Cien años de parques nacionales españoles, desde el Jardín Botánico de Madrid y el Guadarrama

La Sierra de Guadarrama. Foto: Creative Commons.

La Sierra de Guadarrama. Foto: Creative Commons.

La Sierra de Guadarrama. Foto: Creative Commons.

La Sierra de Guadarrama. Foto: Creative Commons.

La Sierra de Guadarrama, la ‘Sierra de las Ideas’, ha sido la protagonista del tercer ciclo del ‘Jardín Escrito’ en el Jardín Botánico de Madrid, que se une así a la celebración del centenario de los parques nacionales españoles. Con un aforo completo, quedó patente el interés de la sociedad por el último parque nacional declarado en España, pero no exento de amenazas por la afición de tanto público de la capital por usar este territorio para practicar todo tipo de deportes, algunos incompatibles con su conservación.

 El Jardín Escrito se inició en 2016 con un triple objetivo: promover el debate, difundir la ciencia y dar a conocer la Biblioteca del Real Jardín Botánico. En esta tercera edición se ha buscado abrir a la sociedad una ventana que mira a la actualidad literaria y periodística vinculada a las áreas de ciencia y medioambiente, de ahí que el arranque estuviese basado en la revista Leer.

La mesa redonda partía, y se volcó, en el monográfico de la revista Leer dedicado a los Parques Nacionales españoles por su centenario. Los primeros parques españoles, Picos de Europa y Ordesa, cumplen en 2018 cien años. En la revista, el periodista Pedro Cáceres recoge la historia y vida comenzando con la semilla del modelo de John Muir para los espacios salvajes de Estados Unidos y explicando cómo el krausismo fue en España el germen intelectual que desembocó en la protección institucionalizada del paisaje.

Bajo el título La sierra de las ideas. Guadarrama y el origen de los parques nacionales españoles se debatió sobre naturaleza y conservación. Presentes y aportando su saber y reflexiones estaban Borja Martínez, director de la revista Leer; Pedro Nicolás, geógrafo, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, y Miguel Tébar, miembro de la Junta de Peñalara y bibliotecario de la asociación. Entre todos hicieron una especie de homenaje al último parque nacional declarado en España, la Sierra de Guadarrama, a caballo entre dos comunidades, Madrid y Castilla y León.

La importancia que Guadarrama tiene para Madrid quedó patente desde el principio del diálogo de los tres expertos. Una reflexión dejó caer que Guadarrama no sería lo que es si no quedase a 60 kilómetros de Madrid, pero es que tampoco la capital estaría situada ahí si no hubiese estado la sierra. De ahí la importancia de este territorio para madrileños y madrileñas.

De la reflexión se pasó a los elogios; los tres describieron “esa sierra de luz tibetana por su lejanía al mar”. De los datos sociológicos a los más bucólicos; se definió Guadarrama como “la atrapadora del agua de las nubes”, “la sierra manantial”, “un lugar para emocionarse”, “donde tenemos silencio”, “donde suena el eco y el viento”. Alguno de los presentes confesó que allí se había convertido en “caminante de noches y amaneceres”. También se escucharon usos de Guadarrama menos bucólicos, como “el lugar para huir del calor de la capital en verano”. Descripciones desde el alma, el corazón y la razón que dejaron a la Sierra como un lugar lleno de magia, un oasis para volver a respirar aire puro y ver el cielo estrellado.

Entre piropos y descripciones, los expertos hicieron un llamamiento: “Que la gente no vaya sólo a la sierra a hacer deporte; hay allí un montón de contenido histórico y científico”. Los componentes de la mesa incidieron en la importancia de Guadarrama como símbolo científico y cultural. Rogaron a los presentes no ser meros “deportistas estériles”. Y criticaron el concepto de concebir la sierra como un área donde practicar esquí, deporte al que, según los augurios de la mesa, le quedan 30 años en Guadarrama.

Los expertos recordaron el origen del conservacionismo español a través del periodismo medioambiental y la literatura, mención especial para la Institución Libre de Enseñanza y su fundador, Francisco Giner de los Ríos. El catedrático vio en Guadarrama laboratorio y aula al aire libre, así como un lugar para ejercitar el alma. Se recordó la Sierra de Madrid como lugar de musas para escritores y escenario al que le dedicaron letras autores tan destacables como Unamuno. También se subrayó el papel de la Sociedad Peñalara, desde donde se propició la aprobación de la Ley de Parques de 1916 y la declaración de los parques de Covadonga y Ordesa. Tras el coloquio, el público también tomó la palabra y todos los que allí se manifestaron coincidieron: “Guadarrama tiene algo distinto”.

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