Gonzalo Hidalgo Bayal: «Los personajes son sombras del que escribe»

El escritor Gonzalo Hidalgo Bayal. Foto: Carlos Santiago.

El escritor Gonzalo Hidalgo Bayal. Foto: Carlos Santiago.

El escritor Gonzalo Hidalgo Bayal. Foto: Carlos Santiago.

El escritor Gonzalo Hidalgo Bayal habla de su última novela ‘La sed de sal’, en la que logra construir uno de los mundos literarios más interesantes del panorama narrativo español de las últimas décadas.

Año nuevo, nuevos propósitos. Uno de los míos es reservar un espacio en esta Área de Descanso para las entrevistas, que alternaré con mis artículos habituales. Entre tanto ruido mediático, a mí no se me ocurre mejor descanso que leer a quien de verdad tiene algo que decir. Como Gonzalo Hidalgo Bayal (Higuera de Albalat, Cáceres, 1950). En esta entrevista, realizada por correo electrónico, nos habla de su última novela, La sed de sal (Tusquets), de la que dábamos cuenta en El Asombrario hace unos meses. El autor de Campo de amapolas blancas (Editora Regional de Extremadura, reeditada por Tusquets) regresa a Murania, un espacio imaginario que ha permitido al escritor extremeño construir uno de los mundos literarios más interesantes del panorama narrativo español de las últimas décadas.

‘La sed de sal’ es una novela con numerosas referencias cinematográficas y literarias. ¿En qué medida ha influido el cine en su obra narrativa?

Tengo poco claras las influencias, sean literarias o cinematográficas, y no porque no las haya. Sé qué libros me gustan y qué películas, pero no sabría decidir en qué medida lo que escribo está en deuda con ellos. Tampoco sabría decidir si, por ejemplo, cierta organización de la materia narrativa en escenas o secuencias es herencia del cine o de la novela tradicional. Por otra parte, las referencias son más bien formales (retóricas, si se quiere, en el buen sentido), recursos de prosodia narrativa, no deudas profundas.

¿El cine es terapia, ensoñación o pedagogía?

Depende de cada espectador, aunque puede que a veces sea todo eso junto, e incluso más. Creo que hasta tal punto forma parte de nuestra vida que un muy alto porcentaje de la experiencia personal proviene del cine de ficción. Algo de eso le ocurre al narrador de La sed de sal, que, como carece de experiencia propia, como nunca se ha visto en trances penitenciarios, tiene que recurrir a los modelos de ficción cinematográfica (de la cinematografía clásica, del cine negro de mediados del siglo XX, que tiene algo de mítico y de heroico) para entender o para sobrellevar su desventura. En cualquier caso, la memoria cultural es cada vez más flaca y su eficacia retroactiva cada vez más breve, de modo que Sed de mal o A bout de souffle resultan ya tan remotas como Moby Dick o como los libros del santo Job o del profeta Jonás.

El narrador, que se nos presenta como Travel, tiene una mirada un tanto sombría sobre lo que significa el viaje: “No es el recorrido, sino la memoria de la adversidad”, cuenta. Conecta más con el “viaje” de Ismael en ‘Moby Dick’ que con la visión romántica que se ha instalado en el imaginario colectivo de lo que significa viajar.

Hay, sin duda, viajes felices, pero el viaje de Travel, pese a que no le ocurren grandes desgracias, resulta ciertamente adverso, hasta el punto de que es la gran aventura del personaje, su única aventura. Digo aventura en el sentido de que merece ser contada y recordada. De muchos grandes personajes de la realidad (héroes de la historia, podíamos decir) sólo recordamos el episodio más destacado. Algo así ocurre con Travel: su viaje es ese episodio y, dado su carácter, su vida es ese viaje. Naturalmente, mi intención era que a los hechos se sumaran sus consecuencias reflexivas, que de los hechos se derivara alguna forma de aprendizaje para el narrador.

Uno de los personajes más atractivos de la novela es el del policía Noé León y su teoría de la sed de sal y el impulso criminal. Su afición a la paradoja y el juego de palabras recuerda al propio Hidalgo Bayal.

Prácticamente sólo hay dos personajes principales: Noé León y Travel, el teórico de la sed de sal (ya se sabe, los palíndromos) y el destinatario o la víctima de su aplicación. El primero se entrega con esmero a la conjetura intelectual, a los juegos verbales, en efecto, a cierta interpretación paradójica de los hechos, y el segundo los padece y reflexiona sobre ellos con cierta desmesura sentimental. Esas son, según creo, sus principales características: el juego intelectual y el abatimiento sentimental. Y supongo que en alguna medida que no sé calibrar ambos reflejan algo del autor. A más o menos distancia, todos los personajes son siempre, en cuanto personajes de autor, sombras del que escribe: lo que somos, lo que no somos, lo que queremos ser y lo que no queremos ser.

Ha publicado una buena parte de su obra en pequeñas editoriales, hasta que hace unos años Tusquets tuvo el acierto de ‘rescatar’ algunas de ellas y publicar las nuevas. Aparte de llegar a un público más amplio y disfrutar de un mayor reconocimiento, ¿cómo ha llevado Gonzalo Hidalgo Bayal este proceso?

Yo siempre creí que estaría vinculado de por vida a alguna de esas pequeñas editoriales primeras, a Del Oeste ediciones, sobre todo. Para mí era más que suficiente. Además, eran amistades y afinidades que venían de lejos. Surgió luego Tusquets, en proceso inverso, primero la edición y luego la amistad. Y ahí estamos, espero que por mucho tiempo. El resto, es decir, el pasar la mañana delante del teclado, más que un proceso es un estado que, como tal, apenas admite variaciones.

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Comentarios

  • Julia

    Por Julia, el 11 enero 2015

    Por favor: corregid el título del libro que aparece erróneamente en varias ocasiones (en la entradilla, por ejemplo) como «La sed de la sal», siendo «La sed de sal» el título correcto.

    Gracias

    • El Asombrario & Co.

      Por El Asombrario & Co., el 11 enero 2015

      Mil gracias por la advertencia y disculpas por el error que se debe a la edición y no al autor del texto. Pedimos disculpas.

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