‘El cuarto reino’: reciclaje para salir de la exclusión y vivir con algo de esperanza

Fotograma del documental ‘El Cuarto Reino’.

Fotograma del documental ‘El Cuarto Reino’.

Vivir rodeado de basura puede ser una salvación para algunas personas que han sido excluidas, bien por ser inmigrantes, bien por otros problemas como alcoholismo, drogas o un sistema social, económico y político cruel. “La soledad es el peor mal de una persona”, dice uno de los personajes de la película documental ‘El cuarto reino. El reino de los plásticos’, de Adán Aliaga y Álex Lora, sobre la interesante iniciativa de reciclaje e inclusión de la ONG Sure We Can en Nueva York.

Corregir la situación de indefensión debió de estar en el corazón de la vitoriana Ana Martínez de Luco cuando creó la ONG Sure We Can, un centro de recolección de envases en Williamsburg, Nueva York, para que personas sin recursos, llamados a veces lateros o canners, cambiasen latas y botellas recogidas por unos dólares. Se trata de un espacio fundado hace 10 años que sus ocupantes rebautizaron como “el cuarto reino”, o “el centro de redención”, ya que permite dar una segunda oportunidad tanto a las personas como a la basura que generan otras. Pero también es referencia al reino de los plásticos creado por los hombres.

La gente del Sure We Can transforma la basura en una fuente de ingresos que les permite vivir e integrarse en la sociedad, para evitar ser marginados.

Ana Martínez de Luco, actualmente ex directora del centro, ya había vivido situaciones parecidas en Filipinas cuando llegó a Nueva York. Pero esta ciudad le permitió llevar a cabo el proyecto al contar con una ley que obliga a los supermercados a cobrar 5 centavos extra por el envase, que se devuelven al cliente cuando lo retorna. A pesar de esto, son pocos los clientes que lo hacen y los supermercados no pagan más de 12 dólares de una vez. Ahí es donde surgió la idea de formar esta ONG. Ana encontró un solar en Williamsburg, Brooklyn, y empezó a gestionarlo mediante las donaciones de organizaciones, filántropos y mecenas. Ella era la intermediaria entre los que recogen y las empresas que vuelven a recuperar los envases. En Sure We Can se recogen más de 10 millones de botellas y latas al año y hay más de 500 “recogedores” en “plantilla”.

El desperdicio, la contaminación, el reciclaje son nuevas realidades, efectos secundarios de nuestra forma de vida, la otra cara del sueño del progreso. Pero gracias a iniciativas como la que cuenta El cuarto reino, los desechos de nuestra sociedad consumista se convierten en la posibilidad para que cientos de personas, la mayoría de ellos inmigrantes, puedan acceder a una vida un poco mejor.

“Con esta película, también quisimos abordar otro punto de vista sobre lo que llamamos progreso en nuestra sociedad moderna”, explica Aliaga. No en vano el documental comienza con programas antiguos, de los años 50, que alaban las virtudes del plástico, convertidos hoy en pesadilla. La otra cara de lo que llamamos progreso.

“Ahora es el problema del presente”, comenta Aliaga. Este centro es una especie de limbo dentro de la Gran Manzana. Los cineastas solo muestran lo que allí ocurre. Para quienes lo frecuentan el sueño americano no ha existido. Su protagonista, el mexicano René, es consciente de ello, pero a pesar de sus problemas su aptitud es un canto a la tranquilidad y las buenas maneras. Su curiosidad y sus ganas de conocimiento está intacta. Por eso Aliaga lo describe “como una esponja, dispuesto siempre a aprender”. “Es tímido, empático y no concuerda con los esteriotipos mexicanos. Nunca pensamos que fuera el protagonista hasta el montaje”.

Este centro “fomentó la comunicación y la sinergia con artistas, músicos y actores del barrio, que pasan por allí y comparten sus habilidades, todo ello auspiciado por Ana”, nos cuenta Aliaga a El Asombrario. El transcurrir de la vida por este lugar inhóspito o amable, dependiendo del ángulo, es lo que cuenta este bello e inquietante documental que ha tardado tres años en rodarse y producirse. Los cineastas utilizan a veces una estética de relato distópico, con programas de radio informando todo el tiempo sobre avistamientos de ovnis. Un recurso empleado como metáfora, ya que los inmigrantes son calificados en EE UU despectivamente como Illegal aliens.

También es un universo casi surrealista, con un toque de Buñuel, con sus representaciones teatrales, crucifijos y las reflexiones religiosas, científicas y filosóficas de sus personajes. En principio, El cuarto reino fue un cortometraje documental que, tras un largo recorrido por medio centenar de festivales, fue seleccionado para competir por el premio Goya. Ahora es una película. “Teníamos tanto material grabado”, nos cuenta Aliaga, “que a pesar del esfuerzo del montaje, merecía la pena convertirlo en película; además, pensamos que al disponer de suficiente metraje podíamos lograr una mejor introducción al espacio y los personajes”. El largometraje confirma su gran capacidad visual, sentido narrativo y talento para crear imágenes y retratos de personalidades especiales.

El cuarto reino también recrea la humanidad que no se pierde. Por muchas latas, botellas de vidrio y plástico en sus grandes bolsas de plásticos que rodeen a estas personas, siempre hay sitio para cuidar los árboles, una pequeña huerta y unos gatitos carretones. “Podría estar en cualquier lugar del mundo, pero está en la capital del mundo, y retrata muy bien la sociedad norteamericana: hay todo un mundo que vive de espaldas a esta realidad, del que nadie quiere hablar, ni ver, ni saber de ellos”, comenta Aliaga, que después de vivir en Nueva York, donde permanece su compañero Lora, ahora vive en Alicante. Sus personajes hablan en inglés, español o chino sobre alcoholismo, depresión o drogas, pero también de sus sueños, como por ejemplo volver a ver a su hija, con la que René se comunica por videoconferencia. El centro les facilita, en fin, un modo de sobrevivir y de tener una “familia”.

Lo que menos produce esta película, realizada sin guión, es indiferencia. Su visión onírica muestra a seres humanos con una vida. Mientras se cuestionan los grandes misterios del universo, René, Walter, Eugene, Pier y Ana continúan trabajando para mantener viva la esperanza.

‘El cuarto reino’ puede verse en el Pequeño Cine Estudio de Madrid, en el Zoco de Majadahonda y en el cine Malda de Barcelona hasta el 28 de noviembre.

  COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

  • Teodoro Riega Zapata

    Por Teodoro Riega Zapata, el 25 noviembre 2019

    Me interesa este informe de caracter sociocultural y educativo, ya que es parte de una sociedad poco conocida y que en el mundo habitan.
    Aqui en Peru eran pocos y ahora forman parte de la economia de mercado.
    Saludos.
    Mg. Teodoro Riega

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.