El asfixiante ‘Enero’ de Sara Gallardo, escritora argentina de culto

La escritora Sara Gallardo.

La escritora Sara Gallardo.

Malas Tierras , nueva editorial creada este año, trae a España la primera novela de una escritora argentina de culto: Sara Gallardo (Buenos Aires, 1931-1988): ‘Enero’, escrita cuando solo tenía 27 años y que aborda la violación de una adolescente y el aborto. ‘Enero’, con su asfixiante calor del hemisferio sur, es incómoda desde la primera hasta la última página, un grito provocado por el abuso, por el dolor, por la religión, la traición y la rendición.

Hay gritos que solo puede escucharlos nuestra propia alma. Gritos que hacen que se doblegue el paisaje, y que sin embargo son el más extenso de los silencios para quien nos rodea. Y eso es Enero, la colosal novela de Sara Gallardo, un grito provocado por el abuso, por el dolor, por la inercia, por la traición y por la rendición. El baile doliente de un cuerpo que lucha contra el amor, contra la culpa, contra la sociedad, contra él mismo.

El título lo dice todo (aunque aquí sea una contradicción, porque el calor desmantela la estabilidad de los protagonistas) y es que no hay mes tan feroz como lo es enero, tan yermo y sin embargo con tantas promesas de año nuevo.

Las páginas de esta novela son tesoros brillantes y filosos, monedas de oro en las manos de un hambriento. Pero también el pasatiempo que entretiene al diablo. Es, sin duda, un libro que busca la sangre de quien lee. Un libro que hiere y que alimenta, que explota con esa violencia arrasadora con que el miedo hace zozobrar las biografías. Es un cúmulo de belleza que exhala el mismo vaho que exhala quien, habiendo jugado a la ruleta rusa, al final de lo que cree que será una hazaña tan solo escucha el clic insulso de la salvación.

En él hay una hibridación libérrima de Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba. Enero, como las célebres obras de Lorca, también habla de los secretos que carcomen las habitaciones y gangrenan los cimientos de las casas. De la locura heredada que se atribuye de manera aleatoria y que deja marcas invisibles sobre el futuro de la elegida (Alcira y Nefer, la Adela y Angustias gauchas). De la violencia estática como un objeto más de la casa. De la opresión de la religión por parte de los amos que con los años acabará inhabilitando el agnosticismo de los siervos. De la obligación de ser infeliz pegada a la biografía, como si fuese un hechizo que acabará maldiciendo a quien lo hizo. De temerle a la vida mucho más que a la muerte. De la genética de un monstruo habitando dentro de un útero.

Enero posee una escalofriante sinceridad y un sinfín de palabras que demuestran lo que el mundo es para la mujer. Desde la primera página demuestra que para nosotras el peso de la religión no es tan distinto al de la ciencia:

«Tal vez al decir las cosas el médico sirva para que el pecado salga de dentro».

Y verifica que la inacción de la familia es una fosa de la que no podremos salir nunca, que de nada sirve arañar la tierra o intentar respirar, que si la familia te busca un sepulcro ningún mesías le devolverá el color a tu carne.

Nefer, la protagonista, lucha, cabalga, busca salidas y hasta le regala hermosas heridas al viento mientras lo atraviesa, pero el horror que rodea su cabeza, su alma y su vientre es un bunker del que solo un hombre tiene la llave. Todos sabemos que una vez que el horror nos nombra todo es inútil:

«Nefer suspira; un cansancio se ha instalado en sus miembros».

“Como si tuviera barro en las venas”.

No es sencillo leer esta historia sin que un temblor ininterrumpido te arrebate la firmeza de las manos. Sus palabras, sus silencios y esa doble penitencia impuesta a su protagonista te transforman.

Enero es una historia trágica, un enigma con una resolución macabra que se meterá en la memoria del lector con el sigilo y la maestría con que se mete una serpiente en la cama de una nodriza para mamar la leche que jamás llegará a la boca del recién nacido. Es incómoda desde la primera hasta la última página, un viacrucis sin ese truco ramplón de la crucifixión al final de la Vía Dolorosa. Léanla y se convertirán en devotas Verónicas, en groupies hechizadas por el sudor y los estigmas de su prodigiosa protagonista.

‘Enero’. Sara Gallardo. Malas Tierras Ed. 106 páginas.

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