Volver a William Morris en la era de los sucedáneos

William Morris.

William Morris.

Se cumplen 120 años del fallecimiento de William Morris, poeta, arquitecto y crítico social británico, fundador del movimiento Arts and Crafts. La editorial Pepitas de Calabaza acaba de publicar su trabajo ‘La Era del Sucedáneo’, donde critica la alienación y la división del trabajo, proponiendo una nueva relación entre artistas y empresarios como reacción a una sociedad “desprovista de valores humanos”. No puede estar más de actualidad.

Viene a la memoria Morris tras leer algunos contenidos de la publicación Foro: Patrimonio arquitectónico y artístico, editada por el Foro de Empresas por Madrid, que cuenta con la cobertura divulgativa del propio ayuntamiento. El texto llama la atención sobre el Centro Canalejas, propiedad del Grupo Villar Mir OHL: “Como parte del patrimonio inmobiliario del Grupo Villar Mir, el Centro Canalejas Madrid es un proyecto que se está ejecutando y que representa una importante labor de rehabilitación en el corazón de la ciudad, al englobar varios edificios históricos en las confluencias de las calles Alcalá, Sevilla, Plaza de Canalejas y Carrera de San Jerónimo. El principal propósito de esta intervención es dotar al centro histórico de un edificio emblemático que sirva para reforzar la opción de Madrid como destino turístico internacional de calidad. El conjunto de inmuebles, cuya superficie supera los 50.000 metros cuadrados, estará destinado a uso mixto de máxima calidad, que incluirá un hotel de lujo, áreas comerciales exclusivas y residencias”.

Sin embargo, cualquiera que pase por el edificio, próximo a la Puerta del Sol, podrá comprobar la destrucción histórico-patrimonial que ha sufrido, operación denunciada por profesionales y fiscalía, y paralizada en los tribunales.

La referencia viene al caso. En 1877 Morris pronunciaba una de sus primeras conferencias públicas, Sociedad para la Protección de Monumentos Antiguos, a raíz de la cual se creó una asociación de análogo nombre, con el objetivo de preservar el patrimonio histórico-cultural. En su plática exponía: “Creemos que los últimos 50 años de conocimiento y atención han hecho más por destruirlos que todos los siglos pasados de revoluciones, abandonos y violencia”. La asociación por él fundada sigue activa, un alegato contra una de las formas actuales de destrucción del pasado, la memoria y la historia, algo demasiado frecuente en nuestro Madrid.

Morris fue mucho más allá, al haber sido de los primeros en denunciar los riesgos de la sociedad moderna, «la era del sucedáneo», como él la denominaba. Época en la que casi todo es irreal, vulgares imitaciones / sustituciones, fruto de la producción industrial. Poco en el mercado es original, natural; abundan las copias, imitaciones de los productos reales: el pan, la alimentación, el vestido.

Pero hay dos productos que no siguen la tendencia general del sucedáneo: “La fabricación de instrumentos para destruir riqueza y asesinar hombres, a la que se dedica una inventiva formidable, rayana en la genialidad”, y el segundo: “La enorme cantidad de máquinas-herramientas y que hoy diría se avanza a la perfección; pero que por muy asombroso que sea el talento y la habilidad que se emplean tanto en su producción como en la organización de su consumo, el resultado no deja de ser un sucedáneo”. “¿Para qué se utilizan?”, se pregunta: “Para fabricar mercancías que a nadie se le ocurriría utilizar si le quedara otro remedio, debido a que han suplantado a los objetos realmente útiles que todo el mundo emplearía si pudiera”.

El discurso de Morris expresa un clarísimo conflicto de clases: “La razón industrial no es la producción de bienes, sino de beneficios para los privilegiados que viven del trabajo de los demás”.

Reflexiones incluidas en La Era del Sucedáneo y otros textos contra la civilización moderna, editado por Pepitas de Calabaza (www.pepitas.net), donde se incluye una parte de los escritos del fundador, en 1884, de la Liga Socialista inglesa, entre ellos Arquitectura e historia, La sociedad del futuro, El año 2000, Las artes aplicadas en la actualidad, ¿Dónde estamos? o los ya mencionados Sociedad para la Protección de Monumentos Antiguos y La Era del Sucedáneo. La edición se completa con una serie de cartas a los directores de The Athenaeum, The Nineteenth Century, The Aaily News, The Times o The Daily Chroniche y un brillante prólogo del arquitecto Olivier Barancy, presidente de la Compagnie des Architectes de Copropriété, asociación formada por arquitectos y profesionales independientes con el objetivo salvaguardar el patrimonio arquitectónico histórico.

Publicación de obligada lectura que complementa Cómo vivimos y cómo podríamos vivir. Trabajo útil o esfuerzo inútil. El arte bajo la plutocracia, publicada también por Pepitas de Calabaza en 2013.

La relación de Morris con el arte y el trabajo centra buena parte de su singular vida. Critica la alienación y la división del trabajo, proponiendo una nueva relación entre artistas y empresarios como reacción a una sociedad “desprovista de valores humanos”. Afirmaba: “Las artes deben morir para volver a nacer”   y sobre sí mismo afirmaba: “Aparte de producir cosas bellas, la pasión dominante de mi vida ha sido y es el odio a la sociedad moderna”.

Debate actual en la guerra cultural en que estamos inmersos. Conflicto donde el mundo del trabajo ha estado poco representado. A diferencia de lo que acontece estos días en Francia con las movilizaciones Nuit Debout, trabajo, empleo y precariedad no han sido temas relevantes en las movilizaciones y agendas de los últimos años. También es preciso observar la cantidad ínfima que los “medios afines” dedican al mundo del trabajo, a sus organizaciones, a sus movilizaciones. Silencio que tiene que ver con el papel que han jugado las denominadas clases medias urbanas en el desarrollo y difusión de los discursos hegemónicos. Los efectos de la crisis, y la globalización, están llevando a la extinción de dichas clases medias tal y como las entendemos.

Para mantener el equilibrio se recurre a otros actores y denominaciones: clases creativas, emergentes, innovadoras. En todo ello juegan su papel nuevas élites sectoriales y desclasadas que vuelven a ignorar al mundo del trabajo. Supuesta superioridad moral basada en discursos incompresibles y en lenguajes excluyentes.

Es imprescindible volver a Morris para entender que el mundo de la cultura y del trabajo deben caminar parejos si realmente se apuesta por un modelo transformador. A ello hay que unir las nuevas realidades surgidas (migraciones, sectoriales…) y, por supuesto, a los modelos juveniles más dinámicos.

Leer a Morris puede producir rabia, pero también esperanza. La posibilidad de recuperar valores sobre lo mucho que queda por instaurar. La importancia de los gestos y las acciones apelando a otros mundos posibles dentro del nuestro. Defensa vigorosa de la responsabilidad compartida en momentos de sucedáneos y vacíos excluyentes. Leer / releer a Morris es un buen pretexto para posicionarse, repensarse e intervenir.

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