El otro lado de las cosas

COPA DE CRISTAL Y MANTEL CON MIGAS

DEBAJO DEL MANTEL

La escritora y periodista Almudena Solana, que recientemente ha publicado la novela ‘Efectos Secundarios’, con los diez fármacos más consumidos en España como protagonistas, inicia hoy su colaboración con ‘El Asombrario & Co’. ‘Debajo del mantel’ será un repaso semanal a la realidad vista desde otra perspectiva, atendiendo a las pequeñas cosas, a los rincones de la actualidad, que a veces, muchas veces, son los que de verdad importan.

ALMUDENA SOLANA

No sé si hay vida después de la muerte pero sí se que hay vida debajo de un mantel. Es la vida no contada, es el otro lado de las cosas. Para hacernos una idea clara, sobre la mesa y en el mantel (a pesar de las migas) está la diplomacia con todos sus despliegues biensonantes. Sin embargo, debajo del tapete conviven como pueden todos los demás: los espías, por ejemplo, y no muy lejos, aunque a distancia, las cosas que no salen y se amontonan al cobijo de un mantel en ese otro curriculum de la vida, el curriculum de los fracasos, el más perseverante, el más sincero y soñador.  El que siempre espera.

El recuerdo de las lecturas de la flamante Rita Levi Montalcini, (“Elogio dell´imperfezione”) podría estar en ese lugar de honor, debajo del mantel, debajo de la mesa… Junto a ese mundo de aprobados a medias que se esconde para que no le vea nuestro Ministro Wert, (un Ministro al que ya le decían de pequeño que lo podría hacer mejor… ) y no muy lejos tampoco de esas servilletas que reposan sobre la pierna izquierda dejando en evidencia los leves recuerdos de lo que fue un carmín.

El mantel cubre la cara del otro lado de la vida y que representa las sorpresas, las excepciones, el forro de los abrigos, los manteles y sus migas, las carreteras secundarias, lo no programado, el esfuerzo sin éxito, la gloria sin ayuda. Esa vida que sigue existiendo más allá de las comidas.

Tengo pasión por las telas, no por todas, claro, solo algunas. Ya lo descubrí cuando, de niña, en la cuna, nunca soltaba la sábana. Lo supe después cuando comprobé que la literatura no es otra cosa que poder ver la vida detrás de un visillo. Y ¡cómo no!, qué decir de cuando me empeño en descubrir por qué, a ver por qué demonios, por qué, la vida es… un pañuelo.

De entre todas las telas del mundo, me quedo ahora con las telas de mantel, como este de hoy, y su mesa de apoyo, y las cuatro patas que nos permitirán ver el otro lado de las cosas.

Arriba está el vino –así lo imaginamos-  y todas las chispas de la vida aparente, pero la base de la copa nos lo dice. Eh, que la lupa mira hacia abajo, que más allá del vino, aquí hay interés. Hay interés debajo del mantel, donde se quedaron pegadas las conversaciones y los sueños no cumplidos, las complicidades. Son las migas sobre una mesa las que nos recuerdan las piedras del camino, que no son piedras, que son obstáculos nada más, nos dice el pan; son nuestros sueños petrificados… ¿Por qué si no todo el mundo juega con ellas? Hasta los dedos más afamados hacen manitas con las migas de pan. Después llega su momento final cuando son sacudidas del mantel hacia el suelo, y del suelo a la bolsa de basura, momento final.

En esta sociedad en la que nos trataron de enseñar a no soñar desde pequeños, a barrer las migas, a no ser emprendedor, a mirar siempre al otro más que a uno mismo, frente a eso la sacudida de un mantel nos recuerda, en cambio, que las migas por los aires pueden ser una forma accesible de ver los fuegos artificiales, en casa. Unos fuegos artificiales en blanco y negro. Una  gloria cercana, un mundo de posibilidades en movimiento hacia lo que uno quiere ser. ¿Por eso comemos tanto pan? La crisis nos recuerda que tenemos que volver al pan, que es una forma de volver a empezar. Tal vez.

Te espero, hasta el próximo jueves.

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