Cuentos de Navidad. ‘Mendigos de moda’

Mapa del Universo de la NASA

Mapa del Universo de la NASA

Mapa del Universo. ©ESA y the Planck Collaboration

Estos días de fiesta publicaremos tres cuentos de Navidad para todos nuestros lectores. Esperamos que os gusten. Y feliz Navidad. 

Llegaste a mi casa, hombre largo, el último lunes antes de que terminara el año, cuando ya era de noche. No vendías enciclopedias ni repartías propaganda. Eras un mendigo grande. Te mandé entrar, y te quedaste un momento parado mirando el mapaceli gigante que le había comprado a mi hijo pequeño como regalo de Navidad.

Tu abrigo venía lleno de una extraña pelusa blanca. Te arrimé al fuego de la chimenea. Te di de comer un bocadillo. Eras igual que los mendigos de los cuentos para niños. Pero eras tan de verdad que te comiste los 300 gramos de jamón del bueno que tenía en la nevera.

Tus cejas estaban partidas en cachos y colocabas siempre la cabeza un poco ladeada hacia la derecha. No me mirabas a los ojos.

Te conté que era de Ciudad Real y que de joven había estudiado un curso de Magisterio, pero que luego lo dejé y que me casé y me vine a Madrid, que él era muy bueno pero trabajaba mucho y que tuve dos hijos que ya estaban durmiendo y que a veces me sentía un poco sola, porque las vecinas no iban mucho con mi carácter. Tú no hablabas. Sólo movías de vez en cuando la cabeza.

Te pregunté que si querías un café bien calentito, me dijiste que sí con la cabeza. Estiraste los brazos. Dabas un poco de viento cuando te movías.

Te conté que me gustaba mucho el campo, que me hubiera gustado vivir en una granja con gallinas, que de pequeña solía disfrazarme de japonesa y de esquimal. A mí me pareciste buena persona. Torpón de movimientos, callado; pero buena persona. Te di una copita de orujo del caro después del café.

Ya no sabía muy bien qué contar, pero tenías tan pocas ganas de marcharte que quise alargar la conversación y comencé a preguntarte: «Ustedes, los mendigos, a veces se sentirán muy solos, ¿verdad?».

Y me contestaste con tan terrible boom, palpitó tan macabra respuesta debajo de tu abrigo oscuro que arrojó tus ojos al techo y tus vísceras saltaron en pedazos y quedaron esparcidas por el suelo y el mapaceli del niño. Lo último que sentí fue que mis uñas parecían arder arrebujadas.

Llenamos la alfombra de sangre, muriéndonos juntos, y con las lenguas arrancadas. En el cuadro de un atardecer en Venecia que me dijeron era una copia de un tal Canaletto dejamos estampado un líquido amarillento espeso.

Cuando llegó mi marido se asustó, se puso muy nervioso, se le desencajó el traje y llamó a la policía. Vino un señor flemático, de esos funcionarios que tienen ahora en las comisarías, y le llamó ignorante. Le explicó que eso -lo que nos había sucedido- era muy normal en estos tiempos, que no había por qué alarmarse, que los mendigos-bomba se habían puesto muy de moda esas Navidades.

Yo ahora estoy bien aquí, viéndolo todo y recordándolo todo. Tuve mucha suerte. Había una promoción especial. Si te tocaba el mendigo gordo de Navidades, accedías directamente al bombo para pasar a la eternidad. Yo no lo sabía, como tantas cosas no supe en vida. Ni siquiera llegué a enterarme de quién era María Dolores de Cospedal. Pero, en fin, alguna vez tenía que tocarme la varita de la fortuna, ¿no?

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Comentarios

  • Jose

    Por Jose, el 25 diciembre 2013

    La imagen que aparece es el mapa de anisotropías del fondo cósmico de microondas medido por el satélite Planck, que fue lanzado por la ESA, no por la NASA. Este mapa es el de mayor precisión nunca medido de todo el cielo y es un proyecto europeo (aunque con participantes de todo el mundo), no de la agencia americana NASA.

    • El Asombrario & Co.

      Por El Asombrario & Co., el 25 diciembre 2013

      Jose. Tienes toda la razón. Tomamos la imagen de la web de la NASA, pero el crédito no es correcto. Lo corregimos inmediatamente. Muchas gracias.

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