronó el Imperio Austro-Húngaro, también el ideal cosmopolita de la Viena culta y efervescente de finales del siglo XIX y principios del XX, donde libaron Freud, Rilke o Karl Kraus, entre otros. Humanista, el antibelicismo de Zweig estuvo muy influido por la obra del escritor francés y Premio Nobel Romain Rolland, autor inmerecidamente olvidado y del que, por cierto, la Editorial Nórdica acaba de publicar su Más allá de la contienda, con prólogo del propio Zweig.

Gracias a estas memorias, escritas con una prosa vibrante y desde un profundo europeísmo, en El mundo de ayer conocemos la intrahistoria (que diría Unamuno) del derrumbe del viejo continente. Son impagables, además, las estampas que Zweig traza de importantes personajes de la época, un joven Joyce, un Rilke incómodo con el uniforme de soldado en la I Gran Guerra Mundial, o un Valéry ignorado, representantes todos ellos de una cultura que hoy peligra. “Cuanto más ingenuo es el pueblo, tanto más fácil resulta embaucarlo”, le dijo su amigo Rolland en los días previos a la contienda.

Leer a Zweig es una vacuna contra esa ingenuidad. Leer El mundo de ayer en la preciosa edición de Acantilado es también una forma de dialogar con Jaume Vallcorba, quien en una conferencia pronunciada poco antes de su muerte en la Universidad Pompeu Fabra, dijo: “Editar (y empecé muy joven, en el colegio, con una revista en ciclostil, y años después continué en una colección con vagos tintes de vanguardia que organicé a los veinte años y de la que es mejor no acordarse), ha sido para mí, desde el principio, proponer a unos amigos que no conocía una lectura que pensaba que les podía gustar, estimular y enriquecer. Estoy convencido de que un libro es capaz de modificar a su lector por el simple hecho de haberlo leído; que puede cambiar, en el lector, algo importante, de manera que se podría decir que no es la misma persona antes que después de haberlo leído. Porque leer es dialogar, es ‘escuchar con los ojos a los muertos y tener conversación con los difuntos’, como decía Quevedo siguiendo un viejo y noble lugar común. Con pocos libros se puede tener al alcance el pensamiento humano, y del diálogo con él deriva, es sabido, cualquier conocimiento y cualquier construcción de una personalidad, ya sea individual o social. Por esto creo que editar es un trabajo que conlleva una cierta responsabilidad”.

Asumamos, pues, nuestra responsabilidad como lectores.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

  • M. Isabel Vergara

    Por M. Isabel Vergara, el 06 septiembre 2014

    Gracias por recuperar a Zweig con tu artículo, un autor aún poco valorado por el gran publico. Pero cuando lees su prosa te quedas prendada. Tal vez no me cambió la vida, pero «El mundo de ayer» me dejó muy afectada. Me dió una nueva y cercana visión de la Europa de principios de siglos y me generó mucha inquietud con situaciones, pensamientos tan actuales. Creo que sería una lectura imprescindible en las clases de hustoria.

  • Mary de la Plaza

    Por Mary de la Plaza, el 07 septiembre 2014

    En casa de mis padres se leía muchísimo y desde muy joven he leido montones de libro. Recuerdo a propósito de Zweig «Los Dukay», me encantó y ahora lo tengo en mi casa viejo y desgastado por la lectura por mis padres y mis hermanas.

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.