La crisis climática y el deterioro del planeta tiñen de verde el cine

Fotograma de la película ‘Spears From All Sides’, de Christopher Walker.

“Entre tanta incertidumbre, al menos tenemos una cosa clara: ya no podemos vivir como antes. Es el momento de actuar de manera diferente, siendo más coherentes con los recursos del planeta y con el foco puesto en la justicia social y el bien común”. No es una frase de Greta Thunberg o de algún filósofo contemporáneo. Es la voz de Marta García Larriu, directora de Another Way Film Festival, que se desarrollará en Madrid entre el 22 y el 29 de octubre. Se trata de uno de los proyectos culturales de nuestro país que nos recuerdan que la emergencia climática y el deterioro del medioambiente nos pisan tan de cerca que la industria cinematográfica ha decidido hacerse eco de esta amenaza.

Con un pie en la nueva década, la sociedad ha visto cómo las temáticas de los filmes y documentales han ido evolucionando y adaptándose a esta nueva urgencia que ha irrumpido en las agendas de las administraciones e instituciones de todo el mundo. Pero los esfuerzos de la industria cinematográfica no se han detenido ahí. Pues qué oficio si no el séptimo arte puede conseguir visibilizar y ser un altavoz lo suficientemente grande para incentivar a la ciudadanía a formar parte activa del proceso de cambio por un desarrollo sostenible.

Festivales de cine como Environmental Film Festival in the Nation’s Capital, en EE UU, llevan desde 1992 dando visibilidad a películas y documentales de temática ecológica y ambiental. En España, el festival Another Way Film Festival vive con el propósito de informar, educar y sensibilizar a la sociedad ante los retos medioambientales a los que nos enfrentamos. Es decir, indagar sobre esa asociación directa que el aspecto social tiene en el impacto ambiental, y viceversa.

Un relato sobre la situación de la pesca tradicional en Senegal (Golden Fish – African Fish), una aventura que nos traslada a la lucha de la tribu Waorani por mantener su territorio en la selva amazónica alejado del petróleo (Spears From All Sides) o una disección de la problemática de la contaminación del aire en China (Smog Town) son algunas de las propuestas que ocupan el calendario de la nueva edición de Another Way Film Festival. Un certamen que también quiere retratar temas más generacionales como el de Slow News, una reivindicación sobre la importancia del periodismo veraz frente a la actual era de las fake news, o el de Once You Know, una exploración personal y profunda sobre la conciencia de los impactos del cambio climático.

“Buscamos provocar una evolución proactiva y positiva que ayude a generar más oportunidades y menos riesgos. Queremos que desde la cultura y la ciudadanía se ayude a aplanar la curva del cambio climático”, señalaba García Larriu en la presentación de la nueva edición de Another Way Film Festival. Bajo el lema Sorprendamos al futuro se podrán ver en octubre hasta 31 títulos repartidos entre documentales, películas de ficción y cortometrajes con temáticas como el cambio climático, la relación del ser humano con la naturaleza, los derechos humanos y el conflicto existente entre tradición y modernidad.

Lo cierto es que cada vez más personas son conscientes de esta urgencia que nos atañe a todos. Una prueba de ello ha sido la enorme recepción que tuvo la última edición del festival ecologista estadounidense Environmental Film Festival (DCEFF), el pasado marzo. Un evento que tuvo que celebrarse on line a causa de la pandemia, pero que su fuerza renovadora consiguió atraer a más de 50.000 espectadores de todo el mundo para disfrutar desde sus casas de estas pequeñas historias que engrandecen el espíritu ecologista.

Historias como Honeyland, un impecable relato que explora el arte ancestral de la apicultura silvestre en el norte de Macedonia; Death of a Specie, una investigación que examina las tasas de desaparición de caracoles en Hawai; o Stuffed, que indaga en cómo la taxidermia podría ser una herramienta útil para preservar la naturaleza.

A pesar de los esfuerzos de la industria por visibilizar la sostenibilidad del planeta, no podemos olvidar la huella negativa que el cine también genera en él. Cuando tratamos de imaginar cuáles son las actividades que más contaminan e impacto negativo generan en el globo jamás pensaríamos en el cine. Pero, por desgracia, la realidad es otra. Y muchas veces la huella que las grandes producciones causan en el medioambiente puede tener consecuencias desastrosas. Un estudio realizado por el Instituto de la UCLA revelaba que el negocio del cine es el segundo más contaminante en California, superando a la industria aeroespacial o la textil.

Para luchar contra ello, cineastas, productores y académicos han decidido tratar este asunto de manera urgente. Uno de los casos se ha dado en la Seminci –la Semana Internacional de Cine de Valladolid–, donde se ha elaborado un manifiesto que, entre otras medidas, establece la creación de un sello verde que premie y certifique el espíritu sostenible de algunas producciones cinematográficas. Es decir, una manera de reconocer los rodajes que se llevan a cabo de una forma más respetuosa con el medioambiente. Un distintivo que premie los esfuerzos como la utilización de energías renovables y papel reciclado, promocionar la compra de envases reciclables, usar materiales biodegradables como madera o textiles orgánicos y reducir el plástico.

Cartel de la película ‘A New Era’ en la sección oficial del Another Way Film Festival.

El periodista y director del festival de Valladolid, Javier Angulo, ha destacado: “Los efectos del cambio climático ya están aquí y el cine puede ayudar a concienciar a los ciudadanos sobre este grave asunto de muchas formas”. Un ejemplo de ello sucedió en el rodaje de la famosa serie de HBO Juego de Tronos, donde se consiguió ahorrar 2.000 kilos de plásticos gracias a la simple iniciativa de eliminar las botellas de agua en el set. El director de cine Guillermo García destacaba en aquella edición de la Seminci la importancia de “normalizar este tipo de medidas a la hora de filmar y entender el rodaje ecológico y sostenible como un reto”.

La Seminci, además, se ha convertido en el primer festival de cine del mundo que ha creado un premio especial –la Espiga Verde–, para galardonar al filme que mejor representa los valores ecologistas y medioambientales. En total, ocho películas y documentales llevaron en su última edición a la gran pantalla temas como la contaminación por pesticidas, el activismo, la experimentación con cultivos o la desaparición de la biodiversidad.

Solo tenemos que irnos a la última celebración de los Oscar para darnos cuenta de que el cine, como arte, ya ha levantado su poderosa voz para combatir los embistes de la acción humana en el planeta. Allí, el reconocido actor estadounidense Joaquin Phoenix recordaba al público: “Todo es una clara llamada de atención. La gente no se da cuenta de que todavía hay tiempo, pero sólo si actuamos ahora. No podemos esperar a que los gobiernos resuelvan estos problemas por nosotros”. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Quizás con ese poder que tiene el cine de calar en las emociones y sentimientos de la gente podamos, de una vez por todas, entender que sin cambios, no nos queda tanto tiempo.

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