‘Deliverance’: liberación frente a la endogamia y la supervivencia

Un fotograma de la película ‘Deliverance’.

Un fotograma de la película 'Deliverance'.

Un fotograma de la película ‘Deliverance’.

Hoy quiero acercarles a este rincón cinematográfico una de esas películas que una vez vistas no pueden ser desterradas de la memoria y que irremediablemente serán fruto de más de un visionado y más de una teoría: ‘Deliverance’ (John Boorman, 1972). Porque esta despiadada obra, además de una alegoría filosófica sobre la lucha física y psicológica del hombre contra la adversidad, muestra las distintas pero familiares formas de personificarse el carácter endogámico del ser humano, que puede llegar a perdernos para siempre en un juego horrible de supervivencia.

«La diversidad genética permite a las especies subsistir».

Existen al parecer, por definición, varios alcances distintos, aunque complementarios, del término por excelencia degenerador de especies, juicios o conciencias, la endogamia. La antropológica sobre el matrimonio entre personas de ascendencia común, naturales de un mismo lugar, comarca o grupo social específico, la biológica, sobre el cruce genético aislado entre individuos de cierta raza, comunidad o población, y al menos una tercera, la mental, que se construye sobre el rechazo social a la incorporación de miembros ajenos al propio grupo o institución. Endogamia física y endogamia anímico social, cualquiera de ellas contraproducentes para el devenir del orden natural.

«Las máquinas fallarán y el sistema fallará y entonces… — ¿Entonces qué? — Supervivencia, y aquél que sea apto para ella, ése es el juego, sobrevivir».

Considerada por algunos estudiosos como una alegoría filosófica sobre la lucha física y psicológica del hombre contra la adversidad, lo que sí está claro es que Deliverance (estrenada en España con el subtítulo de Defensa, aunque su traducción literal se acerque más al término Liberación) es una asombrosa, enorme y despiadada película. Una de las más impactantes no sólo de su década, sino de la historia del cine internacional.

Basada en la extraordinaria novela de James Dickey, Boorman construye un cuidadoso y soberbio guión que firma generosamente con el autor de su inspiración, aunque la inmensa mayoría de las secuencias sean obra del director cinematográfico.

Cuidadosamente elaborada, esta historia desarrolla el viaje de cuatro hombres, urbanitas, hombres del sistema, y su decisión de pasar un fin de semana recorriendo en canoa un hermoso y salvaje río antes de que la construcción de una presa lo ahogue junto al paisaje que lo rodea, así como a las pequeñas poblaciones circundantes.

Espectacularmente interpretada por actores que empujaban su carrera hacia el estrellato como John Voight y Burt Reynolds (después de que, según parece, estrellas como Brando, Nicholson o el mismo Henry Fonda desecharan intervenir por la peligrosidad del rodaje), a los que se suma la aparición por primera vez en pantalla de dos soberbios actores jóvenes que luego harían extraordinaria carrera en cine, teatro y televisión: Ned Beatty y Ronny Cox.

Deliverance se convierte en una película que deja la aventura para adentrarse en el terror claustrofóbico a través de una larga serie de kilómetros traicioneros, durante un juego macabro de supervivencia, cuyo espanto real viene desde la naturaleza, y cuyo pesimismo se va apoderando sin remedio de la historia y de los personajes, aun cuando la salvación pueda producirse. La liberación será ya otra cosa. Compone Boorman un mensaje ecológico complejo del hombre contra la naturaleza, del hombre contra el hombre. El conflicto entre el campo y la ciudad está claramente expuesto. Ese grupo de urbanitas que para probar su valor o su hombría acentúan, sin sopesar las consecuencias, las diferencias. Hombres vulnerables frente a sus semejantes pueblerinos y a la naturaleza, salvajes ambos frente a su concepción del medio y del prójimo, y totalmente vulnerables frente a ello. Poniendo enfrente, sin tapujos, aquello que se prefiere ocultar en la sociedad civilizada y que puede esconderse entre la naturaleza, violentamente, haciendo que cuando se den por perdidas las normas de la decencia y la lógica, sólo nos quede el recurso de la supervivencia, por muy hostil que está pueda parecernos. ¿Pero hasta dónde llega la culpa de cerrar los ojos?

Porque Deliverance está llena de contrastes; elegantemente concebida en su puesta en escena, es sin embargo brutal en su contenido; nunca podrá olvidarse la secuencia de la violación de Bobby entre aquella salvaje belleza de la naturaleza, por la antítesis de ella, los paletos que desafortunadamente este grupo de hombres habrá de encontrar en su episódico fin de semana, o ese otro duelo, el del banjo del niño producto de unos genes familiares y traidores y la guitarra de Drew, leitmotiv de la cinta que al volverlo a escuchar siempre me pone los pelos de punta.

Esta película, en la que todos los personajes son hombres, hace meditar sobre el machismo y sus mensajes contradictorios. Esta película filosófica disfrazada de aventuras, cuyos silencios sugieren a veces aún más que las palabras dichas, que arrastra la posible poesía hacia la crueldad más extraordinaria, es sin duda una de las películas más complejas del siglo XX, llena de profundidad y sutileza que nos lleva hacia un callejón sin salida.

Deliverance lo muestra sin tapujos, sutilmente ya en el comienzo con el off de las conversaciones entre los cuatro amigos, con las ojeadas casi crueles a través de las ventanas de las cabañas de los habitantes del monte, a través de la burla del hombre de ciudad frente al pueblerino en demostración de su falta de moral e imaginación, del llanto desconsolado ante una comida que nunca volverá a ser igual. O a través de esa triste y fea endogamia de la que les hablaba al principio en cualquiera de sus vertientes, culpables, precursoras de nacionalismos exacerbados, de manipulaciones ideológicas unas, de racismo y xenofobia temerosa todas. Lo hemos visto discurrir una y otra vez por nuestra historia —me refiero a la de la humanidad— escondiendo y manipulando tras el purismo de las razas y las costumbres, objetivos subyugadores y alienantes, favorecedores de tan solo unos pocos en perjuicio de la inmensa totalidad.

No tenemos más que encender la radio y la televisión o acercarnos a los periódicos en cualquiera de sus formatos actuales para darnos cuenta de que la moraleja que debíamos haber ya aprendido, se nos escapa, perpleja, ante la sucesión de repeticiones hoy en día.

¿De dónde creen, si no, que nacen impresentables manipuladores o maestros de la utilización de los medios a ambos lados del hemisferio, entre una América dispuesta quizás a lanzarse en brazos de un magnate manipulador y xenófobo, una Europa cada vez más ajena a los suyos y más extrema, dispuesta a saltar en pedazos devorándose a sí misma mientras los zorros esperan su ambicionado momento, y un terrorismo fanático y analfabeto, manipulador de lo religioso, que amenaza con la forma menos honrosa de hacerlo, el miedo?

¿Anegaremos la vida humana hundiéndola bajo alguna presa, batallando por la supervivencia para no volver a encontrar la paz, o quizás sea que la liberación esté en encontrar la forma de no colocarnos siempre enfrente del otro?

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

  • heroina

    Por heroina, el 08 julio 2016

    Magnifica reflexión sobre esta película, para mi de culto, que debería ser visionada por las generaciones mejor preparadas de la historia de España, a las que les recomiendo la lectura de esta crítica, mientras escuchan el magnífico e irrepetible «duelo de banjo». Se aprende mucho de ambas…

  • Rober Fortea

    Por Rober Fortea, el 08 julio 2016

    Gran análisis. Una de mis películas favoritas. Señalaria algunos detalles, como el hecho de que uno de los 4 fuese abogado. La ley de la civilización, que no sirve de nada en zona salvaje. Es uno de los que muere.
    Otro detalle fue el encotrarse con un camión que remolcaba una iglesia fuera de la zona que iba a ser inundada. Incluso Dios abandona el àrea.
    Saludos

  • Olga

    Por Olga, el 10 julio 2016

    Menudo thiller psicológico, me ha encantado, tanto como este artículo, durillo eso sí, pero cargado de todas esas cosas que nos planteas. Los actores están impresionantes.

  • Auri

    Por Auri, el 11 julio 2016

    Sí que se trata de un peliculón, digno de tener una caracterización como la que se ha hecho aquí de él. Muestra realmente lo que el ser humano puede llegar a ser y en lo que puede convertirse si llega el momento.

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.