“En Internet, cuando se quiere hacer daño, es fácil hacer mucho daño”

Un uso poco adecuado de Internet puede generar ansiedad y dependencia. Foto: Pixabay.

¿Cuánto tardas en compartir un meme o un vídeo gracioso? ¿Y fotos ajenas, incluso de niños, para presumir de hijo o de nieta? Se hace con total ingenuidad, sin pensar en las consecuencias. Esto último se llama ‘sharenting’, palabra que una vez más descubrimos gracias a PantallasAmigas, pioneros en fomentar el uso responsable de las nuevas tecnologías en España. Ante el panorama virtual al que la pandemia nos aboca, hablamos con su fundador, Jorge Flores, para saber capacitar a los más jóvenes en la jungla virtual. El civismo digital está en su prehistoria ante una Red que a menudo incentiva nuestro lado compulsivo e irracional. El primer paso es reconocerlo: la sobreinformación intoxica. Conocer riesgos como el sobreuso o el ‘ciberbullying’ y valores como la ciudadanía digital, la empatía digital o el pensamiento crítico son clave para optimizar recursos y combatir la ansiedad y dependencia que genera.

Cuando le pregunto si es informático me responde riendo que un error lo tiene cualquiera. «Estudié y trabajé en informática. Obviamente, sabes cómo van las tripas de la cosa, pero esto ha evolucionado mucho, y el no ser un friki, un fanático o un entusiasta, que no lo soy, te permite cierta distancia o verlo de forma objetiva. Tengo conocimientos, pero no una devoción o pasión por el tema». Entonces te identificas más con la pedagogía o la divulgación, ¿no? «Sí, sin duda».

Jorge Flores dirige PantallasAmigas desde su fundación en 2004, en Bilbao, plataforma integrada por un equipo humanístico e interdisciplinar de educadores, psicólogas, personas con vocación y sensibilidad en igualdad y diversidad, personas del ámbito del diseño gráfico y las Bellas Artes y otras del ámbito informático y técnico. En su web y canal de Youtube son un reflejo de una incesante labor divulgativa, que pasa por campañas institucionales, recursos educativos, charlas en colegios y hasta un diccionario de riesgos digitales (ciberbulling, sexting, grooming, sextorsión, revenge porn…) que explican muchas de las cosas que hemos oído o experimentado en la Red sin darle nombre ni conocer sus connotaciones psicológicas, éticas y jurídicas. Además, campañas como Practica el modo avión nos ayudan a liberarnos o desenRedarnos para disfrutar de otras cosas en los tiempos de la covid-19.

¿Por qué nació PantallasAmigas? 

Antes de 2004 yo estaba desarrollando proyectos multimedia para el ámbito educativo. En un momento dado hicimos un recurso en Flash con un chat para que los chavales jugaran e intercambiaran mensajes, y vimos cosas que no nos esperábamos. Ni deseábamos. Te estoy hablando de hace más de 15 años y en España había muy poca experiencia, pero veíamos que estaban ocurriendo cosas que no nos gustaban en otros países como Estados Unidos, Canadá, Australia, Reino Unido, donde la Red tenía más penetración. Las dos mayores preocupaciones eran el acceso a contenidos inadecuados por parte de menores y el acoso sexual por parte de depredadores. También la Red era lo que era entonces… Pero aquello nos abrió los ojos de cara a cómo podía afectar en el futuro.

¿Y cómo crees ahora que ha evolucionado desde que empezasteis a trabajar en ello? 

Digamos que hemos pasado de un Internet casi de consulta y con algún lugar en el que chatear a la aparición de las redes sociales, que amplificaron la comunicación entre personas y situaron a los propios usuarios de Internet como productores de contenido. Ese fue un gran cambio, y tampoco es que estuviéramos preparados para ello. Contenidos que al principio eran más básicos como textos acabaron siendo contenidos más ricos, como vídeos, y en directo, proyectados en streaming. En resumen, la llegada de las redes sociales, la conversión del usuario en productor de contenido, y el Internet en el móvil han sido los grandes hitos. Por cómo nos afecta a todos y sobre todo a los chavales. ¿Que cómo afecta? Yo creo que las pantallas son amigas, como decimos, nos facilitan un montón de cosas en todos los sentidos, lo hemos visto en la pandemia, pero van acompañadas de retos. Internet es un entorno susceptible de ser utilizado con facilidad para hacer daño. Precisamente por ser una herramienta tan potente, cuando se usa para hacer daño se puede hacer mucho daño fácilmente. En este tiempo, a los jóvenes como a las personas adultas, Internet nos ha venido atrapando un poquito de más, en exceso.

El componente adictivo, ¿no? 

El condicionamiento social. No solo me refiero a uso problemático, sino en todos los sentidos. Como está más presente en nuestras vidas desde edad más temprana, durante más tiempo al día y en facetas más diferentes, pues al final nos está afectando de manera proporcional, en cosas positivas y negativas. Y por su gran atractivo y porque hay mucha gente peleando para que así sea nos está condicionando tanto en cantidad de uso como en la forma en que vivimos, en cómo nos relacionamos y en cómo pensamos incluso, porque Internet tiene sus propios filtros y la forma en que nos traslada la información. Creemos que somos libres, pero está muy mediatizada.

¿Disponen los más jóvenes de herramientas de filtro para separar con criterio la paja del grano? 

Yo creo que no, son consumidores bastante pasivos y poco críticos. Al final Internet nos lleva a vivir la red de forma muy rápida. A veces contestamos en un grupo de whatsapp sin saber ni lo que estamos diciendo.

Instintivamente.

Sí, no está habiendo vocación de consumo crítico, de tener un papel activo, que es algo que estamos trabajando con la iniciativa Cibermanagers. Están consumiendo lo que les llega para su necesidad inmediata y precisamente la reflexión o la calidad no es lo que prima en su manejo de información. Ahora se está trabajando en la aproximación crítica a la información porque cada vez es más relevante para todas las personas, pero en general los jóvenes no le dan la importancia que tiene a ser críticos. No tienen las competencias adecuadas y están siendo, digamos, manejados por las circunstancias.

¿En qué os apoyáis para estar al día al enfrentar los retos de Internet? 

El uso de Internet ha alcanzado tanta relevancia social y se ha globalizado tanto que la forma en que usaba Internet antes un chico de Bogotá y un español no tenían nada que ver, pero ahora se ha equiparado. Un dato: en 2006 hicimos la primera guía de ciberbullying, imagínate. Y en 2009 el primer vídeo de sexting. ¿En qué nos basábamos? En la exploración de lo que había en Internet. Así de duro. Y luego también hemos pensado que para prevenir teníamos que actuar con antelación y no esperar a obtener un apoyo de una institución o una empresa para hacer algo sino lanzarnos.

El experto en Internet y fundador de PantallasAmigas, Jorge Flores.

¿Y lo tuvisteis? 

Buff. Pues siempre a posteriori, nosotros casi siempre hemos hecho primero el proyecto y luego hemos conseguido convencer a alguien para que nos respalde.

Eso es algo que nunca he entendido. Hace años que os sigo porque me parecía fundamental vuestro papel. Hoy la educación debería empezar por cómo usar Internet si esa es su principal fuente de información. Porque incluso desde el punto de vista legal íbamos muy por detrás, y me sorprende que no tuvierais más apoyo institucional vinculado a Educación, o incluso a Sanidad.  

Es que hay dos ámbitos competenciales fundamentales: el gobierno y las comunidades autónomas. ¿Qué ocurría? Esto es curioso. En aquella época donde ya se luchaba por proporcionar Internet a los hogares esto era una competencia de ministerios o consejerías, digamos, tecnológicos, y sin embargo esto no se abordaba. O sea, se preocupaban de meterte un ordenador en casa conectado a Internet, pero no de que lo usaras con seguridad. Bueno, y esto pasa también con el proyecto Escuela 2.0. Curiosamente se abordó casi siempre, y poco, desde el ámbito del progreso tecnológico, por decirlo así, pero Educación apenas intervenía (ni desde el ámbito autonómico ni desde el estatal), e Infancia y Familia tampoco.

Estaba siempre en un limbo. Había poquitas iniciativas, muchas veces hechas para la foto del periódico por parte de instituciones públicas. Y era bastante difícil. Nosotros sí que colaboramos con defensores del pueblo o del menor, como en los casos de la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha o el País Vasco. En Navarra, por ejemplo, con la Consejería de Innovación. También colaboramos con alguna empresa del ámbito de las comunicaciones que lo veía como un área de marketing o responsabilidad social corporativa. No había una apuesta decidida ni mucho menos por esta cuestión. Hoy en día depende de para qué tipo de proyectos sí hay fondos de un lado y de otro a los que puedes intentar acudir.

¿Desde Educación? 

En Educación está INTEF. Y va haciendo cosas por las competencias digitales y los docentes, pero ten en cuenta también que el Ministerio de Educación tiene un papel muy limitado porque la competencia es autonómica. Y luego, lo de Escuela 2.0 no iba acompañado de acciones para una Internet más segura o de recursos. La preocupación era que los chavales tuvieran el portátil para llevarse a casa o tener en clase. En todo caso, eran los docentes, cuando el problema les rebotaba o por solicitud de las AMPAS, que pedían una formación.

¿Entonces era más una demanda de los docentes y educadores que de las propias instituciones? 

Sí, y los padres también pedían ayuda, pero bueno, querían que lo hicieran otros. Esto era típico: tú dabas sesiones con padres y madres en centros educativos, les explicabas un poco lo que significaba estar conectado y la parte preventiva, y la primera pregunta era: ¿y esto se lo contáis a ellos? Entonces mirabas a la dirección del centro a ver qué respondían.

¿Hay algún estudio novedoso sobre estos temas que estéis teniendo en cuenta ahora? 

En el tema de la pornografía, desde la perspectiva de la violencia de género, hay un par de estudios, uno de Save the Children y de alguna otra ONG, y sobre el uso abusivo también. Ahora hay un debate con el tema de la adicción a Internet, de si es una adicción o no. Clínicamente el único trastorno de conducta adictiva reconocido es el de los juegos on line multijugador. En España hay un grupo de trabajo de investigación que lleva más de una década con estos temas, que pertenece a una red inicialmente europea pero que ya ha cruzado a Latinoamérica, que se llama EU KIDS ONLINE. Realizan investigaciones y producen informes periódicos; son los datos más oficiales y rigurosos, sobre todo, porque la Universidad está detrás. En el caso de España, se trata de la Universidad del País Vasco.

¿Y durante todo este tiempo cómo han ido reaccionando los otros países? 

En EU KIDS ONLINE tienen comparativas de países europeos y verás que la diferencia de prevalencia de riesgos entre países no es muy grande, por ejemplo en ciberbullying. Es verdad que la realidad económica y social es muy distinta. En este sentido, podríamos decir que Reino Unido ha sido el más aventajado, también en tener un grupo de entidades sociales que han trabajado bastante bien estos temas, pero más que medidas gubernamentales, actividades preventivas desde el tercer sector. Hay gente muy potente que está haciendo cosas interesantes. Y Francia ha sido uno de los primeros que ha prohibido los móviles en las aulas, con todas las comillas que quieras poner a eso de prohibir.

Durante los dos años anteriores a la entrada en vigor del Reglamento General de Protección de Datos (2018), los países miembros podían decidir la edad mínima de inicio en los servicios de Internet. Es decir, si un país miembro no decía nada, la edad sería 16 años y todo menor de esa edad que quisiera usar un servicio on line debía pedir permiso a sus padres. Un país podía elegir cambiar ese límite entre los 13 y los 16 años. Algunos se quedaron con el límite de 16 y España lo fijó en 14. Al final, si usas un servicio on line, ellos van a querer manejar tus datos, con lo cual lo que se regula es la edad a la que puedes dar consentimiento para manejar tus datos. Hay aplicaciones que por eso han puesto los 16 de edad mínima para toda Europa y así simplificar su responsabilidad.

¿Vosotros tenéis una línea respecto a la edad de inicio o el uso del móvil en clase? 

Lo explicamos en nuestro blog. Respecto a la edad de consentimiento consideramos que debía ser la menor, 13 años, porque por experiencia asumimos que la Red ya forma parte de sus vidas desde antes y, cuanto más autónomos sean, más preparados estarán. Respecto a los móviles en las aulas , apoyamos la prohibición porque a diferencia de muchos, creemos que prohibir sí es una forma de educar, de poner límites, que son necesarios. Pudiera parecer contradictoria una postura permisiva y otra restrictiva, pero no lo son porque atienden a motivaciones y circunstancias diferentes.

¿Y respecto al tema jurídico, cómo ha ido la evolución? 

Uno de los primeros temas que abordamos fue el del ciberbullying, por la cuestión de empatía y de valores, pero también por una cuestión legal. Veíamos que los chavales estaban haciendo perrerías y que si supieran las consecuencias legales de lo que hacían no lo harían. Ante ello, en 2009 o 2010 promovimos una iniciativa con el Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid llamada e-legales para tratar de explicar a los chavales que una amenaza de muerte en Internet es un delito, además con tres agravantes: ser público, por escrito, y si pretendes hacerte pasar por otra persona, el agravante de disfraz. ¿Y por qué lo explicábamos? Para que algunos se cortaran y evitar agresiones y para que la víctima pudiera guardar pruebas y defenderse mejor.

Me preguntas si vamos por detrás en las leyes, y sí, la reforma del Código penal de 2015 la estuve esperando un montón, y estuvo como dos años parada para no aportar grandes cambios respecto a los borradores, la verdad. Las mayores aportaciones fueron poner más fácil la persecución de delitos que ya lo eran, pero que al tipificarse de forma más clara eran más fáciles de identificar y, por tanto, sancionar. Uno por ejemplo tenía que ver con la difusión no consentida de imágenes íntimas. Otro, con las diferentes formas de ciberacoso (estar todo el día tocando las narices en redes sociales o mandando mensajitos). Aun así, sigue habiendo cosas pendientes…

Vemos cómo todo degenera en crispación en las redes sociales, por ejemplo. 

Sí, la ciberviolencia de género y la tipificación de los delitos de odio, muy presente en las redes sociales.

¿Qué relación guardaría todo esto que comentas con el concepto de ‘ciudadanía digital’ que defendéis en la web? 

Nosotros hemos ido actuando en todo este tiempo donde creíamos que hacía más falta, por eso empezamos con lo del ciberbullying en 2004, y hemos ido cambiando nuestro foco en función de la evolución del ecosistema. Ahora estamos más en el trabajo directo con la creación de capacidades y en la participación activa. Entendemos la ciudadanía digital como el ejercicio y defensa activa de derechos y deberes en el contexto digital y, como tal ciudadanía, debe ser activa y responsable. Por ejemplo, participar en una causa social en redes sociales es ejercer la ciudanía activa, pero hacerlo sin contrastar las informaciones que se difunden no es ejercerla de forma responsable.

¿Y en qué sentido creáis esas capacidades? 

En el de competencias, conocimiento… Por ejemplo, cuando hablamos de sobreuso o exceso de uso, pueden estar los padres tutelando, lo cual es importante, pero también tenemos que hablar a los propios chavales del sobreuso, igual que les hablas de alimentación saludable. No vas a estar todo el día a ver qué comen… Puedes intentarlo, pero lo más adecuado será que ellos tomen conciencia y que, al mismo tiempo, se impliquen en mejorar el contexto y las conductas de los demás. Estamos en esa fase de ayudar a autogesionar el uso de la tecnología independientemente de la prevención de riesgos. Queremos que los chavales sean un elemento activo, no algo a proteger o parte del problema.

Eso es lo que hacemos con la estrategia Cibermanagers, donde hacemos que ellos participen y cuenten su experiencia, y en cuanto les damos ocasión se involucran y lo hacen muy bien, ayudando a otros de otras edades. Eso es también construir ciudadanía. Dentro de esta parte queremos abundar un poco también en el tema del pensamiento crítico, no tanto respecto a la cantidad de uso, sino al tipo de información que consumen. No puedes ser parte activa de la sociedad si no eres crítico con lo que consumes y compartes. Para eso hace falta conciencia, capacidad de ponerse a pensar y recursos para contrastar la información.

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