Kike Babas se convierte en la bruja del ‘Akelarre’

Kike Babas en directo.

Kike Babas en directo, con La Desbandá.

Kike Babas vive en su particular universo creativo, al que le lleva dedicando, con el tesón del orfebre, toda una vida jalonada de discos y libros. Canciones y textos que siempre tienen un pie en el asfalto, poblados de personajes y situaciones hiperrealistas y marginales, a los que dota de un personalísimo punto de ternura. Una vez más, con el corazón en la mano, nos llega su última entrega, esta vez un disco en directo, ‘¡Akelarre!’, al frente de su banda, Kike Babas y La Desbandá, donde reúne sus mejores temas y a sus más cercanos colaboradores para rendir cuentas del camino andado. Nuestros colaboradores musicales, nuestros Kikes, hablan sin máscaras pero con mascarillas.   

POR KIKE TURRÓN

Siempre has sido muy mitómano; seguro que tenías algún disco de referencia en la cabeza a la hora de encarar un directo.

¡Cómo lo sabes! Sí, mi disco directo favorito, bueno, uno de ellos, es el Rock’n’roll Animal de Lou Reed. Un disco sencillo, cuando los conciertos de Lou entonces eran mucho más largos. Pero sintetizó muy bien y, cuando lo acabas, dan ganas de empezarlo de nuevo. Esa era un poco la idea, dar un concierto largo y completo para los que estuvieron y luego resumir las mejores jugadas para los que lo compren.

 Disco sencillo, pero con descarga a dos vídeos.

El cd es sencillo, pero dentro hay una tarjeta con un código de descarga para que tengas ¡Akelarre!, la versión eléctrica, y Velada de vino y Babas, el acústico con el que abrí la noche y donde hago duetos con los invitados.

Nunca has sido de mirar mucho al pasado. Pero un directo obliga a ello.

Ni tanto. El directo que ofrecemos actualmente Kike Babas y La Desbandá es básicamente el mismo que tocamos esa noche. Es un repertorio que tira de composiciones mías de todas mis épocas.

Hay unas cuantas versiones.

Esther hace tres, es bueno para el repertorio que ella interprete algunos temas sin mí, es la que canta de verdad en el grupo. (Risas): In excelsis Deo, de Patti Smith, La espabilá, que popularizase Antoñita Peñuelas, y El Fino, una adaptación del blues de Leño. Yo por mi parte hago con Lichis la de Atahualpa Los ejes de mi carreta, con Rubén Pozo Pirata, tema suyo en Pereza, y con Kutxi No me beses en la boca, tema de su disco en solitario que quedó entonces pendiente que alguna vez grabaríamos juntos. El resto es una selección de los temas que yo consideraba más emblemáticos de toda mi discografía: Kike Suárez y La Desbandada, King Putreak, The Vientre, algo que ya veníamos haciendo.

Una de las colaboraciones más destacadas es efectivamente la Kutxi Romero, de Marea.

En el directo aparece dos veces, con el grupo al completo hizo Virgen de la caradura y la otra en acústico. Sobre dicho single, Kutxi escribió un texto que merece la pena compartir: «Me contradije dejando que Kike me besara en los labios, cuando proclamé una y mil veces que ningún ser humano lo haría, pero esa canción titulada No me beses en la boca nació siendo suya y, aunque el minutero se la arrebató, volví cabizbajo a devolvérsela y a rendirle pleitesía. Porque mi Kike siempre fue el primero».

Otra de las apariciones con enjundia y brillo propio es la de Capitán Cobarde.

Esa noche hice con él, en eléctrico, La Chari y en acústico Capitán Cobarde, a propósito del vídeo de esta última, escribió unas palabras preciosas que si me permites también quisiera transcribir: “Hay duetos que recuerdan a esos villanos o antihéroes salidos de la mente de algún escritor adicto a las anfetaminas, que escribe sus cuentos desde un castillo en ruinas que recuerda con decadencia su ya podrida grandeza. Hay personajes que están tan tremendamente apartados de lo moderno y convencional que a cada palabra rezuman una verdad apocalíptica, fundiendo con la voz el alquitrán, para que probemos a que sabe el beso de las calles. Así es Kike Suárez Babas y yo su esbirro, entre los dos disecamos oídos, entre otras aficiones”.

Has estado bastante ocupado durante el confinamiento, me comentaste que estabas escribiendo un libro.

Un diario exactamente: Aplausos y caceroladas. Diario de un confinamiento ibérico. Solo me sale escribir cuando creo que las situaciones son para mí extraordinarias. Y esta situación lo fue hasta que ya pude salir de mi casa sin miedo a ser multado, sin tener que justificar mis pasos por la calle. Lo escribí hasta que la sensación de encierro se perdió. Los términos del confinamiento en España han sido de los más duros del mundo, y escribí unos párrafos cada día hasta que llegó a su fin, al menos esta etapa. La idea es sacarlo ya. Igual para cuando se publique esta entrevista ya está el e-book en la calle.

La edición irá acompañada de un par de singles de versiones.Salió por diversión o por matar el aburrimiento, comencé grabando una adaptación de Leonard Cohen. A distancia, vía wasap. The Future. La interpretó Luis Eduardo Aute, era una manera de homenajearle a él también. He cogido su adaptación, porque no quería meterme en el embolado de traducir y adaptar yo mismo al canadiense, tarea ardua que me hubiera llevado más tiempo del necesario para que fuese un divertimento y que me hubiese parecido pobre e insuficiente. Es un tema apocalíptico, desesperado, oscuro, aunque la versión musical de mi compadre Trespi (antiguo compañero en The Vientre), con ukelele y bases programadas, es luminosa. “Dame crack y sexo anal, alguien para torturar”, comienza diciendo. Cohen vio el futuro: es un crimen. Después nos fuimos liando nosotros solos, adaptamos otra de Cohen y dos de Enrique Urquijo, hablamos con mi amiga Elena para meter unas voces y con Fer de La Desbandá para la percusión y el primer día que se pudo salir fui a grabar voces con unos micros decentes. Sacaremos el par de singles digitales a la vez que el diario: Todos están muertos Volumen 1 y 2.

Este año será recordado como el de la pandemia del Covid, con el mismo funesto recuerdo que antes lo fueron las plagas de la peste o la gripe española.

Histórico, sí. Ha sido aciago en cuanto a muertos; hace nada, aquí caían cada día entre 800 y 900 personas y algunos días más. No sé lo que tardaremos en olvidarlo, con nuestra memoria de pez, pero acabamos de pasar un cotidiano tétrico e irreal, parecía que estuviésemos protagonizando, sin glamour, ni heroísmo, ni literatura, un saramaguiano ensayo sobre la ceguera en una carretera cormacarthyana, como decamerones de lo trágico más que de lo erótico: muertos sin despedida, calles vacías y vigiladas, un mundo hostil, un cotidiano aburrido y poco épico, dolor –o como mínimo angustia– de puertas adentro, un diario de parca, el futuro como una amenaza, el trauma colectivo, el blues del balcón.

¿Qué lecciones has sacado del confinamiento por el Covid?

Al principio veía, leía y escuchaba las noticias. Los centenares de muertos de cada día. El sistema sanitario desbordado. Las medidas del confinamiento. Que se acababa el papel higiénico. Después, todo me superó o me aburrió, y dejé de seguir noticias. Remendero a tus remiendos: así que a mis textos y mis canciones. Me va a faltar confinamiento para todo lo que quisiera escribir y cantar. Si me preguntas si confío en que de esto la humanidad sacará una lección, mi respuesta es que lo dudo: el neoliberalismo que llevamos inoculado nos exige ir de crisis en crisis hasta el colapso final y, mientras tanto, seguiremos consumiendo ingentes cantidades de vida con obsolescencia programada. Si me preguntas qué conclusión saco de todo esto, creo que, como ya canté en una canción, cuando me miro las manos, no tengo nada que ofrecer.

Tras el fructífero encierro, ahora viene la ‘Nueva Normalidad’.

28.000 muertos después ya puedo salir de casa sin tener que justificar ante la policía mis movimientos. A partir de ahora tendré que salir a la calle a dos metros de distancia del resto de mis congéneres, con una mascarilla como parte de mi rostro y mi respiración, me habré de acostumbrar a que en determinados sitios se me tome la temperatura para entrar, a que en los bares y restaurantes habré de esperar a que pasen con una bayeta en agua y lejía al 5% la silla donde me vaya a sentar y a limpiarme las manos con un spray de agua y alcohol al 70% antes de entrar en cualquier establecimiento. Saldré del encierro con la terrible incertidumbre de no saber qué será de mi futuro profesional, por lo tanto, de mi subsistencia. He oído silbar las balas de la parca, pero ninguna le ha dado a los míos. No sé cuánto aguantaré delante de mi gente sin abrazarla, tocarla, besarla y compartir vaso y cubierto. No sé si ellos querrán tocarme a mí. Seré respetuoso.

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