“El mundo siempre está cambiando, lo que importa es la dirección”

Joshua Furst. Foto de Michaeln Lionstar.

El escritor Joshua Furst. Foto de Michael Lionstar.

En unos momentos muy críticos para todo el mundo, y especialmente para lo que quieren ser y representar, dónde quieren estar, Europa, EE UU, China, echamos una mirada atrás, a otra época decisiva en los cambios en el planeta, los años 60-70, de la mano del escritor norteamericano Joshua Furst y su libro ‘Revolucionarios’ (Impedimenta). Hemos hablado con él.

En una entrevista que le hicieron, Joshua Furst apuntó: “El mundo siempre está cambiando, pero que lo que importa es la dirección”. Una frase que ayuda a entender mejor por qué escribió Revolucionarios, su último libro, en el que narra los años 60-70 de EE UU, una época de transformaciones que ¿mejoró? para siempre a la sociedad norteamericana. Un libro cargado de política, pero también de sexo, drogas, cultura y música. Sobre todo, música.

¿Qué es ‘Revolucionarios’?

Es una novela sobre la contracultura de un grupo de bufones revolucionarios y anarquistas en los años 60 en Nueva York. Y sobre los cambios que ese grupo fue capaz de hacer y los efectos que provocaron en la sociedad.

Una historia que cuentas desde el enfoque de un niño. ¿Por qué decidiste tomar este punto de vista?

Quería crear un punto de vista para hablar de esos revolucionarios que me permitiera enseñarlo desde dos ángulos: cómo eran y cómo los otros experimentaban cómo eran.

Esto te ayuda a mostrar los cambios que hicieron, hasta dónde se pudo llegar. Pero también todo lo que no se pudo transformar.

Una de las historias es hasta dónde el gobierno fue capaz de frenarlos. Esa línea cambia y se transforma dependiendo de la situación. En los primeros capítulos, donde está la parte más política, el gobierno intenta derrocarles. Aquí es donde los lectores se pueden sentir más identificados porque es la Guerra de Vietnam. El Gobierno sólo puede ir hasta que es el pueblo el que los frena. En la segunda parte, cuando la ciudadanía deja de interesarse por las ideas por las que estos revolucionarios luchan, dejan de tener poder para defenderse del Estado. Y es cuando se tienen que enfrentar con la ley.

En la primera parte del libro hay un momento en el que los padres dicen que su hijo va a ser el ejemplo de ese “superhombre” en el que la sociedad se va a transformar. Y ese niño, que acaba alejándose de los ideales de sus padres, resulta una metáfora perfecta de la sociedad.

Es interesante lo que comentas. Creo que la familia es una metáfora de los problemas y las cuestiones sociales que están ocurriendo en el libro.

Este tipo de dualidades ocurren más veces en el libro. Como por ejemplo con los personajes: el lector no se encuentra cómodo con ninguno, siempre encuentra una fricción, una tensión.

Intento poner al lector en una posición de experimentar qué es lo que ellos aspiraron a conseguir. La parte donde todo va bien, el sentimiento de transgresión puede ser sentido por el lector. Y cuando las cosas van mal, el lector siente esa desesperación.

¿Por qué decidiste hacer este juego?

Lo hice intencionadamente porque quería que el lector se encontrara con esa pregunta que para mí es esencial para nuestro tiempo. En lugar de simplemente encontrar entretenimiento.

¿Qué pregunta es esa?

¿Cuánto poder tiene la sociedad si se une?

Otro de los puntos clave dentro del libro es la música.

La música representa el espíritu de ese momento. En muchas ocasiones se convierte en el ruido que hace que se preste atención a esa revolución.

¿Cómo crees que hubiera sido sin la música?

Seguramente hubiera sido más pequeño. Era un movimiento de la juventud. Mucha menos gente joven hubiera romantizado ese momento. Lo que esta gente estaba haciendo era un trabajo muy difícil y muy peligroso, que podría haber destruido sus vidas.

Aun así, Phil Ochs afirma en el libro que “la música no arregla nada”.

Vas al concierto, te sabes la letra de memoria, la cantas y parece que has hecho algo. Se parece un poco a decir las cosas por Facebook.

¿Hasta qué punto entonces la música llega a mover masas o se vuelve algo reaccionario?

¿Quieres la respuesta bonita o la seria?

La fea.

Cuando el artista firma con una gran discográfica.

Esa respuesta tiene mucho que ver con el libro. En el principio, Phil Ochs representa la voz de las masas. Pero en la segunda parte, cuando es rico, está totalmente fuera del movimiento.

De hecho, el movimiento desaparece con él. Phil Ochs es interesante porque, aunque firmó con una gran discográfica, siguió intentando luchar por las cosas que él creía. Pero hubo un momento en el que su audiencia pasó página. Entonces, si las cámaras dejan de prestarle atención y él deja de ser importante, él se olvida de las cosas que le preocupaban antes.

¿Por qué Bob Dylan no tiene representación en el libro? Aparece como alguien que Phil Ochs nombra, pero que no tiene ninguna trascendencia.

Bob Dylan estaba en otra cosa. Phil Ochs tenía mucho resentimiento hacia Dylan, ya que estaba en su sombra. Y estaba continuamente buscando su aprobación.

No me has contestado a la pregunta.

Para cuando Phil Ochs se convierte en un personaje importante, Dylan ya no estaba en el movimiento. En ese momento no quería ser una persona pública, no quería hablar de esos temas. Ya era famoso.

¿Por qué escribir sobre este momento concreto?

Creo que esta época es fundamental en la historia de mi país. Y un punto de no retorno en la izquierda. Después de este momento, muchísimas cosas cambiaron por completo.

¿Como qué?

En la manera que se dividió la izquierda, todavía vigente hasta hoy. Se trata de dos sistemas que parecen totalmente incompatibles y que no tiene pinta de que vayan a volver a juntarse. Muchas de las conversaciones que se llevaron a cabo respecto a la economía, los cambios que se pretendían hacer, se desinflaron en el momento en el que murió este movimiento.

Al final del libro, mencionas a Abbie Hoffman y le das las gracias por haber existido. También dices: “Ahora más que nunca, necesitamos tu espíritu en el mundo”.

Él fue una persona decisiva en su momento. Lo que hizo fue proporcionar entusiasmo al movimiento. Y con este ingrediente, siempre hay esperanza.

 

¿Necesitamos entonces otro Abbie?

Me encantaría ver uno.

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