Cómo acabar de una vez por todas con la Cultura

montoro

Cristóbal Montoro (sin palabras).

Una andanada más del Gobierno del PP y su ministro de Hacienda contra la cultura: que los escritores y creadores tengan que renunciar a su pensión si sus derechos de autor superan un tope. Una iniciativa más de mezquindad de los que se supone que gestionan lo público para convertir poco a poco la cultura de este país en un solar, y campar mejor a sus anchas, sin ciudadanos críticos que pongan en entredicho su mediocridad.

Leo en el Abc.es que el poeta Antonio Gamoneda se plantea dejar de escribir si prospera la iniciativa de Montoro de que los escritores y creadores tengan que renunciar a su pensión si sus derechos de autor superan un tope, como desveló hace un par de días Elespañol.es. Para el poeta leonés, según recoge ABC, la normativa promovida por el Gobierno de Rajoy es “una legislación absurda, injusta y destructiva de la cultura”. Y añade: “Es terrible. Si termina imponiéndose, ¿qué vamos a hacer los escritores, los científicos y los creadores? Es un disparate. Yo tendré que dejar de escribir, porque, con lo que gano con mi escritura, no puedo vivir”.

No creo que Gamoneda deje de escribir, entiendo que es imposible para un creador, sería como dejar de respirar, pero sí de publicar. Lo cual sería una gran pérdida, otra más, para los lectores y para quienes apreciamos la cultura y pensamos que forma parte del ser humano, de lo que nos define (a estas alturas cabe empezar a preguntarse si Montoro no es de nuestra misma especie).

Nadie se dedica a la literatura para hacerse rico. Más bien al contrario. Salvo casos aislados, es necesario tener otro trabajo para poder escribir. Lo normal es que los exiguos derechos de autor que te llegan apenas sirvan para invitar a tomar unas cañas a los amigos. Es un oficio duro, lleno de renuncias, que exige una gran constancia y que a veces incluso lleva al divorcio. Nada de eso importa si uno quiere escribir. Lo hará igualmente. Lo hizo un desconocido Faulkner mientras trabajaba en una oficina de correos. Cervantes, cobrador de impuestos. Primo Levi después de pasar varios años en un campo de concentración. O Joyce, en el tiempo libre que le quedaba mientras enseñaba inglés y se emborrachaba. Hablo de los grandes. Los pequeños escuderos, casi todos, nos ganamos la vida enseñando, escribiendo artículos que cada vez se pagan peor –cuando se pagan–, barriendo calles o como sea. Lo importante es arañar unas horas al día para poder escribir, aunque el proceso no nos lleve a nada, mucho menos a ganar dinero.

Los escritores más jóvenes, los menores de 40 años, ni siquiera podrán tener el dilema de Gamoneda y de otros autores veteranos que han dedicado su vida a crear y a pagar religiosamente sus impuestos, básicamente porque al paso que vamos ni siquiera llegarán a cobrar una pensión, ni como autor ni como trabajador.

Ya conocemos el desprecio de Montoro a la cultura, su forma gansteril de gestionar el ministerio, con amenazas a los creadores, indultos a los defraudadores. Esta misma semana, la representante del Estado en el juicio del caso Noos decía con total impudicia que el lema de “Hacienda somos todos” solo era un reclamo publicitario. Ahora lo entiendo, claro.

La mejor forma de apoyar la cultura no es tanto subvencionarla como no entorpecerla, reducir el IVA, apostar por una educación de calidad en la que se formen personas críticas y cívicas. Llama la atención que ningún partido político haya apenas hablado durante las pasadas elecciones de la cultura. Por supuesto, nadie lo considera una línea roja.

Para conocer cuál es la realidad de los creadores y del negocio del libro, en qué momento nos encontramos, le recomiendo a Montoro y a sus asesores que lean el artículo publicado en Elconfidencial.com por Esteban Hernández, El lector binario y otros caminos que llevan al libro a la debacle.

El panorama para el libro de calidad es desolador, nos cuenta el autor. Parafraseando a Beckett (“fracasa mejor”), ahora la estrategia de las grandes editoriales es “fracasa más barato”: apuestan solo por cuatro o cinco títulos de los que han puesto en el mercado y abandonan al resto. Las pequeñas editoriales, por su parte, “rezan para no perder dinero con el libro y, en su caso, ganar algo”.

Como además los canales tradicionales de prescripción de libros de calidad se han deteriorado y perdido relevancia, la consecuencia final “es que el mercado termina repartiéndose entre dos clases de obras: aquellas, muy escasas, que conoce todo el mundo, que aparecen con frecuencia en los medios de comunicación y que se encuentran en los estantes de cualquier librería, y un número amplísimo de creaciones que casi nadie conoce y que casi nadie llegará a conocer nunca”.

La parte buena de todo esto es que como la mayoría de los escritores no venderán ningún libro, no habrá derechos de autor que cobrar y no habrá que pagar a Hacienda. Salvo que a Montoro se le ocurra otra idea ingeniosa para acabar de una vez por todas con la cultura, pero no al modo hilarante de Woody Allen (les recomiendo el libro con el mismo título publicado por Tusquets), sino con los mismos métodos sonrojantes y antidemocráticos con los que desde el Gobierno se intenta exculpar a la Infanta de sus responsabilidades penales, por ejemplo. Para que luego se les llene la boca con la igualdad de todos los españoles.

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Comentarios

  • Nely García

    Por Nely García, el 17 enero 2016

    Totalmente de acuerdo: ciertas culturas mezquinas alimentan las mentes sin sensibilidad, donde el que los poderosos acumulen bienes de todo tipo puede ser entendido, pero no, el que un creador pueda respirar con normalidad.

  • Anxela

    Por Anxela, el 17 enero 2016

    Excelente artículo, opino lo mismo.
    Este ministro ha atacado de forma miserable a la Cultura, también ha dado el golpe de gracia a miles de autónomos y pequeñas empresas.
    Espero que le quede poco, ya ha hecho suficiente daño.

  • Panofski

    Por Panofski, el 17 enero 2016

    Acá en México el gobierno cobra por un modesto puesto de venta de libros, por entrar a los museos,suspende talleres literarios por no ser rentables; el fomento a la cultura no es prioritario para los políticos en ningún país…
    .

  • Paloma Ctrl

    Por Paloma Ctrl, el 17 enero 2016

    Es bochornoso! (y cabreante)

  • Anxela

    Por Anxela, el 17 enero 2016

    Acaban con la Cultura y se quedan con la tauromaquia bien subvencionada, porque, en su confusión mental no distinguen entre cultura y tortura.

  • Lagarde

    Por Lagarde, el 17 enero 2016

    Perdone, pero decir: «Llama la atención que ningún partido político haya apenas hablado durante las pasadas elecciones de la cultura» es injusto.
    Le puedo proporcionar, si quiere, las páginas dedicadas a la cultura del programa de UP-IU.
    En el que, por cierto, y entre otras cosas, se trataba del problema de los creadores culturales y su relación con la Seguridad Social.
    Y algunas sugerencias para arreglarlo.
    Gracias.

  • angeles

    Por angeles, el 18 enero 2016

    No tiene desperdicio. Almudena tiene la cualidad de ponernos ante los los ojos la verdad desnuda de una realidad sonrojante. Hasta cuándo formaremos parte de este redil incapaz de echar a patadas en el culo a personajes de este calado?. Sigue adelante, amiga, tienes el don de analizar la realidad con un sentido común, una naturalidad y una sencillez apabullanes. Te admiro y te sigo en tus comentarios y en tus libros.

  • ManuelCS

    Por ManuelCS, el 18 enero 2016

    Estos peperos sólo defienden sus privilegios y latrocinios económicos y a los ladrones de su casta de caciques, a la mayoría y sobre todo a la cultura que abre las mentes de la gente…impuestos, prohibiciones y mordazas

  • hanson

    Por hanson, el 19 enero 2016

    Es de suponer que los rentistas de todo tipo reciban la misma medicina.

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