Carta abierta a Íñigo Errejón para evitar el sufrimiento animal

Un toro maltratado en una corrida. Foto: Manuel González Olaechea y Franco / Creative Commons.

Un toro maltratado en una corrida. Foto: Manuel González Olaechea y Franco / Creative Commons.

Un toro maltratado en una corrida. Foto: Manuel González Olaechea y Franco / Creative Commons.

Un toro maltratado en una corrida. Foto: Manuel González Olaechea y Franco / Creative Commons.

El autor de esta sección se dirige a Íñigo Errejón a raíz de unas declaraciones en las que, sobre la posibilidad de un referéndum para prohibir o no las corridas de toros, el diputado de Podemos señalaba que su prioridad es el sufrimiento de las personas, antes que el sufrimiento animal. El periodista le recuerda que las luchas por los derechos nunca han sido excluyentes a lo largo de la historia; que no está reñido luchar por los derechos de los humanos y los derechos animales, sino, más bien, todo lo contrario. Y le recomienda leer ‘Manifiesto animalista’, de la filósofa francesa Corine Pelluchon.

Estimado diputado:

En una información facilitada por la Agencia EFE usted declaraba hace unas semanas que ve «normal» hacer una consulta sobre si prohibir o no los toros en caso de que haya «demanda ciudadana», tal y como había propuesto el secretario general de su partido, Pablo Iglesias, aunque su prioridad, si consigue gobernar, no sería el «sufrimiento animal» sino el «sufrimiento de las personas». Si uno continúa leyendo la noticia vemos que de alguna manera matiza sus palabras y no solo ve censurable a nivel personal la tauromaquia sino que va más allá y pide que se respete la dignidad de los animales en la cadena de producción de carne, por ejemplo. Es posible, por tanto, que su afirmación esté sacada fuera de contexto o que la dijera sin pensar demasiado o pensando demasiado, sobre todo en una parte del electorado, no sé, pero en todo caso permítame que le recomiende un libro que tal vez le haga cambiar de opinión. Me refiero al Manifiesto animalista, de la filósofa francesa Corine Pelluchon.

El título, seguro que la referencia sí le suena, ya es una obvia declaración de intenciones. Si los obreros necesitaron de un manifiesto para llamar a la revolución en el siglo XIX, en el siglo XXI son los animales quienes han dado el “grito de guerra” ante la explotación a la que les sometemos, con el matiz importante de que ahora somos nosotros quienes hemos de darles la voz. Y la de Corine Pelluchon es una de las más vivas y lúcidas que he oído en los últimos tiempos.

A la revolución obrera le siguió la feminista, más tarde la ecologista, el antirracismo y la de los derechos de los homosexuales. Cada una se solapaba a la anterior, como en una gran cebolla. Las capas son independientes, pero si quitas una destruyes la cebolla. Como contaba la escritora Grace Paley, en los años sesenta y setenta del siglo pasado en Estados Unidos se dieron todas esas sensibilidades a la vez. Eso no quiere decir que no hubiera mujeres blancas muy feministas pero que fueran racistas. O negros que lucharan por sus derechos pero que en su casa maltrataran a sus mujeres. Y fue precisamente en los años setenta cuando nació como movimiento político la causa animalista de la mano del filósofo Peter Singer con su ensayo Liberación animal, que ha marcado un antes y un después en la defensa de los animales, que por otro lado viene de muy lejos, de los clásicos, como casi todo.

La atroz situación en la que viven actualmente muchísimos animales, según Pelluchon, es el resultado (aunque no solo) de un sistema económico, el capitalismo, que considera el planeta una fábrica y a sus habitantes (animales humanos y no humanos) como meros obreros, eslabones de una cadena de producción. Si Marx ya habló de la división del trabajo como elemento esencial del capitalismo, esa división se da también en la producción de alimentos procedentes de los animales. “Basta una loncha de jamón en un bocadillo para recordar los edificios donde se hacinan los llamados animales de producción desde que la ganadería se industrializó y adoptamos la división del trabajo y la especialización del trabajador asignado a una sola tarea. Porque en la ganadería intensiva el animal está destinado a una sola función: las cerdas a la producción de lechones, los cerdos de engorde a la carne, las gallinas ponedoras a los huevos, la vaca a la leche. Detrás de cada trozo de salchichón, de cada pedazo de queso, hay transportes interminables, la espera y el pánico en el corredor de la muerte, el final, a menudo doloroso, del animal degollado con plena conciencia porque el aturdimiento no se ha hecho bien y los instrumentos que se usan en los mataderos no se renuevan regularmente”, escribe. Y añade: “Pero si usamos este nombre (capitalismo) no podemos limitarnos a una ideología que enfrenta a patronal y los asalariados, pues este planteamiento pasa por alto la dimensión universal de la causa animal, que va más allá de las divisiones políticas y tiene un carácter estratégico”.

Vale, dirá usted, esa situación es horrorosa y habría que evitarla, pero mi prioridad es que la gente llegue a fin de mes, es el sufrimiento de las personas, no de los animales. La tesis de Pelluchon, que compartimos muchos, es que las luchas por combatir las injusticias no se contradicen unas a otras, al revés, se complementan. Por supuesto que hay que luchar para que la gente tenga una vida digna. Y también para que los inmigrantes no mueran cruzando el Mediterráneo o no tengan que dejar su lugar de origen. Y también hay que luchar para tener un planeta habitable, en el que las mujeres y los hombres tengan los mismos derechos de verdad, en el que los gais no tengan que reivindicar su orgullo o no exista el supremacismo racial. Hay que luchar por todo eso pero también por los derechos de los animales. “Nuestra relación con los animales es un espejo que nos muestra en que nos hemos convertido con el paso de los tiempos. En el espejo no solo aparecen los horrores cometidos por nuestra especie al explotar a otros seres humanos, sino el rostro macilento de una humanidad que está perdiendo su alma”, escribe esta filósofa al comienzo de este libro necesario, que es una invitación a la reflexión para actuar después.

Lo que está en juego en el maltrato animal, diputado Errejón, es nuestra propia alma, nuestra condición de humanos. Y no podemos mirar hacia otro lado. Que haya un referéndum para acabar de una vez por todas con los toros no solo es necesario, sino que también es urgente. Sé que habrá muchos animalistas que incluso pensarán que el referéndum sobra, que tal vez la tauromaquia se debería prohibir directamente. Ese es otro debate.

Luchemos para que la gente llegue a fin de mes, por supuesto. Y también para no avergonzarnos de vivir en un país que sigue llamando a los toros la fiesta nacional. ¿Desde cuándo la tortura puede ser una fiesta? Evitar el sufrimiento animal, diputado Errejón, es evitar nuestro propio sufrimiento.

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Comentarios

  • francisco alcocer

    Por francisco alcocer, el 14 octubre 2018

    Tiene toda la razón en sus argumentos. Yo siempre repito esa tesis de que no son excluyentes ninguna causa, se pueden y deben defender TODAS al unísono. Todas las que sean justas.
    Está muy mal que se persiga el bienestar humano y se olvide el animal y lo que está peor de todo es denominar «fiesta nacional» al espectáculo de torturar de forma sangrienta a seis animales.

  • Tercermundoiberico

    Por Tercermundoiberico, el 14 octubre 2018

    Triste país de míseras tradiciones esta españistan.

  • Rafael Soler Fabra

    Por Rafael Soler Fabra, el 14 octubre 2018

    Sr.Morales,si fuese Vd.capaz de trasladar a la realidad sus comentarios,sus pensamientos,contaria con mi apoyo o con mi voto en caso de que entrase a formar parte del ring/lodazal de la politica.
    Saludos,attme:
    Rafael Soler
    Valencia,14/10/2018
    POSDATA:
    Cuando cree Vd.que pasaremos a ser «animales racionales»,en cautividad dependiente gracias a Mosantos?

  • Manuel Gari Ramos

    Por Manuel Gari Ramos, el 14 octubre 2018

    Interesante y acertado el enfoque del artículo/carta. Este es un asunto que cada día interesa a más gente. Las movilizaciones contra macro granjas señalan la pauta.

  • Josep Sarret Torrades

    Por Josep Sarret Torrades, el 14 octubre 2018

    A mi entender, magnífico artículo y lección de los principios éticos que deberían regir la vida de los humanos. Frente a la hipocresía de muchos políticos, la acción real y concreta para resolver el problema del maltrato animal que en este país se encubre con una supuesta cultura y tradición.

  • Josep

    Por Josep, el 15 octubre 2018

    En una primera lectura pensaba que estaba a favor de las corridas de toros. Todos los que comemos carne tendríamos que pasar por la experiencia de matar un animal que tengamos que comer. Nos hace más humanos con todos los matices que supone serlo.

  • Alberto

    Por Alberto, el 16 octubre 2018

    No me ha gustado. Me parece un argumento falaz. Decir que algo es prioritario a otra cosa no es excluirla. Es más. Si no hay un apoyo de algo por una clara mayoría, me parece que lo que se esconde es pretender imponer una idea sobre la base de una supuesta superioridad moral. Y no digo una clara mayoría sobre la abolición de las corridas, digo una clara mayoría sobre un referendum nacional acerca de ese problema. Efectivamente, hay problemas más importantes que afectan directamente a más gente, lo que no quiere decir que este se excluya. Lo vemos desde otro prisma. Entrevistador: -Errejón, ¿qué te parece un referendum sobre la implantación real del derecho a la vivienda digna?- Errejon -No. Mi prioridad ahora mismo son los animales, haré un referendum sobre la tauromaquia. Por muy voluntarista que queramos ser, la realidad se impone. No seamos hipócritas.

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