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Paz y droga en Colombia, el país al que Dios miraba con cólera

Por Antonio García Maldonado, el 22 de septiembre de 2016, en América Latina Colombia libros magnicidio

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Captura y muerte de Pablo Escobar en un tejado de Medellín.

Ahora que Colombia ha firmado un acuerdo con las FARC, muchos parecen haber puesto su atención en el país latinoamericano. El éxito de la serie Narcos ha servido para poner el foco en sus años más duros de guerrillas, paramilitares y drogas. El autor, que ha vivido en Colombia, hace un breve resumen, a través de dos libros, de la caída de los dos cárteles (Medellín y Cali) y contextualiza la dificultad para alcanzar el acuerdo firmado en La Habana. 

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«Dios mira con cólera este país; si no, hubiese permitido que algún rayo de esperanza se abriese paso por una grieta a través de la espantosa tiniebla de intriga, asesinato y crimen que se cierne sobre la reina del continente”, escribió Joseph Conrad en Nostromo sobre Costaguana, trasunto literario de Colombia.

Más de un siglo después, la ira divina tiene tantos frentes abiertos que ha podido aflojar el dogal a Colombia y hacerla acreedora de una definición más benévola. El acuerdo alcanzado con las FARC tras más de cinco años de negociaciones es buena muestra de ello. Todo el mundo (analistas, inversores, turistas) dirige ahora el foco a este país inmenso, rico y maltratado. Por otro lado, el narcotráfico y su épica no pasan de moda, y ahí está el éxito de la serie Narcos para recordarlo. Este es un tema, de hecho, en auge y en pleno debate soterrado: pese a la lucha apoyada por EE UU, la hectáreas cultivadas han aumentado, así como el consumo. Oferta y demanda. La droga ha sido, además, el combustible de la guerra de baja intensidad que ha vivido el país durante décadas.

Que en el país de los secuestros, las guerrillas y el narcotráfico se hable hoy de esperanza es, en sí mismo, un triunfo. Dos libros nos enseñan bien de la fosa séptica de la que viene Colombia, un país que apenas hace dos décadas era un Estado fallido acorralado por guerrillas, paramilitares y cárteles, y cuyo acuerdo de paz es aún más meritorio después de conocer la realidad tras la que se ha logrado.

El cártel de Cali

En el libro En la boca del lobo (Debate, 2012), el periodista de Los Angeles Times Willian C. Rempel cuenta la vida del testigo protegido por EEUU Jorge Salcedo, exjefe de seguridad del líder del cártel de Cali, Miguel Rodríguez Orejuela. Con el ritmo del mejor thriller, W. C. Rempel nos narra una historia claustrofóbica, donde los narcotraficantes consiguen escapar de las redadas en el último minuto gracias a funcionarios soplones y a los escondites y «caletas» que construían en sus viviendas.

Aquí está todo: la dubitativa lucha contra el narco del Estado colombiano, que mantenía vínculos con los cárteles de la droga a través de las campañas de financiación de los partidos conservador y liberal (hermandad que alcanzó tal punto que EE UU llegaría a retirar la visa al presidente del país, Ernesto Samper); también la corrupción policial y militar en los más altos niveles; la presión de la embajada de EE UU al Gobierno colombiano para desarticular el cártel nacido en el Valle del Cauca. Algo que conseguiría en 1995 el cuerpo de élite formado por la policía colombiana a tal fin (el Bloque de Búsqueda) con ayuda de la DEA y el entrenamiento de la fuerza de élite norteamericana, la Delta Force. Y, cómo no, se habla aquí de los vínculos de los prebostes de la recuperación democrática colombiana con los cárteles de la droga.

Afirma el exjefe de seguridad del cártel de Cali que Ingrid Betancourt, recién elegida congresista, acudió junto a otros dos representantes a un encuentro con los líderes del narcotráfico caleño (reunión que Betancourt reconoce en el propio libro de Rempel) para hablar de la propuesta de “aterrizaje suave” en la legalidad que pedían, y para tumbar el tratado de extradición con EE UU. Allí, Miguel Rodríguez Orejuela, líder indiscutible, le agradece la visita y le dice: “Esperamos contar con su apoyo”. Antes de salir, otro miembro del cártel, Chepe, “sacó su talonario de cheques y garabateó un nombre y una cifra con muchos ceros: 50.000 dólares. Es para los tres, repártanlo”. Betancourt, al ser cuestionada por el propio W.C. Rempel, dijo no haber visto ningún cheque.

Escobar y el cártel de Medellín

En el cártel enemigo, el de Medellín, reinaba Pablo Escobar, excéntrico y con ambiciones políticas, todo lo contrario a sus enemigos caleños, los hermanos Rodríguez Orejuela. Escobar había llegado a ser congresista suplente, y sus ambiciones saltaron por los aires junto al entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara, a quien había ordenado asesinar en 1984 tras un decomiso de varios miles de millones de dólares en coca. Tras dicho golpe policial el reinado de Escobar se tambaleó, y su dominio sobre el negocio de la cocaína (el 80% del tráfico mundial) pasó al cártel de Cali. La lucha entre ambos sindicatos del crimen llenó de sangre las calles de Colombia, e inauguró una década especialmente ominosa, en la que morían candidatos presidenciales, ministros, directores de periódicos, jueces, fiscales y parlamentarios a un ritmo aterrador. Sólo una gran obsesión unía a los dos cárteles: la lucha contra el tratado de extradición con EE UU que el presidente Belisario Betancourt había vuelto a aplicar tras el asesinato de su ministro de Justicia.

La toma del Palacio de Justicia

Punto álgido y aún no del todo aclarado fue la toma del Palacio de Justicia en 1984 por parte de la guerrilla M-19 y la posterior retoma por parte del Ejército, y que acabaría con la muerte de la élite judicial del país y la desaparición de varios empleados de la institución. Finalmente, el presidente César Gaviria (1990-1994) aprobaría una Constitución que no contemplaba la extradición, y sobre la que un representante del cártel de Cali afirmó que se hizo “a base de cocaína, prostitutas y sobornos”.

El Estado, sobrepasado por la violencia, pactó con el cártel de Medellín el encierro de Escobar en una cárcel de lujo, diseñada por él mismo y conocida como La Catedral, en su ciudad natal. Desde allí seguiría dirigiendo el negocio, hasta que decidió marcharse tras serle revelado que había presiones externas para que fuera trasladado a una cárcel al uso.

Sus ambiciones previas, su lujo excéntrico en la hacienda Nápoles (zoológico particular incluido), los entresijos de su negocio, su obsesión por tumbar el tratado de extradición con EE UU y la huida hacia delante que culminaría con su muerte en 1993 a manos del Bloque de Búsqueda, fueron narrados por la que fuera su amante en los 80, la presentadora de televisión más admirada del país, Virginia Vallejo. No sorprende el romance del Chapo Guzmán y la actriz Kate del Castillo en México cuando se conoce esta historia. Vallejo cuenta, entre otras cosas, que fue Pablo Escobar quien financió la toma del Palacio de Justicia con objeto de tumbar la extradición y acabar con expedientes incriminatorios.

En Amando a Pablo, Odiando a Escobar (Debate, 2010) hay varias afirmaciones que afectan a los expresidentes Samper, Betancourt, Alfonso López Michelsen y, la mayor sorpresa, al mismo Uribe, que entonces dirigía Aeronáutica Civil. Vallejo le pregunta a Escobar cómo consigue las licencias para las pistas y para los aviones que sacan la cocaína, y pone en boca del narcotraficante y asesino más buscado del mundo: “Ese muchacho bendito [Uribe], con ayuda del subdirector […] nos concedió docenas de licencias para las primeras y centenares para los segundos. Sin pistas y aviones propios, todavía estaríamos trayendo la pasta de coca en llantas desde Bolivia y nadando hasta Miami para llevarles mercancía a los gringos. Gracias a él es que yo estoy enterado de todo lo que pasa en Aeronáutica Civil en Bogotá y en el aeropuerto de Medellín. […] En el camino a la presidencia, ese muchacho sería mi candidato”.

Estas revelaciones no han causado impacto en Colombia, ni tampoco han tenido consecuencias políticas. Muchos no las creen, otros no las tienen en cuenta. La colusión entre la política y el crimen es una historia más antigua que las de Conrad, y en Colombia no existen ganas de echar un vistazo a la mugre del pozo del que están saliendo. Como si colaborar de una forma u otra con los paramilitares, las guerrillas o el narco hubiera respondido a un estado de necesidad. Quizá son conscientes de que, como apuntan algunas crónicas, si todo saliera a la luz, las cárceles colapsarían.

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Comentarios

Hay 8 comentarios

  • 22.09.2016
    Javi dice:

    La foto no es de uno de sus atentados. Es Pablo Escobar muerto…

    • 22.09.2016
      Antonio García Maldonado dice:

      Así es, Javi. Gracias. No la había puesto yo (el autor), pero ya lo he corregido. Es una imagen icónica, claro. No hay duda. Gracias.

  • 22.09.2016
    jimena dice:

    Interesante que ustedes traiga a Conrad a un artículo sobre el horror. Nadie más que el lo sabía de primera mano. Mire pienso que si su tarea de investigar lo que ha pasado en Colombia quiere ser más honda, debe leerse otros dos libros para comenzar; El olvidó que seremos de Héctor Abad Faciolince y Las mujeres en la guerra de Patricia Lara. Su análisis solamente atiende casi al mundo de la cocaína, la droga y el horror. Mire otros lados del prisma. Ah y no estaría mal que supiera que hacen organizaciones como las Naciones Unidas en este justo momento. De lo contrario nos está contando lo que ya sabemos y vuele a darle otra vez más gusto a la prensa y a los medios que tanto hacen daño al maltratado país. Reciba un saludo.

    • 22.09.2016
      Antonio García Maldonado dice:

      Buenas tardes,
      Gracias por su comentario. Efectivamente, el artículo aporta poco al lector colombiano. La intención era explicar más al lector español un poco el contexto del que viene su país. Entiendo que les sature a ustedes la historia, pero aquí es ahora cuando está llamando la atención con series como Narco o el proceso de paz. Saludos cordiales

    • 23.09.2016
      Jimena dice:

      Me parece que con mayor razón si es para el lector español, se podría ahondar sobre lo que no se sabe. Sucede que el narcotráfico y sus miles de series vistas y libros hechos son una mirada ya de sobra conocida en todo el mundo. En españa se sabe además hace años por la relación de los narcos con la entrada de droga en galicia y el consumo de cocaína en españa que un día fue el primer consumidor del mundo, por lo que ya saben de que se trata. Las series quieren rating y nada más sin escrúpulos. Pero de manera paralela a eso ha pasado mucho y las causas del conflicto colombiano son de gran complejidad, es algo que va más allá de los carteles y Pablo Escobar. Este es un gran momento para Colombia, ojalá pudiera destacar así esté en contra de los acuerdos de paz, o a favor, el momento histórico que está pasando, es algo increíble y lleno de dudas por muchas personas, pero también es salir de eso, de la espiral de violencia y el fin quizás de ese mundo de horror que es la cocaína para nuestro país. Si lee los acuerdos de paz encontrará lo que se dice de la cocaína, la financiación de la guerrilla con esto, las penas, etc y todo lo que si es importante ahora. Le dejo el link y le agradezco que publique el comentario. http://www.acuerdodepaz.gov.co/

  • 22.09.2016
    anonimo dice:

    Que los actos de Uribe no hayan tenido consecuencias políticas no quiere decir que no hayan calado de manera profunda en la gente y en el propio Uribe y sus secuaces. Investigue bien cuantas acusaciones, demandas, juicios y demás causas pendientes que enfrentar. Es muy poderoso y ha manejado todo para su bien pero si averigua ha perdido gran parte de su credibilidad y estamos hartos de él. Sobre todo porque ya nos hemos dado cuenta de quien es y que muertos carga a sus espaldas. Si usted dice que no tiene repercusión lo que ha hecho este hombre o no se ha informado bien o nos está llamando tontos a los colombianos.

    • 22.09.2016
      Antonio García Maldonado dice:

      Muchas gracias por su comentario. En el artículo me refiero, sobre todo, a que el uribismo es una fuerza política enorme, el expresidente es muy popular en muchos sectores, y electoralmente no le ha penalizado nada de lo que hizo tanta gente cercana a él. Yo viví tres años en Colombia (2010-2013) y la verdad es que noté que había mucho rechazo a Uribe en la izquierda política, pero que era alguien tremendamente popular en otros sectores. Saludos

      • 23.09.2016
        anonimo dice:

        Gracias por responder. Mire verdaderamente las cosas son de otra forma: el uribismo está muy debilitado. El expresidente más corrupto de la historia, creador de las convivir es decir los paramilitares o Autodefensas Unidas de Colombia vinculado a innumerables casos terribles de todo tipo de fechorías y maldades de gran clase entre las que se cuentan la masacre del Aro, está muy mal y no solo ahora. Ya casi nadie cree en sus mentiras ni en su demagogia barata, argumentos que nunca han sido claros y que coresponden a su megalomania. Usted sabrá que estuvo en las listas de la DEA como narcotráficante mafioso buscado y señalado y que casi toda la gente que trabajó con él ministros, asesores etc, están en búsqueda y captura o acusados de todo tipo de horrores. Pero la farsa cae con el tiempo y el mentiroso no tiene tanta fuerza como para engañar siempre. No es verdad que solamente la izquierda no lo quiera: fiseje bien en quien gobierna y que piensan de él, no se trata de gente de izquierda precisamente. Pero todos los sectores salvo la muy poca gente que le queda está harta de ese hombre. Mire los resultados del plebiscito y verá como mis palabras se confirman. El se opone básicamente por que no fue él quien logró el acuerdo y no puede de la rabia. Me disculpa señor periodista pero no creo que tenga a día de hoy la información ni completa ni clara pero no lo juzgo porque es demasiado complicada la historia del país y de gente mafiosa como Uribe. Una cosa más: hace dos días los paramilitares que están en las cárceles de Estados Unidos, esos mismos que el se llevó de manera ilegal y entrego a los gringos para que no lo traicionaran, que están pagando solamente por tema de narcotráfico penas que ni siquiera son tan altas y que han confesado quien es Uribe y que pasó con las AUC, han apoyado también el proceso de paz, con lo cual ni su gente, quienes trabajaron para él lo apoyan ya. Eso sin contar lo que han dicho y que Uribe se los llevó y no han pagado ni un día de cárcel por los muchos muertos y horrores que hicieron en el país. Y otra cosa, lea un artículo del New York Times de la pasada semana donde se cuenta todo esto muy bien.

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