Frente a los grandes incendios, los ingenieros de Montes reclaman una selvicultura sostenible

Foto: Pixabay.

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La Sociedad Española de Ciencias Forestales reclama una Estrategia Forestal Europea que promueva la selvicultura sostenible en todo el territorio continental. Alegan que esto redundaría en montes más cuidados, con menos propensión a los incendios descontrolados, a los que tanto tememos por estas fechas del verano.

Con las altísimas temperaturas del verano en buena parte de la Península ibérica, vuelven los incendios y los riesgos de que algún territorio arda con virulencia. Solo queda contener el aliento al ver los carteles luminosos en las autovías alertando de que cualquier mínimo descuido puede desatar las llamas incontrolables, y rogar que llueva pronto. Los bomberos y agentes forestales saben bien que habrá fuegos dentro del canon (asequibles, fáciles de abordar y apagar con las herramientas disponibles) pero que, casi siempre, se encontrarán con sitios inaccesibles, porque hace tiempo que están despoblados y se han abandonado las actividades propias del bosque, o porque están protegidos por alguna figura jurídica ambiental pero sin asignación presupuestaria (por lo que nadie se habrá encargado de limpiarlos ni habrán sido transitados), lo que significa que su conservación se limita al papel bien archivado. De ahí que haya zonas de la geografía española en las que se acumulan grandes cantidades de combustible en forma de ramas, matorrales secos, troncos viejos y en las que basta una pequeña chispa para que el desastre esté consumado. Esta es, apenas, una de las consecuencias de la falta de una planificación forestal abarcadora, que contemple los estándares europeos y pueda aplicarse a la riqueza biológica de los ecosistemas españoles y esta es la preocupación que expresa la Sociedad Española de Ciencias Forestales (SECF), en un documento firmado recientemente.

¿Por qué no alcanza una Estrategia sobre biodiversidad?

Entre los diagnósticos y los remedios continentales, una de cal y otra de arena: por un lado, la aprobación –en mayo de 2020– de la Estrategia de la Unión Europea sobre biodiversidad, horizonte 2030, y, por otro, el reciente tirón de orejas, por parte de la Comisión Europea, a España y sus comunidades autónomas, a propósito de la desatención que sufre la Red Natura 2000.

La Estrategia de la UE sobre Biodiversidad pretende, según sus postulados, “reintegrar la naturaleza en nuestras vidas”, en el marco de los grandes retos del Pacto Verde Europeo y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU, un acontecimiento que celebra la Sociedad Española de Ciencias Forestales, y al que añade su satisfacción por el anuncio allí contenido de que habrá también una Estrategia Forestal a nivel europeo. “Los principios de ambas estrategias deben emanar del conocimiento científico y contemplar la dinámica de los bosques a largo plazo”, sostiene el documento de la SECF, porque “la transformación de ecosistemas por la acción humana es profunda, y la historia del uso de los bosques europeos es milenaria”; esto requiere –continúa la petición– de un “aprovechamiento sostenible por los bienes materiales que aporta”, que supone “una garantía de supervivencia y del mantenimiento de sus múltiples servicios ecosistémicos, y entre ellos la conservación de la biodiversidad”.

Según la SECF, en España ha habido una “recuperación de la vegetación forestal sin precedentes”, gracias a la legislación de conservación de las últimas décadas, lo que les lleva a insistir en el carácter “intrínsecamente sostenible” de la selvicultura. El documento precisa que no hay que olvidar que “los bosques no dejan de ser sistemas ecológicos a la vez que sociales”, ya que son “las sociedades humanas las que han tenido un papel determinante sobre su composición, estructura y dinámica y no pueden sustraerse sin poner en cuestión el sistema, como muestran los grandes incendios agravados por el abandono rural”.

En opinión de los expertos, la extensión de los ecosistemas forestales europeos y su carácter fuertemente antropogénico indican que un “aprovechamiento ordenado de su potencial productivo pueda mitigar la crisis climática y los daños económicos asociados, mediante la fijación de carbono en monte o en productos de larga duración, el suministro de materiales ambientalmente amigables y energías limpias que alimenten la bioeconomía circular y puedan ayudar a combatir el reto demográfico rural”, a través de la fijación de la población local y el desarrollo económico de las regiones.

Gozar, preservar y aprovechar el monte

Los ingenieros de Montes quieren ser claros en su defensa de una “preservación de la biodiversidad que se sustente en una gestión forestal de base ecológica que se extienda al conjunto de la superficie forestal, y no solamente en la exclusión del aprovechamiento en áreas protegidas o reservas de los escasos ejemplos de ecosistemas forestales con elevados grados de madurez”. A su entender, esto significa que la discusión “no se puede plantear en términos de aprovechamientos forestales locales sí o no (en cuyo caso habría que sustituir estos recursos con importaciones desde terceros países o materiales no renovables), ya que la cuestión es aplicar una selvicultura multifuncional que en cada contexto concreto optimice los servicios ecosistémicos que demandan tanto la sociedad en su conjunto como los propietarios y población vinculada a estos sistemas”.

Para la SECF, resulta crucial darle valor a las ciencias forestales y no “menospreciar el conocimiento atesorado durante siglos de aplicación junto con los grandes avances de las últimas décadas sobre el funcionamiento ecosistémico de los bosques y su relación con las prácticas humanas”. Con el avance del conocimiento y de “la capacidad de monitorizar, predecir y dirigir activamente los procesos y dinámicas de los ecosistemas forestales para su mejor gestión”, esto es, desde una perspectiva integradora, es posible “garantizar los servicios que los ecosistemas prestan a la sociedad al tiempo que su sostenibilidad a largo plazo”.

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