Cumbre del Clima: no olvidemos por qué no se celebra en Chile ni en Brasil

Manifestación de la huelga mundial por el clima en Madrid.

Manifestación de la huelga mundial por el clima en Madrid.

Esta tarde está convocada la gran Marcha por el Clima en Madrid, encabezada por la activista Greta Thunberg. Pero no olvidemos por qué la Cumbre del Clima no se está celebrando donde estuvo convocada, ni en Brasil ni en Chile. Poco o nada avanzaremos en poner remedio a la crisis climática si no apostamos por los datos y las raíces de los problemas, por la responsabilidad a la hora tanto de consumir como de votar, por democracias de verdad, por la igualdad y la cohesión social. Ecosocial. Miriam Leirós, coordinadora de Teachers for Future España, nos recuerda en su artículo mensual que es la mejor forma de luchar por otro planeta.

Madrid está acogiendo la Cumbre del Clima por la tensa situación social que vive Chile, tras la renuncia también de Bolsonaro a que se celebrara en Brasil. Las revueltas en Chile comenzaron, según los medios de comunicación, por la subida del precio del billete del metro, pero en realidad esta subida no fue el comienzo de los abusos, sino la gota que colmó el vaso. Un vaso que se fue nutriendo de una brecha cada vez más grande entre clases, un gap cada vez más ancho entre la clase alta y baja, pues el 10% más rico tiene 39 veces más ingresos que el 10% más pobre. Casi el 50% de lo que se genera en la economía chilena va destinado a un 1% de la población. Esta situación no es muy distinta de la situación de la revuelta francesa de los chalecos amarillos, pues si a pueblos pequeños con apenas facilidades de transporte y con muchas desigualdades respecto a los que viven en grandes urbes se les sube el precio del carburante, toda la economía social se complica y la subida del combustible se convierte en una medida más que hace explotar a la población más vulnerable, la siempre castigada.

No es la subida del precio del billete del metro, ni la subida del precio del carburante; es un constante incremento de las desigualdades sociales, donde la brecha cada vez es mayor.

Otro ejemplo de que las consecuencias de decisiones económicas asfixiantes siempre las pagan los mismos es Bolivia. Al margen de si Evo Morales cometió fraude o no en las elecciones, es evidente que hay un interés creciente por controlar el país, pero no por dirigir a o favorecer a quechuas y aimaras entre otras muchas etnias presentes en Bolivia, sino por el control del litio. El mineral que ya se denomina oro blanco se concentra en Bolivia en un alto porcentaje, 17% mundial. Supuestamente el litio de la llanura del Salar iba a sacar al país de la pobreza, pero la extracción de litio es un proceso complejo que requiere una gran inversión inicial que Bolivia no podía asumir. Sin embargo, tampoco se quería ceder a los países desarrollados, tratando de evitar la esquilmación de los recursos naturales. En 2018 el gobierno boliviano todavía no había encontrado una vía de colaboración con otro país para la extracción de modo que el grueso del litio se quedase en Bolivia. EE UU, por supuesto, se desmarcó al no poder hacerse con más del 50% del mineral. Solo ACI Systems Alemania, un grupo germano que, según lo publicado, invertiría 1.300 millones de dólares a cambio de un 49% de participación, permaneció en la negociación. Esto era lo firmado con el anterior gobierno; evidentemente asistiremos a una cacería donde una vez más se extraerán los recursos naturales de un país en desarrollo con la mínima repercusión positiva en el propio territorio.

Hagámonos una pregunta: ¿podremos conducir todos los coches eléctricos a los que ese litio va destinado? ¿Está un país como España con una de las redes más escasas de supercargadores del continente preparado para hacerse cargo de una sustitución así? Evidentemente, no. El coche eléctrico no es la solución a los problemas medioambientales. El fallo de base es que estos problemas tratan de solucionarse con sustitución. Sí, la palabra errónea es sustitución, y lo es a todos los niveles. Sustituimos la destrucción del planeta en la búsqueda de combustibles fósiles por la destrucción del planeta en busca de minerales como el litio. Sustituimos un tipo de vehículo por el otro. Según Goldman Sachs, una versión de Tesla Model S lleva un pack de baterías que contiene unos 63 kilos de compuestos de litio; medido en teléfonos móviles, serían unas 10.000 unidades. ¿Está la solución en la sustitución? ¿Dónde pondríamos además los residuos que subyacen de la extracción del litio?, ¿y las baterías tras su vida útil?

Mientras no haya justicia social, no habrá ningún cambio

Evidentemente, no es un problema de sustitución; de ser así, hubiésemos arreglado mucho al sustituir la bolsa de plástico del supermercado por la de papel. Mientras se generen residuos, mientras se esquilme el planeta, mientras no haya justicia social, no habrá ningún cambio. El cambio pasa por otras formas de existencia más allá de la comercial, fórmulas más allá de las mercantiles y monetarias. No habrá cambio mientras no se trabaje en la colectivización. Tranquilos, no hablo de marxismo, usar el transporte público es una forma de colectivización. O mientras no se aprenda a trabajar y vivir en colaboración, de forma cooperativa.

Sobre mucho de esto se habló en las II Jornadas de Educación Ecosocial que se celebraron entre el 15 y 17 de noviembre en La Casa Encendida, en Madrid. Precisamente a formas no mercantiles hacía referencia la doctora Alicia Rius. Pero a vivir en colaboración se aprende; y quizá nuestro sistema educativo no es el más adecuado para ello, porque se prima siempre la competencia frente a la colaboración, desde los concursos escolares hasta las competiciones. Por suerte, siempre hay ejemplos de los que aprender. Vayamos a algunos de ellos.

La COP 25 con la que empezaba este artículo es una de las que tiene mayor transcendencia y responsabilidad ante la reclamación de la ONU para frenar las emisiones un 7,6% anual. Esta Conferencia de Naciones Unidas ocupa siete pabellones del recinto ferial de IFEMA, organizada en dos zonas: una azul, en la que se desarrolla el programa institucional y todos los eventos formales, y una zona verde, que alberga la parte de la agenda con participación de la sociedad civil. Nada más conocerse la noticia del cambio de ubicación de la Cumbre comenzaron a organizarse los diferentes colectivos en defensa del Planeta, ONGs y asociaciones. Los mensajes que ofrecían alojamiento gratis en casas particulares a todas aquellas personas que quisieran acercarse a Madrid durante la Cumbre saltaron por todo tipo de redes y mensajería móvil en un nuevo alarde solidario procedente de este movimiento climático.

La Cumbre Social por el Clima en la Complutense

Pero no sólo en alojamiento hubo ofrecimientos, se puso en marcha todo un sistema de ayuda logística para facilitar desplazamientos masivos desde todos los lugares del mundo y con especial empuje en Chile, como forma de apoyo y solidaridad. Cientos de asociaciones dando una lección de cooperación y colaboración, facilitando y elaborando lo que será la otra gran cumbre, la Cumbre Social Por El Clima que tendrá lugar del 6 al 13 de diciembre. Complutenses por el Clima, el mismo 2 de diciembre, coincidiendo con la inauguración de la Cumbre, organizó la sesión Tiempo de actuar: La responsabilidad de las universidades frente a la emergencia climática e hizo un llamamiento a la participación de la sociedad. Asimismo, se celebran actividades culturales, de acción social y divulgativas en otros puntos al otro lado del Atlántico, pues Chile junto a muchos otros países latinoamericanos han trabajado, en un nuevo ejemplo de colaboración, para poder celebrar allí la Cumbre de los Pueblos.

Otros ejemplos de colaboración de mano de los colectivos vienen en forma de actividades y talleres, como las cartas dirigidas a la COP que el colectivo Madres por el Clima lanzó en las redes y en los que la población se volcó para llenar un muro en el pabellón verde. Teachers for Future Spain ha conseguido cubrir 320 centros educativos, de los más de 400 centros participantes en su programa Recreos Residuo Cero, de lonetas recicladas con un mensaje muy claro: visibilizar la acción ciudadana . Y junto a la Comunidad por el Clima se han sumado a la acción global #6DNOW, la cadena de acciones más grande de la historia. Cientos de docentes muestran su implicación y colaboración, que se suma a la de miles de personas de todas las edades que se han volcado en cooperar, como Fridays For future, Extincion Rebelion, Universidades, ONGs y Asociaciones.

Todos estos ejemplos de colaboración y cooperación nacen de una sociedad civil que da ejemplo a los dirigentes y que ya no se conforma con “declaraciones de emergencia climática” (la última, la de la UE), sino que exige medidas contundentes, eficaces y urgentes acordes con la situación de crisis global que vivimos.

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Comentarios

  • Ana

    Por Ana, el 06 diciembre 2019

    La educación formal, de nuevo, como instrumento de cambio y de solución de problemas sociales.
    Muy buena noticia que haya docentes con compromiso, organización y buenas ideas para sumar aportaciones desde las aulas.
    Destacaría la crítica a los concursos y competiciones entre escolares. Hay otra maneras de motivar más coherentes con el ideal de sociedad y de persona que se defiende como alternativa a los promovidos desde el neoliberalismo.

  • Eduardo Roa Rebolledo

    Por Eduardo Roa Rebolledo, el 08 diciembre 2019

    En Chile no han habido protestas sociales. Ha habido vandalismo con intereses políticos espureos. Lo de sociales es una excusa para intentar derribar el gobierno elegido democraticamente. Han habido en Chile en los últimos 30 años, 24 años de gobiernos de izquierda y 6 de derechas, todos han intentado ir mejorando las condiciones de los más débiles y lo han conseguido. El COP25 no se hizo en Chile para evitar que hubiera consecuencias más graves.

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