Amar en la diferencia

Así se titula el despropósito. No es la primera vez que los despropósitos se encuadernan y se venden en las tiendas o sea que tampoco podemos ser tan ingenuos como para llevarnos las manos a la cabeza.

Titular a ese panfleto Amar en la diferencia es el ejemplo más feroz de falsificación del lenguaje. Es tan incoherente como bautizar a una funeraria con el nombre de ‘La Siempreviva’. Por si aún queda algún despistado o distraída, les diré que hablo del manual que ha publicado el Vaticano sobre las formas de la sexualidad y el pensamiento católico. Vamos, un libro sobre el solomillo escrito por un grupo de veganos.

En su cruzada contra la homosexualidad, el Vaticano publica las actas de un simposio celebrado en Roma, en 2008, a iniciativa de la Santa Inquisición del siglo XXI, o sea, la Congregación para la Doctrina de la Fe. No hace falta matizar que el manual es un vómito adolescente contra los homosexuales, sus familias y el matrimonio igualitario. La excusa perfecta para que el señor Reig Plà –la Aída Nízar de la Conferencia Episcopal- vuelva al candelero. Por supuesto, el obispo de Alcalá de Henares fue el encargado de presentarlo ya que él también escribe el prólogo en castellano. O mejor dicho, envenena el prólogo porque el resto del libro ya viene envenenado de Roma.

Para estos señores, la homosexualidad es un “problema global y urgente” que “deconstruye la persona y la civilización”. No la usura de las entidades bancarias, no la desigualdad que alimenta la especulación de los mercados, no la pobreza que irrumpe en el primer mundo y sobrevive en el tercero, no las guerras, no el hambre, no los crímenes de odio, no la violencia de género, no el tráfico de armas, no las mafias narcotraficantes, no el racismo, no la concentración de poder en manos de unos pocos, no los niños robados por monjas, no el abuso infantil por parte de sacerdotes, …la homosexualidad, señoras y señores. Por eso va el mundo como va, por los homosexuales. Y me pregunto yo, si realmente tenemos tanto poder, ¿cómo es que aún no hemos dominado el mundo?

Bromas aparte, según estos señores somos portadores de una patología mental que nos hace sentir una atracción afectivo sexual hacia personas de nuestro mismo sexo. O sea, nos enamoramos y hacemos el amor con personas de nuestro mismo sexo. O sea, difundimos y llevamos a la práctica la palabra de Dios: nos amamos los unos a los otros. Pues bien, eso no le gusta a la multinacional que explota la patente del amor al prójimo. Otra incoherencia más.

En el oprobio, perdón, en el prólogo, el obispo Plà cree que hay que combatir la homosexualidad –repito, no el hambre, ni la pobreza, ni las guerras, ni el racismo, ni la avaricia,…-, deja entrever, como publica en la web de su obispado, que tiene sanación, que la experiencia –ignoro si habla a título personal y prefiero seguir ignorándolo- le demuestra que es posible la esperanza, y culmina pidiendo un “debate cultural” como el que se está viviendo en Francia. No vamos a valorar la ignorancia manifiesta de un señor que sigue pensando que ser homosexual es una enfermedad y, por lo tanto, se cura. Valorar esa opinión sería como elevar al ápice de la pirámide de la evolución humana el criterio de un pre-australopithecus. Pero sí vamos a valorar, y mucho, que la amenaza de muerte, que la ira, que las agresiones, que el asesinato del joven Clément Méric a manos de un nazi de 20 años es “debate cultural” para el señor Reig Plà.

Lo que el señor Plà no comprende es que su cruzada particular solo germina en las mentes fanáticas de sus seguidores directos, una minoría peligrosa pero minoría. Que este país está más preocupado por el paro, por la pobreza, por los desahucios, por la falta de empatía con la clase política, que por esas chaladuras de andropáusico. Que aquí no hay debate que valga, que el debate ya existió y votamos sí al matrimonio igualitario y el Tribunal Constitucional avaló y garantizó ese derecho. Punto final.

Hace tiempo que la actitud de las iglesias contra la homosexualidad dejó de sorprenderme para empezar a cabrearme. En el caso de la católica, que es la que yo padezco, creo que hay que empezar a tomar cartas en el asunto. Tanta condescendencia me toca las pelotas. Por eso creo que ha llegado el momento en el que los grandes colectivos lgtb de este país, desde la FELGTB hasta las pequeñas asociaciones autonómicas, deberían liderar una demanda contra la iglesia católica y alguno de sus representantes en España, por injurias, calumnias, difamación, apología del odio, discriminación e incitar a la violencia y a los crímenes de odio con sus declaraciones. ¿Recuerdan cuando una asociación de abogados cristianos se querelló contra el actor Leo Bassi por ofensa pública hacia la religión católica y por incitar al odio por cuestiones confesionales? ¿A qué estamos esperando para pagar su continua provocación con la misma moneda? ¿Cuándo veremos sentados en el banquillo a los responsables teóricos de la violencia homófoba? ¿Dónde están ahora las asociaciones lgtb que se quejaban de homofobia por el cambio de recorrido de la manifestación del Orgullo 2013?

Sé que la iglesia católica en general, y la española en particular, ha entrado en una espiral muy parodiable. Pero no hay que bajar la guardia. La otra mejilla ya la hemos puesto muchas veces. Individuos como Reig Plà son peligrosos porque, como un comando terrorista en sus últimos coletazos, agudiza su violencia para amedrentar y, así, sostener su poder sobre nuestro miedo. Y el miedo no nos hará libres; nos dejará solos.

Puedes escuchar aquí el último programa de Wisteria Lane dirigido por Paco Tomá en RNE.

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Comentarios

  • jose vazquez

    Por jose vazquez, el 19 junio 2013

    ¡Son una secta compañero! Se necesita promover iniciativa legislativa para recortarles ayudas y protagonismo sobre todo en la enseñanza. Propongo que tributen y paguen impuestos como todos. En cuanto vean en peligro su pasta, moderarán sus invectivas sectarias.
    Muy atentos y expectantes.

  • valenciaalpunto

    Por valenciaalpunto, el 19 junio 2013

    Buenas noches Paco,

    Oye, y tú que tienes un altavoz, aunque sea pequeñito ¿no podrías organizar lo que propones? Algo naif como la caravana de palomos de El intermedio mezclado con un pelín de mala leche, como las protestas de las chicas de Femen.

    Ahí queda eso.

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