Del frigo a la basura, el insostenible problema del desperdicio de alimentos

Verduras en un mercado. Foto: Kari Schnellmann.

Verduras en un mercado. Foto: Kari Schnellmann.

Un tercio de la producción de alimentos se desperdicia, mientras más de 800 millones de personas pasan hambre cada día. Con solo una cuarta parte de esas pérdidas se podría dar de comer a casi 870 millones. Es hora de parar este disparate. Hay soluciones al alcance de todos. Con la colaboración de WWF-España seguimos abordando el reto de ‘un menú sostenible’ para ‘un planeta sostenible’.

Por NYLVA HIRUELAS, CELSA PEITEADO Y AMAYA SÁNCHEZ

«La comida no se tira». Probablemente es una de las frases que más hemos escuchado desde pequeños en nuestras casas, pero parece que el ejercicio de repetición no es suficiente porque todavía no hemos aprendido la lección. En España, ocho de cada diez hogares tira alimentos y bebidas directamente de la nevera al basurero. Nuestro cubo de basura se ha convertido en una especie de agujero negro por el que se desperdician cada año a nivel nacional más de 1.300 millones de kilos de alimentos. ¿Qué falla para que cada año el volumen de desperdicio alimentario no disminuya? Compras poco planificadas, una mala organización para gestionar nuestros alimentos o nuestro trepidante ritmo de vida son algunas de las razones de este despilfarro.

Tirar comida es un problema ético

En una cara de la moneda, el desperdicio de alimentos, y en la otra, el hambre y la subalimentación. Un tercio de la producción de alimentos se desperdicia, mientras más de 800 millones de personas pasan hambre cada día. Sin embargo, una cuarta parte de las pérdidas permitiría dar de comer a casi 870 millones. Pero el desperdicio de alimentos también tiene un grave impacto que no es tan visible, pero contribuye al deterioro del planeta. Producir cada alimento supone una huella de agua, suelo y energía. Por ello, desde WWF creemos que revertir esta tendencia está en nuestras manos. Cambiar algunos hábitos alimentarios y de compra en los hogares es un modo sencillo de reducir nuestro impacto sobre el medio ambiente y, al mismo tiempo, tener una vida más saludable.

¿Qué es lo que más tiramos a la basura?

El problema del desperdicio de alimentos se encuentra en todos los niveles de la cadena de producción y consumo. Si bien, en los países en desarrollo se desperdicia al inicio de la cadena de suministro debido a la falta de tecnología adecuada, o fenómenos meteorológicos extremos; en los países desarrollados, sucede al contrario. Y es aquí, donde al poner los datos bajo la lupa nos revelan una verdad bastante incómoda: el 42% de los alimentos se desperdician en los hogares, mientras el 39% corresponde al sector industrial, y el 19% restante en otros sectores como la restauración y distribución, según datos de la Comisión Europea.

Las fruta, hortalizas y verduras son los alimentos más desperdiciados; suman casi el 46% de los restos de comida. Le siguen los lácteos, y productos como el pan, el jamón cocido, las salsas, las sopas y las cremas, que una vez abiertos tienen poca vida, lo que, unido a las altas temperaturas, provoca que se deterioren rápidamente. De hecho, una de las épocas en la que más alimentos se tiran –y esto puede servirnos como pista para ponernos más las pilas en la gestión de nuestros alimentos– es el verano.

La huella de tu menú diario

Nuestra dieta occidental agota los recursos del planeta rápidamente, especialmente porque producimos alimentos de manera industrializada. Si evitamos el desperdicio, nos aseguramos de que los recursos naturales no se usen sin sentido. De hecho, acabar con el malgasto de alimentos podría disminuir hasta un 10% las emisiones de gases de efecto invernadero.

Los datos son impactantes: si la comida no consumida fuese un país, sería el tercer productor mundial de gas de efecto invernadero tras EE UU y China, al emitir 3.300 millones de toneladas de CO2 al año, según la FAO. Más de 780 millones de toneladas de cereales se desechan cada año, lo que supone un desperdicio en energía equivalente a las emisiones de más de 631.000 vuelos transatlánticos, de acuerdo a nuestros datos.

Pero además, los alimentos tienen una gran huella hídrica. Se calcula que para producir todos los alimentos que no se han consumido en el mundo en un año se emplea el agua de 100 millones de piscinas olímpicas. En España, el desperdicio de alimentos en los hogares españoles genera una huella de más de 130 litros por persona y día, según un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid. No tirar un huevo supone no desperdiciar 185 litros de agua, aproximadamente el agua que consumimos en tres duchas. Y un kilo de carne supone no desperdiciar más de 15.000 litros de agua.

¿Cómo podemos reducir el desperdicio de alimentos?

No hay fórmulas mágicas especiales para reducir el malgasto de alimentos, pero podemos darte algunos consejos que, si se ponen en práctica, pueden convertirte en un consumidor más sostenible, especialmente ahora que estamos en verano y es una de las épocas donde más comida se desperdicia.

Planifica tu menú semanal. Antes de ir a comprar, lo primero es revisar la despensa y el frigorífico. Una vez hecho esto, ya estamos preparados para hacer la lista de la compra, y la mejor manera de hacerla, es planificando el menú semanal tratando de que se ajuste lo más posible a nuestros hábitos, por ejemplo, si algún día comemos fuera. También si tenemos sobras de productos o alimentos a punto de caducar, podemos averiguar antes recetas para pensar cómo aprovecharlos. Lo importante es evitar las compras impulsivas en las que se termina comprando algún producto que finalmente acabamos desperdiciando. Acudir a la tienda con mayor frecuencia, y disminuir el volumen de compra también ayuda a evitar el desperdicio de alimentos.

Por supuesto, si a esta variable le sumamos la de una dieta sana y sostenible estamos contribuyendo positivamente al medio ambiente y con nuestra salud. Duplicar el consumo de frutas y verduras, consumir menos y mejor carne, alimentos ecológicos, de temporada y locales, y pescado sostenible son algunas de las claves para reducir nuestra huella ambiental, a la vez que cuidamos nuestra salud.

En la tienda no descartemos productos que puedan parecer «imperfectos», porque son tan nutritivos como los que tienen mejor aspecto, y así contribuimos a que el establecimiento no termine por tirarlos.

Cocina inteligente y de aprovechamiento

Un error que muchas veces cometemos es pensar que fecha de caducidad y de consumo preferente son lo mismo, y terminamos por tirar productos que todavía están en buen estado. La fecha de caducidad indica la fecha a partir de la cual no se puede consumir un alimento, mientras que la de consumo preferente indica que a partir de ese momento puede disminuir la calidad pero sigue siendo comestible.

Una vez hecha la compra, almacenar los productos adecuadamente es otra de las claves básicas. Algunos trucos pueden ser congelar purés o compotas de frutas, o incluso congelar verduras. Para esto, hay que sumergir las verduras en agua hirviendo durante varios minutos, y después pasarlas por agua fría. Se deben de secar con un paño o papel absorbente y finalmente guardarlas en una bolsa para congelados. Lo bueno de este sistema es que cuando las vayamos a cocinar no es necesario descongelarlas antes.

A la hora de cocinar, hay que ajustar las raciones, y cuando vayamos a restaurantes tratar de pedir evitando el consumo impulsivo. Si sobra comida, podemos dejar atrás el sonrojo y la vergüenza para pedir un recipiente para llevar las sobras.

Si tenemos frutas en casa y comienzan a ponerse muy maduras, podemos darles una segunda vida con batidos, y en el caso de otros alimentos, existen muchas recetas de aprovechamiento. De hecho, muchos de los platos más queridos en nuestra cocina son de aprovechamiento.

Aprovecha las nuevas tecnologías

Si algo ha traído Internet a nuestras vidas es la innovación y, con ello, aplicaciones que también contribuyen a reducir el desperdicio de alimentos. Es el caso de la app TooGoodToGo con la que se puede comprar un pack de menú de los alimentos que no se hayan vendido al acabar un turno de comida en un local. También está la iniciativa solidaria Neverasolidaria.org, en la que personas pueden aportar alimentos al proyecto y otras personas con menos recursos, consumirlos.

Otro proyecto social es Espigolardors que lucha contra el desperdicio de alimentos involucrando a colectivos en riesgo de exclusión social, a través de la recogida de frutas y verduras que se descarten, por un descenso en las ventas, por cuestiones estéticas o por excedentes de producción.

¿Es la regulación la solución al desperdicio de alimentos?

Si bien el consumidor juega un papel clave en la lucha contra el despilfarro de alimentos, no cabe duda de que todo no se puede dejar a la acción individual. La regulación es clave para frenar el malgasto de alimentos que forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas que se ha propuesto para 2030: reducir a la mitad el desperdicio de alimentos y las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro. También la Unión Europea integra este asunto dentro de sus estrategias de economía circular y gestión de residuos.

En el caso de España, el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación lanzó la estrategia Más alimento, menos desperdicio, pero la iniciativa queda en manos de la voluntad política de las administraciones autonómicas y locales. El primer paso para evitar el desperdicio alimentario está al inicio de la cadena, evitando la sobreproducción de alimentos, que en muchos casos arruina a agricultores y ganaderos, empleando herramientas que permitan la planificación de cosechas y evitando modelos industriales de producción, que priman la cantidad frente a la calidad. Por su parte, industria y distribución tienen que evitar normas que primen la estética de los alimentos frente a su calidad nutricional.

Si miramos a nuestros países vecinos, se pueden encontrar iniciativas interesantes. Francia, por ejemplo, fue el primer país europeo en adoptar una ley por la que los supermercados están obligados a tener un acuerdo con organizaciones humanitarias, para donar los alimentos en buen estado que no se vendan, y su incumplimiento está penado. Mientras en Italia, aunque no penaliza, la norma busca incentivar la donación de alimentos.

Frenar el desperdicio de alimento es uno de los caballos de batalla para luchar contra el cambio climático y defender un planeta más sano y justo. Por ello, desde WWF trabajamos para lograr un cambio en la política alimentaria para que sea más sostenible.

  COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.

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Comentarios

  • Mirthala Pintor Martínez

    Por Mirthala Pintor Martínez, el 03 octubre 2021

    Excelente información. Gracias por tratar de hacer un mundo mejor para todos y me parece excelente lo que hace Francia respecto al acuerdo que tienen con los supermercados. Ojalá todos los países pusieran atención en el desperdicio de alimentos y hagan algo para evitarlo. Gracias.

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