85 años dando la lata: de mano en mano, de boca en boca

La lata de aluminio cumple 85 años. Foto: Pixabay.

De los clubes más chic a los bares de carretera. De los conciertos en reservados a estadios de miles de fans (en tiempos pre-pandemia, claro). De disfrutar de una playa de ensueño a estar tirada en la cuneta. De besar los labios de actrices y actores de Hollywood a los tuyos y los míos. Ésta es la historia de la lata, que nos ha acompañado a lo largo de nuestras vidas. 85 años de peripecias, en las que el mismo material, el aluminio, se recicla indefinidamente para crear nuevas latas. Una vida de mano en mano, de boca en boca.

La primera vez que se abrió una lata corría el año 1935. Y las señoras y caballeros pudieron disfrutar del último grito en innovación y modernidad en Estados Unidos. Necesitaron un abrelatas para poder degustar su bebida, que no podía se otra que la cerveza. Como los actuales botes de leche condensada, la cerveza en lata se abría con incisiones, haciendo dos agujeros triangulares en su tapa. Se servía fría y se degustaba en los mejores cafés. Un envase revolucionario sólo para los más adinerados.

La cerveza apostó por la lata y aún hoy es la bebida que más consumimos en este formato.

De la apertura con abrelatas se pasó a la revolucionaria anilla, que permitió que abriéramos una lata en cualquier sitio. La apertura fácil logró que la lata se abriera mercado e incluso que se pusiera de moda coleccionar las anillas. Eran los años 60, pero en España todavía no habíamos probado las bebidas en lata.

8.400 millones de latas en un año en España

Hasta 1966 no aparece la primera lata en España. ¿Y qué contenía?… Cerveza, claro. Los pioneros de la lata en España fueron Cervezas Cruz Blanca, establecida en Breda (Girona), que lanzaron al mercado una nueva marca denominada Skol International Lager. Estos emprendedores fueron el comienzo de la larga tradición de comercializadores de latas en nuestro país. Pero hasta 1980 no se abrió la primera fábrica de latas en España, en Valdemorillo (Madrid). Ahora hay seis plantas que fabrican latas y una, tapas.

En la actualidad, podemos decir que en España nos gusta mucho la lata. El año pasado se pusieron en el mercado 8.400 millones de latas en nuestro país. (Se dice pronto la cifra). Y la cerveza es la reina. El 53% se rellenaron con cerveza y el 37% con bebidas carbonatadas.

Unas son altas, delgadas y esbeltas, otras son achatadas y regordetas, y otras con curvas sinuosas o con forma de barril. La lata ha tenido decenas de formas, pero la que ha triunfado es la de 33 cl.

La lata se convirtió en un icono de modernidad y sobre ella se han grabado logos de Mundiales como Naranjito, de las Olimpiadas, de personajes de dibujos animados, fotografías de alta resolución o incluso juegos de palabras de eslóganes electorales.

Ecodiseño, la revolución de la anilla que no se desprende

En los años 80 llegó una de las grandes revoluciones en el ecodiseño de la lata: la anilla que quedaba anclada a la lata cuando se abría. Se consiguió evitar el desperdicio de miles de anillas que quedaban tiradas por cualquier lado en montes o playas, con tremendo impacto; se evitaban incidentes como que los animales se las tragaran. Además, con la anilla incorporada se consigue reciclar el envase íntegramente, ya que está fabricado con un solo material, el aluminio, y no se pierde ninguna pieza. 40 años después, los fabricantes de botellas de plástico o tetrabriks siguen dándole vueltas a cómo hacer que el tapón permanezca con la botella una vez abierto, como en la lata.

El ecodiseño ha avanzado muchísimo en otro aspecto. En un seminario digital organizado recientemente por la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA) , el director general de la Asociación de Latas de Bebidas, Juan Ramón Meléndez, señaló que en los 85 años de vida de la lata se ha reducido su peso un 90%. Las primeras pesaban 100 gramos y hoy son solo 12 gramos cada lata.

La última de las innovaciones en el diseño de la lata nos lleva a integrar el envase con el vaso, y así no tener que verter la bebida y usar vasos de plástico desechables como por ejemplo en aviones o trenes. La lata se abre totalmente y se bebe como si fuera un vaso de aluminio. Y el último grito en diseño es la tapa re-cerrable, para que si no has terminado la bebida puedas guardarla en el bolso o mochila. Por ahora, la tapa es de plástico y no de aluminio.

Eso sí, una vez que terminemos nuestra bebida, hay que echarla al contenedor amarillo para su reciclaje. La lata es monomaterial, solo está fabricada con aluminio, y se recicla infinitamente, sin perder propiedades. Las latas tienen una media de vida de 45 días, y desde que las echamos a reciclar, el aluminio, en 60 días, puede formar parte de una nueva lata. Economía circular. Con este reciclaje se utiliza un 95% menos de energía que si tuviéramos que extraer al aluminio de la naturaleza.

Reciclaje a través del contenedor amarillo

En España, tenemos bastante claro que las latas de aluminio se reciclan. En 2019, 8 de cada 10 se recuperaron para reciclar; sobre todo procedían de basura doméstica selectiva o recogida selectiva en festivales, aeropuertos y hospitales.

Las que no llegan a los recicladores se están perdiendo en la basura en masa, en papeleras de genérico o contenedores en las calles. Todavía el 48% de las latas se deposita en otros contenedores que no son el amarillo, lo que dificulta el reciclaje.

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