Fernando Aramburu, de ‘Patria’ al formato periódico

El escritor Fernando Aramburu.

Suele decirse que parte de la mejor literatura que se escribe en España es la que se publica en los periódicos. Larra, Pardo Bazán, Chaves Nogales o Sánchez Ferlosio son solo algunos ejemplos de esta afirmación, que comparto. Por eso es un acierto que la editorial Tusquets haya reunido en un libro una selección de los artículos periodísticos de Fernando Aramburu, uno de nuestros autores más sobresalientes.

“Atribuyo a la prensa escrita la capacidad de generar su propia literatura, con independencia de que también abra la puerta a otras modalidades de la creación literaria como el relato o, en épocas ya un tanto lejanas, la novela por entregas. El artículo es la forma genuina de dicha expresión literaria, un texto que condensa en un espacio breve de escritura pensamientos, juicios, recuerdos, semblanzas, refutaciones, comentarios, etc., en tono a asuntos de aliento colectivo; por tanto, no ceñidos en exclusiva a la experiencia íntima de quien los redacta”, explica en el prólogo el autor de Patria o Los peces de la amargura.

En Utilidad de las desgracias, precioso título que toma del artículo que cierra el volumen, Aramburu bucea en su infancia en una familia humilde del País Vasco, en el papel de la ética y nuestra responsabilidad como ciudadanos, en el oficio de escribir y en el placer de la lectura, en la importancia de la educación o en las certezas, pocas, como perlas, que ha ido conservando a medida que ha cumplido años. La vida y la experiencia, los sinsabores y las desgracias propias y ajenas, van arañando los absolutos que uno tiene de joven, pero a cambio te conviertes en una persona más compasiva y menos dogmática, viene a decirnos Aramburu. Aunque escritos para un periódico (ya se sabe que no hay nada más viejo que el periódico del día anterior, se decía antes de la aparición de Internet), al reunirse en un libro los textos adquieren un valor añadido, ensayístico, testimonial y biográfico.

Escritos con estilo de vocación clásica, Aramburu entrevera retazos de su propia experiencia cotidiana con reflexiones brillantes y lo hace con una enorme sensibilidad y sentido del humor. Muchos de los textos cierran el hilo argumentativo con una especie de paradoja que de alguna manera parece contradecir lo anterior y que a mí me ha sacado una sonrisa como lector. Uno casi tiende a pensar que Aramburu no se toma muy en serio a sí mismo. El autor viene a concluir que lo que acaba de contar no es más que la opinión de un hombre corriente, de un escritor, no de un sabio, aunque yo creo que hay mucha sabiduría en las páginas que recorren Utilidad de las desgracias.

Aunque los temas que aborda son muy variados, me ha gustado mucho la parte inicial que dedica a la infancia, a la formación del hombre y del escritor. En uno de los artículos, Nosotros y los animales, sostiene una idea que comparto: “Suelen andar parejas la violencia contra los animales y la violencia contra el prójimo”. Aunque somos de generaciones distintas, me ha divertido encontrarme con una experiencia similar a la mía con los animales que llegaban a casa y había que matar.

Algo que también le sucedía a un autor, Albert Camus, cuya mirada hacia el mundo recorre buena parte de la posición ética que mantiene Aramburu, por ejemplo en relación al País Vasco y el terrorismo de ETA. En los artículos de la sección dedicada al dolor y la memoria, me ha emocionado especialmente el recuerdo de María Teresa Castells, propietaria de la librería Lagun de San Sebastián. Muchas de las cosas que sé de Vicente Aleixandre las conozco gracias al trabajo de uno de los hijos de Castells, de quien soy amigo desde hace algunos años. De hecho, la necesidad de la poesía es otra de las certezas de alguien tocado por el escepticismo que se va colando con los años: “La poesía constituye una necesidad básica del ser humano. Cuestión aparte es dónde la busque cada cuál; pero considero un hecho fácilmente demostrable que todos la buscan, muchos sin darse cuenta, otros muchos obligados al arduo esfuerzo de superar el obstáculo no pequeño de su tosquedad”, escribe Aramburu.

Es muy jugoso también (no solo para quienes nos dedicamos en mayor o menor medida a juntar letras, sino para cualquier lector) el espacio dedicado al oficio de escribir: “El escritor no nace, sino que se levanta por la mañana”. La lectura de Utilidad de las desgracias me ha confirmado además que algunos mitos son ciertos: en Alemania (donde vive Aramburu desde hace años) se paga por ir a las presentaciones de libros. Un dato que deja perplejo a alguien que vive en España, uno de los países con menor índice de lectura de Europa y en el que muchos ciudadanos aún creen que los libros son caros (algunos de estos compatriotas quedan excusados por su situación económica, pero otros te lo sueltan mientras se toman un mojito tras otro en una terraza).

He disfrutado muchísimo con la lectura de este hermoso volumen (ni mucho menos menor en la obra ya vasta de Aramburu) en el que se recoge la visión del mundo, de la literatura y de la vida de un narrador imprescindible, de un humanista comprometido con su tiempo.

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